Curso escolar 2020-2021

Como muchos veríais ayer (domingo, 16 de agosto), El País Semanal puso en portada “El desafío de los profesores ante la pandemia”. Un reportaje que ahonda en cómo fue el final del curso pasado desde el confinamiento hasta su final y en cómo algunos docentes vemos, con mucha preocupación, cómo puede ser este que está casi al caer.

Es un reportaje bastante amplio en el que se tocan muchos temas importantes, pero, como había que repartir el tiempo y el espacio entre todos los que participamos, se me quedaron algunos puntos que tratar. Por eso, esta entrada.

Para quienes no lo leyerais, si os interesa, os dejo el enlace:

https://elpais.com/elpais/2020/08/11/eps/1597146268_131560.html 

También por si no podéis acceder al reportaje escrito por tema de suscripciones, os dejo en enlace de YouTube al vídeo:

En primer lugar, que quede claro que no va a ser una entrada con colores políticos. De la política (y de los políticos) tengo mi opinión y me decanto hacia un lado, obviamente, pero mi intención con esta reflexión no es enfrentar a bandos de un color con los del otro. Además, como en este tema ni el gobierno central ni los autonómicos (de quienes depende la educación) han estado a la altura, no tendría mucho sentido debatir sobre quién lo está haciendo peor o quién tiene más responsabilidades.

También quiero dejar claro que ese desafío que da nombre al titular no nos atañe solo a los profesores. Tal y como les digo a mis familias en las reuniones al inicio de cada curso, la educación no tiene sentido si no se hace en equipo: centros escolares y familias; así que el desafío, tal y como se vio de marzo a junio, también es para ellas. Si voy más allá, y creo que es algo evidente, tampoco es solo un tema de profesores y familias. Nuestro trabajo se ha visto frente a un reto enorme no solo por el hecho de cómo afrontar esta situación (como ha ocurrido en, prácticamente, todos los sectores), sino porque trabajamos con niños que (disculpad la obviedad) “pertenecen” a unas familias y porque esas familias tienen unos trabajos y necesitan del tiempo en que sus hijos están en el colegio para desempeñarlos. Y ese, el de las complicaciones para la conciliación, ha sido (y será) uno de los grandes problemas que hemos enfrentado y enfrentaremos.

Antes de hablar un poco sobre cómo veo, con la información que tengo, el próximo curso, quiero hacer algo más de hincapié en lo que ya dije en el reportaje. Quienes conocen cómo trabajo (en primer lugar, mis alumnos y alumnas, sus familias y mis compañeros y compañeras) saben muy bien la forma en que entiendo la educación en edades tan tempranas (salvo nuevas noticias, suelo cubrir casi la totalidad de mi horario en primero y segundo de primaria). Por eso, saben que mi máxima preocupación cuando los colegios cerraron fue la estabilidad emocional de mis peques y de “mis” familias. En eso me volqué, movido, también, por mi colegio, que, con sus aciertos y sus errores, sí vio claro que lo emocional era lo más importante. Nunca me preocupó demasiado que se perdieran ciertos contenidos, que no pudiéramos terminar los libros (ese es otro tema con el que me alargaría bastante más) o que algunos conocimientos teóricos no llegaran de la mejor forma posible. Nada de eso es insalvable en estas edades. Lo emocional sí puede serlo. Yo siempre educo desde el cariño, desde el abrazo, desde la igualdad y el respeto, desde la ayuda en la gestión de las emociones… Desde el grupo. Eso es, para mí, lo más importante de la primaria (sobre todo, de los primeros cursos) y eso fue, precisamente, lo que más perdieron al no poder acudir al cole.

Por suerte, los y las peques nos han dado a todos y todas una lección enorme y me alegró mucho ver que estaban llevando la situación casi mejor que nosotros y nosotras. He de decir, también, que las familias del grupo que dejé en junio han estado de diez, volcadas en esa estabilidad emocional de sus hijos e hijas, haciendo malabares para que realizaran las tareas, superando la altura a la que siempre estuvieron. Esto no quita que las familias se hayan estresado, se hayan desesperado, se hayan frustrado, agobiado, enfadado… Su papel de padres, trabajadores (algunos y algunas) y “profes de apoyo” era muy complicado, por eso hablo de que el desafío es, también, para las familias.

Dicho todo esto (y no pensaba enrollarme tanto), hoy, a día 17 de agosto de 2020, comparto con vosotros y vosotras mis impresiones para la vuelta al cole que tan en boca de todos puso El Corte Inglés con esa brillante (apréciese el sarcasmo) campaña publicitaria (eso sí, si lo que buscaban era eso, estar en boca de todos, se habrán felicitado).

Lo primero que tengo que decir es que cada vez es más evidente que la educación, en España, importa lo justo. Se oye hablar (sin cesar) del ocio nocturno, del turismo, de si se puede o no se puede fumar en terrazas (ojalá lo prohíban, pero para siempre), de las residencias de mayores, de eventos deportivos, de aforos en bares, restaurantes y espectáculos varios… ¿Qué pasa con la vuelta al cole? Si no hubiera sido por esa campaña de El Corte Inglés, quizá no se habría hablado nada. E, insisto, estamos a 17 de agosto.

¿Nadie está preocupado? Y, lo que es peor, ¿nadie está ocupado en ello?

Desde el Ministerio de Educación lo único que se aporta es, básicamente, que cada comunidad autónoma se las apañe como pueda, para lo que da unas recomendaciones bastante vagas y para las que no era necesario ni redactar un documento, además de ser, en ocasiones, bastante complicadas (si no imposibles) de implementar. Lavado de manos, mascarilla, primar la educación al aire libre (¿?), ventilar los espacios, escalonar las entradas y los patios, evitar el contacto y, atención, garantizar una distancia en clase de metro y medio. No sé cuántos colegios han visto, pero que me expliquen cuántas aulas admiten a veinticinco (o más) niños y niñas separadas por un metro y medio. Porque, sí, se propuso bajar las ratios (algo fundamental, en mi opinión, no solo en tiempos de pandemia, aunque esta situación lo ponga aún más en evidencia), pero las comunidades pusieron el grito en el cielo con esa frase tan repetida por los políticos cuando se refieren a educación: “no hay dinero”.

Desde las consejerías de educación de las distintas comunidades autónomas, la pelota pasa a estar en los centros educativos. No sé si habéis visto que ha habido algunos equipos directivos que han dimitido en bloque al verse superados por una situación que no tendría que depender única y exclusivamente de ellos, tal y como ocurre. Organizar espacios. Retorcer horarios. Establecer todas las medidas que puedan (mamparas, geles, mascarillas, cartelería…). Reubicar a profesores. Y todo, por supuesto, por el mismo precio.

En Madrid, que es la comunidad en la que trabajo, os cuento las propuestas para la vuelta al cole, sacadas de la Consejería de Educación y Juventud (citaré literalmente).

“El inicio de curso se hará con normalidad si la situación sanitaria lo permite”.

