Crítica: Joana

Título: Joana

Autor: Joan Margarit

Editorial: Fondo de Cultura Económica

Margarit, como a cualquier poeta de los grandes, hay que leerlo. 

Yo me acerqué a él, primero, leyendo algunos poemas sueltos. Desde ahí, ya supe que iba a ser poeta de referencia.

Después, vi “El poema y el muro”, el Imprescindibles de RTVE acerca de su vida y su obra, y confirmé que su poesía iba a gustarme tanto como su figura.

El primer libro completo suyo que leí fue “Animal de bosque”, una maravilla que escribió ya sabiendo que la muerte estaba cerca.

El segundo en el que me he sumergido ha sido este, que ya quise leer desde que vi el documental y que –me atrevo a decir– es uno de los poemarios más importantes de la poesía contemporánea.

Porque… vaya libro.

Por situaros a quienes no conozcáis a Margarit, Joana fue su hija, una hija que nació con una enfermedad rara y que murió con treinta años. Una hija a la que tanto su padre como su madre y sus hermanos adoraron y de la que aprendieron, día a día, mejorándolos como personas. Ya solo la historia merece la lectura, no me digáis que no.

Pero, además, qué poesía… Qué homenaje más bonito y qué forma más maravillosa de recordar a Joana, de compartirla con la humanidad, de celebrar su vida junto a su familia.

Es duro, porque el tema lo es, pero, a la vez, es tan, tan tierno… Es una manera tan preciosa de regalarnos esos sentimientos tan puros, ese dolor, ese nexo tan fuerte que los unía… Es tan sincero en cada uno de los versos que lo único que podemos hacer es secarnos esas lágrimas que, sin poder remediarlo, se nos escapan; releer aquellos poemas que se nos quedan clavados; abrazar el libro al terminarlo; y sentirnos muy agradecidos al poeta, a Margarit, por haber dejado constancia literaria de Joana.

La edición, además, es una delicia.

Por haceros partícipes, también, de la poesía de Margarit, comparto algunos de los versos que más me han gustado.

“Triste felicidad la de esta paz

mientras recuerdo que tú y yo teníamos

mañanas que guardaban nuestros ojos”.

“Tu despedida, ahora, es para siempre,

ya no podrás entrar ni salir nunca.

Aquella fe, ¿hoy debo abandonarla

solo porque dejó de ser verdad?

¿No podré estar contigo solo porque no estés?”.

“Son unos días de felicidad.

Con el viento sin techo, el mar tan frío.

El pueblo y su abandono. Ser feliz

siempre ha sido una cosa muy extraña”.

No comparto más porque, de verdad, os pido que, si os gusta la poesía, os hagáis con el libro. Es absolutamente maravilloso.

Lo que más me ha gustado: hacerme con un libro que quería desde hacía tiempo y que, además, sea en una edición tan bonita.

Lo que menos me ha gustado: nada que tenga que ver ni con el libro ni con Margarit, sino con algo que aparece en el libro como la sombra que es, como ese cáncer que envenena todo lo que toca. Ahí lo dejo.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Hoy tus manos son todo su pasado:

hay treinta años de amor al fondo de tus palmas”.

Joan Margarit

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Crítica: Tiempo de espera

Título: Tiempo de espera

Autor: José Sarria

Editorial: Valparaíso

Me crucé con José Sarria en Granada, durante el Festival Internacional de Poesía de Granada del año pasado, en el local de la editorial Valparaíso. Yo sabía quién era, claro, y él, que salía de allí en el momento en que yo entraba, me saludó con una sonrisa. “Además de buen poeta, es un tipo educado”, pensé (siempre me han gustado las personas que sonríen al saludar y al despedirse). Dudo que él me conociera en ese momento, pues yo iba a ver por primera vez mi “Hogares impropios”, a tener, por primera vez, un libro de poesía mía entre las manos. Parecerá una tontería, pero, desde ese momento, José Sarria fue parte de esa vivencia mágica, pues su sonrisa precedió a la mía al ver lo bonito que había quedado mi libro.

Ya había leído algo de su poesía, pero ha sido este “Tiempo de espera” el primer libro suyo que he leído. Y, sin haber leído ningún otro, creo que tenía que ser justo así. 

Me llega este poemario en un momento en el que hago todo lo posible por acumular tiempo vivido, por saber cultivar la espera, por buscar paciencia, calma, sosiego, paz. Y este libro es justo eso. Un cúmulo de instantes tan pequeños como imprescindibles, tan sutiles como ceremoniosos, tan impredecibles como ciertos.

