Crítica: La chica de Kyushu

Título: La chica de Kyushu

Autora: Seicho Matsumoto

Editorial: Libros del Asteroide

Tercer libro que leo de Seicho Matsumoto y tercer libro suyo que me tiene absolutamente enganchado.

Si os digo la verdad, no sé cuál de los tres me ha gustado más. Solo afirmo que estoy ya deseando leer el último que ha sacado Asteroide: El castillo de arena.

Me vuelve a ocurrir lo mismo que me ocurrió con los otros dos. La historia empieza y, cuando las cartas estaban ya sobre la mesa, me he preguntado: “¿qué historia va a salir de aquí?” Y vaya si sale…

Los libros de Matsumoto son piezas de ingeniería. Son relatos que van encajando las piezas con la paciencia de los artesanos. Sin fallos. Sin dejarte respirar. Incrementando la tensión a un ritmo lento –pero exacto– hasta que todo conecta de la manera más precisa posible.

La creación de personajes es espectacular. Hay pocos, pero se presentan tan, tan bien que casi te ves metido en sus conversaciones, que comprendes cada paso que dan y cada palabra que dicen. Esta chica de Kyushu es un ejemplo maravilloso de cómo dar forma a un personaje principal en este tipo de novelas.

Y, una vez más, lo peor de la naturaleza humana queda expuesto ante los ojos del mundo. Este punto es, quizá, lo que más me gusta de las novelas de este autor japonés, esa constante de ponernos frente a un espejo enorme y plantearnos: “Eh, si tú te vieras en una situación así, ¿no harías lo mismo?”

Otra obra maestra del género, otro libro que recomendaré siempre que alguien me pida consejo sobre novela negra, otra historia que, también, os recomiendo desde ya. 

Lo que más me ha gustado: Kiriko Yanagida, que es un personaje 10.

Lo que menos me ha gustado: que, de lo publicado en español, ya solo me queda un Matsumoto por leer…

“No es tan fácil convencerme cuando he tomado una decisión”.

Seicho Matsumoto

Crítica: El expreso de Tokio

Título: El expreso de Tokio

Autora: Seicho Matsumoto

Editorial: Libros del Asteroide

En cuanto leí mi primer Matsumoto, quise más, así que fui corriendo a hacerme con un nuevo libro suyo.

Hacía mucho que no había leído libros de este género (negro) que me tuvieran tan en vilo, que me obligaran a seguir leyendo sin poder parar como los de este autor. Si el primer libro que leí suyo me encantó, este ha sido la confirmación de que voy a leer todo lo que saque, sin ninguna duda.

Con el mismo estilo, con ese crescendo que no deja tiempo para respirar, esta historia es de una minuciosidad tan rigurosa que, para mí, se ha convertido en un libro clave del género, en una de las obras de referencia de la novela negra contemporánea.

Matsumoto convierte hechos cotidianos, historias mundanas en crímenes tan curiosos, tan fuera de lo común y tan bien resueltos que engancharse a la lectura es algo obligado, una trampa perfectamente ideada para que el lector no pueda salir de ella hasta leer la última palabra.

Este expreso de Tokio es una maravilla, una auténtica delicia que los amantes de la novela negra no podemos dejar pasar y que, estoy seguro, todos y todas disfrutaréis si lo leéis.

Yo tengo muy claro que, cuando tenga que regalar libros de este género, iré directo a por Matsumoto, del mismo modo que también sé que pronto leeré los otros dos títulos suyos que Asteroide ha publicado.

Lo que más me ha gustado: lo minucioso de la historia, lo cuidado de los detalles, la exactitud de cada dato.

Lo que menos me ha gustado: libro de 10.

La noche del 13 de enero, Tatsuo Yasuda invitó a uno de sus clientes al restaurante Koyuki del distrito de Akasaka, en Tokio. Su invitado era un alto cargo ministerial”.

Seicho Matsumoto (primera frase del libro)

Crítica: Un lugar desconocido

Título: Un lugar desconocido

Autora: Seicho Matsumoto

Editorial: Libros del Asteroide

Me he enamorado de este autor.

Eso es, sin duda, lo primero que tengo que decir.

No sé muy bien cómo llegué a este libro, pero creo que, estando en una librería, uno de esos días que entro en alguna sin saber si voy a comprar algo, me llamó la atención por ser un autor japonés, por el precioso y llamativo color del lomo y por ser un libro de Asteroide. No había leído nada de ese autor, pero me arriesgué. Y, gracias, gracias, gracias intuición, porque no exagero al decir que es uno de mis autores favoritos de novela negra.