¿Cómo os quedáis? “Con normalidad”. ¿Qué normalidad? “Si la situación sanitaria lo permite”. La misma situación que nos deja unas cifras de contagiados bestiales, con focos por todas partes, con hospitales que ya empiezan a colapsar (este, el de la sanidad en Madrid, es otro tema que también tiene lo suyo), con nuevas medidas casi a diario para limitar los contactos y los posibles contagios, con grupos de personas manifestándose en la Plaza de Colón, sin mascarilla, al grito de «¡libertad!» y de «bote, bote, bote, aquí no hay rebrote»… ¿De verdad creen que esta situación sanitaria va a permitir un inicio de curso con normalidad? Han tenido que cerrar campamentos de verano con grupos muy reducidos y uno o dos monitores… ¿De verdad piensan que no va a pasar lo mismo cuando colegios que, como el mío, tienen seiscientos alumnos y unos cuantos profes solo en primaria? ¿De verdad alguien piensa que estamos en esa situación?

Tras esta propuesta brillante, siguen tres posibles escenarios, con sus correspondientes medidas:

Escenario I: Presencialidad y medidas extraordinarias de higiene.

En este escenario (para el que ni siquiera dan las condiciones qué implicarían olvidarnos de esa “normalidad” salvo por un banal “según la evolución de la pandemia”), todo lo que se plantea para primaria es: grupos estables de convivencia (léase “encaje imposible de bolillos”) y “se incentivará el uso de plataformas educativas, materiales digitales y dispositivos electrónicos con el fin de consolidar la transformación digital”. Ya está. Sí, sí, eso es todo. Ni siquiera merece la pena hablar de la brecha digital…

Escenario II: Semipresencialidad.

Para que se dé este escenario sí son más claros (sarcasmo, de nuevo). “Se plantea en caso de un empeoramiento de la evolución de la crisis del Covid-19, respecto de la situación actual”. Qué concisión, qué clarificador, qué útil… Aquí también hay más medidas (me sigo centrando solo en primaria), y os van a encantar:

Reducción de los grupos según dos criterios: distancia de metro y medio y convivencia estable de veinte alumnos (léase “tetris imposible y encaje de bolillos aún más imposible»). Para rematar su brillante plan, añaden una “organización en espacios alternativos en el centro o espacios municipales” (sin información alguna al respecto de esos espacios municipales) y “flexibilizar horarios y materias”. ¿Alguien me explica qué pasa con los centros que no dispongan de espacios suficientes y cómo se van a reducir los grupos sin esos espacios y sin más docentes? ¿De verdad nadie ve que están planteando un imposible? Contar con espacios que no se tienen, con personal que no se va a tener y con una flexibilización de horarios y materias complicadísima y que implicaría, además, que las familias también tuvieran que flexibilizar sus horarios es, simplemente, un absurdo.

Escenario III: Confinamiento.

Como estarán tan contentos con lo bien que han actuado durante el primer confinamiento (o mucho cambia todo o será el primero de varios), tan solo hablan de “teletrabajo”, “centro tres días abiertos tras el confinamiento” y “conectividad y dispositivos de alumnos/alternativas”. Vamos, que la pelota sigue en el tejado de la voluntad y disposición de los centros educativos y sus equipos directivos y docentes, porque la consejería no aporta NADA. Para comentar lo planteado para primaria en este último escenario, sus planteamientos son “clases diarias en línea y deberes” y “flexibilidad en currículos y horarios”. Todo esto, por supuesto, en manos de los profes. ¿Cómo iban ellos a perder tiempo diseñando nuevos currículos adaptados a esta nueva situación o pensando en soluciones? Mucho mejor decir “que los centros hagan todo lo que puedan, bajo su responsabilidad”, ¿no os parece?

Eso es todo lo que las autoridades educativas aportan a nivel nacional y a nivel de Comunidad de Madrid. ¿Tenéis todos y todas la impresión de que eso y nada es lo mismo, o lo pienso yo solo? ¿Tenéis todos y todas la impresión de que septiembre va a ser un caos absoluto, o lo pienso yo solo? ¿Tenéis todos y todas la impresión de que van a ir cerrando un centro tras otro nada más empezar el curso, o lo pienso yo solo? ¿Tenéis todos y todas la impresión de que no van a hacer nada más, de que seguirán improvisando y trasladando toda la responsabilidad a los centros escolares, o lo pienso yo solo?

De verdad, la solución (teniendo en cuenta la complicación de la situación que vivimos y que la solución perfecta no existe) es muy sencilla: recursos. Recursos en forma de nuevos espacios para poder disminuir las ratios. Recursos en forma de contratación de docentes para ocuparse de esos nuevos grupos y poder garantizar, así, esa creación de “grupos estables de convivencia”. Recursos en forma de tecnología, porque ni todos los centros ni todos los docentes ni todas las familias tienen igualdad de condiciones y, si el sistema educativo no es capaz de igualar esas diferencias… ¿para qué sirve? Pero, imagino, sabéis la respuesta, ¿verdad? “No hay dinero”.

Ahora, os pregunto, ¿conocíais esta información? Porque hay que escarbar un poquito para encontrarla… No, amigos y amigas, la educación no tiene la importancia que tendría que tener. Nunca la ha tenido y, o mucho cambia todo, nunca la tendrá.

Mientras tanto, yo sigo preocupado por cómo será todo; por cuánto se verán perjudicados y perjudicadas los y las peques, sobre todo en lo emocional; en cómo de alto será el grito de esa parte de la sociedad que entiende la escolaridad como la única forma en la que “deshacerse” de sus hijos e hijas durante el tiempo necesario; en cómo de alto será el grito de las empresas que sigan obcecadas en que la presencialidad es imprescindible cuando no lo es; en cuántas serán las excusas y contradicciones de las autoridades educativas; y, entre otras muchas preocupaciones, en cuánto tardarán los centros educativos, como los hospitales, en colapsar. Han tenido desde marzo, con todo el verano incluido, para dejar todo bien atado. Ahora entrarán las prisas y no dará tiempo a organizar un nuevo curso que viene con curvas…

Por lo pronto, me quedan dos semanas para terminar de relajarme, para seguir liberándome del estrés acumulado, para retomar energías, porque las necesitaré. Porque, sí, los profes hemos trabajado, y mucho. Nos hemos dejado la piel y los nervios para que las carencias educativas y emocionales fueran las mínimas, además de volcarnos en ser un apoyo para unas familias (con razón) desbordadas. Y nos hemos estresado. Mucho. En mi caso, un lumbago, un cuadro leve de ansiedad, algo de insomnio y unas semanas con hipertensión lo evidencian.

Para terminar, solo puedo enviar ánimos para todos y todas. Por supuesto, a la comunidad educativa (compis, estamos solos), pero, también, al resto de sectores (la idea de esta entrada no es anteponer mi trabajo a todos los demás), que, de igual modo, han sufrido y sufren las consecuencias devastadoras de este horror. Y, también, a las familias con hijos o hijas en edad escolar. Como siempre les dije a mis familias, aunque no existe la receta perfecta, todo será más sencillo con empatía, con comprensión y con colaboración.

Nota:

Reportaje: Guillermo Abril

Vídeo: Jaime Casal

Fotografías: Sofía Moro

“La educación es lo que sobrevive cuando todo lo demás se ha olvidado”.

Burrhus Frederic Skinner

El pin parental

Me prometí a mí mismo escribir una entrada sobre lo que supone el pin parental, y lo hice después de cansarme bastante de escuchar a gente hablar al respecto sin haberse preocupado lo más mínimo por informarse y de hartarme de los mismos argumentos falsos y repetidos hasta la saciedad, quizá con la intención de que, a base de repetirlos, se vuelvan reales.