Sarria nos agarra la mano y nos muestra sus claves para atesorar todo aquello que importa, lo que siempre queda adherido al recuerdo, lo que da forma a la forma que vamos adquiriendo según vivimos y según cómo vivimos.

Un canto a descubrir la belleza en cada mirada, en cada caricia, en lugares que son nuestros por derecho, que nos pertenecen porque nos han abrazado alguna vez y nos han hecho sentir indestructibles.

Una duda abierta y ofrecida al lector con la hospitalidad de un poeta que sonríe al saludar y al despedirse, que entrega su palabra como quien abre su casa al amigo de siempre. Un saber compartido con la humanidad con olor a café y a especias. Una vuelta al primer brote, al primer eco, a la esencia de la que todos partimos.

Un libro que es un regalo de uno de los poetas a los que el tiempo no envejece, sino que agiganta.

Un libro donde esperar al tiempo con el corazón lleno de memoria.

Lo que más me ha gustado: volver a mis orígenes gracias al viaje a la infancia que el libro propone y, por conexión, esa última parte donde Sarria lanza preguntas para que busquemos respuestas en todo aquello que recordamos.

Lo que menos me ha gustado: sin que sea algo que me disguste (es más, es algo que siempre agradezco cuando leo poesía), ese pellizco al revivir ausencias, al saberme un poco más solo que antes, un poco más frágil, un poco más expuesto al dolor. GRACIAS.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“¿Por qué lo llaman olvido si su nombre verdadero es herida?”.

José Sarria

Crítica: La casa grande

Título: La casa grande

Autor: Rosana Acquaroni

Editorial: Bartleby Editores

Llegué a Rosana Acquaroni por esa maravillosa antología a cargo de Manuel Francisco Reina llamada “Mujeres de carne y verso”, una rosa de los vientos para ubicarse en lo mejor de la poesía escrita por mujeres en castellano que debería estar en todas las bibliotecas del mundo. Allí pude leer algunos poemas de “la Acquaroni” que ya me cautivaron, pero no ha sido hasta ahora cuando me he tomado en serio leerla con mayor detenimiento, con más pausa.

Yendo a una librería –como acostumbro a hacer– solo para ver la sección de poesía, la mirada de la Rosana niña de la cubierta (qué foto más preciosa) se clavó en mí, pidiéndome que la llevara conmigo. Y así hice. Y qué acierto. ¿Sabéis esos poemarios que te quiebran un poco los talones? ¿Esos como “Los trescientos escalones”, “Toco la tierra”, “La paternidad de Darth Vader”, “Travesía”, “El libro de Lilit”, «Welcome to mí» o “De las horas sin sol”? Ese es otro de esos libros. Otro que se va a mi lista de poemarios favoritos, de los que recomendaré siempre, de los que regalaré, a los que volveré una y otra vez.

Porque los buenos poemarios cuentan historias, nos incluyen en ella y nos hacen atravesar las vivencias de quienes los escriben. Y menuda historia hay en este libro. Y qué preciosidad de poemas para contarla. Qué regalo nos ofrece Rosana Acquaroni revelándonos este secreto familiar. Qué grande hay en la poesía, amigos y amigas, cuando la poesía es grande.

Por suerte, además, he tenido el inmenso honor de conocerla, de escuchar a Luis Rosales en su voz, de conversar un ratito con ella y de traerme el libro a casa con una dedicatoria que le suma aún más al libro. Ella fue, también, quien me dijo que escuchara el primer episodio del podcast “De eso no se habla”, titulado “Preguntan por ti”, en el que habla de esta historia de “La casa grande”, de la historia de su madre (historión) y del porqué de este libro.

¿Tengo que decir, de nuevo, la felicidad que le debo a la poesía?

Como acostumbro a hacer con los poemarios que leo, os dejo algunos versos como muestra, por si os animáis a haceros con el libro y leerlo completo (creedme, en esta ocasión, no hay riesgo de equivocación).

“De la casa grande

solo recuerdo aquel armario blanco

encallado en aquel largo pasillo

como en un río encajonado y pedregoso

Un útero vacío que no sangrase nunca

y alumbrara por dentro”.

“Y es así como encuentro la tibieza

de una madre que sangra en otra herida, 

que prende en otro cuerpo de mujer”.

“Cuando abres los ojos 

todo se desvanece.

Has cumplido de pronto veinte años

y te han dejado sola,

en el instante mismo en que la vida

nos suelta de la mano

                                        para siempre”.

