Crítica: El curioso incidente del perro a medianoche

Título: El curioso incidente del perro a medianoche

Autora: Mark Haddon

Editorial: Salamandra

Clásico de la literatura contemporánea, un must-be-read en toda regla, este libro lleva en mis estanterías desde hace ya unos cuantos años (me lo regaló una familia de mi anterior cole), aunque ha sido ahora cuando, por fin, me ha dado por leerlo.

Sabéis que me fío bastante poco (por no decir nada) de los best-sellers, pero este libro es uno de esos pocos que cambia de nombre para ser un long-seller, uno de esos títulos que se siguen vendiendo a lo largo de los años y no solo por el boom de marketing del momento o la fama del autor o autora. Cuando un libro se queda durante tanto tiempo (se publicó en 2003) y se convierte tan rápido en un clásico, la cosa cambia. Y, ahí, sí se me puede encontrar.

Sabía que me iba a gustar, pero, por alguna razón (¿quizá porque me cuesta leer en bolsillo?), no me había lanzado aún, pero, por fin, lo he leído. Y, no. No me equivocaba. Me ha gustado mucho.

Lo mejor del libro, sin duda (en mi opinión), es el protagonistaChristopher Boone es un personaje único, excepcional, maravillosamente bien construido, que no puede dejar a nadie indiferente.

Creo que es muy complicado situar a personajes con algún tipo de característica que lo incluya en alguna minoría, cualquiera que sea el motivo. Hacerlo es sinónimo de valentía, de saber que no se seguirá lo que impera en literatura, personajes que se puedan ajustar más a la realidad de un grupo mayor de lectores. Pues Christopher es un niño con lo que hoy denominaríamos TEA (trastorno del espectro autista), con todas sus peculiaridades, su forma de comprender el mundo, su manera de comunicarse, el modo en que dan forma a sus relaciones sociales. Un niño único, especial, que hace de la historia, de su historia, una historia única y especial.

El argumento en sí, la verdad, es lo de menos. Asesinan a un perro y Christopher lo investiga. Fin. No es lo más importante del libro (siempre desde mi opinión, obviamente). Lo que importa es Christopher, los diálogos, sus reflexiones, sus relaciones, su manera de pensar, de deducir, de actuar y de interactuar. Todo lo que ocurre a su alrededor es fascinante y, no hay duda, enseña muchísimo a comprender mejor a las personas que viven con este tipo de trastornos.

Una novela original como pocas, divertida, tierna, muy interesante y perfecta para pasar un rato de lectura muy, muy, muy entretenido.

Lo que más me ha gustado: como habréis intuido, Christopher Boone.

Lo que menos me ha gustado: pensar en la falta de comprensión y de empatía de algunas personas.

“[…] y fui valiente y escribí un libro y eso significa que puedo hacer cualquier cosa”.

Mark Haddon

Crítica: Libro mediterráneo de los muertos

Título: Libro mediterráneo de los muertos

Autora: María Ángeles Pérez López

Editorial: Pre-textos

IV Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro

Desde luego, nadie puede decir que María Ángeles Pérez López (acabo de ser consciente de que sus dos nombres y sus dos apellidos van tildados) no es una buena poeta. O que se quede con lo sencillo de la poesía. O que no conozca bien el lenguaje. 

De hecho, si tuviera que describirla como poeta, lo haría diciendo que es una experta en lenguaje, una escritora que sabe a la perfección el orden de las palabras, que no las escribe, sino que las va posando delicadamente una tras otra, consciente de que esa, y no una distinta, es la que corresponde.

Luego, claro está, sabe escribir poesía (no, no todos los poetas saben), conoce la tradición poética y la urde como las hilanderas hacen con cada hebra de tejido, nos atrae hacia sus versos con la sutilidad de las sirenas.

Conocí su poesía con su maravilloso Incendio mineral, libro a través del cual también la conocí a ella, siempre agradable, siempre pausada, siempre sonriente (qué bueno es constatar que las personas a las que admiramos por su obra también merecen admiración por su forma de ser), y ya “me la quedo” para seguirla de cerca.

