Título: La ventana
Autor: Carmen Guaita
Editorial: Khaf
Hay personas a las que confiarías tu vida. Personas fiables en todos los aspectos posibles. Personas que, prácticamente, hacen todo bien. Personas que tienen el corazón enorme y lleno de luz, al igual que es gigante y luminosa su sonrisa. Talentosas. Inteligentes. Brillantes en la magnitud más grande posible de la palabra. Carmen Guaita es una de esas personas, y compartir con ella siempre suma. Como leer es, también, una forma de compartir entre quien escribe y quien lee, he sido muy feliz compartiendo con ella y con estos personajes tan maravillosos de esta, su última novela.
Me gustó tanto su “Todo se olvida” que no sabía si iba a hacerle algo de sombra a esta historia, diferente (al fin y al cabo, es una distopía), pero solo puedo decir que me la he bebido. Que me ha encantado. Que os la recomiendo desde ya.
No solo por todo lo que he dicho de Carmen ni por lo precioso que escribe, sino porque, aunque distópica, es algo prácticamente palpable, pues habla –entre otros muchos– de dos aspectos que son una realidad: el avance de la tecnología y el deterioro de la educación.
A través de unos personajes con los que es imposible no conectar, a través de la cultura clásica y los grandes filósofos griegos, a través del conocimiento sobre la educación que Carmen ha acumulado a lo largo de años de docencia y de ser experta en el tema, esta historia es un alegato espectacular a favor de los maestros y maestras, de la educación desde la cercanía, desde el cariño, desde la palabra. Porque la educación ha de ser así, yo no tengo la más mínima duda.
Y este libro me ha llegado en medio de un debate interno (y compartido con muchos compañeros y compañeras) sobre la importancia casi extrema que se está dando a las nuevas tecnologías y a todo lo digital en el ámbito educativo. Justo ahora, que estoy en medio de un curso precisamente sobre digitalización para los docentes que me hace pensar si eso, si digitalizarlo todo, es la solución a los múltiples problemas a los que se enfrenta la educación hoy en día y que, según parece, van a ir a más. Sinceramente, creo que el dineral invertido en todos estos cursos, estas formaciones, en comprar dispositivos que se quedan obsoletos en cuestión de unos pocos años, la obligatoriedad de incluir más y más horas de pantallas a unos niños que reclaman a gritos otras cosas podría ir a otros cauces mucho más importantes. A bajar las ratios, por ejemplo, una petición que todos los docentes hacemos desde hace años. Pero, por lo que parece, las máquinas siguen ganando terreno mientras nosotros, los maestros y maestras, nos perdemos entre burocracia, formaciones, papeleos y otros asuntos que poco ayudan a mejorar la educación de nuestros y nuestras peques.
Y ya he divagado suficiente y puedo volver a hablar de este libro tan necesario que nos regala Carmen. Necesario por todo eso que digo, pero, también, porque no es un libro que haya llegado al “gran público” porque Carmen está alejada de redes sociales, a pesar de ser una influencer con mucho más con una autoridad incuestionable en el campo educativo (buscad alguna de sus charlas para estar de acuerdo conmigo y para contagiaros de esa luz de la que hablo al principio). Porque no es un libro que se encuentre en demasiados sitios, y porque esa siempre ha sido mi intención desde que reseñé el primer libro: usar mi (minúsculo) altavoz en redes para dar voz a autores y autoras que considero necesario leer. Y este libro, sin duda, es uno de esos libros que suman, que ensanchan, que hacen pensar. ¿Qué más se le puede pedir a un libro?
Lo que más me ha gustado: podría hablaros de mil puntos –lo bien que está escrito, las referencias al mundo clásico, lo que hace reflexionar…–, pero me voy a quedar con encontrar en Carmen una voz que apuesta por la educación, que reclama lo que es necesario para mejorarla y que se aleja de modas, de tendencias y demás puntos absurdos cuando se llevan al extremo sin cerrar otras muchas grietas de las que adolece el sistema educativo. Ojalá su voz se escuchara mucho más…
Lo que menos me ha gustado: que he tenido que esperar a volver a usar el transporte público para leerlo, porque la vida me deja poco tiempo para leer en casa… Eso sí, lo he podido leer por fin y me ha encantado.
“Quienes son capaces de abrir el pensamiento de otros, con la educación o con el arte, crean nuevos reflejos de la verdad”.
Carmen Guaita en La ventana