Si os soy sincero, no sé muy bien por dónde empezar. A mí este tema, como comprenderéis, me toca en lo personal, además de en lo profesional y, por supuesto, en lo humano. La falta de humanidad nunca me ha gustado, qué le voy a hacer.

Esta entrada es más larga de lo habitual, y puede que no os interese. Al fin y al cabo, lo que más subo al blog son reseñas de libros, y esto no es una reseña. Eso sí, es algo mucho más importante, así que os animo a leerla.

Voy a empezar diciendo que lo que me parece más grave es que semejante barbaridad haya copado el debate, diría, a nivel nacional. Llevo días escuchando que si sí, que si no; que si padres, que si hijos; que si profes, que si adoctrinadores; que si fu, que si fa. Es grave, amigos, muy grave que algo que está fuera de toda lógica, que se salta leyes a la torera, que se ha cimentado en mentiras, bulos e interpretaciones muy torticeras de según qué convenga retorcer sea motivo de debate. He lanzado una miniencuesta en mis stories de Instagram al respecto, y, siento decirlo, no es un tema que me parezca debatible. Por eso que os digo y en lo que ahondaré a continuación y porque, para que se genere un debate, tiene que haber dos posiciones reales con argumentos reales, y ni lo uno ni lo otro se da en este caso. Es como pensar que se puede debatir sobre los efectos positivos del nazismo o sobre si los blancos somos iguales que los negros en cuanto a derechos y libertades. Si pensáis que estos temas pueden ser sujeto de debate, creo que tenéis algún problemilla que resolver.

Hago un parón para comentar que estoy escribiendo la entrada en una cafetería y ya hay un grupo a mi lado opinando del tema, una vez más, sin tener ni idea…

Primero, creo, es bueno explicar qué es el pin parental y qué reclama. Para eso, nada mejor que volcar el propio documento, extraído, directamente, de la página del partido que lo ha propuesto.

 

Pin parental
Solicitud de información previa y autorización expresa

Al Director del centro educativo (Con copia al Director provincial de Educación) ………………………………………………………………………………………………….

Estimado Sr. Director:
Como padre/madre y/o tutor del alumno:………………………………………………………………

Ante la posibilidad de que mi hijo/a pueda ser adoctrinado en ideología de género contra mi voluntad y contra mis principios y valores morales, a través de contenidos curriculares en asignaturas, actividades tutoriales, talleres y clases sobre ideología de género, así como una educación afectivo sexual que incumpla el artículo 27.3 de la Constitución Española y los derechos que me asisten como padre, para que nuestros menores sean educados de acuerdo con nuestra ideología, nuestras propias convicciones y en el respeto a las mismas.

Por todo lo anterior, me dirijo a usted para solicitarle:

Que el Centro que usted dirige nos informe previamente a través de una AUTORIZACIÓN EXPRESA sobre cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad, que puedan resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad de mi hijo/a; de tal modo que como padre/madre pueda conocerlas y analizarlas de antemano, reflexionar sobre ellas y en base a ello dar mi consentimiento o no para que nuestro hijo/a asista a dicha formación.

Así mismo considero imprescindible y os solicito, que la información que se nos facilite refleje una breve programación con la descripción de la actividad, sus contenidos objetivos, materiales, fecha, duración, nombre y titulación de la persona que lo imparte y entidad responsable de su organización o dirección. De no contar con dicha información previa y sin mi autorización firmada previamente a su impartición, le solicito como director del Centro, que exima la asistencia de mi hijo/a a dicha actividad, facilitándole la posibilidad de realizar una tarea alternativa durante la impartición de la citada actividad.

Esperando de usted que haga todo lo que esté en sus manos, para evitar que la ideología de género se siga propagándose impunemente entre los menores y que se nos permita como padres decidir si queremos, o no, que a nuestros hijos se les eduque en ideología de género le agradezco de antemano la colaboración del Centro para salvaguardar los derechos que me asisten como padre/madre en las cuestiones que afectan a la formación moral de mi hijo.

Y para que conste, firmo la presente en la fecha señalada: Firmado: DNI:

INSTRUCCIONES PARA PRESENTAR EL PIN PARENTAL

  1. Rellenar un modelo de PIN PARENTAL.(Descargarlo en la Web de VOX)
  2. Presentarlo por duplicado en la Secretaría del Colegio, dirigido a la Dirección del

Centro Escolar de tus hijos y al Director provincial de Educación de tu localidad. Quédate con una copia sellada.

  1. Tu copia nos la debes enviar por fax: o por correo postal.
  2. Debes tener en cuenta lo siguiente:
  • ✓ Hay que presentar un PIN PARENTAL por cada hijo.
  • ✓ Hay que presentar un PIN PARENTAL el padre y otro la madre; por separado.
  • ✓ Si en el Centro Escolar se negaran a sellaros el registro de entrada del PIN PARENTAL (aunque no tienen porqué), podéis hacer cualquiera de las siguientes acciones:

a.- Enviarla por Burofax.

b.-Enviarla por Correo Administrativo desde cualquier oficina de Correos.

c.-Acudir a presentarla con dos testigos.

d.-Haceros acompañar por un notario, que levante un acta de la entrega.

e.-Presentarla en el Registro de la Subdelegación del Gobierno, dirigida a la Dirección del Centro Escolar.

 

No sé a vosotros, a mí me parece un papel menos útil que el que se usa para hacer cucuruchos y llevar los churros.

Citan el artículo 27.3 de la Constitución, que dice “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Ay, cómo les gusta la Constitución (desde mi punto de vista, aunque eso es otro tema, ya un poco desfasada) cuando les interesa. Este artículo se puede retorcer como se quiera, pero no es un artículo, como ninguno otro, que valga más que los derechos fundamentales. No puede arrollar a los derechos fundamentales a la libertad, a una comunicación libre, a la libertad de expresión, a una educación libre o a la libertad de cátedra. Antes que ese tercer punto del artículo 27, están el primer y el segundo. El primero dice que todos tienen derecho a la educación y que se reconoce la libertad de enseñanza. El segundo, que la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales. Vaya, amigos. Parece que esos dos primeros puntos interesan menos o son menos importantes que su religión y su moral (la suya, claro, que es la única que vale; la moral de los demás no vale de nada).

Por otra parte, ¿solo me llama la atención a mí que únicamente les preocupe la igualdad de género y la diversidad sexual? Porque, puestos a pensar en temas, podrían haber añadido muchos más. Pero, no. Solo les preocupa que sus hijos no escuchen que el hombre y la mujer son iguales ni que es tan natural querer a alguien de tu mismo sexo como querer a alguien del sexo distinto. Qué moral más buena, ¿verdad? Por si no ha quedado claro, copio el párrafo en cuestión:

“Esperando de usted que haga todo lo que esté en sus manos, para evitar que la ideología de género se siga propagándose impunemente entre los menores y que se nos permita como padres decidir si queremos, o no, que a nuestros hijos se les eduque en ideología de género le agradezco de antemano la colaboración del Centro para salvaguardar los derechos que me asisten como padre/madre en las cuestiones que afectan a la formación moral de mi hijo”.