“Este es mi oro, madre,

un cuerpo de mujer hecho palabra,

cartomancia de pájaros e insectos

–su abanico de alas deslumbrantes–

señalando caminos.

Una vez me dijiste:

No hay edad suficiente para acallar la infancia.

Y mi espejo se empaña cada vez que te nombro”.

Venga, que alguien se atreva a decirme que no te estremece… 😉

Lo que más me ha gustado: todo. Sin peros. Sin quitar un solo espacio entre palabras. 

Lo que menos me ha gustado: que haga falta, a veces, vivir algo duro para que existan historias que contar.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Nada me pertenece.

Ni siquiera el olvido”.

Rosana Acquaroni, La casa grande

Crítica: Pepper Seed

Título: Pepper Seed

Autor: Malika Booker

Editorial: Valparaíso

Creo que no es la primera vez (ni creo que sea la última) que digo que es un hecho que me estoy perdiendo poesía de otros países por mi “manía” de leer poesía escrita en castellano. Sé que es así y sé que no debería serlo, pero no puedo luchar contra mis gustos. Al menos, no siempre.

El asunto cambia si pongo un poco de mi parte y “me fuerzo” a leer a poetas que escriben otros idiomas (a ser posible, que pueda leer tal y como los escriben) y si las traducciones son buenas, algo que Valparaísogarantiza siempre.

Llevo ya varios poemarios de autores y autoras que escriben en inglés y, la verdad, aunque no se ajustan a esos requisitos tan estrictos que tengo cuando leo poesía, hay que reconocer que son muy potentes, que está bien leer poemas diferentes a lo que se suele leer y, desde luego, que hay temáticas e imágenes que no dejan indiferente en libros como este “Pepper Seed”.

Porque es un libro crudo, como la vida de su autora. Un libro en el que se puede sentir el dolor, escuchar los gritos de desesperación, oler la sangre. Un libro que supone un escalofrío, una mueca de angustia, un alarido. Un libro que estremece.

Y a mí, como ya sabéis, me gusta que me duela la poesía. No me importa en absoluto esa poesía vacía de todo, es (en mi opinión) mal llamada “poesía de la experiencia”, porque no supone ninguna experimentación. La poesía tiene que ser aguja, tiene que ser puñal, tiene que incrustarse bajo la piel del lector. Si no, es otra cosa. Tendrá otro nombre. Pero –como siempre he defendido y defenderé– no es poesía.

En este libro se habla de maltrato, de machismo, de crueldad, de abusos, de violencia, de desamparo. Se habla de víctimas y de culpables, y de cómo las víctimas arrastran el dolor recibido durante toda su vida, durante cada verso, a través de los poemas. Porque la poesía es eso, un conductor de emociones, un vehículo en cuyo interior se vierte todo aquello que queremos hacer llegar a otras partes, sacar de nosotros, compartir, tratando de que sea más llevadero tanto para quienes la escribimos como para quienes puedan leernos.

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado/impactado:

Del poema Salsa picante

Me dijeron que le separó las piernas y le dijo:

Voy a enseñarte que me robes, señorita.

Oí decir que sacó una cucharada de salsa de un cuenco blanco

y se la metió a la nieta en lo más hondo del coño.

Oí decir que se oyeron gritos en la casa durante todo el día.

Del poema Las hormigas rojan pican (algunos fragmentos)

Serás una puta como tu madre

me decía la abuela todo el tiempo

como si dijera buenos días.

[…]

Mi padre era todo para ella,

mi hermano, su mundo.

Sus hijas solo recibían insultos.

[…]

No puedo mencionar aquellas palabras clavadas para siempre,

no puedo hablar de los hombres bajo quienes permanecí indiferente,

tus palabras marcadas en la piel

de entre mis muslos, las piernas abiertas como una puta.

No me digáis que no golpean con una fuerza descomunal…

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: la facilidad con la que todo ese dolor ha sabido llegarme, cómo he podido ser protagonista de todo ese sufrimiento, comprenderlo para, sin hacerlo propio, apiadarme de él.

Lo que menos me ha gustado: quizá un poco denso para tratar temas tan duros, pero solo es un quizá… 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Estoy al borde de este acantilado esperando que

los huesos

se levanten y reclamen sus nombres”.

