Crítica: Los nombres propios

Título: Los nombres propios

Autor: Marta Jiménez Serrano

Editorial: Sexto Piso

Ya sabéis que soy sincero al cien por cien cuando leo y reseño un libro, y esta vez no será distinto.

Este libro me llegó gracias a Casa del Libro. Ya os conté que me han hecho embajador y que estamos empezando a hacer cositas muy chulas juntos. Una de ellas, la primera, fue hacerme un regalo con cuatro libros, dos libretas y una bolsa de tela (regalazo). Como saben que me interesa mucho la poesía, tres de los cuatro libros eran poemarios y, el cuarto, era esta novela. ¿Por qué? Me pregunté. Pero la respuesta, creo, es sencilla. Marta Jiménez Serrano ha sido accésit del último Premio Adonáis de Poesía (reseñé el poemario ganador, “Toda la violencia”, de Abraham Guerrero Tenorio, maravilloso), y esta novela es (en mi opinión) muy, muy poética.

En mi primer acercamiento a la sinceridad, confieso que, de primeras, no me interesó demasiado.

En el segundo acercamiento, confieso que, llevando treinta o cuarenta páginas, pensé en no seguir leyendo.

En el tercer acercamiento, confieso que fue Laura Riñón, escritora y dueña de la librería Amapolas en octubre, quien me dijo “Jorge, léela. Es una historia muy bonita”.

En el cuarto y último acercamiento, confieso que seguí leyendo, que la he terminado y que, sí, es una historia muy bonita y me ha gustado mucho

Una vez más, salirme de esos libros elegidos por mí mismo me ha traído un regalo.

Cuando entrevisté a Laura Riñón en “Enredando voces”, mi podcast literario, nos contó que había una moda de escribir novelas sobre la vuelta a la infancia, sobre volver a los pueblos donde veraneábamos, sobre reencontrarnos con, como diría Pilar Paz Pasamar, nuestros niños interiores.

Este es el enlace de la entrevista, por si os apetece escucharla (merece mucho la pena, creedme): https://www.radiofftherecord.com/2021/04/22/7581/

La propia Laura, en su cuenta de Instagram, dijo que “esta es una novela que ya hemos leído”, en clara referencia a esas historias que se están escribiendo sobre esa temática. Pero no lo hizo como una crítica negativa. De hecho, su opinión sobre el libro, tal y como me confesó en su librería, es muy, muy buena. Sobre el libro y, sobre todo, sobre el estilo de Marta. Que es joven, sí (nacida en el 90). Que es su primera novela, sí (quién lo diría). Que no ha traído una historia distinta a todas las demás (¿puede ocurrir eso?), pero que sí nos trae una muy buena novela, muy bien escrita, muy original en el planteamiento y, lo que a mí más me ha gustado, real, tierna y anclada a los recuerdos de infancia y juventud de, al menos, todos los que compartimos edades similares (yo nací en el 85).

Creedme si os digo que he vuelto a mi niñez una y mil veces mientras leía. Que he recordado las Noches de Reyes, flipando al leer sobre esos Kinder Schoko Bons que solo asocio a ese momento de mi vida. Los juegos infantiles. Los enfados por nadas que eran todo. Lo compartido con los primos, que son nuestros primeros amigos. Las conversaciones con adultos, algunos que nos entendían y otros que, no tanto. El (necesario) aburrimiento. Las películas y canciones de Disney. Las rajas de melón en el verano. La familia. Tantos hilos que me han unido a la historia de Marta…

Creedme si os digo que he vuelto a mi adolescencia una y mil veces mientras leía. Que he revivido las angustias del instituto. La vergüenza. La timidez. Los primeros amores. Los primeros besos. Las mentirijillas. La fuerza que adquirían los abrazos de los amigos y amigas. Las fiestas en casas. Los primeros tragos. Los primeros miedos. Las primeras veces. Los primeros siempres, aunque fueran perecederos.

Y, así, en ese paso de sabernos pequeños a creernos grandes, nos hacemos adultos. Y, también, creedme si os digo que he vuelto a mi primera etapa de adultez (¿la adultez tiene etapas?) una y mil veces mientras leía. La universidad. Cómo las relaciones cobran otro sentido. Cómo queremos huir del nido, aunque no nos atrevamos. Cómo pensamos que podemos con todo mientras nos tiemblan las canillas. Las decisiones. Cómo empezamos a comprender de verdad lo que es el sufrimiento en las desilusiones, las traiciones y, sobre todo, en las pérdidas. Incluso, casualidad, he revivido mi Erasmus en la misma ciudad donde la hace la protagonista: Florencia.

Marta, la protagonista, me ha gustado. Mucho. Pero, del mismo modo, me ha gustado muchísimo Belaundia Fu, su amiga imaginaria y narradora en una segunda persona que es una primerísima persona. Y, sobre todo, me he enamorado de la abuela y me he emocionado con un homenaje tan bonito sobre el papel de las abuelas. Yo perdí a las dos hace ya mucho (demasiado), y las he recordado gracias a esos actos, a esas conversaciones, a esa complicidad. Y, también, perdí a mi madre hace ya casi seis años (mucho más que demasiado) y, aunque no fuera abuela en la definición, lo era en la acción, en su forma de ser, de cuidar, de comprender y de querer. Y sí, Marta Jiménez afirma que es un regalo haber compartido veintidós años con la abuela, y me parece un buen punto de vista. Tanto que, aunque me parezca horrible haber podido disfrutar de mi madre solo veintinueve años, leer esa frase consuela, aunque sea un poco.