Disculpad, he tenido que levantarme al baño, me ha dado una arcada. “Evitar que la ideología de género se siga propagándose impunemente entre los menores”. ¡Toma ya! ¡No vaya a ser que los niños piensen que los hombres y las mujeres son iguales en cuanto a derechos y libertades! Eso, claro, por no hablar de la brillantez en la redacción: “se siga propagándose”. Se, se, se. Pim, pam, pum. En fin…

Importante es, también, que aquel que tenga esas preocupaciones y se crea con el derecho a exigir a un colegio que deje de hacer lo que, por ley, tiene que hacer, ha de presentar dos por hijo: del padre y de la madre. Así, claro, salen más firmas y el grito de odio puede ser más alto. Ya puestos, que vaya también el cura, la vecina de enfrente, la niñera y el butanero. Si es cuestión de acumular más y más firmas, que no quede.

Hasta aquí el análisis de ese documento tan instructivo.

Segundo, estos son los argumentos que se dan para que nazca el pin parental. Todos bulos, mentiras o interpretaciones fantasiosas de la realidad, como veréis.

  • Adoctrinamiento de niños menores de seis años con juegos eróticos. Falso.
  • Un vídeo de personas realizando distintas posturas sexuales que, ¡magia!, ha sido grabado en un museo brasileño donde hicieron una performance artística, pero que lo venden como si hubiera ocurrido en un colegio español. Falso.
  • Imágenes de un aula donde una mujer manipula un juguete sexual que, ¡magia de nuevo!, se grabaron en una universidad en Canadá. Falso.
  • A los niños se les enseña zoofilia en los colegios. Falso.
  • A los niños se les obliga a ser niñas y viceversa. Falso.
  • “Con el pin parental evitaríamos que los hermanos se penetraran” (lo entrecomillo porque son palabras textuales de un supuesto periodista). Falso.

Podría seguir con más ejemplos, pero si necesitáis más, creo que tenéis un problema grave.

Por si tenemos alguna duda al respecto del derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, yo os lo explico. El derecho llega hasta poder elegir a qué centro llevan a sus hijos. Fin. Sí, claro, tienen derecho a ser informados de qué se va a trabajar en el centro escolar. Insisto, a ser informados, no a decidir. Para informarse, con leer el curriculum y la programación del centro (ambos, documentos públicos) ya basta. Para decidir, no, queridos. Ahí no tienen derecho. Para decidir en educación están las leyes de educación. Ni siquiera los profesores tenemos ese derecho a decidir qué se va a trabajar en el centro. Respeto vuestro papel de padres, aunque mi papel de profesor no os merezca ningún respeto.

Y, no. Siento deciros que no, los niños no son propiedad de los padres. Los niños son individuos libres, tan libres como sus padres que, sí, tienen el deber de custodiarlos, pero no son sus propietarios. Si no hacéis caso a las leyes y a los distintos documentos que recogen los derechos humanos, haced caso al Papa Francisco, que dijo, exactamente “los padres son custodios y no propietarios de sus hijos”. Ya que no os preocupa lo que diga un cura y sí os da pavor lo que podamos decir los profesores, quizá sus palabras tengan más validez que las nuestras.

Tercero, voy a deciros todo lo que esta petición (exigencia, más bien) se salta.

  • El Decreto sobre Convivencia que, en más de seis artículos, trata temas relacionados con la LGTBIfobia, incluyendo el hecho de que se considera falta MUY GRAVE la discriminación por orientación sexual y que “exige que se incluyan y se reflejen en el plan de convivencia de los centros educativos las diversas situaciones de las personas amparadas por ellas, conforme a las definiciones que contienen en relación con los términos Trans y LGTBI”.
  • La Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación.
  • La Ley de Protección Integral contra la LGTBIfobia y la discriminación por Razón de Orientación e Identidad Sexual.
  • El Plan de Convivencia, que en sus artículos 12, 14, 16, 19 y 29 deja muy claro que la LGTBIfobia no tiene cabida en ningún centro educativo.
  • El curriculum de primaria. Por ejemplo, en su artículo 8 dice: “Los centros educativos, en consonancia con el desarrollo de sus competencias, garantizarán la inclusión de los contenidos ya contemplados en este Decreto de currículo y acordes a lo previsto en la Ley de Protección Integral contra la LGTBIfobia y la discriminación por Razón de Orientación e Identidad Sexual, en las programaciones docentes y velarán para que las mismas contengan pedagogías adecuadas para el reconocimiento y respeto de las personas LGTBI y sus derechos; o cita, en su artículo 4, los objetivos de respeto, defensa de los derechos humanos y el pluralismo, la no discriminación, una actitud contraria a la no violencia, a los prejuicios de cualquier tipo y a los estereotipos sexistas, entre otros; o que, en su artículo 8 dice que “la programación docente comprenderá la sensibilización en cuanto a las normas internacionales de derechos humanos y los principios de igualdad y no discriminación, incluidos los concernientes a la orientación sexual y la identidad de género”.
  • Resoluciones de Amnistía Internacional y Humans Right Watch, que afirman que los derechos LGTBI son considerados derechos humanos (¿no es grave tener que incluir esta afirmación?).
  • Las declaraciones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, reconociendo los derechos de las personas LGTBI en 2011; combatiendo la violencia y la discriminación por orientación sexual y la identidad de género en 2014; protegiendo contra la violencia y discriminación de las personas LGTBI en 2016; y pidiendo a países la abolición de la pena de muerte por homosexualidad. (Fijaos en las fechas, ¿eh? Hace casi dos días… Y, sí, para que no se nos olvide, en algunos países te matan por ser homosexual).
  • La Constitución Española, en sus artículos 20; y 27.1 y 27.2.
  • El Código Penal, donde los delitos contra las personas LGTBI se recogen como delitos de odio, con un agravante genérico de discriminación por sexo, orientación o identidad sexual o razones de género; o en su artículo 510, donde considera delito de discurso de odio la provocación a la discriminación o que se promueva directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra determinados grupos, incluido el LGTBI.
  • Derechos de los alumnos, como el pleno desarrollo de su personalidad o el respeto a su identidad, integridad y dignidad, entre otros.
  • Deberes de los alumnos, como respetar la dignidad, integridad e intimidad de todos los miembros de la comunidad educativa, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, evitando cualquier tipo de discriminación, entre otros.
  • Derechos del profesorado, como a la libertad de cátedra o a recibir la colaboración por parte de los padres para poder proporcionar un clima adecuado de convivencia escolar y facilitar una educación integral, entre otros.
  • Deberes del profesorado, como a respetar y hacer respetar las normas de convivencia, proporcionar una educación respetando la diversidad o a contribuir a que las actividades del centro se desarrollen en un clima de respeto, tolerancia, de participación y de libertad para fomentar en los alumnos los valores de ciudadanía democrática, entre otros.
  • Deberes de los padres, que son respetar la libertad de conciencia y las convicciones ideológicas, políticas, religiosas y morales, así como la dignidad, integridad e intimidad de los miembros de la comunidad educativa; conocer y respetar y hacer respetar las normas establecidas por los centros docentes y el proyecto educativo; y promover el respeto a las normas de convivencia.

Seguro que me dejo algo en el tintero, pero, vaya, se saltan unas cuantas cositas, ¿no?

Ah, los que os hayáis preguntado “¿y qué derechos de los padres se están saltando si no implantan el pin parental?” Muy sencillo: ninguno. Los derechos de los padres son: a recibir información sobre las normas que regulan la organización, convivencia y disciplina del centro (son documentos públicos); a ser escuchados en los procedimientos educativos de intervención ante las acciones (atención) CONTRARIAS a la convivencia escolar; y a colaborar en la prevención y corrección de las conductas (atención) CONTRARIAS a las normas de convivencia. FIN. No parece muy complicado de entender… Vamos, que va, incluso, en contra de sus propios derechos y deberes como padres.