También en poesía en prosa (sabéis lo poco que me gusta el cariz que se le ha dado al término de prosa poética), María Ángeles nos invita a un recorrido por el exilio, por el éxodo, por la desraización, por el abandono, por el dolor, por la desolación. Lo hace, además, en una eterna reflexión que nos hace, también, caer en ella, imbricarnos a ella, dudar con sus dudas, sentir como propias sus inquietudes. ¿No es eso, al fin y al cabo, lo que consigue la buena poesía?

Para redondear aún más el poemario, Pérez López disecciona el lenguaje con la misma precisión que lo hace con la humanidad. 

Un libro que es toda la poesía, toda la tradición, todo el lenguaje, toda la humanidad

Lo que más me ha gustado: leer poesía diferente a la que estoy más habituado a leer y bebérmela, con todo el mar que hay en este libro.

Lo que menos me ha gustado: no atreverme yo, por el momento, a escribir poesía en prosa (dadme tiempo…).

La tumba no es el mar, sino el lenguaje.

María Ángeles Pérez López

Crítica: Historia del silencio

Título: Historia del silencio

Autora: Alain Corbin

Editorial: Acantilado

Por el mismo motivo que leí el último libro que he reseñado (Breve tratado de la soledad), he leído esta Historia del silencio: por escribir poesía. Sabía que esos –la soledad, el silencio, la sombra– iban a ser temas fundamentales en el poemario que estaba escribiendo (y que ya he terminado, todo sea dicho), así que busqué ensayos que tuvieran que ver con esos términos y, de casualidad, encontré este de Alain Corbinque es muy, muy interesante.

También ayuda, obviamente, que esté publicado por Acantilado, una de mis editoriales favoritas, como ya sabéis.

Ya el título es muy interesante, y la contra nos avisa que se hará un recorrido por la historia sobre la calma, la contemplación, el diálogo interior a través de la filosofía, de la escritura y el arte. No podía fallar y la verdad es que no lo ha hecho.

La lectura nos lleva por distintos lugares, por la propia naturaleza, por la palabra de otros que ya le dieron la importancia necesaria al silencio y a la quietud, por las relaciones amorosas, por la religión, por distintas técnicas y aprendizajes… Nos acompaña por un camino hacia nosotros mismos, hacia el pensamiento, hacia el recogimiento, hacia conocernos más y mejor. En definitiva, hacia el punto exacto al que yo llevo un tiempo dirigiéndome.

Es una lectura muy agradable, llena de curiosidades, de citas, de otros autores a los que se nos invita a llegar. Un ensayo muy bien construido.

Además, ha cumplido su “cometido” y me ha ayudado mucho con la escritura. ¿Qué más le puedo pedir a un libro?

Lo que más me ha gustado: siendo egoísta (o práctico, quizá), esa ayuda para darle forma al poemario.

Lo que menos me ha gustado: puede ser que haya más religión de la que me habría gustado, aunque este libro y el tema sobre el que gira también lo requería.

El silencio santifica nuestras cruces y nuestras aflicciones. Protege de la cólera, es el medio más rápido para vencer la presión de la venganza y los deseos de curiosidad.

Alain Corbin

Critica: Breve tratado sobre la soledad

Título: Breve tratado de la soledad

Autora: Mario Satz

Editorial: Kairós

Cuando veo más o menos claro sobre qué voy a escribir, procuro hacerme con lecturas que puedan ayudarme a encontrar el conocimiento necesario, que me regalen citas, queme guíen a lo largo del camino.

Además, el tema (o los temas) que estoy tratando en el poemario que estoy escribiendo ahora mismo es (son), también, una muestra clara de cómo está mi vida ahora, de cómo estoy yo ahora. Sin enrollarme más de la cuenta, estoy en un momento vital que me pide calma, pausa, silencio, soledad, sombra. Con todo eso, esta lectura era casi obligada.

No es la primera vez que leo a Mario Satz y, estoy seguro, no va a ser la última. Cada vez me gusta más leer ensayos, será por esa obsesión mía por aprender, y Satz es un maestro del ensayo. Eso sí, el libro, como tantas otras veces, se apareció ante mí sin yo buscarlo, aunque necesitara, como es obvio, absolutamente necesario.

