Crítica: Pepper Seed

Título: Pepper Seed

Autor: Malika Booker

Editorial: Valparaíso

Creo que no es la primera vez (ni creo que sea la última) que digo que es un hecho que me estoy perdiendo poesía de otros países por mi “manía” de leer poesía escrita en castellano. Sé que es así y sé que no debería serlo, pero no puedo luchar contra mis gustos. Al menos, no siempre.

El asunto cambia si pongo un poco de mi parte y “me fuerzo” a leer a poetas que escriben otros idiomas (a ser posible, que pueda leer tal y como los escriben) y si las traducciones son buenas, algo que Valparaísogarantiza siempre.

Llevo ya varios poemarios de autores y autoras que escriben en inglés y, la verdad, aunque no se ajustan a esos requisitos tan estrictos que tengo cuando leo poesía, hay que reconocer que son muy potentes, que está bien leer poemas diferentes a lo que se suele leer y, desde luego, que hay temáticas e imágenes que no dejan indiferente en libros como este “Pepper Seed”.

Porque es un libro crudo, como la vida de su autora. Un libro en el que se puede sentir el dolor, escuchar los gritos de desesperación, oler la sangre. Un libro que supone un escalofrío, una mueca de angustia, un alarido. Un libro que estremece.

Y a mí, como ya sabéis, me gusta que me duela la poesía. No me importa en absoluto esa poesía vacía de todo, es (en mi opinión) mal llamada “poesía de la experiencia”, porque no supone ninguna experimentación. La poesía tiene que ser aguja, tiene que ser puñal, tiene que incrustarse bajo la piel del lector. Si no, es otra cosa. Tendrá otro nombre. Pero –como siempre he defendido y defenderé– no es poesía.

En este libro se habla de maltrato, de machismo, de crueldad, de abusos, de violencia, de desamparo. Se habla de víctimas y de culpables, y de cómo las víctimas arrastran el dolor recibido durante toda su vida, durante cada verso, a través de los poemas. Porque la poesía es eso, un conductor de emociones, un vehículo en cuyo interior se vierte todo aquello que queremos hacer llegar a otras partes, sacar de nosotros, compartir, tratando de que sea más llevadero tanto para quienes la escribimos como para quienes puedan leernos.

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado/impactado:

Del poema Salsa picante

Me dijeron que le separó las piernas y le dijo:

Voy a enseñarte que me robes, señorita.

Oí decir que sacó una cucharada de salsa de un cuenco blanco

y se la metió a la nieta en lo más hondo del coño.

Oí decir que se oyeron gritos en la casa durante todo el día.

Del poema Las hormigas rojan pican (algunos fragmentos)

Serás una puta como tu madre

me decía la abuela todo el tiempo

como si dijera buenos días.

[…]

Mi padre era todo para ella,

mi hermano, su mundo.

Sus hijas solo recibían insultos.

[…]

No puedo mencionar aquellas palabras clavadas para siempre,

no puedo hablar de los hombres bajo quienes permanecí indiferente,

tus palabras marcadas en la piel

de entre mis muslos, las piernas abiertas como una puta.

No me digáis que no golpean con una fuerza descomunal…

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: la facilidad con la que todo ese dolor ha sabido llegarme, cómo he podido ser protagonista de todo ese sufrimiento, comprenderlo para, sin hacerlo propio, apiadarme de él.

Lo que menos me ha gustado: quizá un poco denso para tratar temas tan duros, pero solo es un quizá… 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Estoy al borde de este acantilado esperando que

los huesos

se levanten y reclamen sus nombres”.

 Fragmento de “Saltadores”, Malika Booker

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