Dicho esto (como si fuera poco), voy con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: está claro, ¿no? Revivirme. Haber podido recuperar tantos momentos que, al fin y al cabo, me han hecho ser quien soy y estar donde me encuentro. Saberme en todas esas vivencias, reconocerme, abrazarme, comprenderme mejor. Gracias por eso, Marta.

Lo que menos me ha gustado: creo que la razón podría ser, precisamente, que es un libro con un lenguaje muy poético y plagado de recursos propios de la poesía, pero ha habido algunas estructuras que se me han hecho un poco repetitivas. Es lo único que puedo decir como algo que me haya gustado un poco menos. 

Mi sensación final es que estoy muy agradecido a Marta por escribirlo, a Casa del Libro por regalármelo y a Laura Riñón por decirme que no lo dejara. Porque me ha reconfortado mucho esta historia. Porque ese reflejo de mí mismo en el agua de una piscina lo he revivido tantas veces en mi vida real (muchas, muchas horas en piscinas) que me ha encantado asomarme, de nuevo, a él, a mí, a nosotros. Y porque, aunque me duela (mucho) siempre me gusta recordar a mi madre, porque ella fue Belaundia, Anuncia, Martín, Gabriel y todas las personas que lograron que mi vida, al menos la que llega hasta hoy, haya estado repleta de momentos que merece la pena vivir una y mil veces. 

“Vejez, divino tesoro. La juventud la tiene cualquiera”.

Marta Jiménez Serrano, Los nombres propios

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Crítica: Territorio de luz

Título: Territorio de luz

Autor: Yuko Tsushima

Editorial: Impedimenta

Este libro me interesó desde la primera vez que lo vi. En este periodo oriental en el que estoy como lector, fui a la preciosa librería “Amapolas en octubre”, le expliqué a Laura lo que buscaba y me dio este libro y “Kitchen”, de Banana Yoshimoto (que leí y reseñé hace poco). Me fui de allí tan contento, qué os voy a decir. Es rara la vez que Laura no acierta.

Además, Impedimenta es una de esas editoriales que siempre me llaman la atención. Ediciones bonitas de títulos y autores muy interesantes. Normal que no me pudiera resistir.

Empiezo diciendo que este libro ha cumplido la principal función que le pedí: seguir dejándome entrar en la literatura oriental. Japón. Soledad. Relaciones complicadas y casi en la distancia. Y es un buen libro. Y la pluma de Tsushima es, por algo, una de las más respetadas en la literatura japonesa. Pero (¿se veía ya que venía un “pero”?) no me ha terminado de encantar.

No sé si ha sido porque esperaba que ocurriera algo que no ocurre. Que los saltos en el tiempo tan frecuentes me han descolocado más de la cuenta, sacándome, en ocasiones, de la lectura. El caso es que, al terminarlo, me ha dejado un poso escaso y me ha llevado a hacerme dos preguntas. La primera, “¿y así es como acaba?” La segunda, “¿cuál es la historia?”

En un resumen muy simple, “Territorio de luz” es la historia de una mujer que vive en Tokio con su hija pequeña después de separarse de su marido. Puede que yo sea algo más exigente, pero es que esa es la historia. No hay más. Algunos personajes muy secundarios de los que apenas me acuerdo. Situaciones algo duras en cuanto a la forma de relacionarse la protagonista con el resto, incluso su hija. Y, sí, aborda temas como la soledad, el rechazo de una parte de la sociedad hacia una mujer separada y la forma en que cría a su hija, la importancia de los refugios… Pero, no sé, no me ha aportado mucho, si os soy sincero.

Puede ser, también, que todos los libros que he leído en esta fiebre oriental me han gustado tanto que este se me ha quedado un poco corto. Quizá sea cosa de las expectativas.

Dicho esto, ahí voy con mi análisis.

Puntos fuertes:

La dureza: no esperaba que fuera un libro tan duro, sobre todo en esa relación materno-filial, y eso sí me ha impactado (aunque, ahora mismo, no es lo que más me apetece leer).

Las descripciones: sin ser espectaculares, están bien construidas, y eso es algo que siempre agradezco. 

Tokio: viajar a Japón, aunque sea a través de la literatura, es un placer muy agradable.

Lo que más me ha gustado: el descubrimiento de autores orientales que no había leído hasta ahora y la continuidad en esta inmersión que estoy haciendo en su literatura.

Lo que menos me ha gustado: además de lo que he descrito en el cuerpo de la reseña, hay algo que me ha “molestado” un poco. En la contracubierta se indica que Margaret Drabble (novelista y crítica literaria inglesa) afirmó que esta historia era “equiparable a cualquier obra de Virginia Woolf”, y, me vais a perdonar, pero… 

Mi sensación final es que no es un libro que vaya a recordar más de lo necesario. Estoy muy contento por haberlo leído y he disfrutado durante una buena parte de la lectura. Hay momentos en los que el lenguaje me ha gustado mucho. Pero, si tengo que elegir o recomendar libros de autores orientales, no creo que este sea uno de ellos. 

“Yo quería afinar su capacidad para percibir la felicidad”.

Yuko Tsushima, Territorio de luz

Crítica: Mi padre y su museo

Título: Mi padre y su museo

Autor: Marina Tsvietáieva

Editorial: Acantilado

Conocer la vida familiar y, por tanto, personal de aquellos a quienes se admira siempre aporta una visión más profunda de su obra. Si, además, la forma de conocerla es a través de una literatura tan potente como la de Marina Tsvietáieva, aún es mucho mejor.