Este tratado sobre la soledad nos lleva de la mano por distintas religiones, tradiciones y culturas que hacen de la soledad un modo de vida. A través de un sinfín de hechos históricos, anécdotaspersonajes e historias, Satz nos explica por qué saber estar solos, buscar la paz interior, encontrar la tranquilidad son procesos complicados, no siempre comprendidos, pero muy recomendables. Además, como buen estudioso, el autor nos regala el origen etimológico de muchas palabras, algo que siempre me ha parecido muy interesante, pues es, también, nuestro origen.

Una lectura que reclama esa soledad de la que habla, ese recogimiento y una disposición a plantearnos si estamos en el punto que queremos, si nuestra vida nos convence, si necesitamos parar, aminorar el ritmo, respirar.

En un mundo que cada vez es más exigente, más demandante, menos paciente, lecturas así son un oasis. Aprendizajes así son un nuevo oxígeno.

Lo que más me ha gustado: lo que me llevo aprendido, sin duda.

Lo que menos me ha gustado: quizá, aunque era necesario para un ensayo así, demasiada religión para mí.

El meditador debe tener, durante los primeros pasos, a la soledad por compañera.

Mario Satz

Crítica: Pepper Seed

Título: Pepper Seed

Autor: Malika Booker

Editorial: Valparaíso

Creo que no es la primera vez (ni creo que sea la última) que digo que es un hecho que me estoy perdiendo poesía de otros países por mi “manía” de leer poesía escrita en castellano. Sé que es así y sé que no debería serlo, pero no puedo luchar contra mis gustos. Al menos, no siempre.

El asunto cambia si pongo un poco de mi parte y “me fuerzo” a leer a poetas que escriben otros idiomas (a ser posible, que pueda leer tal y como los escriben) y si las traducciones son buenas, algo que Valparaísogarantiza siempre.

Llevo ya varios poemarios de autores y autoras que escriben en inglés y, la verdad, aunque no se ajustan a esos requisitos tan estrictos que tengo cuando leo poesía, hay que reconocer que son muy potentes, que está bien leer poemas diferentes a lo que se suele leer y, desde luego, que hay temáticas e imágenes que no dejan indiferente en libros como este “Pepper Seed”.

Porque es un libro crudo, como la vida de su autora. Un libro en el que se puede sentir el dolor, escuchar los gritos de desesperación, oler la sangre. Un libro que supone un escalofrío, una mueca de angustia, un alarido. Un libro que estremece.

Y a mí, como ya sabéis, me gusta que me duela la poesía. No me importa en absoluto esa poesía vacía de todo, es (en mi opinión) mal llamada “poesía de la experiencia”, porque no supone ninguna experimentación. La poesía tiene que ser aguja, tiene que ser puñal, tiene que incrustarse bajo la piel del lector. Si no, es otra cosa. Tendrá otro nombre. Pero –como siempre he defendido y defenderé– no es poesía.

En este libro se habla de maltrato, de machismo, de crueldad, de abusos, de violencia, de desamparo. Se habla de víctimas y de culpables, y de cómo las víctimas arrastran el dolor recibido durante toda su vida, durante cada verso, a través de los poemas. Porque la poesía es eso, un conductor de emociones, un vehículo en cuyo interior se vierte todo aquello que queremos hacer llegar a otras partes, sacar de nosotros, compartir, tratando de que sea más llevadero tanto para quienes la escribimos como para quienes puedan leernos.

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado/impactado:

Del poema Salsa picante

Me dijeron que le separó las piernas y le dijo:

Voy a enseñarte que me robes, señorita.

Oí decir que sacó una cucharada de salsa de un cuenco blanco

y se la metió a la nieta en lo más hondo del coño.

Oí decir que se oyeron gritos en la casa durante todo el día.

Del poema Las hormigas rojan pican (algunos fragmentos)

Serás una puta como tu madre

me decía la abuela todo el tiempo

como si dijera buenos días.

[…]

Mi padre era todo para ella,

mi hermano, su mundo.