No sé si porque estamos acostumbrados a un tipo de novela negra más “americanizada” o más nórdica, pero he sido feliz sabiendo que hay libros de ese género más allá de los clásicos, más allá de Escandinavia, más allá de los Estados Unidos. Que los japoneses también saben escribir novela negra, y que lo hacen (al menos, Matsumoto) con ese estilo tan suyo, tan sutil, tan elegante, tan especial.

Una historia que, aparentemente, tampoco tiene mucha miga. No es trepidante, no hay persecuciones, malos de película, policías corruptos, tramas inverosímiles. Una historia sencilla, común, sin pretensiones que, sin embargo, se vuelve absolutamente envolvente, crece en cada página, te genera un desasosiego y una angustia como no habías esperado, te impide dejar de leer. Una historia que es tan común que empatiza contigo, con el lector, que te permite ponerte en la piel del protagonista como me ha pasado en pocos libros. Un novelón. Un auténtico novelón.

La verdad es que no tengo mucho más que decir, porque ya es un libro que he recomendado, que he regalado y, como digo, un autor del que voy a leerlo todo (ya he leído otro libro suyo, que reseñaré en cuanto me haga la foto adecuada, ya lo entenderéis).

Lo único que puedo añadir es un agradecimiento a Libros del Asteroide por rescatar a este maestro japonés de la novela negra. Qué necesarias son estas editoriales que no se rigen más que por la calidad de lo que publican y la calidad con la que publican.

Lo que más me ha gustado: descubrir a un autor que para mí ya es uno de los mejores autores de novela negra de la literatura universal.

Lo que menos me ha gustado: nada que decir aquí. Maravilla de libro.

“Cuando recibió la noticia, Tsuneo Asai se encontraba de viaje de negocios en la ciudad de Kobe”.

Seicho Matsumoto (primera frase del libro)

Crítica: Tapiz de otoño

Título: Tapiz de otoño

Autora: Teru Miyamoto

Editorial: Hermida Editores

Ya lo he dicho muchas (nunca suficientes) veces, pero voy a volver a decirlo: qué bien me hace la buena literatura asiática.

Este, además, fue uno de esos libros que llegan porque tienen que llegar, sin esperarlo, sin buscarlo, apareciendo sin más. Tapiz de otoño para leer en otoño, la que ya es, sin duda, mi estación favorita del año.

Para mejorar la casualidad, es una lectura distinta a las habituales, principalmente porque es una historia que se cuenta a través de cartas a través de las cuales los dos protagonistas nos cuelan en sus vidas, en sus emociones, en su amor.

Quienes hemos vivido un desamor sabemos lo duro que es, lo mal que se pasa, el vacío que deja. Esta historia es una muestra de cómo cerrar esas heridas es no solo positivo, sino muy necesario (salvando casos extremos, por supuesto), de cómo poder recordar ese amor que (por mucho que a veces se niegue) existió sin odio, sin rencor, sin rabia es algo que trae mucha paz a nuestra vida, que nos permite dormir más tranquilos por las noches. Al menos, a mí me ha servido para eso, además de para no tirar por la borda seis años de mi vida.

Este reencuentro epistolar nos arrastra a esos sentimientos que todos hemos experimentado alguna vez cuando nos hemos expuesto al amor o cuando el desamor ha terminado por arrastrarnos, con la particularidad de esa forma tan especial que los japoneses viven (y cuentan) el amor. Con esa sutileza tan suya. Con ese hermetismo. Con esa delicadeza.

Es, sin duda, un libro perfecto para esta época del año, para manta, música lenta de fondo y una infusión calentita. Un libro precioso, maravillosamente escrito, diferente, muy, muy recomendable.

Y ya no sé cuántos libros de autores japoneses he leído, pero cada vez me gustan más…

Lo que más me ha gustado: esa singularidad de avanzar en la historia a través de cartas. Salir de lo habitual. Me ha encantado.

Lo que menos me ha gustado: ha sido la lectura perfecta en el momento indicado, así que no puedo ponerle pegas.

“Lo que hay que olvidar, es primordial olvidarlo del todo”.

Teru Miyamoto

Crítica: En la Tierra somos fugazmente grandiosos

Título: En la Tierra somos fugazmente grandiosos

Autora: Ocean Vuong

Editorial: Anagrama

Llevaba mucho tiempo queriendo leer a Ocean Vuong, mucho tiempo queriendo leer este libro.

No es ningún secreto que me encanta la literatura asiática y que, además de a la japonesa, le tengo un cariño especial a la vietnamita (creo que buena parte de esa “culpa” se la debo a Kim Thúy), así que leer a Vuong era tarea obligada.

Siempre he pensado que un buen poeta tiene mucho más sencillo ser un buen narrador. Al menos, es casi seguro que cuidará el lenguaje, que creará imágenes bellas, que sabrá bien dónde colocar cada palabra. Ocean Vuong refuerza esa teoría.