 Fragmento de “Saltadores”, Malika Booker

Crítica: Los nadies

Título: Los nadies

Autor: William Alexander González Guevara

Editorial: Hiperión

XXV Premio de Poesía Joven “Antonio Carvajal”

Mi historia con William es, permitidme que lo diga, una historia muy bonita. Para resumir e ir a lo que importa –este librazo–, diré que me pidió una entrevista para El Generacional cuando gané el Antonio Gala el año pasado, que la siguiente persona a la que entrevistó fue a Marina Casado, hoy una de mis personas fundamentales y una de mis poetas favoritas, y que, después de eso y de vernos en algunos encuentros literarios, nos reencontramos, una vez más, gracias a la poesía. Esta vez, eso sí, a la suya.

Y qué manera de empezar en esto de la poesía, William. Ya no solo por el premio, que también (de esto de los premios hablamos en esa entrevista), sino por el pedazo de poemario con el que te has estrenado. Qué bestia para tener la edad que tienes y ser lo primero que publicas. Qué recorrido más prometedor tienes por delante…

Supongo que esto pasa (y aquí voy a elucubrar como me apetezca) por varios motivos. Sin que el orden importe, William es una persona que tiene los tres elementos fundamentales para ser un buen poeta: una es el talento innato (no, no todo el mundo puede escribir bien poesía); otra es lo que ha leído, lo que ha escuchado, lo que se ha interesado por saber y por aprender (no, no todos los “poetas” lo hacen); y otra es ser un currante y ser muy exigente consigo mismo. Esos tres puntos, cumplidos de sobra. Si a todo esto, además, le sumamos que su vida, a pesar de su corta edad, es ya una vida muy larga, es difícil que el resultado no sea tan bueno como el que encontramos en este libro.

Porque este es uno de esos poemarios que no tendrían que haberse escrito porque implican sufrimiento, pero que, una vez ahí, es necesario escribir. Ya sabéis eso que Félix Grande escribió para el libro (librazo) La paternidad de Darth Vader, del tan querido y admirado por William y por mí Manuel Francisco Reina, eso de “hay que poner al dolor a trabajar al servicio de la vida”. A esta maravilla de consejo, yo le sumo que, si ese dolor lo experimenta un poeta, también hay que poner al dolor a trabajar al servicio de la poesía, o poner a la poesía a trabajar en contra del dolor. No sé cuál de las dos opciones sería más acertada.

En este poemario, como digo, hay sufrimiento, hay dolor. Hay injusticia, denuncia, hambre, tristeza, nostalgia… pero, también, hay amor, hay fortaleza, resiliencia, lucha, hermandad. Y hay mucha y muy buena poesía, con todas sus armas afiladas y a punto, con sus escudos y armaduras, también, protegiendo al poeta.

Y yo me alegro mucho de que el primer libro de William, este maravilloso Los nadies, llegue de esta forma tan potente. Con premio. Con esta editorial. Con esta edición. Porque, no, tampoco los premios son siempre justos, pero es buenísimo saber que a veces sí lo son, como es este caso, y que se premia calidad, compromiso y buena poesía.

Enhorabuena, William. Por este y por el reciente y prestigiosísimo IV Premio de Poesía Ruiz Udiel. Me hace muy feliz que la vida, también, sea capaz de sonreírte.

Lo que más me ha gustado: ¿hace falta decir algo más? Leed el libro y veréis que es un libro espectacular.

Lo que menos me ha gustado: justo eso de lo que hablo, saber que, a veces, detrás de un poemario bueno hay dolor y sufrimiento, más aún cuando se trata de alguien a quien se tiene cierto cariño. 

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“¿Habrás echado de menos tu patria?

Sabes de lo que hablo,

ese sabor amargo de nostalgia”.

 Fragmento de “Prefacio”, William Alexander González Guevara

Crítica: Incendio mineral

Título: Incendio mineral

Autor: María Ángeles Pérez López

Editorial: Vaso roto

Premio Nacional de la Crítica 2021

Estoy leyendo muy poco este verano, entre unas cosas y otras, pero, como siempre, la poesía marca la excepción.