Sus hijas solo recibían insultos.

[…]

No puedo mencionar aquellas palabras clavadas para siempre,

no puedo hablar de los hombres bajo quienes permanecí indiferente,

tus palabras marcadas en la piel

de entre mis muslos, las piernas abiertas como una puta.

No me digáis que no golpean con una fuerza descomunal…

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: la facilidad con la que todo ese dolor ha sabido llegarme, cómo he podido ser protagonista de todo ese sufrimiento, comprenderlo para, sin hacerlo propio, apiadarme de él.

Lo que menos me ha gustado: quizá un poco denso para tratar temas tan duros, pero solo es un quizá… 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Estoy al borde de este acantilado esperando que

los huesos

se levanten y reclamen sus nombres”.

 Fragmento de “Saltadores”, Malika Booker

Crítica: La ventana

Título: La ventana

Autor: Carmen Guaita

Editorial: Khaf

Hay personas a las que confiarías tu vida. Personas fiables en todos los aspectos posibles. Personas que, prácticamente, hacen todo bien. Personas que tienen el corazón enorme y lleno de luz, al igual que es gigante y luminosa su sonrisa. Talentosas. Inteligentes. Brillantes en la magnitud más grande posible de la palabra. Carmen Guaita es una de esas personas, y compartir con ella siempre suma. Como leer es, también, una forma de compartir entre quien escribe y quien lee, he sido muy feliz compartiendo con ella y con estos personajes tan maravillosos de esta, su última novela.

Me gustó tanto su “Todo se olvida” que no sabía si iba a hacerle algo de sombra a esta historia, diferente (al fin y al cabo, es una distopía), pero solo puedo decir que me la he bebido. Que me ha encantado. Que os la recomiendo desde ya.

No solo por todo lo que he dicho de Carmen ni por lo precioso que escribe, sino porque, aunque distópica, es algo prácticamente palpable, pues habla –entre otros muchos– de dos aspectos que son una realidad: el avance de la tecnología y el deterioro de la educación.

A través de unos personajes con los que es imposible no conectar, a través de la cultura clásica y los grandes filósofos griegos, a través del conocimiento sobre la educación que Carmen ha acumulado a lo largo de años de docencia y de ser experta en el tema, esta historia es un alegato espectacular a favor de los maestros y maestras, de la educación desde la cercanía, desde el cariño, desde la palabra. Porque la educación ha de ser así, yo no tengo la más mínima duda.

Y este libro me ha llegado en medio de un debate interno (y compartido con muchos compañeros y compañeras) sobre la importancia casi extrema que se está dando a las nuevas tecnologías y a todo lo digital en el ámbito educativo. Justo ahora, que estoy en medio de un curso precisamente sobre digitalización para los docentes que me hace pensar si eso, si digitalizarlo todo, es la solución a los múltiples problemas a los que se enfrenta la educación hoy en día y que, según parece, van a ir a más. Sinceramente, creo que el dineral invertido en todos estos cursos, estas formaciones, en comprar dispositivos que se quedan obsoletos en cuestión de unos pocos años, la obligatoriedad de incluir más y más horas de pantallas a unos niños que reclaman a gritos otras cosas podría ir a otros cauces mucho más importantes. A bajar las ratios, por ejemplo, una petición que todos los docentes hacemos desde hace años. Pero, por lo que parece, las máquinas siguen ganando terreno mientras nosotros, los maestros y maestras, nos perdemos entre burocracia, formaciones, papeleos y otros asuntos que poco ayudan a mejorar la educación de nuestros y nuestras peques.

Y ya he divagado suficiente y puedo volver a hablar de este libro tan necesario que nos regala Carmen. Necesario por todo eso que digo, pero, también, porque no es un libro que haya llegado al “gran público” porque Carmen está alejada de redes sociales, a pesar de ser una influencer con mucho más con una autoridad incuestionable en el campo educativo (buscad alguna de sus charlas para estar de acuerdo conmigo y para contagiaros de esa luz de la que hablo al principio). Porque no es un libro que se encuentre en demasiados sitios, y porque esa siempre ha sido mi intención desde que reseñé el primer libro: usar mi (minúsculo) altavoz en redes para dar voz a autores y autoras que considero necesario leer. Y este libro, sin duda, es uno de esos libros que suman, que ensanchan, que hacen pensar. ¿Qué más se le puede pedir a un libro?