Conocí a esta autora gracias a mi siempre buen consejero de poesía. “Lee a la Tsvietáieva y a la Ajmátova, te van a encantar”. Y así hice. Es más, compré un libro de con poemas de ambas, “El canto y la ceniza”, y lo voy leyendo poco a poco. Aunque la estructura de esta poesía rusa me resulta bastante diferente a la poesíaescrita en español, son dos poetas espectaculares, reconocidas como las dos grandes poetas rusas del siglo XX.

Por esa razón, tuve que hacerme con este “Mi padre y su museo”, tan maravillosamente editado por una de mis editoriales favoritísimas: Acantilado (¿se puede editar más bonito?).

Ingreso hospitalario por medio, me lo he leído en un par de ratos. Es un libro muy breve (78 páginas) en el que Marina Tsvietáieva nos presenta a su padre, Iván Tsvietáiev, y toda su vida a través de la creación del Museo de Bellas Artes de Moscú (actual Museo Pushkin). Y qué forma más preciosa de hablar de él, qué lenguaje, cuánta poesía cabe en un texto que no es poético y que, además, se basa en unos cuantos relatos cortos.

Siempre he tenido claro que un buen poeta puede ser buen novelista (algo que no es tan fácil de conseguir a la inversa), y esta es una prueba más de que alguien que escribe poesía como lo hace Marina Tsvietáievaes muy capaz de escribir prosa de una forma sublime, valiéndose de toda su fuerza poética, como es el caso.

Una muy buena lectura que he hecho entre mis ahora mismo habituales lecturas orientales (a las que volveré en seguida), y una forma estupenda de conocer mejor a esta autora tan importante en la literatura universal. Muy, muy recomendado.

Mención especial para la traductora, Selma Ancira (me han dado un tirón de orejas por no citarla y añado estas palabras para arreglarlo). Si bien Marina Tsviétaieva tiene toda la literatura del mundo en sus manos, es, del mismo modo, muy valioso el trabajo de quien traduce su lenguaje al castellano.

Dicho esto, ahí voy con mi análisis.

Puntos fuertes:

El lenguaje: con lo que me gusta la poesía y lo complicado que es encontrar un lenguaje poético en prosa que no canse ni dé evidencias de ese “quiero y no puedo” que aparece en tantas ocasiones, encontrar una lectura así de agradable es un regalo.

La edición: no voy a descubrir a estas alturas que Acantilado es una de las grandes editoriales del panorama nacional actual. Saben muy bien qué editan, a quién editan y cómo editan, y aciertan siempre en esas decisiones. Este libro es una preciosidad tanto por fuera como por dentro, algo que siempre se agradece. 

La historia rusa: aunque la brevedad de los relatos no da para profundizar demasiado, sí hay un buen reflejo de cómo era la sociedad rusa de la época, sus costumbres, su forma de vida, su manera de ser. Curioso como soy, me pica un poco leer algo más sobre esa parte de la historia.

La cultura: aunque hay un personaje que fue real (como todos los que aparecen) que se quejaba de que se construyeran museos y no escuelas, laboratorios o maternidades (necesarias, también, obviamente), qué suerte que hayan existido en la historia personas como Iván Tsvietáiev, que dieran casi su vida por apostar por la creación de museos y el auge de la cultura.

Lo que más me ha gustado: que es un libro conciso, breve, con lo justo para saber más sobre la autora y, en este caso, su padre (y su familia), además de, como ya he dicho, el lenguaje tan cuidado esta poeta rusa.

Lo que menos me ha gustado: que ahora me han entrado unas ganas terribles de leer “Mi madre y la música”, donde Marina Tsvietáieva habla de su madre. Me tendré que hacer con él… 

Mi sensación final es que me hace muy feliz descubrir que no solo se edita lo que va a vender, sino que hay editoriales independientes que siguen apostando por la calidad. La tarea de Acantilado es absolutamente necesaria para que podamos seguir acercándonos a maestros y maestras de la literatura, para que no nos despeguemos de los grandes escritores y escritoras, para que podamos aprender de quienes han dejado escritas tantas palabras que merecen ser leídas.  

“Todos han muerto ya, y yo debo contarlo”.

Marina Tsvietáieva, Mi padre y su museo

Crítica: Ru

Título: Ru

Autor: Kim Thúy

Editorial: Periférica

¿Estoy enamorado de Periférica? Sí. ¿Estoy enamorado de la literatura oriental? También. ¿Me he enamorado perdidamente de Kim Thúy y voy a leer todo lo que escriba? Sin duda.

Así que, sí. De nuevo… MA-RA-VI-LLA.

Cuánto me gusta cuando mi intuición acierta con un libro… Este lo compré “de rebote”. Fui en busca de “Hozuki, la librería de Mitsuko” (ya sabéis lo que me encantó) y, mirando y mirando, apareció esta preciosidad. Vale que los ojos se me suelen ir a las editoriales que me gustan y que el rojo de Periférica es muy atrayente, pero tuve otros tantos en las manos y, saber nada de este libro, me decanté por él. Y qué acierto, amigos y amigas. Qué gran acierto.

La forma de escribir de Kim Thúy (mi primera incursión en la literatura vietnamita) es espectacular. Directa. Perfectamente estructurada dentro de su peculiar desestructuración. Y, sobre todo, tan, tan, tan poética que se te va agarrando a las venas para estrujarlas, abrazarlas, acariciarlas, arañarlas… Tan poética que te hace sentir todo lo que se propone como si lo estuvieras viviendo en primera persona. Qué difícil es que la “incursión” de un género en otro funcione, pero qué bonito es cuando lo consigue. Enamorado de la poesía, como bien sabéis, este híbrido (quizá, sin pretenderlo) entre lo novelado y lo poético es una verdadera delicia.