Mientras sigo leyendo una amplia antología de Ángel González, he podido disfrutar de este incendio que María Ángeles Pérez López provocó con cada verso. Y qué placer sentir esas llamas en las pupilas al leer estos poemas en prosa

Me hice con el libro en la Feria del Libro de Madrid, aprovechando que, después, pude escuchar a la propia María Ángeles en una charla con más poetas cuyo anfitrión fue mi querido Rafael Soler. Suerte, también, la de poder cruzar unas palabras con ella al final del acto, regalarle mis “Hogares impropios” y recibir de ella una preciosa dedicatoria que fue un regalo. Ay, la poesía y los/las poetas…

Este libro, ganador del Premio Nacional de la Crítica (ahí es nada), es una suerte de viaje en el pasado (no solo de la autora, también del nuestro) a través de elementos que se convierten en origen, en raíz, en núcleo de nuestra existencia. Todo arde en ese lento trascurrir vital por el que todos deambulamos –muchas veces sin mapas ni brújulas–, en esos momentos en los que buscamos las respuestas que no somos capaces de encontrar, las razones de por qué nuestras huellas quedan en unos lugares y no en otros. Pérez López nos desgrana algunos de esos secretos a través del propio fuego, de los árboles, de los animales, de la naturaleza en su globalidad absoluta. Nos empuja a tiempos pasados, primigenios, donde el envoltorio no era tan pomposo como para no ver ni siquiera lo que hay en nosotros. Este libro es un aprendizaje, un viaje hacia la desnudez humana, la asunción de que somos, al fin y al cabo, solo aquello que somos.

Es, como he dicho, un libro de poemas en prosa (detesto la expresión de “prosa poética”, lo siento), y a mí, que siempre he sido más de poemas en verso, me ha encantado. Aun siendo poemas largos de lo que suele gustarme, son tan precisos que los he disfrutado mucho más de lo que ya esperaba (que era bastante, por otra parte). Es brutal el uso tan exacto del lenguaje de María Ángeles, su búsqueda constante de la palabra justa, esa concatenación del léxico que la lleva a escribir unos poemas casi circulares. Una maravilla, qué queréis que os diga.

Hay algunos poemas, como “Todo lo recubre piel humana” que he tenido que leer varias veces porque son… para morirse. Os dejo algunas partes de este poema, para que sepáis de lo que hablo:

“Cuando giran los cuerpos en sus piedras molares entregan la proporción áurea de su propio agotamiento, las toxinas que enfermaron en los bronquios, la dermis desgastada a causa de ese tránsito: el que va de lo orgánico a lo mineral, el que envía a través de las venas una tumultuosa proliferación de eritrocitos para que en el espesor calcáreo se abran cauces de sangre liberada”.

“Pero también en los barrios de Madrid o Palencia es piel humana la primera que arde y se estremece. No importa que parezca lo contrario”.

Y, así, dejaría por aquí un montón de fragmentos más, pero creo que es mejor que sean vuestros propios ojos los que los descubran en el libro, que, sí, por supuesto, recomiendo que busquéis y leáis.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Cuando llega la noche y tengo miedo, reconozco en mi nuca la correa con la que estoy atada al apellido”.

María Ángeles Pérez López, Incendio mineral

Crítica: No

Título: No

Autora: Francisco José Martínez Morán

Editorial: Pre-textos

I Premio Internacional de Poesía Francisco Brines

Ya sabéis que me dejo orientar, en cuanto a lecturas poéticas, de determinadas personas, y a Francisco José lo conocí por mi querida Marina Casado, así que no dudé en leerlo.

En una de las tantas visitas a la Feria del Libro de Madrid de este año, fuimos a verlo y compartimos conversación, dedicatorias y versos. Y yo me hice con este “No” de título tan conciso, con la siempre sobria y perfecta edición de Pre-textos (me encanta la paleta de colores que usa) y que se alzó con el I Premio Internacional de Poesía Francisco Brines.

Cuesta encontrar poetas nacionales contemporáneos entre tanto fango. Sabéis de sobra cuál es mi opinión sobre esos “poetas” con tan poco mérito como el de tener muchos seguidores en redes y/o ser famosos, con una poesía tan pobre a la que se lanzan las grandes editoriales para hacer caja, sin que la calidad importe. Entre todo ese barro, como digo, cuesta dar con poetas que merezca la pena leer (y los hay, está claro). Cuesta porque los poemarios de poetas con poco peso en redes o en platós de televisión (entre los que me incluyo) no están en las librerías, ni siquiera los que, aunque solo sea por haber ganado algún premio, puedan tener cierto interés. Hay que saber qué libro buscas, pedirlo, que lo encarguen, que lo traigan… Liarla un poco para, al final, conseguirlo. Por eso, también, son tan importantes las ferias de libros. Porque, si se huye de esas colas kilométricas de lectores de famosos, se puede encontrar a autores de verdad, a poetas de verdad, se puede encontrar, por ejemplo, a Francisco José Martínez Morán.