Lo que más me ha gustado: podría hablaros de mil puntos –lo bien que está escrito, las referencias al mundo clásico, lo que hace reflexionar…–, pero me voy a quedar con encontrar en Carmen una voz que apuesta por la educación, que reclama lo que es necesario para mejorarla y que se aleja de modas, de tendencias y demás puntos absurdos cuando se llevan al extremo sin cerrar otras muchas grietas de las que adolece el sistema educativo. Ojalá su voz se escuchara mucho más…

Lo que menos me ha gustado: que he tenido que esperar a volver a usar el transporte público para leerlo, porque la vida me deja poco tiempo para leer en casa… Eso sí, lo he podido leer por fin y me ha encantado. 

“Quienes son capaces de abrir el pensamiento de otros, con la educación o con el arte, crean nuevos reflejos de la verdad”.

Carmen Guaita en La ventana

Crítica: Recuérdame por qué he muerto

Título: Recuérdame por qué he muerto

Autora: Chiki Fabregat

Editorial: DNX

Leer a Chiki es garantía de varias certezas.

Por un lado, se sabe que se va a leer la historia con su imagen constante en la cabeza, porque es de esas personas que se proyectan allí donde hay un trocito suyo.

Se sabe, también, que vamos a leer con un cierto (y bienvenidísimo) temor a ir recibiendo algunos pellizquitos, porque Chiki no escribe sin más. Chiki escribe para quedarse. Y se queda.

Por supuesto, se sabe que se va a leer un buen libro. Un libro pensado, trabajado, sentido, querido y muy bien escrito. 

Se sabe, por lo tanto, que hay que estar pendiente de las novedades que publica, porque son libros que siempre merecen ser leídos.

Por suerte para mí, conocerla y sentirme amigo suyo es un punto más a favor de leerla. Y la leo y leeré siempre que pueda. Porque la admiro, la respeto y, por qué no decirlo, la quiero. Se hace querer esta mujer, qué vamos a hacerle.

Y, después de sacarle un poco los colores, quiero hablar un poco de esta novela, que es para lo que hago estas reseñas.

No es sencillo (no lo es) escribir para un público infantil y/o juvenil. Es un público muy exigente, muchísimo, y con unos gustos muy establecidos. Hay que ser cautos con el lenguaje, con los temas, con las expresiones, con las situaciones que se narran… Y hay que ser muy, muy creíbles. Y Chiki maneja todos esos aspectos a la perfección. 

Después de enamorarme de su literatura con “El cofre de Nadie”, este “Recuérdame por qué he muerto”sube la apuesta que haría siempre por ella. 

Tratar este tema, el de la muerte, el del suicidio, además de otros muchos como el racismo, el amor, la lealtad, la valentía, la amistad o el perdón, requiere de un tacto muy preciso, de una casi obligación de ser muy precisos en cada palabra que se escribe, y sé de buena tinta que Chiki ha ejercido la escritura con dedicación de artesana, de hilandera.

Se nota en los diálogos, en las emociones que sienten los personajes y que nos arrastran con la fuerza de un tsunami, en esos pellizcos de los que hablo y que nos van dejando marcas en el cuerpo según leemos. Porque Chiki se queda al quedarse en nosotros sus historias, sus personajes, sus latidos.

Es un libro tan duro como necesario. No duro en el sentido de que se haga pesado ni complicado, sino porque se te mete muy dentro, te hace pensar, reflexionar, parar y dedicarle tiempo a valorar lo que se tiene y lo que no, a quien se tiene y a quien se ha perdido, a observar y a observarnos, a vivir con el ímpetu de una tormenta. Y eso es bueno, amigos y amigas, y es una de las razones por las que la literatura es tan necesaria. Uno de los motivos por los que este libro es necesario.