Para que os hagáis una idea (aunque he compartido algunos fragmentos en Instagram), os dejo el tercer párrafo de esta historia:

“Nací a la sombra de esos cielos adornados con fuegos artificiales, decorados con guirnaldas luminosas, recorridos por cohetes y bengalas. Mi nacimiento tenía la misión de reemplazar las vidas perdidas. Mi vida tenía el deber de continuar la de mi madre”.

¿No os parece de una belleza extraordinaria?

Como digo, no había leído aún a autores vietnamitas, pero ya os aseguro que buscaré leer a muchos más. Por lo pronto, todo lo que encuentre de Thúy lo voy a leer, empezando por “Ma” (me lo ha traído San Valentín), una historia que me llama muchísimo la atención. Qué poder tiene la literatura, que te hace viajar en la distancia, enamorarte de un país o una cultura sin conocerlas más que de lejos, querer saber más sobre eso que acabas de conocer de una forma tan etérea como pura. Ay, qué feliz soy cuando leo una buena historia…

Dicho esto, ahí voy con mi análisis.

Puntos fuertes:

El lenguaje: con una forma tan preciosa de narrar, la autora es capaz de hablarnos de la guerra, de la muerte, de la prostitución, del horror y de otros temas dolorosos con una delicadeza tan cuidada que resulta, incluso, agradable. Entendedme. El dolor está, y lo narra de forma cruda, pero está tan bien contado que resulta casi dulce, aunque nos atrape la tristeza. Esa es la magia de la buena literatura.

La estructura: narrado en primera persona, con fragmentos cortos (nunca más de un par de páginas) que nos permiten respirar entre las distintas vivencias que se cuentan, la lectura es muy cómoda, muy agradable y muy satisfactoria. Puede parecer que la autora escribe a saltos, que no sigue un hilo centímetro a centímetro, pero el hilo sigue, aunque tengamos que ir tirando de él para mantenerlo firme. En mi opinión, una estructura perfecta (y difícil de conseguir). 

El descubrimiento: en este momento lector en la que estoy de acercamiento a la literatura oriental, me hace muy feliz salir de Japón (que es lo que había leído hasta ahora), “visitar” nuevos países y descubrir a otros autores y autoras, como Kim Thúy, de quienes no quiera soltarme.

La historia: la historia de este libro es la historia de la autora. Su vida. Su viaje. Su sangre, sus heridas, sus sonrisas y sus lágrimas. Y, amigos, qué historia más bonita…

Lo que más me ha gustado: me ha gustado absolutamente todo, pero, si tengo que destacar algo, sería el lenguaje. Encontrar un lenguaje tan poético en una novela que encaje tan bien y que sea tan humano es un lujo. Un diez, sin duda.

Lo que menos me ha gustado: no le puedo poner ni un pero. Es, en mi opinión, un libro sobresaliente. Único. Incomparable. 

Mi sensación final es que lo leeré más veces, aunque sea algunos fragmentos. Esa estructura tan particular y ese lenguaje que me ha enamorado dan esa facilidad e invitan a hacerlo. Y esto no suele ocurrir con las novelas, pero esta no es una novela al uso. Sino una poesía hecha novela. Lo recomendaré, lo regalaré y, como digo, lo releeré. Qué feliz me ha hecho este descubrimiento. 

“La vida es un combate donde la tristeza implica la derrota”.

Kim Thúy, Ru

Crítica: El aroma de los libros

Título: El aroma de los libros

Autor: Desy Icardi

Editorial: AdN

En cuanto supe de este libro, me llamó la atención. La portada es preciosa. El título es muy bonito. Habla de libros. Las frases en la contracubierta presentaban un libro maravilloso… No lo he podido terminar.

De verdad que lo he intentado. Que lo empecé con muchas ganas. Que la historia pintaba muy bien, muy original y parecía que los libros iban a ser tratados de una forma distinta (por eso del aroma). He llegado a un poco menos de la mitad y, aburrido como una ostra cada vez que me ponía a leerlo, lo he dejado ahí. Si abres un libro sabiendo que te vas a aburrir, solo esperando a que, de una vez, pase algo que te atrape (y llevas ya unas cuantas páginas), la lectura se vuelve un suplicio, y eso no puede ser.

Está bien escrito, sí. Ese no es el problema. El problema, para mí, ha sido que es muy (muy, muy) lento y muy aburrido. No engancha. La forma de intercalar las distintas historias que cuenta se hace muy pesada y dificulta mucho el ritmo de lectura. No tiene unos personajes fuertes que te hagan querer saber lo que les ocurre. Y, lo peor de todo, el punto de fuerte del libro, el de ese aroma de los libros, está tan mal resuelto que no es creíble (sabiendo que es un episodio propio de la fantasía). Además, sigo pensando que, muchas veces, se alargan los libros sin ningún sentido y te encuentras con historias larguísimas a las que les sobran la mitad de las páginas. Parece, también, que hay determinados libros que, por una u otra razón, hay que aupar desde las editoriales. Con este, si os soy sincero, he tenido esa sensación.

Por no alargarme mucho más en mi opinión (pongo el acento en la palabra opinión), voy con mi análisis de siempre. 

Puntos fuertes:

La portada: muy bonita y atrayente, tanto por la ilustración como por la tipografía, los colores…

El título: ahí es donde cometí (creo) el principal error. Vi la palabra “libros” y me vine arriba…

Lo que más me ha gustado: sintiéndolo mucho, he de decir que no puedo encontrar nada que me haya gustado tanto como para destacarlo.