Con un lenguaje extremadamente bien trabajado y con la sutileza que siempre he envidiado de los buenos escritores asiáticos, el autor narra la historia de su vida, sin ocultar ni una pizca de crudeza, para presentarse al mundo (esta es su primera novela) como lo que es: un superviviente con el cuerpo repleto de heridas.

Su condición de inmigrante, de asiático y de homosexual lo llevaron a tener una infancia y adolescencia donde el dolor marcaba el inicio de cada día, pero ese dolor se va revirtiendo en paz, en fuerza y en perdón para dejar claro esa grandiosidad que aparece en el título, porque alguien que lucha contra la oscuridad se dejará la piel, si es inteligente, por mostrarse siempre luminoso, por no caer o hacer caer a otros en el mismo pozo del que consiguió salir.

Un libro sobre la resiliencia, sobre la búsqueda de la felicidad incluso entre la niebla, sobre el amor propio… Un libro precioso para descubrir a un autor que escribe desde la entraña, con maestría de poeta y memoria de niño convertido en adulto demasiado pronto.

Una delicia de lectura, aunque arranque alguna lágrima. 

Por cierto, ayer me enteré de que Ocean Vuong es uno de los escritores de cabecera de Rosalía, algo que dice mucho y muy bueno sobre sus gustos literarios. Rosalía, si me lees, busca cualquier libro de Kim Thùy, vietnamita, como él. Si te gusta Vuong, ella también te va a encantar.

Lo que más me ha gustado: haber descubierto a un autor que me acompañará ya siempre.

Lo que menos me ha gustado: como siempre que leo este tipo de historias, empatizar con el sufrimiento del autor, que me rompe un poquito el corazón.

* Como no he podido decidir cuál de las dos citas es más bonita, incluyo las dos.

“Ser un monstruo es ser una señal híbrida, un faro: a un tiempo refugio y advertencia”.

“A veces, cuando me descuido, creo que la herida es también el lugar donde la piel se reencuentra a sí misma, donde los bordes se preguntan: “¿Dónde has estado?””.

Ocean Vuong

Crítica: Los misterios de la taberna Kamogawa

Título: Los misterios de la taberna Kamogawa

Autora: Hisashi Kashiwai

Editorial: Salamandra

Este es uno de esos libros que, de repente, encuentro en una librería, me encuentra él a mí y se viene conmigo a casa.

El título me gustaba. La cubierta me gustaba. La sinopsis me gustaba. Editaba Salamandra. Era japonés. 

¿Qué más podía pedir?

Recuerdo que era verano, y tanto viaje me impidió leer con la regularidad que necesitaba. El libro estuvo conmigo en Gandía, en Málaga, en Gran Canaria y en Menorca, donde, finalmente, lo terminé de leer. 

Hoy, por fin, tras poder hacerme la foto pertinente, subo la reseña.

Se trata, como digo, de uno de esos libros de lectura ágil, de los que, sin esperar una trama vertiginosa, te regalan momentos de leer con la calma necesaria. Además, la escritura de Kashiwai está a la altura de los buenos escritores japoneses, algo que siempre se agradece.

Gastronomía japonesa a raudales, curiosidades sobre el mundo de la cocina, sobre las recetas que se desarrollan a lo largo de cada caso resuelto y un cierto misterio son los ingredientes de esta novela, además de, como digo, un estilo trabajado y esa sensación de lectura que, sin pretensiones, se va quedando adherida a la piel.

Una muy buena opción, sin duda, para darse “un paseo” por Japón y por algunos de sus platos más importantes.

Lo que más me ha gustado: esa invitación a una lectura sencilla y agradable, además de saber un poco más de la cultura japonesa.

Lo que menos me ha gustado: quizá, al ser varios casos que se resuelven, esa primera idea tan original se va diluyendo al avanzar la historia.

“De joven, uno solo se rinde ante los manjares, pero cuando envejece lo que lo atrae de verdad es el sabor que el recuerdo añade a los platos”.

Hisashi Kashiwai

Crítica: Mis días en la librería Morisaki

Título: Mis días en la librería Morisaki

Autora: Satoshi Yagisawa

Editorial: Plata

Sabéis lo que me gusta la literatura asiática. Sabéis, también, que, de vez en cuando, me apetece una lectura sencilla, más del tipo feel-good, una lectura que haga sonreír, desconectar, reconciliarme con el mundo. Y esta novela breve japonesa ha sido justo eso que quería.

Además, se le suma otro aspecto que suele ser un punto a favor a la hora de elegir este tipo de lecturas: trata sobre una librería (por no hablar de lo bonita que es la cubierta).