Lo que más me ha gustado: ver, como digo, que un tema tan complicado se trata con tanta delicadeza, con belleza, porque “Hay belleza en la muerte.  Y la hay en la pena, en el dolor”. Gracias, Chiki.

Lo que menos me ha gustado: por poner(me) un pero, que este verano ha sido tan caótico que no he podido leerlo del tirón, y tantos parones me han sacado un poco de la historia.

¿Habéis leído ya a Chiki? Si no es así, ¿cuándo vais a hacerlo?

Gracias y un abrazo para todos.

“Cada uno afronta el dolor como puede y nadie tiene derecho a decirte cómo debes hacerlo”.

Chiki Fabregat en “Recuérdame por qué he muerto”.

Crítica: El río de las primeras veces

Título: El río de las primeras veces

Autor: Nando López

Editorial: Crossbooks, Planeta

Hay escritores que hay que tener en cuenta siempre, y Nando es uno de ellos, sin lugar a dudas, y lo es por varios motivos.

El primero (si es que esto se puede ordenar), es por lo bien que escribe, algo que, al fin y al cabo, es lo que se espera de un escritor, ¿no? No exagero si digo que es uno de los autores más importantes que tenemos, así que, si aún no lo habéis hecho, leed sus libros.

Lo es por el compromiso en lo que escribe, por defender desde todas sus esferas los derechos y libertades LGTBIQ+, incluida la literaria. Porque sus libros, además de estar muy bien escritos, tienen ese mensaje de apertura, de lucha por los derechos, de no dejarnos pisar por nada ni por nadie, de rebatir cualquier argumento que vaya en contra de nuestras libertades o nuestros derechos, sin dar ni un paso atrás. Un referente, desde luego, en este asunto.

Y, por último (y, ni de lejos, lo menos importante), porque es un amor de tío. Majo, interesante, inteligente, agradable en el trato, cariñoso… Un amor. Y eso, en los tiempos que corren, es un punto muy a favor.

Y, después de (espero) sacarle algunos colores a Nando, voy a hablar un poco de este libro que me trae hoy aquí, este “El río de las primeras veces” que compré en la Feria del Libro de Madrid después de charlar un ratito con él, de contarle algunas de mis penas (ya lo siento) y de que me escribiera una dedicatoria tan, tan bonita que voy a compartir por aquí:

“Qué suerte coincidir contigo en este río que es la vida. Y ojalá la historia de esta novela te ayude a dejar atrás brumas y nieblas y a cambiarlas por días y momentos felices. Un abrazo gigante”.

¿Qué? ¿Es un amor o no?

Porque, sí, este río que es la vida a veces baja con más barro de la cuenta, y con ramas que te producen cortes, y con piedras que te golpean el cuerpo. Pero, como todo río, sigue avanzando, sigue su curso, hasta encontrar lo que necesita encontrar.

Y esa es la historia que cuenta esta novela. La de varios ríos que trascurren dentro y fuera de sus protagonistas, algunos con aguas mansas; otros, con algo más de bravura. Unos ríos que se cruzan, que se integran, que se alejan, que acaban desembocando en otros… Una historia de amor y desamor, de amistad, de celos, de dudas, de miedos, de amenazas (por lo visto, más reales de lo que algunos piensan o quieren pensar), del complicadísimo proceso de crecer, de madurar, difícil, sobre todo, cuando solo el hecho de SERya cuesta. Porque ese es, quizás, la columna que sustenta esta historia (o, al menos, yo lo he interpretado así), el hecho de ser, por encima de todo lo demás.

Os diría que lo leyerais por muchos motivos (además de los ya expuestos), pero solo voy a añadir uno más, que es ese maravilloso “Decálogo para ser nosotras” que hay en la contracubierta y que, tal y como me dijo, me ha ayudado a poner un poquito más de claridad entre tanta bruma. Os lo comparto también, porque es una maravilla.

  1. No nos haremos daño con lo que sí valió la pena.
  2. No nos castigaremos con el silencio.
  3. No nos callaremos lo que importe decir.
  4. No nos obligaremos a hablar cuando no queramos hacerlo.
  5. No daremos explicaciones si no nos ayudan a ser.
  6. No trivializaremos lo que fuimos.
  7. No haremos caso a quienes nos aconsejen sin conocernos.
  8. No dejaremos de intentar conocernos.
  9. No nos asustaremos cuando nos hayamos conocido.
  10. No dejaremos nunca de cruzar el río de las primeras veces.