Porque su poesía merece este premio y merece ser leída. Porque es escueta, sutil, frugal. Porque está perfectamente medida. Lo está cada palabra, cada verso, cada idea e imagen. Es difícil, creo, llegar al lector de poesía con poemas tan breves. Hay que dominar mucho las reglas poéticas del mal entendido verso libre, que no supone escribir como a uno le dé la gana, ni mucho menos. Hay que ser muy buen poeta para situar todo en su lugar preciso y, además, crear poemas tan bonitos y tan “de pellizco” como muchos de los que hay en este libro.

Sabéis, también, que no hablo más de la cuenta de cómo es la poesía de un determinado poeta, sino que prefiero contaros una opinión breve e invitaros a que los leáis desde el ofrecimiento de algunos de esosversos. Estos son los que he seleccionado para poneros el anzuelo y que leáis a este poeta:

De ZURCIDO:

“Aquí y allá los versos se repiten:

siempre trazan las mismas obsesiones,

el mismo ramillete

de círculos y fobias;”.

De TENSÓ:

“Ahora ya no sirve la agudeza:

has descendido al barro y en el barro

se dilucidan todas tus opciones”.

De NOCTURNO (DESCONEXIÓN):

“Aquí, pero tan lejos.

Viajas en el preludio de lo roto”.

De ARCO DE MÍ:

“Que se lleve el incendio la memoria,

que arrase con la ruina

y deje tras de sí sólo silencio”.

De HIPÁLAGE (NOVIEMBRE):

“Camino sin propósito,

como cualquiera vive”.

Lo que más me ha gustado: me repito bastante en este argumento, pero, además de gustarme mucho la poesía de este poeta, me quedo con descubrir luz entre tanta cueva, de encontrar verdad entre tanta impostura.

Lo que menos me ha gustado: por ponerme algo pejilguero y caprichoso, algún poema largo, por tener el tiempo de poder introducirme más en él.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Repasas la penumbra.

Este es tu territorio:

nada te pertenece

con más limpia justicia

que la indefinición”.

Francisco José Martínez Morán

Crítica: Tiempo de paz y de memoria

Título: Tiempo de paz y de memoria (Treinta poemas comentados)

Autora: Mariluz Escribano Pueo

Edición: Remedios Sánchez

Editorial: Hiperión

Según de quién vengan las recomendaciones poéticas, me fío más o me fío menos. Si quien está a cargo de esta edición es Remedios Sánchez, las dudas se disipan al instante. Si, además, la poeta de la que hablamos es alguien de la altura de Mariluz Escribano y si algunos de quienes comentan los poemas tienen la autoridad poética de Manuel Francisco ReinaRaquel LanserosLuis Alberto de CuencaGioconda BelliRafael Soler o Antonio Gamoneda (entre otros y otras), ¿cómo no iba a leer yo este libro?

Es una lástima, hay que decirlo, que una poeta tan inmensa como Escribano tenga que ser “rescatada” y haya que justificar por qué ha de ser una de las autoras más importantes de la poesía en castellano. También, del mismo modo, es de agradecer que haya personas como Remedios Sánchez, ocupada en dignificar nuestra poesía desde su erudición poética, desde su buen hacer y desde el amor no solo a quien fue su maestra, sino a este género que tanto amamos ambos.

Es un libro perfecto para un primer acercamiento no solo a la obra de la poeta granadina, sino, también, a su persona, a su vida, a su historia, a todo eso que responde al por qué de su poesía. Esto se consigue gracias a los comentarios que poetas de peso (como los citados anteriormente) hacen sobre quién fue esta mujer tan generosa como talentosa, tan amplia como íntima, tan desconocida para muchos como necesaria para todos.

Porque la poesía de Mariluz Escribano se abre como un río, se hace grande desde la sencillez que solo alguien con una sensibilidad especial puede mostrar a través de unos versos limpios, comprensibles, de una introspección brutal que, no obstante, poseen una universalidad abrumadora.

Y esto en solo treinta poemas.

Estoy deseando leer más a Mariluz, profundizar más aún en su literatura, que es su vida, sus miedos, su dolor, su concordia y su memoria.

“Geografía de la memoria” no creo que tarde mucho en caer en mis manos…

Por dejaros algunos versos, me quedo con esta selección:

De LOS OJOS DE MI PADRE:

“Mi padre es un silencio que observa cómo crezco”.

De CANCIÓN DE TRISTEZA:

“Ahora tengo una mano de marfil

y otra de ausencia

y ejerzo de tristeza y de noviembre”.

De EL TIEMPO:

“Después de tantas lluvias

y atardeceres lentos,

ahora es tiempo de paz,

de paz y de memoria”.