Se vino conmigo a casa desde que la encontré. He tardado algo más en leerla porque, primero, me la pidió un amigo. Vio que me la había empezado a leer en un viaje que hicimos juntos a Rumanía, la empezó a leer en el avión de vuelta y se la quedó para terminarla. No sé a vosotros, pero a mí me encanta compartir lecturascon mis amigos. Siempre es una forma de descubrir libros que, quizá, no habríamos encontrado por nuestra parte. La reseña también la subo tarde, porque la leí hace ya algunas semanas, pero la vida me suele ganar la carrera y me cuesta sacar tiempo para escribir las reseñas, sin comentar lo que tardo en dar con el momento para hacerme la foto.

¡Pero aquí estoy! Y ya, por fin, os hablo un poquito de esta lectura.

Es un libro de lectura ligera, sin más pretensiones que entretener, hacernos pasar un buen rato, descubrirnos una parte de Japón y, cómo no, hablarnos de libros, de librerías, de la importancia de leer, de rodearnos de libros, de hablar sobre literatura.

Entre todo eso, como buen libro japonés, también nos habla de una protagonista en busca de su propio yo, con sus problemas, con una vida que no le encaja. Los japoneses, en mi opinión, son brillantes cuando hablan de sentimientos, con esa sutilidad tan suya, con esa delicadeza.

Para rematar, se nombra a un buen número de autores japoneses cuyos nombres y obra es muy interesante investigar. 

Un libro muy recomendado si, como a mí, os apetece este tipo de lecturas de vez en cuando.

Lo que más me ha gustado: además de esa lista de autores japoneses, que ha sido justo la lectura que necesitaba en el momento oportuno.

Lo que menos me ha gustado: que cada día que pasa tengo más y más ganas de viajar a Japón… ¿Me estaré autotorturando?

Ahora, por raro que parezca, ese olor a antiguo del papel era de las cosas que más apreciaba en el mundo.

Satoshi Yagisawa

Crítica: El cielo es azul, la tierra blanca

Título: El cielo es azul, la tierra blanca

Autor: Hiromi Kawakami

Editorial: Acantilado

Premio Tanizaki

No acostumbro a releer libros (¡con todo lo que tengo por leer!), pero, esta vez, he hecho una excepción.

Leí este libro hace muchos, muchos años y, aunque sabía que me había gustado, lo cierto es que no lo recordaba muy bien. En mi necesidad de leer de vez en cuando literatura asiática, y al verme sin más opciones en casa, volví a este libro. Ha sido todo un acierto.

Después de no gustarme demasiado País de nieve, de Kawabata, esta historia tan bonita, tan sutil y tan japonesa me ha vuelto a leer uno de esos libros que dejan buen poso, que se disfrutan como el buen café, a pequeños sorbos, descubriendo aromas y sensaciones diferentes y agradables en el paladar con cada trago.

No curre gran cosa. La trama no es la de una novela negra. No te atrapa por lo que pueda ocurrir, sino por cómo ocurre. Cada vez tengo más claro lo que busco en un libro: que esté bien escrito, que me enamore el lenguaje, que las palabras estén bien escogidas. La historia, muchas veces, me da más o menos igual. No necesito grandes giros ni acontecimientos inesperados. Me vale con saborear la escritura. Solo eso.

Eso es lo que ha vuelto a ocurrirme al leer esta preciosidad de libro. 

Además, tanto los escenarios como los dos personajes principales son perfectos. Sin un millón de rincones ni aristas. Son los que son y son como son, desde el primer momento. Y, en su unión, esa perfección se hace más notable, más real, más atrayente. 

Una historia de amor creíble, tierna, tan de verdad que no deja lugar a interpretaciones. 

Lo mismo me ocurre con mi amor por la literatura japonesa, y este libro ha conseguido que esa historia se haga más larga, que ese amor se haga más grande.

Un libro para leer en calma, quizá con un té, quizá en un parque, quizá en un bar.

Un libro para leer y, por qué no, para releer, como yo he hecho.

Lo que más me ha gustado: sentirme tan bien al disfrutar de la lectura sabiendo que ya la había disfrutado antes, pues me ha hecho recordar a aquel joven lector que descubría nuevos países gracias a la literatura.

Lo que menos me ha gustado: este es uno de esos libros sobre los que no puedo decir nada negativo. Me gusta. Me gusta mucho.

–En eso consiste el amor –repetía la mujer–. Cuando tienes un gran amor, debes cuidarlo como si fuera una planta. Debes abonarlo y protegerlo de la nieve. Es muy importante tratarlo con esmero. Si el amor es pequeño, deja que se marchite hasta que se muera.

El cielo es azul, la tierra blanca, Hiromi Kawakami