Ay, algunos de esos puntos… Es una maravilla que, ojalá, se aplicaran en toda relación.

Ya, sin más, concluyo con lo que más y lo que menos me ha gustado.

Lo que más me ha gustado: no sabría muy bien con qué quedarme, pero voy a señalar un punto que me ha ENCANTADO, y es el personaje de Lola. Quizá por la parte que me toca de ser, también profesor, no puedo estar más en esa línea educativa de este personaje y del propio Nando, la línea de ser profesores comprometidos, con la educación en sí y con los alumnos, con sus emociones, con sus vidas, sus problemas y, sí, con esa preocupación por ayudarlos a ser. Bueno, y, también, todas las referencias literarias y cinematográficas, que se convierten en un mapa para todos los que anden perdidos en cuanto a autores y lecturas.

Lo que menos me ha gustado: habiéndome gustado tanto, tengo que sacar algo que no tiene nada que ver ni con el libro ni con Nando, y es esa promoción de “Del autor de La edad de la ira”. Nando es el autor de “La edad de la ira” (que es un librazo y, por cierto, el primer libro que reseñé en el blog), pero no es más autor por existir, ahora, la serie del libro. Y es un pedazo de autor de otros muchos libros buenísimos, el creador de muchas otras historias buenísimas. Y a mí, que no me gusta mucho eso de valorar a alguien solo por el éxito, me cuesta un poco esa promoción (aunque la entienda) si viene de un autor tan enorme como Nando.

¿Habéis leído algo de Nando?

¡Un abrazo!

“[…] en su vida lo importante, además de ser lo urgente, es lo pequeño. Eso que nadie ve y que ella necesita”.

Nando López, El río de las primeras veces

Crítica: Libro del frío

Título: Libro del frío

Autor: Antonio Gamoneda

Editorial: Siruela

Reconociendo (y viendo) la maestría de Gamoneda y su poesía, no va a ser este “Libro del frío” el poemario suyo que más me guste.

Hay figuras que (permitidme el juego fácil de palabras) te dejan helado (suena incluso peor escrito que pensado), pero ya sabéis que la poesía breve me gusta en su justa medida, y aquí casi todo es poesía breve.

Insisto en que Gamoneda es tan buen poeta que llega casi de cualquier forma, aunque no sea la que más nos guste, y que siempre se aprende cuando escribe un maestro. Creo, también, que es bueno que un poeta investigue distintas versiones de su poesía, que no escriba siempre de los mismos temas o de la misma forma, y estos poemas del Premio Cervantes 2006 hacen ver su escritura desde otra esquina, desde otro plano, desde otra mirada.

Porque el sentimiento está. El mensaje está. La calidad está. Esta una visión brutal de envejecer, del deterioro, de la enfermedad y las pérdidas. Pero a mí, que soy más de leer o escribir poemas algo más extensos, estos se me quedan algo cortos. Quizá porque les veo tantas posibilidades de haber sido más largos que me quedo un poco a medias.

Pero esto es cosa mía. No seré yo quien diga que un poeta de la talla de Gamoneda no escribe bien. Es, supongo, cuestión de gustos.

Lo que más me ha gustado: puede que eso mismo que no me ha terminado de convencer sea, a su vez, lo que más me ha podido gustar: descubrir que, cuando se sabe lo que se hace, se es capaz de expresar mucho en poco espacio, con las palabras justas.

Lo que menos me ha gustado: algunos poemas más largos, porque hay muy poquitos de esos en este libro y bastantes de ellos me han dejado (no aprendo y vuelvo a los juegos fáciles de palabras) un poco frío (perdón).

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Es la impureza y la piedad, el alimento de los cuerpos abandonados por la esperanza”.

Antonio Gamoneda”, en “Libro del frío”.