 

Cuarto, mi sentir al respecto de todo.

Como los pocos argumentos que he escuchado para justificar este ataque han sido muy simples (además de falsos), voy a ponerme al mismo nivel y voy a explicar la situación con esa misma simpleza.

Imaginaos que estáis pensando el restaurante al que ir y, para tomar una decisión, leéis los menús de varios. Hay una hamburguesería, un buffet de carne argentina y un vegetariano. Vosotros lo que queréis es una buena hamburguesa porque os encanta la carne. Además, vais a pedir la más grande que haya y sin tomate ni cebolla ni lechuga porque no soportáis los vegetales. Qué asco de lechuga. Qué grima el tomate. Qué vomitera la cebolla. Al final, decidís ir al vegetariano y pedir, qué digo pedir, exigir una hamburguesa de buey sin vegetales. ¡Estáis en vuestro derecho! ¡¿Quién se han creído que son para no servirte lo que quieres?! ¿Vais a permitir que os obliguen a comer verduras? ¿Vais a consentir que os adoctrinen en el vegetarianismo o, lo que es peor, en el veganismo? Ay, qué situación más absurda, ¿verdad? Pues es muy parecida a lo que ocurre con el pin parental. Hay colegios públicos, concertados y privados. Laicos y católicos. Del Opus, incluso. Si yo soy ateo, no elegiré el del Opus, me parece obvio. Igual de obvio me parece que alguien homófobo o machista (sin que entienda ni respete que haya gente homófoba o machista, solo faltaba) no lleve a sus hijos a un colegio que no sea privado y ultracatólico. Después de saber que hay colegios en los que los profesores de naturales no han tenido la libertad para hablar de la evolución, me imagino que no habrá opción de nombrar la igualdad de género o la diversidad sexual, así que lo podrían llevar allí. Sin lechuga, sin tomate, sin cebolla y con extra de homofobia y machismo. Una receta perfecta para ellos, aunque no para sus hijos.

Ser homosexual no es un problema ni algo que haya que temer, además de que no se contagia ni nadie puede “volverse” homosexual, del mismo modo que nadie “se vuelve” heterosexual. Ni los padres ni los profesores tenemos ese poder de conversión, por suerte, sino que solo la naturaleza decide quién es heterosexual, homosexual o bisexual, como también es la naturaleza la que manda en lo relacionado con las personas transexuales. El problema y lo que da miedo es la homofobia, y eso, por lo que parece, sí es contagioso. Tampoco es un problema ser mujer. Ser machista sí lo es.

Los niños no son homófobos ni machistas. Aprenden a serlo. Si en sus familias les llevan a serlo, los maestros tenemos la obligación, ya no solo moral, sino por ley, de evitar que lo sean. Nuestra obligación es tratar esos temas por dos motivos bien sencillos (además, insisto, de que así lo recoge la ley): evitar la homofobia y el machismo y proteger a los alumnos LGTBI y a las niñas que puedan tener problemas por ser de sexo femenino.

Mirad si el pin es tan absurdo y está tan fuera de la ley que, de cumplirse, se estarían quebrando los propios derechos de los padres, esos que exponía antes. Nos obligaría a los centros educativos a incumplir la ley y nos haría cómplices de no cumplir con todo lo que leyes, decretos, resoluciones, declaraciones y demás nos obligan a cumplir.

Estos partidos y estos padres exigen estar informados. Bien, es uno de sus derechos. Por si, aun con todo lo explicado, no ha quedado claro, insisto: el curriculum de primaria es un documento público y a las programaciones, donde se incluyen esos contenidos y cómo se van a trabajar a lo largo del curso, incluidas charlas, talleres y actividades dentro del horario lectivo, cualquiera puede acceder. Unas programaciones, además, aprobadas por el claustro y por el Consejo Escolar, con representación, entre otros, de los padres.

Otro detallito que no se cuenta como es en realidad, es ese mantra que se repite de que los padres pueden decidir si sus hijos acuden a una charla, un taller o una clase en la que se hable de igualdad de género o diversidad sexual. Falso. Rotundamente falso. Ningún padre puede decidir qué va a trabajar su hijo o hija en horario lectivo. Todo lo programado, siguiendo el curriculum y las leyes educativas, es de cumplimiento obligatorio y, por lo tanto, evaluable. Si, por esos principios tan férreos de estos padres, deciden saltarse esas clases o actividades obligatorias, sus hijos no podrán ser evaluados al respecto, influyendo en la nota, y podrán incurrir en absentismo escolar, al tratarse de faltas injustificadas. Es más, no hay ninguna asignatura que lleve todo el peso de abordar los temas de igualdad de género ni de diversidad sexual. No, no os emocionéis. No lleva todo el peso una sola materia porque la ley educativa deja muy claro que son temas transversales para toda la etapa, esto es, que han de tratarse en todas las asignaturas en toda la educación primaria. Siguiendo con ejemplos apropiados a la simpleza de quienes argumentan a favor, es como si una familia decide no llevar a su hijo al colegio cuando se traten los animales vertebrados, las sumas con llevadas o la acentuación; solo que todo eso lo podrán aprender en casa, mientras que les será muy complicado aprender a respetar a las mujeres y a las personas LGTBI si son “educados” (sí, entre comillas) por familias machistas y homófobas.

De verdad, ¿qué problema tiene esta gente con las mujeres y los homosexuales? Que mujeres y homosexuales tengan derechos (no más que nadie, sino los mismos que todos), ¿les resta derechos a ellos? ¿Piensan, de verdad, que el hombre heterosexual es superior a las mujeres y a los homosexuales? ¿Cabe en la cabeza de alguien que un niño o niña se puede volver homosexual por escuchar que serlo es tan natural como ser heterosexual? Y, a las mujeres y homosexuales que lo apoyáis (porque, sí, los hay), ¿tan insano es vuestro juicio?

Podréis repetir hasta la saciedad todas esas barbaridades que decís, mintiendo sin sentir la más mínima vergüenza, hacemos en los colegios. Podéis seguir escupiendo odio. Podéis pensar que ser tan machos, tan hombres y tan españoles va a impedir que vuestros hijos puedan sufrir por ser homosexuales. Podéis retorcer la Constitución, las leyes y los derechos universales del modo más torticero posible, pero las leyes, los decretos, los derechos y las libertades están ahí. Por mucho que os empeñéis en anular lo que no os interesa o lo que no respetáis. Nosotros, los maestros, estaremos en frente. Enseñando y educando a vuestros hijos. Sí, educando. Porque esa es, también, nuestra obligación, por suerte para aquellos que vengan de familias como las vuestras. Y, para terminar, no. No os tengo que respetar. La homofobia no se respeta. El machismo no se respeta. La intolerancia no se respeta. Las agresiones no se respetan. El odio no se respeta. La violencia no se respeta. La discriminación no se respeta. Todo lo que vaya en contra de los derechos humanos no es respetable ni entra en la libertad de expresión ni en ninguna otra libertad o derecho. Por lo tanto, en mi yo maestro encontraréis siempre a alguien que les diga a vuestros hijos e hijas que la mujer y el hombre son iguales; que hay que erradicar la violencia, incluida la machista; que ser homosexual es algo natural y que serlo no tiene nada de malo, como no lo tiene ser heterosexual; que hay que respetar a las personas por ser personas, sin importar las diferencias. Encontraréis en mí, siempre, un educador que evite que vuestra educación retrógrada, fascista, machista, racista y homófoba sea la única que reciban.