Puntos débiles:

El ritmo: lentísimo. Además, como digo, el intercalar esas dos historias de esa forma lo enlentece aún más hasta hacerlo muy, muy denso.

El poco peso de los personajes: no me ha enganchado ninguno. Y hay unos cuantos…

El mal uso de una idea que podía ser buena: creo que la idea de que alguien pueda leer libros gracias al olfato es una buena idea, pero no me lo he creído nada. Es un punto de la fantasía, sí, pero, tal y como está estructurada y contada la historia, no me entra, no cuela, no puedo asumirla como parte de ella. Una pena, la verdad.

Lo que menos me ha gustado: que, en cierto modo (además del dinero), tengo la sensación de haber invertido un tiempo en algo que no merecía la pena. 

¿Alguien lo ha leído? ¿Qué opinión tenéis?

¡Un abrazo!

Crítica: Recuerdos de un jardinero inglés

Título: Recuerdos de un jardinero inglés

Autor: Reginald Arkell

Editorial: Periférica

En una de mis múltiples visitas a la librería que tengo al lado de casa, Taiga, vi este libro en una mesa y me llamó la atención desde ese instante. Me gusta Periférica, la editorial. Me gustan los jardines. Me gusta (mucho) lo inglés. La portada es bonita. El título es bonito. Me lo apunté… Y me llegó por mi cumpleaños.

Llevaba un tiempo (desde el final del verano y la vuelta a este curso tan complicado) algo enfadado y distanciado de la novela. No sé si leí demasiadas en las vacaciones o si elegí mal mis últimas lecturas (aún tengo dos a medias), pero no me apetecía leer nada largo y de lo que tuviera que estar demasiado pendiente durante demasiado tiempo. Por eso, entre otras razones, me refugié en la poesía, que siempre se entrega en un abrazo infinito.

Cuando tuve este libro entre mis manos, supe que podría ser la lectura perfecta para volver a leer (y a disfrutar) una novela. Por suerte, mi instinto no me falló y leerlo ha sido todo un acierto y un regalo.

Se trata de una novela sencilla; sin pretensiones (cuánto lo agradezco); muy bien escrita; con una pareja de personajes principales muy bien creados y plasmados (sobre todo el protagonista); con otros personajes que acompañan muy bien; y con las flores, las plantas, los árboles y, en definitiva, los jardines como un personaje más. Y, no me olvido, con esa esencia británica que tanto, tanto me gusta presente en cada página.

No es una historia apasionante en la que vayamos a encontrar sorpresas, giros inesperados ni tensiones. No lo necesita. En su lugar, vamos a encontrar un lenguaje muy bien cuidado, algo de humor y mucha, mucha ternura. 

Antes de pasar a mi análisis de puntos fuertes y débiles, y sin destriparos la historia, os diré que el libro desarrolla a la perfección toda la vida de su protagonista, el Señor Pinnegar, desde que es niño hasta que envejece y, ligada a la suya, la vida de “su” jardín. No sé vosotrxs, pero yo no necesitaba nada más.

Puntos fuertes:

El paso del tiempo: en 222 páginas más bien ligeras (Periférica hace unos libros muy cómodos de leer, además de seleccionar muy buenas historias) nos cuentan toda la vida de su protagonista y lo que a su vida rodea. Sin ser largo ni hacerse pesado. Sin dar más detalles de los necesarios. Sin que importe dar algunos saltos largos en el tiempo. Y se nos queda una imagen clarísima de esa vida, con todo lo necesario para conocerlo sin fisuras. Maravilla.

El protagonista: este Señor Pinnegar, también conocido como “el joven Herbert” y “El Viejo Yerbas”, se ha convertido, para mí, en un clásico a la altura de La Señora Dalloway, o “el tío Paco” de “Persona normal”. Uno de esos personajes que te llegan y que se quedan. Algo, en mi opinión, muy difícil de conseguir.

El toque británico: no es un secreto que soy un enamorado de casi todo lo británico (y que echo muchísimo de menos Londres), así que siempre me reconforta “viajar” al Reino Unido de vez en cuando. ¿No es maravillosa la literatura?

La botánica: me ha gustado mucho imaginar (a veces, con la ayuda de Google) ese jardín tan espectacular que el Señor Pinnegar va creando. Descubrir nuevas plantas y flores, ordenarlas en mi cabeza para dar forma a un lienzo tan vivo como lleno de color. Como avisan en la contraportada: “En un jardín no se puede estar enfadado mucho tiempo”.

Puntos débiles:

No puedo encontrar ninguno. Ha sido la lectura perfecta en el momento perfecto. La he disfrutado muchísimo, me ha calmado, me ha divertido, me ha enternecido… ¿Qué más le podía pedir?

Lo que más me ha gustado: reencontrarme, por una parte, con la prosa y, por otra, con esa cultura anglosajona que me vuelve loco…

Lo que menos me ha gustado: por decir algo que nada tiene que ver con el libro, me han aumentado las ganas que tengo de visitar el Reino Unido de nuevo.

¿Lo conocíais o lo habéis leído? 

¡Un abrazo!

“Qué pena que la gente no dejara de pelearse y no pasara más tiempo en los jardines”.

Recuerdos de un jardinero inglés

Crítica: Los versos del libro tonto

Título: Los versos del libro tonto

Autora: Beatriz Giménez de Ory

Ilustradora: Paloma Valdivia

Editorial: Kalandraka (Colección Orihuela)

No entiendo, no me entra en la cabeza, no logro comprender por qué no me había fijado antes en la Colección Orihuela de Kalandraka, porque menudos descubrimientos estoy haciendo. Ojalá hubiera más concursos así, porque está claro que hay talento (y mucho) en la poesía infantil. Además, las ediciones(como todas las de la editorial) son una preciosidad. Si en algún momento buscáis poemarios infantiles, son una muy, muy buena opción.