El autobombo en redes sociales

Ayer lancé una pregunta por Instagram para pedir la opinión sobre el autobombo que muchos autores hacen de sus libros en redes, un tema que me genera bastante animadversión.

La pregunta era sencilla. Tras un texto que decía “¿Hasta qué punto es bueno ser autor y no parar de hacerse autobombo en redes sociales?”, se abrían dos opciones: “beneficia” o “perjudica”. El resultado fue ajustado. 20 votos para el “beneficia” y 17 para el “perjudica”; un 54 y un 46% respectivamente.

He de decir que algunos de los que votaron el “beneficia”, me preguntaron después o me plantearon su opinión por mensaje directo y, tras escucharme (o leerme, más bien), me dijeron que, viéndolo así, habrían votado la otra opción.

El caso es que, después de ver cómo se ha votado y de conversar con algunas personas al respecto, este, el del autobombo, es un tema que me interesa mucho para debatir.

Entiendo que muchos autores pequeños y/ o autopublicados vean en las redes sociales (Instagram y Twitter, principalmente) la única vía para dar a conocer sus libros. Yo mismo, como autor pequeño, publicado por editoriales pequeñas y con una cuenta de Instagram pequeña, lo entiendo y acepto que, obviamente, quienes tenemos perfiles en redes sociales destinados a tal fin, debemos emplearlos para llegar a más gente.

Hasta ahí, puedo asumir cierto autobombo, aunque a mí me cuesta mucho hablar de mis libros, por no hablar de promocionarlos o argumentar por qué la gente los tiene que leer sí o sí.

Lo que no soporto es ver a determinados autores y autoras, con mayor o menor nombre (porque este hábito no ocupa solo a cuentas minúsculas de autores muy poco conocidos), subir publicaciones y publicaciones, historias e historias de sus libros. Meterme en una cuenta de autor y ver dieciocho historias seguidas con sus libros. Mirar el feed de una autora y no ver más que sus libros por todas partes. Si a eso le sumamos, como ocurre a veces, frases del tipo “no podrás dejar de leer esta historia”; “un libro que te va atrapar desde la primera página” o “es un libro que tienes que leer” (entre otras muchas flores tiradas hacia uno mismo), qué queréis que os diga, me hace huir de la cuenta, del autor o la autora y del libro. Porque, sí, alabar el trabajo de uno mismo con frases de uno mismo sobre el libro de uno mismo queda un poquito feo. Al menos, así lo creo yo.

En una cuenta de autor tienen que estar sus libros, por supuesto. Es necesario ver alguno de sus textos, algunas pinceladas de su escritura, pero todo, pienso, con un poco de mesura. Tirando de dichos castellanos, sería eso de “lo poco gusta y lo mucho cansa”, no sé si me entendéis.

Ha habido un poco de confusión con la encuesta entre perfiles de poetas o de personas que escriben frases, llamémoslas, de motivación, o de amor o reflexiones (que, para mí, ya sabéis, no son poesía, pero ese es otro debate). No me refiero a esa exposición. Por supuesto, si una cuenta está dedicada a volcar poemas o ese tipo de textos, hay que subirlos, porque es lo que se busca con esa cuenta y lo que se quiere encontrar (eso sí, quizá también sería bueno colgar textos de otros autores que nos gusten, poemas que no sean de nuestra autoría y queramos compartir y otro tipo de publicaciones), pero mi pregunta no iba ahí, sino a todo lo que he comentado con anterioridad.

Puede que yo sea más tímido en ese aspecto de poner mi obra por las nubes. O que sea más vergonzoso. O más humilde. O un poco de todo. Pero no veréis en mis redes un autobombo como el que critico en esta entrada y, si lo hiciera algún día, exigidme que vuelva a poner los pies sobre la tierra. Os lo pido por favor. Si alguna vez me veis decir “hola, este es mi nuevo libro y es maravilloso, y os va a encantar, y os lo tenéis que leer porque está lleno de ingredientes geniales y blablabá” o si veis que no paro de subir publicaciones de mis libros con ese tipo de mensajes, paradme los pies. No soportaría ser así.

“La humildad no es pensar menos de ti mismo, es pensar menos en ti mismo”.

C. S. Lewis