Crítica: Musa insumisa

Título: Musa insumisa

Autora: Manuel Francisco Reina

Editorial: Valparaíso

Premio Provincia de Guadalajara “José Antonio Ochaíta” 2022

Siempre que Manuel Francisco Reina publica libro nuevo es un acontecimiento, especialmente (si me lo permitís) si se trata de poesía.

Esta Musa insumisa no es menos, por mucho que llegara después de todo un Premio Jaime Gil de Biedmacon ese librazo que es Servido en frío. De hecho, este poemario también va con premio, además de con una imagen de cubierta, a cargo de Javier Cámara Sánchez Seco, que es una preciosidad y todo un acierto.

Es este un libro diferente. Un libro en el que se percibe el universo lírico de Reina, pero, quizá, con un punto más de sofisticación que lo elevan a un nivel distinto, que lo destacan por encima de otros poemarios del autor en ese sentido.

Puede que lo más curioso del libro y lo que hacen que se distinga de otros es todo el tiempo durante el que se ha ido escribiendo, ni más ni menos que veinticinco años. Como comprenderéis, en tanto tiempo se ha escrito, reescrito, ampliado, desechado, corregido, incluido, eliminado… Veinticinco años dan, además, para vivir mucho, para evolucionar tanto a nivel personal como a nivel poético, y eso se puede apreciar en el recorrido que supone la lectura.

El tema es otro de los puntos clave. La libertad. ¿Existirá concepto más amplio que este? Libertad desde su opuesto, desde la jaula con la que comienza el primer poema, pasando por distintas patrias –reales o metafóricas–, por fronteras, por límites, paisajes, destierros… por el amor, por el dolor, por el recuerdo. En definitiva, por todos los momentos vitales en los que sentirse libre es casi el único objetivo, la meta final, el compromiso.

“No es un libro fácil”, me avisó el propio autor cuando supo que lo estaba leyendo. Y no, no lo es, pero nadie quiere que la poesía sea fácil. Porque no entraña una dificultad extrema, sino que requiere de una mayor concentración, de una mayor capacidad de abstracción, de una implicación con la lectura más próxima, más profusa. Solo así seremos capaces de absorber todo aquello que Reina nos entrega en sus poemas, en ese largo periodo vital de escritura, en ese compromiso absoluto con la poesía, con la verdad, con la libertad más palpable que existe, que no es otra que nos hace vivir sin yugos ni ataduras, aquella que nos concede la ligereza necesaria para caminar sin cadenas, aquella que nos permite ser.

Un poemario, como todos los publicados por Manuel Francisco Reina, que guardar cerca, que releer, que abrazar siempre que se quiera dar respuesta a la sempiterna pregunta de para qué sirve la poesía: para ser libres.

Lo que más me ha gustado: hay un poema que me gusta muchísimo y que tengo recitado por aquí: Ara belli. Maravilloso. Eso y algo que siempre me ha encantado de los libros de Reina, las citas que se incluyen, que son una delicia.

Lo que menos me ha gustado: sería incapaz de destacar algo negativo de la poesía de Manuel Francisco Reina.

“La risa es tan solo una trinchera”.

Manuel Francisco Reina

Crítica: Una muerte íntima

Título: Una muerte íntima

Autora: Teresa Núñez 

Editorial: Huerga & Fierro

Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares” 2022

Este libro ganó el “Ciega de Manzanares” el año antes que yo, por lo que tuve la suerte de compartir acto con su autora, de poder escuchar cómo recitaba algunos de los poemas y de conversar un rato con ella.

Si os soy sincero, no me lo monté muy bien (y me arrepiento de no haberlo hecho). No investigué absolutamente nada sobre ella ni sobre el libro, y creo que tendría que haberlo hecho (enero ha sido un mes muy complicado, diré a mi favor). Eso sí, quizá la sorpresa fue mayor al saber de ella y de su poesía esa misma tarde, en Manzanares, en el acto en que se me premiaba a mí y se presentaba su libro. Porque me gustó mucho escucharla, igual que me gustó mucho cruzar con ella algunas palabras.

Podría enumerar los premios que atesora Teresa, que son muchos, pero me voy a centrar solo en este poemario, que es el que reseño. 

“Una muerte íntima” es uno de esos libros que se escriben estando mal, tratando de (como dijo Félix Grande), “poner al dolor a trabajar al servicio de la vida”. Una ruptura es una tormenta que hay que atravesar con las fuerzas al mínimo; una ruta que hay que transitar a oscuras; un luto más con el que debemos convivir acompañados de un dolor inmenso. Eso es este poemario. Un libro de un dolor palpable, tanto que está en cada objeto de la casa, en los muebles, en la ropa, en todas y cada una de las habitaciones compartidas. Una forma terapéutica de intentar sanar a través de la escritura. Ya sabéis que es justo esta la poesía que me gusta (y la que yo también he escrito últimamente, la que veréis en mi siguiente poemario, “Alas para los ángeles”), así que ha sido una auténtica delicia leer a Teresa.

Me gusta, además, saber que mi libro va a formar parte de esta misma colección, que será el número XXII de este premio que ha logrado unirme a La Mancha, el otro 50% de mi sangre, tierra en la que espero poder compartir mi poesía.

Leed poesía, amigos. Sabed encontrar la poesía que de verdad merece ser leída. Buscad a poetas de los que escriben desde el conocimiento y la autenticidad. Huid de quienes solo son producto del marketing. Teresa Núñez es una poeta a la que leer, y esta muerte íntima que nos trae es un libro cuya lectura es, además de disfrute, aprendizaje.