Para concluir, diré: qué mal quieren estos padres si anteponen sus derechos (aunque sean sacados de la manga) a los de sus hijos…

 

«No quiero

amar en secreto,

llorar en secreto,

cantar en secreto.

No quiero

que me tapen la boca

cuando digo NO QUIERO».

Ángela Figuera Aymerich, «No quiero»

Club de lectura curso 2018-2019

Antes de terminar el curso le planteé a mi directora de etapa si le parecía bien montar un club de lectura para los padres y otro para los alumnos de secundaria. Le encantó la idea tanto como me encanta a mí.

Teníamos reciente la experiencia de la «merienda literaria» que hicimos para celebrar el Día del Libro y pensamos que podría estar muy bien hacerlo de una forma más estable.

Mi idea es leer un libro por trimestre, y he empezado por los libros que me apetece trabajar con los chicos y chicas de secundaria.

La edad de la ira, de Nando J. López, porque es una lectura adictiva y genial y por todos los temas que trata (y lo bien que están tratados).

Persona normal, de Benito Taibo, porque es un libro que hay que leer y estoy seguro de que les va a encantar esa relación tan maravillosa de Sebastián con el tío Paco y su forma de ver la vida.

El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, porque los clásicos lo son por algo y porque es una joya de la literatura juvenil que, ojalá, pueda acercarlos a leer más clásicos.

Será la primera vez que me enfrente a una actividad como esta, pero la verdad es que me apetece muchísimo poder pasar un rato hablando de libros.

¿Qué os parecen estas lecturas? ¿Creéis que es una elección acertada?

¡Un abrazo!

«Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee».

Miguel de Unamuno

Todos somos expertos en educación

Después de expresar mi opinión sobre la idea (errónea, a mi entender) de que todo el mundo puede escribir, hoy os voy a hablar de otro tema relacionado con escribir que también me genera bastante rechazo, por decirlo de una forma suave.

Casi todos sabréis que soy profesor de primaria. Llevo desde los dieciséis años trabajando con niños (muchos años como monitor de natación, desde los dieciséis hasta los veintisiete) y desde los veintisiete en adelante, como profesor. Dos cursos en Londres y ahora estoy en mi cuarto curso en Madrid. Lo cuento para que veáis que hablo desde el conocimiento, en primer lugar, de los niños, y, en segundo lugar, del ámbito escolar.

Una vez puestos en situación, vamos al tema. ¿Todo el mundo sabe tanto de educación y de temas tan controvertidos como peligrosos en el ámbito escolar como para escribir libros al respecto?Me refiero, en concreto, al tema del acoso (yo me niego a ponerle la coletilla de “escolar”, ya que la escuela no es el único lugar donde ocurre, no es siempre donde se genera, no es siempre la culpable y, desde luego, no es la única responsable). ¿Sabéis el daño que hace hablar de algo sin apenas saber de qué se está hablando?Sé que este es un asunto peliagudo, que muchos me podrán saltar con “puedo hablar del acoso porque yo lo sufrí”. Pues, lo siento, yo sufrí la pérdida de una madre de la noche a la mañana y no se me ocurriría escribir un libro sobre cómo llevar el duelo, ya que esa es tarea de los psicólogos(la mía fue maravillosa) y yo no soy nadie para ofrecerme a hacer charlas ni dar consejos sobre cómo tiene que ir ese proceso tan duro. Es más, a mí me hicieron acoso toda la vida, tanto en el colegio como en el instituto, pero tuve la inmensa suerte de tener una familia que me dio todas las herramientas posibles para que me resbalara: primero, me quisieron (y quieren) sin ningún tipo de parche, me enseñaron a quererme a mí mismo, me animaron cuando necesitaba ánimos y me hicieron ser fuerte y capaz de ignorar comentarios y actitudes de macarras. Sé que eso, a veces, no es suficiente. Que hay familias y familias. Personas y personas. Acosos y acosos. Precisamente por eso, creo que hablar de un tema así tan a la ligera, más que ayudar, genera todo lo contrario. Me canso de escuchar que en los colegios no se hace nada para evitarlo. Que los profesores lo sabemos y que miramos a otro lado. Os aseguro que es complicado que se dé un caso de acoso en un centro escolartal y como se entiende el acoso (quizás ese es el problema, que consideramos que son acoso muchas situaciones que no lo son, ayudados, también, por todos esos ¿expertos? en educación y prevención del acoso que ven en un asunto así una posible buena fuente de ingresos) y que, si se da, es muy poco probable que se mire hacia otro lado. Está claro que hay docentes y docentes, pero la inmensa mayoría está ahí por vocación, por amor a la educación y a los niños, así que, no, no es habitual que se ignore algo tan grave como una situación de acoso.

Dicho esto, saco el tema porque, como he dicho al principio, me descoloca mucho ver libros que se presentan como “medicinas” frente al acoso escritos por (¡sorpresa!) personas que no trabajan en la educación. ¡Toma ya! ¿Os imagináis que a mí me diera por escribir un libro sobre cómo tratar a las personas que acaban de sobrevivir a un atentado terrorista? ¿Alguien puede pensar que yo sería la persona más indicada para escribir un libro dando consejos sobre cómo fabricar el mejor avión que jamás pudiera existir? “¡Pero si no eres psicólogo ni ingeniero aeronáutico!” ¡Ah! ¿Es necesario ser un profesional de aquello sobre lo que se escribe y se aconseja?Está claro que no… Hay más de un libro y más de dos sobre cómo actuar en situaciones de acoso escritos por personas cuyo único mérito es, una vez más, ser influencer(escritor o no) o tener el morro de usar su posición de escritor para venderse a colegios, “¡que ahí hay mucho negocio!” A mí, la verdad, me da mucha pena y un poco de vergüenza. Quizá se debe a que yo soy una persona muy cauta y humilde; a que no me gusta hablar sobre lo que no sé (mucho menos, sentar cátedra); o a que no me gusta engañar a la gente que pueda leerme. El caso es que a mí no se me ocurriría escribir libros diciéndole a todo un gremio al que no pertenezco cómo hacer su trabajo, pero ya sabemos que sobre educación todo el mundo sabe más que los mismos profesores; que nosotros solo estamos ahí por las vacaciones que tenemos; y que cualquiera podría hacer nuestro trabajo. Una lástima, pero es así.

¿Qué opinión tenéis al respecto? Me encantaría escucharos y os aseguro responder todos los comentarios que dejéis con vuestras impresiones.

“La educación genera confianza. La confianza genera esperanza. La esperanza genera paz”.

Confucio

«La edad de la ira», de Fernando J. López

Título: La edad de la ira

Autor: Fernando J. López

Editorial: Espasa

c89dbd1c46e9799c6529a5108519ddef

Desde que lo de ser escritor se me va volviendo algo más serio, las lecturas me cuestan más y más. Empiezo muchos libros, pero acabo pocos. Encuentro motivos que antes ni veía para dejar un libro a medias. Me he vuelto muy estricto, muy escrupuloso o muy cretino (o todo a la vez). Llevaba ya tiempo rumiando la idea de comentar los libros que van cayendo en mis manos, pero esa falta de constancia como lector me lo ponían muy difícil. Al fin, desde que leí la primera página de “La edad de la ira”, lo tuve claro: se convertiría en mi primer abordaje en esto de los comentarios literarios.