Hay que recalcar que este libro fue el ganador del “Premio de Poesía para Niños y Niñas Ciudad de Orihuela 2010”. Me pongo yo a pensar en ganar este premio y se me pone la piel de gallina…

Lo que más me ha llamado la atención del poemario es su estructura, porque es muy original. Se trata de un libro (tonto) cuyos versos huyen por aire, mar y tierra hasta que vuelven a reunirse. En mi opinión, una idea muy acertada. Además, algunos de los poemas tienen, también, una estructura distinta, creando caligramas, incluido uno espectacular en la forma.

Me ha parecido un libro muy tierno, bien planteado y con muchos poemas muy buenos, aunque… no. No puedo decir que me haya encantado como me ha ocurrido otras veces, ya que hay más de un poema que ni fu ni fa (siempre desde mi opinión y sin decir que sean malos, porque no es, para nada, un mal libro).

Dicho esto, paso a mi análisis.

Puntos fuertes:

La estructura: vale, ya lo he dicho, pero voy a ampliar mis argumentos. Creo que la clave (o una de ellas) para crear un buen poemario infantil es tener muy clara la estructura, la idea, para poder desarrollarla después. En eso, este libro es un diez.

La “historia”: no me he encontrado con muchos poemarios infantiles que sigan una historia en la forma en la que este lo hace. Esa “huida” de los versos, divididos en aire, mar y tierra, hasta volver a reunirse me parece un acierto y creo que suma mucho.

La edición: insisto también, en este aspecto. Qué bien editan en Kalandraka. Qué bonitos quedan los que ya tengo de esta colección y qué bien van a quedar los que me siga comprando. 

Lo que más me ha gustado: saber que hay muchos poemarios infantiles que leer, muchos sitios donde buscarlos, y que yo tengo muchas ganas de leerlos.

Lo que menos me ha gustado: además del hecho de que las ilustraciones no me han encantado (se mezclan con collage), me ha venido una idea a la cabeza al leerlo. Vaya por delante que me ha gustado, que me parece un buen libro y que en ningún momento quiero que se entienda que piense que la poesía es mala, porque no es así. Lo que sí he sentido al terminarlo y ver que hay bastantes poemas que no me han dicho demasiado, pero que algunos eran muy buenos en lo estético (sobre todo, el caligrama “Pie con bola”), me pregunto: ¿hay veces en las que se antepone lo estético a lo literario en la poesía infantil? Creo (mi opinión, insisto) que, en este poemario, sí. Que a nivel estructural y estético la poesía es espectacular, pero que la poesía en sí no lo es tanto. No sé si me he explicado bien, pero espero que me entendáis.

¿Qué os parece a vosotrxs la poesía infantil? ¿Conocíais esta colección y este premio? Si no es así, ¿me haréis caso y buscaréis alguno de estos libros?

¡Un abrazo!

“Mil larvas sueñan

con la camisa

que mudarán mañana”.

Nana para dormir a un millar de larvas, Beatriz Giménez de Ory

Crítica: A las órdenes del viento

Título: A las órdenes del viento

Autor: Raquel Lanseros 

Editorial: Valparaíso

Hace no tanto que descubrí la poesía de Raquel Lanseros (gracias, Manuel) y, sin miedo a decirlo, puedo afirmar que ya es una de mis poetas contemporáneas favoritas.

Esta antología, con algunos de sus poemas publicados entre 2005 y 2015, es una muy buena muestra de la pluma poética de Raquel. Podría ponerle una infinidad de calificativos (todos positivos), pero creo que es mejor deciros lo que me ha gustado con un hecho concreto. Como algunos y algunas sabéis, siempre que leo poesía, tengo post-its para marcar los poemas que más me gustan, para volver a ellos siempre que lo necesite. Veinticinco han sido los que he usado. En una colección de cuarenta y seis poemas. No os confundáis. Esto no quiere decir que haya veintiún poemas que no me hayan gustado. No son poemas para decir “no me gustan”. Lo que quiere decir es que ha habido veinticinco poemas que me han encantado. Que me han hecho cerrar el libro para volver a leerlos. Que he leído varias veces. Que me han pellizcado el alma. Ya sabéis que soy muy estricto con la poesía, así que entenderéis que marcar la mitad de un poemario con post-its no es lo normal… Enhorabuena, Raquel.

Tiene este libro, además, algo que hace que me guste más aún. Con las antologías, a veces, me pasa que me quedo corto o que me sobran la mitad de los poemas. Las recibo con cautela, sin saber muy bien si me pasará una cosa o la otra. Esta colección está muy bien hecha. Es una muy buena muestra de la poesía de su autora. Si en “Matria” me cautivó en un solo libro, con este puñado de versos de otros de sus poemas puedo decir que me ha enamorado por completo. En esta sociedad actual en la que todo el mundo escribe “poesía”, qué bueno es esto de encontrar poetas de raza actuales.