De NO COMÍ PAN DE PADRE:

“Ahora sé que mi padre

edificó mi estampa,

despacito en las noches

en que crecen las lunas”.

De LOS NIÑOS SOLDADO:

“Tienen la piel oscura como oscura es la noche,

y los ojos tan negros como la piel de un toro,

guardan para sus madres una sonrisa dulce,

pero en sus casas suena el fragor de la guerra”.

Lo que más me ha gustado: descubrirla, como digo, no solo a través de su poesía (que es una maravilla), sino también a través de lo que fue, de cómo fue, de cuál fue su lugar en el mundo.

Lo que menos me ha gustado: por poner una pega, algunas erratas que mi ojo de corrector no puede pasar desapercibidas (que todo error en un libro sean un par de erratas, también os lo digo).

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Una silla vacía es el corazón del tiempo

Certeza que vivimos cuando algo se nos muere

y nos deja en las manos el helor del invierno”.

Mariluz Escribano Pueo

Crítica: Raquel Lanseros/Antonio Praena

Título: Raquel Lanseros y Antonio Praena

Autores: Raquel Lanseros y Antonio Praena

Editorial: Sonámbulos

Una tarde cualquiera en Madrid, Raquel Lanseros acudía a hablar de poesía al Ámbito Cultural de El Corte Inglés con Gonzalo Escarpa @escarpa . Obviamente, quise ir a escucharla porque escuchar hablar y recitar a Raquel es un regalo que no podemos dejar de darnos.

Allí, para adquirirlo, estaba este libro de poesía entrelazada de la propia Raquel y de Antonio Praena, un poeta del que solo había leído algunos poemas en redes y que solo conocía en ese universo digital y paralelo al que habitamos. Siempre me pareció una persona muy interesante y lo poco que había leído de él me gustaba, así que esta edición me pareció una muy buena oportunidad tanto para conocer mejor su poesía como para leer (o releer) la poesía de Raquel Lanseros.

Y qué bien hice, porque he disfrutado muchísimo leyendo, de forma intercalada, los poemas de una y de otro, buscando similitudes, diferencias, perdiéndome en los versos de estos dos grandísimos poetas contemporáneos. Una delicia.

Me preguntaron hace poco, presentando mi poemario ‘Hogares impropios’, cómo entendía yo la poesía, cómo me dejaba caer en ella, y dije algo que me parece una obviedad, pero que siento así: intento escribir la poesía que me gusta leer. Y me gusta mucho leer a Raquel y a Antonio, por lo que son ya maestra y maestro sin pretenderlo.

Ya en el prólogo, Elena Escribano me dejó claro que esto iba a ser así solo con una aproximación a su poesía en la que afirma que “Raquel Lanseros y Antonio Praena hacen un uso extraordinariamente musical, rítmico y ágil del ritmo imparisílabo. En sus versos el endecasílabo, el heptasílabo y el alejandrinorenuevan sus posibilidades rítmicas y nunca son percibidos por el lector como un cauce reglado, sino que se deslizan fluidos aportando ligereza o solemnidad, según convenga al poema, sin arrebatarle un ápice de frescura”.

Eso es lo que busco yo en la poesía. Ritmo. Y esos imparisílabos (contando con la ruptura en dos heptasílabos del alejandrino) es donde me muevo. Por eso, además de por su calidad poética, estos dos autores son para mí de referencia.

Hay que celebrar y estar muy pendientes de esta Colección Tándem, que se estrena con este libro, editada por Sonámbulos Ediciones @sonabulos.ed , porque es muy interesante y porque, estoy seguro, nos va a traer grandes uniones poéticas.

Por compartir, como acostumbro a hacer, algunos versos que me han gustado de manera especial, aquí os dejo algunos:

De Raquel Lanseros:

En A las órdenes del viento:

“Me habría gustado amarte. Te lo juro.

Sólo que muchas veces la voluntad no basta”.

En Contigo:

“No está en mí la verdad, cada segundo

es un fugaz intento de atrapar lo inasible.

La verdad no está en nadie, y aún más lejos

yace de un rey que de cualquier mendigo”.

En Amor propio:

“La anciana que seré me quiere más que yo”.

En Para qué la poesía:

“Bendito sea el día, el mes, el año

y la estación, el tiempo, la hora, el punto

en que nació: Poesía

que sabe hablar con Dios y nunca muere”.

De Antonio Praena:

En Pero no:

“Estoy lleno de muertos,

de perros muertos y hombres muertos.