Antes de empezar, os aviso, no voy a hacer reseñas ni sinopsis (eso es fácil de encontrar en las redes), sino que haré comentarios personales sobre lo que leo. En la medida de lo posible, intentaré que el comentario vaya acompañado de una foto más o menos interesante del libro en cuestión. Bienvenidos a esta nueva dedicación que espero disfrutéis tanto como lo hago yo.

“La edad de la ira”, de Fernando J. López, llegó a mí recomendado por mi primo Rubén (mil gracias) y esa recomendación sumada a que su autor se dedica también a la docencia, no tuve duda en comprarlo y llevármelo como lectura para las vacaciones. No me equivoqué al hacerlo. Incluso estando en el Caribe colombiano (como habréis visto en la foto), no he podido para de leer. En el avión, en la cama, en cada espera, en una tumbona, a orillas de la playa… ¿Qué tiene este libro para ser el primero en mucho tiempo que me leo del tirón, sin titubeos y totalmente enganchado? Intentaré ir paso a paso (el orden no implica que un paso me haya parecido más importante que otro):

Primero: el lenguaje. Claro. Conciso. NATURAL. Tal y como se espera de sus personajes y sus situaciones.

Segundo: la ambientación. Nunca pensé que una historia de instituto (aunque el libro sea mucho más que eso) me iba a atrapar tanto. Lo mejor de todo ha sido que en cada momento veía mi instituto, el Felipe II, en Moratalaz, y veía mi propia adolescencia. He recordado mi paso por la secundaria y el bachillerato, a mis compañeros, a mis profesores… Y, aun con algunos momentos menos positivos, he vuelto a ser tan feliz como lo fui entonces (gracias, Fernando).

Tercero: los temas que se tratan y, sobre todo, cómo se tratan. Homosexualidad en la adolescencia (y no solo en la adolescencia). Sistema educativo. Bullying. Con permiso del autor, me hago dueño de todas y cada una de las afirmaciones que hace sobre los tres temas. No le cambiaría ni una coma a nada. Es más, sin creer mucho en el binomio “lectura obligatoria”, creo que este libro tendría que serlo, y no solo para alumnos, sino para profesores y, sobre todo, para padres. Hace poco las fieras de Twitter se me echaban encima por opinar sobre un tema que, por conocido desde varios prismas, me quema: el bullying. Solo porque dije que no hay que culpar de manera sistemática a los centros y sus profesores y que había que ir más allá, dependiendo de cada caso, y no olvidarnos de los grandes olvidados en titulares y noticias siempre que se da un nuevo (y triste) caso: los padres. Gracias de nuevo, Fernando, por hablar del tema sin tapujos. De esos momentos cruciales en la vida de los jóvenes (y no tan jóvenes), de los que hay que estar más (y mejor) pendientes; de esos profesores que, por uno u otro motivo, prefieren no ver y, por lo tanto, no actuar y se convierten en cómplices, pero también de los muchos docentes, entre los que me incluyo, que se dejan la piel en evitar que estas situaciones ocurran; gracias por cantar las miserias de un sistema educativo que hace aguas por todas partes; gracias por meter en el tablero del juego a los padres, a las familias. El día que profesores y familias entendamos que no somos contrarios, sino colaboradores en la formación y educación de los chavales, puede que (“puede que, puede que”) mejoremos en muchos aspectos.

Cuarto: el estilo. La mezcla de los testimonios de los distintos personajes con la narración de Santiago hace que la lectura sea amena y que dejar de leer sea un martirio al no poder avanzar en las pesquisas de este periodista con vocación de detective en quien todos los personajes se vuelcan para contar sus miserias, abriendo a cada uno en canal para comprender aspectos de sus vidas personales que van sorprendiendo al lector y que lo atrapa en una historia, la de Marcos, tanto como a él mismo.

Lo que más me ha gustado: con todos los puntos que he remarcado, creo que me quedo con la forma en que el autor trata esos temas tan en boca de todos, la mayoría sin mucha idea de nada. Por eso, leer algo sobre el bullying escrito por alguien tan válido como Fernando J. López y sentir que da en el clavo y que mis propias ideas al respecto son las mismas que él apunta me hace pensar que libros como el suyo son absolutamente necesarios y, por eso, quiero poner mi pequeño grano de arena para recomendarlo y para que pueda llegar al mayor número de personas posibles. Tengo claro que lo recomendaré en cada centro en el que trabaje, tanto a compañeros como a padres (mis alumnos son algo pequeños, pero algo podré hacer con ellos también).

Lo que menos me ha gustado: sinceramente, no haberlo leído antes. Con todo lo estricto, escrupuloso o cretino que me he vuelto con los libros, no puedo decir que haya algo que no me haya gustado, así que no haber podido descubrir a Marcos y a Fernando antes es lo que peor llevo de este hallazgo literario.

Dejad comentarios si os apetece, estaré encantado de contestarlos todos.

¡Un abrazo!

Jorge Pozo Soriano

«Puede que todo esto no sea más que la consecuencia de una sociedad errática que ya no sabe cómo canalizar su furia».

Fernando J. López, «La edad de la ira!

El destino de Tamarán será una realidad/ The destiny of Tamarán will be a reality

Ninguna otra noticia podría haber sido mejor para volver de las vacaciones (siento el parón veraniego, lo necesitaba).

Ediciones Endymion (la misma editorial de «Las bufandas de Lina y otros cuentos animaladas») me ha dado el sí a esta saga de literatura fantástica y ya estamos trabajando para que pueda llegar a las librerías antes de la Navidad.

Os iré dando detalles según vayamos avanzando (quizás os interese saber cómo funciona el proceso de edición de un libro), pero cierro esta entrada con dos sorpresas:

Finalmente, este primer libro se titulará «El destino de Tamarán: Los reinos incógnitos».

Otra persona que ya anda trabajando en las ilustraciones es mi querida Marta Marbán de Frutos, y os va a dejar tan asombrados como a mí con su arte.

¡Un abrazo fuerte para todos y gracias por seguir ahí!

«Todos nuestros sueños pueden hacerse realidad si tenemos el valor de perseguirlos».

Walt Disney

 

Any other news could be better to come back from holidays (sorry for the summer break, I just needed it).

Endymion (the same publishing house of «Lina’s scarves and other animalated tales») is going to publish this fantasy saga and we are already working to be in bookshops before Christmas.

I will be giving you more details whilst we keep going on (you’ll probably like to know how editing a book works), but I close this post with two surprises:

Finally, this first book will be named «The destiny of Tamarán: The incognito kingdoms».

Another person working hard on the illustrations is my beloved Marta Marbán de Frutos, and you will be as shocked as I am with her art.

A big hug for all of you and thanks so much for being there!

«All our dreams can come true, if we have the courage to pursue them». 

Walt Disney

Lo mejor de ser profe: el cariño recibido/ The best of being a teacher: the love received

 

Como os prometí, os hablo de, para mí, lo mejor que tiene ser profe de primaria. No tengo ninguna duda acerca de esta afirmación. No hay nada que me alegre más en mi trabajo que esos gestos de cariño en forma de abrazos, besos, dibujos, cartas o como una simple (para nada simple) sonrisa.