Además, insisto, cuando puedes cruzar algunos mensajes con el autor o la autora por redes sociales y solo recibes agradecimiento, humildad y cariño (como me ha ocurrido con Raquel), la figura de, en este caso, dicha autora se engrandece aún más. Qué bueno “tenernos”, Raquel, aunque sea de esta forma tan leve.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Puntos fuertes:

El estilo poético: es el mismo punto con el que inicié la reseña de “Matria”, pero tengo que ratificarme en él. En mi opinión de aprendiz de poeta, la poesía es el género más complicado (por eso, entre otros motivos, me horroriza esa pseudopoesía que está, por desgracia, tan al alcance). Más complicado aún es, en mi opinión, escribir buena poesía con sencillez (o haciendo que parezca sencillo). Esos son, para mí, los poetas de verdad. Los que llevan la poesía en los latidos. Los que riegan, con su tinta, los corazones de quienes amamos leer este género, raíz de todos los demás.

“Quedarme” con Raquel: en los tiempos que corren, es difícil encontrar en el panorama nacional poetas actuales que me gusten tanto. A Raquel ya “me la quedo”. Por su maestría poética, por supuesto, pero, también, por el tipo de persona que me ha demostrado ser.

Lo que más me ha gustado: confirmar que lo de “Matria” no es una casualidad. Que Raquel Lanseros es una pedazo de poeta. Para muestra, algunos de los versos que más me han gustado de esta colección:

De “Doña Juana”:

“También conoce el riesgo porque ha visto

el abismo insondable que se extiende

justo donde comienza el desamor.

[…]

Es capaz de apostar todo su reino

por un segundo de ojos infinitos

por una infusión lenta de su alma

                               en medio de las almas”.

 

De “Invocación”

“Engáñenme los cantos de sirenas,

tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.

[…]

Llore yo todavía

  por sueños imposibles

    por amores prohibidos

       por fantasía de niña hecha añicos”.

 

Compartiría muchos, muchísimos más, pero os va a tocar comprar el libro, que los poetas no viven del aire… jeje.

Lo que menos me ha gustado: este es uno de esos pocos libros a los que no pongo pegas. Hay poemas que me han gustado algo menos, obviamente, pero no le cambio ni una coma. Muy, muy buena colección. Os la recomiendo con la certeza absoluta de que os va a encantar. 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Sólo quien ha besado sabe que es inmortal”.

 “Entonces me besaste”, Raquel Lanseros

Crítica: Obras completas, Ángela Figuera Aymerich

Título: Obras completas

Autor: Ángela Figuera Aymerich

Editorial: Hiperión

Después de leer toda la poesía de Ángela Figuera Aymerich, he de reconocer que tengo sentimientos enfrentados: el primero es una admiración absoluta; el segundo, una inmensa rabia por el desconocimiento de esta pedazo de poeta.

No voy a entrar en aspectos biográficos (os recomiendo leer sobre su vida, eso sí), pero me llama mucho la atención algo concreto. Cualquiera que sepa lo mínimo de poesía conoce a Blas de Otero y a Gabriel Celaya. Se estudian en secundaria, sus nombres se sitúan en lo poético. Junto a ellos dos, Ángela Figuera Aymerich forma el denominado “triunvirato vasco”. Sed sinceros y sinceras: ¿os sonaba su nombre?

Maestra, catedrática, empleada de la Biblioteca Nacional… y una de las grandes voces femeninas (y no solo destaca entre las mujeres, si es que alguien piensa que es necesario comparar la poesía escrita por hombres con la escrita por mujeres) de la poesía social. Una figura trascendental en la poesía en castellano que, sin embargo, apenas se conoce. ¿No os parece muy triste?

Yo no la conocía hasta que pude acudir, invitado, al concierto de Valderrama en el Circo Price, concierto de su disco “Mujeres de carne y verso” (“Mujer de carne y verso me declaro,/ pozo de amor y boca dolorida,/ pero he de hacer un trueno de mi herida/ que suene aquí y ahora, fuerte y claro”, en versos de la propia Ángela Figuera Aymerich en su poema “Aunque la mies más alta dure un día”), con poemas cantados que forman parte de la antología poética femenina en lengua castellana con el mismo nombre, realizada por Manuel Francisco Reina (ojalá esta antología ocupara, también, el lugar que merece). Uno de los temas cantados por Valderrama, introducido y acompañado con música de piano, es “No quiero”, con versos del mismo poema, de Ángela Figuera Aymerich. Lloré al escucharla. Literal. A partir de ahí, busqué su poesía y la leí hasta que me hice con estas obras completas, que he leído y disfrutado como lo he hecho con pocos, muy pocos libros. Qué maravilla. De verdad. Qué absoluta maravilla

Por si la queréis escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=WZU92BhBYt0https://www.youtube.com/watch?v=WZU92BhBYt0

La obra de Ángela Figuera Aymerich consta de los poemarios:

Y los poemarios infantiles (que dejo para otra reseña):

El libro incluye, también, números poemas suyos no recogidos en poemarios.

Hablaría durante horas sobre la poesía de esta poeta, que ya es, sin duda, una de mis poetas favoritas y a quien recomendaré siempre que pueda, además de volver a ella muy a menudo. Por suerte para vosotros y vosotras, no voy a hacerlo. Solo espero que, si os apetece leer buena poesía, acudáis a “la Aymerich”. Como he dicho algunas veces (con el propio Manuel Francisco Reina, con Gloria Fuertes o con Paca Aguirre o con una autora actual que acabo de conocer y me encanta, Raquel Lanseros) os haréis un regalo si leéis a esta autora.

Sin más, voy a mi análisis de estas obras completas.

Puntos fuertes:

El amor “a primera vista”: como habéis leído, fue así. Y, podéis creerme, es amor verdadero

Conocer la historia de la autora: nacida en 1902 y madre en pleno estallido de la Guerra Civil Española, la vida de Ángela Figuera Aymerich es apasionante. Si tenéis un rato, investigad un poco sobre ella.