Mi corazón es un inmenso cementerio

de perros y de hombres cuya carne

se pudre y se confunde: soy el mundo

y el tiempo en el que el mundo se disuelve”.

Recriminación de Manrique

“El muy hijo de puta

lo supo desde siempre,

aunque nunca lo dijo.

No porque van al mar los ríos son la vida,

sino porque son sucios y profundos.

Y no vuelven jamás hasta su origen”.

En De una forma o de otra:

“Jamás ninguno de nosotros

se unirá al infinito estando vivo y saldrá ileso.

Ninguno de nosotros habrá visto la belleza

de Cristo en sus entrañas tatuada

por un rayo viviente de azucenas”.

En La alegría:

“¿Y si morir no nos entristeciera?”

O su poema “Elegía”, que te destroza en cada verso…

“Y enterrara a los muertos. Mi querido

Javier: esa es la última manera

de amarte de entre todas las maneras

de amor que en este mundo son posibles”.

Una maravilla, como digo, contar con estos dos poetas tan enormes como dos referentes jóvenes, talentosos, cercanos y tan nuestros.

Lo que más me ha gustado: voy a destacar que, para ser una muestra de los dos poetas, es una muy buena muestra, completa, extensa, que nos permite ver con claridad las poéticas de cada uno. Creo que es una muy, muy buena colección.

Lo que menos me ha gustado: tenerlo dedicado solo por Raquel, así que tendré que buscar a Antonio para que este libro esté “completo”.

¿Conocéis a los autores? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

Crítica: Thrall (Cautiverio)

Título: Thrall (Cautiverio)

Autor: Natasha Trethewey

Editorial: Valparaíso

Cuando, por lo vivido, por la propia biografía, se tiene algo grande que contar y decide hacerse a través de la poesía, el mérito es más que palpable.

Cuando, además, se hace desde una maestría como la de Natasha Trethewey, desde el estudio, la historia, el arte, la documentación, además de, por supuesto, una poesía tan bien elaborada como la suya, el mérito es doble y las garantías de éxito son abrumadoras.

Porque este ‘Cautiverio’ de la autora estadounidense es brutal, descarnado, duro, exigente… y está muy bien escrito (y muy bien traducido). Y es una poesía que cuenta, que denuncia, que informa, que detalla, pero, por encima de todo, es una poesía que llega y que abre la curiosidad por ir más allá de lo que la poeta nos ofrece, por investigar en esos cuadros que usa como excusa y como punto de inicio para hablar de la esclavitud, del racismo, del clasismo, del avance de la historia

Y qué bueno es encontrarse con poetas así y con poemarios así, que no estén vacíos, que no sean pretenciosos y, sobre todo, que no lo sean desde una calidad más que cuestionable.

La historia de esta mujer es de esas historias que merece la pena ser leída, y ella se encarga de hacerlo a la perfección a través de su poesía, de lo que os comparto algunos versos.

De “El milagro de la pierna negra, 3”

Si no es la inmanencia,

el ancla luminosa del alma, la sangre traspasada de uno

al otro, ¿qué conocimiento ronda a cada cuerpo,

qué historia, qué dolor fantasma? Siempre hay un hombre

más abajo, en una tumba o en la tierra, y otro

más arriba, más cerca del cielo; uno siempre está enfermo,

el otro es un cuerpo a su servicio, saqueado.

De “Taxonomía 2. De español y negra produce mulato”

Sin embargo, los siglos no han apagado

la aspereza de la expresión de un niño.

De “Torna atrás”

cómo es posible

que un hombre pueda amar

y menoscabar tanto al mismo tiempo aquello que ama.

De “Artefacto”

entonces supe el verdadero significado del rifle: una reliquia

tan afilada como la tristeza, con su cañón vacío

como el arrepentimiento.

O esos poemas de querer leer varias veces, en inglés y en castellano, como “Los americanos” o “Mano prieta”.

Así, con la autoridad que la vida y la experiencia otorgan, con el dolor arrastrado en cada verso, Tretheweynos relata todo lo que considera (porque lo es) importante, nos sitúa en el mapa que ella quiere, y no podemos más que estar agradecidos.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: aprender historia y arte a través de la poesía.

Lo que menos me ha gustado: darme cuenta de que, por esa costumbre mía de leer casi siempre poesía escrita en castellano, me estoy perdiendo mucha poesía tan buena como esta.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“ver cómo el pasado nos hace cautivos,

su hermosa ruina grabada en nuestra imaginación”

 Fragmento de “La ilustración”, Natasha Trethewey