Ya puedo llegar cansado, enfermo, triste o todo junto. Esos gestos me hacen sonreír de oreja a oreja y coger la fuerza necesaria para comerme un nuevo día, aunque algunos días sean duros.

Si recordáis, os hablé en esta entrada https://jorgepozosoriano.com/2014/12/19/algo-que-echo-mucho-de-menos-something-that-i-miss-a-lot/ que echaba esas muestras de cariño cuando enseñaba en Londres. Para mí son absolutamente necesarias para los niños y para el profesor.

No importa que a veces surjan problemas, siempre que los miro y encuentro una cara feliz, sé que he elegido el trabajo que siempre quise tener.

Tampoco me olvido del cariño recibido de los padres, que es mucho y que ratifica tu trabajo y todo lo que vuelcas en sus hijos, sin que importe que alguno intente culparte de fracasos suyos, que alguno puede aparecer.

«Al afecto se debe el 90 por ciento de toda felicidad sólida y duradera».

C. S. Lewis

Just as I promised, this post is about what is the best part, at least for me, of being a primary teacher. I have no doubts about this affirmation. There isn’t anything that makes me happier at work tan these love signs such as hugs, kisses, drawings, letters os a simple (not simple at all) smile.

No matter if I am tired, sad, sick or everything together. These signs make me smile too and get enough strength to enjoy a new day, even if some days are really tough.

If you remember, I wrote a post https://jorgepozosoriano.com/2014/12/19/algo-que-echo-mucho-de-menos-something-that-i-miss-a-lot/ saying how much I missed these signs when I was teaching in London. They are completely necessary for the kids and, also, the teachers.

It doesn’t matter if there are some problems some days, every time I look at them and find a happy face I am sure I chose the job I always wanted to have.

I can’t forget all the love I get from the parents, which is a lot and that confirms your efforts and everything you put on the children, without worrying about those parents that can come up sometimes blaming you of their own mistakes.

“Affection is responsible for nine-tenths of whatever solid and durable happiness there is in our natural lives.” 

C. S. Lewis

Lo mejor y lo peor de ser profe/ The best and worst aspects of being a teacher

Inauguro “sección” en el blog que será algo así como “Lo mejor y lo peor de ser profe”, ¡espero que os guste!

Voy a empezar, por ser este un blog sobre literatura y educación, con algo que afecta a los dos campos y que, lo siento, es negativo.

Vaya por delante que me encanta ser profe y que esas cosillas que menos me gustan las acepto y asumo como parte de un trabajo que elegí por pura vocación.

Una de las peores cosas de ser profe es que leo menos. Menos literatura, quiero decir. Antes de este año leía mucho, muchísimo más. A diario. A cada momento que estaba libre. Ahora, con un trabajo tan exigente y en el que tengo que leer y escribir tanto, no puedo evitar que se me quiten un poco (bastante) las ganas de leer en mis ratos libres. Creo que mi cabeza no quiere más letras cuando termina mi jornada. Me obligo a veces, sí, pero si nunca recomiendo la lectura a la fuerza para mis alumnos… tampoco puedo hacerlo para mí mismo. Supongo que tendré que esperar a esas vacaciones tan largas como necesarias para ponerme al día.

Prometo que la siguiente entrada de esta sección será sobre una cosa que me encante de ser profe (aunque los habituales ya sabréis más de una).

¡Un abrazo!

“La lectura debe de ser una de las formas de la felicidad, y no se puede obligar a nadie a ser feliz”.

Jorge Luis Borges

 

New “section” on the blog about “The best and worst aspects of being a teacher”, I hope you enjoy it!

I am going to start, as this is a blog about literature and education, with something that involves both fields and that, I am sorry, is a negative point.

First, I want to make sure that I love being a teacher and that those aspects that I don’t like that much are perfectly accepted and assumed as a part of the job I chose.

One of the worst things of being a teacher is that I read less than before. Less literature, I mean. Before this year, I used to read much more, much, much more. Every day. In every moment I was free. Now, with such a demanding job in which I have to read and write constantly, I can’t avoid loosing my appetite for reading a little bit (a lot) in my free time. I think my head doesn’t want more letters when I finish working. Sometimes I push myself to read, but, if I never recommend reading without wanting to do it, I cannot recommend it for myself. I suppose I’ll have to wait for those long and deserved holidays to relax and swallow some books.

I promise I will talk about a positive aspect next time!

Hugs for everyone!

“Reading should be one of the shapes of happiness, and you cannot force anyone to be happy”.

Jorge Luis Borges

Contando cuentos/ Telling stories

Nueva charla en la universidad/ New chat at the university

Ayer, 21 de abril, volví a ir a la Facultad de Educación de la UCM para charlar sobre literatura y educación (tal y como hice hace unos meses https://jorgepozosoriano.com/2015/12/22/charla-en-la-facultad-de-educacion-de-la-ucm-talk-at-the-faculty-of-education/ ), esta vez, con los alumnos de magisterio.

No os voy a contar de nuevo en qué consistió, pero sí quiero comentaros algunas ideas que salieron de la charla.

Hubo alumnos que me transmitieron que los cuentos daban a entender que ese problema que surge no se puede superar por uno mismo, ya que siempre hay otro personaje que es el que “provoca” ese cambio necesario. Acepto y agradezco toda opinión e interpretación, pero, como les expliqué, esa no es la intención, sino toda la contraria. Los cuentos intentar mostrar que no hay que tenerle miedo a esos “problemas”, sino enfrentarse a ellos y luchar por superarlos. Sí, es cierto que en casi todas las historias hay algún personaje que facilita esa superación, al igual que ocurre en la vida real. Quien no se apoya en sus seres queridos tendrá mucho más difícil salir adelante, y eso es lo que quise transmitir al escribirlos.

También me dijeron que en el cuento de “Hip, un dragón especial” el juego de roles estaba demasiado marcado: los machos son los guerreros y las hembras, las que se ocupan del hogar. Puede ser, me lo apunto y aprendo del comentario.

A vosotros, ¿qué os parece? ¿Alguien más los ha interpretado así?

¡Un abrazo y buen finde!

“Existe una opinión más discreta que la del hombre de mayor talento, y es la del público”.

Madame de Staël

 

Yesterday, April, 21st, I came back to the UCM  Faculty of Education to talk about literature and education (just like I did some months ago https://jorgepozosoriano.com/2015/12/22/charla-en-la-facultad-de-educacion-de-la-ucm-talk-at-the-faculty-of-education/ ), this time, with students of Teaching.

I am not going to repeat myself saying what was it about, but I want to tell you some ideas that came up during the chat.

There were some students that told me the tales expressed that, when you have a problem, you cannot deal with it by yourself, as there are always other characters that make the protagonists solve it. I accept and thank every opinión, but, as I told them, that wasn’t my intention at all, but the contrary. The tales try to show that you don’t have to panic when you have a problem, but to face it and fight to forget them. Yes, it is true that in almost all the stories there is another character who helps the protagonist, as it happens in real life. For those who don’t rely on their beloved people it will be much more difficult to go ahead, and this is what I wanted to say when I wrote them.

They also said that, in the tale with the dragons, the roles are too clear, as males are warriors and females attend the houses. Maybe they were right, so I’ll keep and eye on it in the future.

What do you think? Does any of you share these opinions?

Hugs and have a nice weekend!

“There is an opinion more discreet tan the most talented man’s: the public opinion”.

Madame de Staël