Poesía infantil: aunque, como he dicho ya, dejaré sus dos poemarios infantiles para otra reseña, me encanta que haya autoras de la talla de la que nos ocupa que se lanzó (movida por el nacimiento de su nieta) a escribir poemas para niños. Como ya he dicho en alguna ocasión, y con toda la admiración que siento hacia ella, hay mucha más poesía infantil en castellano lejos de Gloria Fuertes. Y, para muestra, un botón.

Lo que más me ha gustado: aunque su libro más celebrado y más conocido es “Belleza cruel” (que es un libro espectacular), me quedo con su último poemario, “Toco la tierra”, donde su poesía hace un buen repaso de alguno de los males del mundo, de “la tierra” como raíz de la humanidad y, particularmente, de la femineidad, de lo maternal. Además de ese “No quiero” (que es brutal), os dejo versos de otros poemasincluidos en este poemario tan desgarrador:

SEGUIR

Muchos por ti mataron, tierra mía.

Hicieron de sus huesos plomo airado

y mataron por ti.

Convirtieron

su dulce corazón en fiera lanza

y mataron por ti.

Ardieron

de amor y de furor hasta los ojos,

y mataron por ti.

[…]

ESTAMOS VIENDO TODO LO QUE PASA

Hacia los treinta y tantos años de mi edad

Éramos los poetas tan felices.

teníamos el cielo en la ventana,

estrellas que meter en los bolsillos,

cumbres al sol para tender la ropa,

noches y mar para mecer los sueños,

los bosques al extremo de la calle

con mirtos y laureles

para tejer coronas y ceñirlas.

[…]

¿Quién nos sajó los párpados, quién puso

todo nuestro sentir en carne viva?

Porque ahora vemos todo lo que pasa.

Y nos lastima el suelo que pisamos

y es una llaga el tacto más ligero.

Los muertos se nos cuelgan de los hombros

y ocupan nuestra almohada por la noche.

Los vivos nos exigen sangre a diario

y vienen a beberla en nuestra boca.

[…]

No me digáis que no son absolutamente bestiales…

Lo que menos me ha gustado: además de esa tristeza por saber que, en gran parte por ser mujer, no se conoce lo suficiente a una de las mejores poetas que nuestro país ha dado (y lo digo con pleno convencimiento), y por poner algún pero, su libro “Soria pura” no me ha gustado mucho. Cuando leo poesía suelo buscar amor, desamor, dolor, sufrimiento, temas sociales, emociones… La poesía sobre lugares no me gusta, así que este en concreto no me ha gustado apenas.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Si la verdad se hallara en los periódicos

y se callaran de una vez los necios

y hablaran los poetas en la calle”.

Ángela Figuera Aymerich, en «La vida más bonita»

Crítica: Pecábamos como ángeles (gloripoemas de amor)

Título: Pecábamos como ángeles (gloripoemas de amor)

Autor: Gloria Fuertes

Editorial: Torremozas

Siempre (o casi siempre) que se habla de Gloria Fuertes se hace para mencionar sus poemas infantiles, su voz ronca, su carácter o sus programas de televisión. Todo genial. Está claro que su poesía infantil es maravillosa e imprescindible, su personalidad era arrolladora y su popularidad fue tan grande que tuvo programas en la tele.

Mi propuesta es que no nos quedemos ahí. Gloria es mucho más que todo eso (que ya es un montón). La historia de su vida es interesantísima, os invito a indagar en ella. Y, lo que trae esta reseña es su poesía, pero la adulta.

Es un hecho que no se conoce tanto como su poesía infantil y, creedme, es espectacular. Con una originalidad propia de Gloria (única) y una maestría que va mucho más allá de la rima “facilona” (sin que sea fácil) de sus poemas para niños, la poesía adulta de Gloria toca temas muy poco infantiles de una forma brillante. El amor, la guerra, las injusticias, el dolor… Vamos, que Gloria Fuertes es mucho, mucho, mucho más que “Don Pato Pito”, “Doña Pitu Piturra” o “Un globo, dos globos, tres globos”. Muchísimo más.

Esta antología es una selección de poemas de amor hecha por la propia autora. Se trata de una ediciónsencilla, bien hecha, sin mucha floritura, pero sin fallos y muy cómoda. Una breve información sobre la autora, una fotografía suya y, lo que sí resalto, sesenta poemas. La última antología que leí, de Concha Méndez, se me quedó muy corta (cortísima) en el número de poemas incluido. Poder leer tanta poesía ha sido, en este caso, un regalo.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Puntos fuertes:

El tema: los poemas de amor se me suelen hacer algo “ñoños” cuando repiten recursos, figuras o se habla del sol, la luna y demás simbología ya tan manida. No es lo que ocurre en este libro de amor, porque Gloria no lo necesita.

Conocer un poco mejor a Gloria Fuertes: dejadme que insista, pero de verdad que merece la pena indagar un poco más en la vida de esta autora tan inmensa, además de en su poesía.

Lo que más me ha gustado: me gusta mucho saber que hay una colección de poemas de la autora seleccionado por ella misma que recomendar a quien quiera conocer mejor a Gloria. Hay veces que las antologías se quedan pobres o que recogen toda la obra de un autor o autora que pueden hacerse pesados. Es una muy buena colección de poemas de amor y desamor que, ya os lo digo, lo voy a recomendar mucho.

Lo que menos me ha gustado: por decir algo, algunos poemas que no me han terminado de llegar (difícil que nos gusten todos los poemas de un poemario). Eso sí, son pocos.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Y voluntariamente yo te elegí después”.

 “Otra historia de Gloria”, Gloria Fuertes