Lo que más me ha gustado: verme reflejado en ese mismo proceso de duelo posruptura, identificarme con muchos de los versos.

Lo que menos me ha gustado: como no puedo reprocharle nada al libro, diré que las ganas que tengo de ver mi libro publicado ya, con lo que pesa la espera hasta noviembre.

“Escapaste

mucho antes del alba,

sin que yo adivinase que vivía

con un desconocido”.

Teresa Núñez

Crítica: Tiempo de espera

Título: Tiempo de espera

Autor: José Sarria

Editorial: Valparaíso

Me crucé con José Sarria en Granada, durante el Festival Internacional de Poesía de Granada del año pasado, en el local de la editorial Valparaíso. Yo sabía quién era, claro, y él, que salía de allí en el momento en que yo entraba, me saludó con una sonrisa. “Además de buen poeta, es un tipo educado”, pensé (siempre me han gustado las personas que sonríen al saludar y al despedirse). Dudo que él me conociera en ese momento, pues yo iba a ver por primera vez mi “Hogares impropios”, a tener, por primera vez, un libro de poesía mía entre las manos. Parecerá una tontería, pero, desde ese momento, José Sarria fue parte de esa vivencia mágica, pues su sonrisa precedió a la mía al ver lo bonito que había quedado mi libro.

Ya había leído algo de su poesía, pero ha sido este “Tiempo de espera” el primer libro suyo que he leído. Y, sin haber leído ningún otro, creo que tenía que ser justo así. 

Me llega este poemario en un momento en el que hago todo lo posible por acumular tiempo vivido, por saber cultivar la espera, por buscar paciencia, calma, sosiego, paz. Y este libro es justo eso. Un cúmulo de instantes tan pequeños como imprescindibles, tan sutiles como ceremoniosos, tan impredecibles como ciertos.

Sarria nos agarra la mano y nos muestra sus claves para atesorar todo aquello que importa, lo que siempre queda adherido al recuerdo, lo que da forma a la forma que vamos adquiriendo según vivimos y según cómo vivimos.

Un canto a descubrir la belleza en cada mirada, en cada caricia, en lugares que son nuestros por derecho, que nos pertenecen porque nos han abrazado alguna vez y nos han hecho sentir indestructibles.

Una duda abierta y ofrecida al lector con la hospitalidad de un poeta que sonríe al saludar y al despedirse, que entrega su palabra como quien abre su casa al amigo de siempre. Un saber compartido con la humanidad con olor a café y a especias. Una vuelta al primer brote, al primer eco, a la esencia de la que todos partimos.

Un libro que es un regalo de uno de los poetas a los que el tiempo no envejece, sino que agiganta.

Un libro donde esperar al tiempo con el corazón lleno de memoria.

Lo que más me ha gustado: volver a mis orígenes gracias al viaje a la infancia que el libro propone y, por conexión, esa última parte donde Sarria lanza preguntas para que busquemos respuestas en todo aquello que recordamos.

Lo que menos me ha gustado: sin que sea algo que me disguste (es más, es algo que siempre agradezco cuando leo poesía), ese pellizco al revivir ausencias, al saberme un poco más solo que antes, un poco más frágil, un poco más expuesto al dolor. GRACIAS.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“¿Por qué lo llaman olvido si su nombre verdadero es herida?”.

José Sarria

Crítica: Servido en frío

Título: Servido en frío

Autor: Manuel Francisco Reina

Editorial: Visor

XXXII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma

Es cada vez más agradable encontrar poemarios premiados que merezcan dichos premios. Y lo digo sin querer entrar en más detalles…

Antes de hablar de este libro, hay que saber que es un libro “paralelo” a El fiel de la balanza, publicado por Cuadernos del Laberinto y cuya reseña en mi blog podéis leer aquí: https://jorgepozosoriano.com/2021/03/24/critica-el-fiel-de-la-balanza/ . Si aquel, que es poesía en prosa (y no prosa poética, cuidado), ya era un grito feroz en contra de las injusticias, de los desequilibrios (en varias de sus acepciones), de la traición y la perfidia, este otro, en verso, remata la faena. No sé si se puede decir que lo completa, porque El fiel de la balanza es un libro muy completo, pero sí es cierto que lo hace más redondo, que cierra el círculo con doble hilo, que son dos poemarios que se dan la mano para dar carpetazo a una historia de desamor tan real que duele al leerla, del mismo modo que es dolorosa de escribir.

Reina, que no tiene nada que demostrar a estas alturas, se hace con uno de los premios poéticos más prestigiosos del panorama nacional, editando, además, en una editorial del peso de Visor y con una imagen de cubierta ni más ni menos que creada por Alberti. Maestro y discípulo uniendo fuerzas para ofrecernos un poemario que es, sin duda, de los mejores del año; amigos que se reencuentran, cómo no, en la poesía.

Quienes estamos acostumbrados al lenguaje poético de Manuel Francisco lo vemos claramente en estos versos. Esta poesía suya, más actual (sin olvidar la tradición y con un dominio absoluto de la métrica, del ritmo y del lenguaje), más personal, más visceral es, en mi opinión, su mejor poesía. Ya sabéis de mi manía de enamorarme de los poemarios que me hacen un poco de daño, y este, que conozco desde hace ya mucho tiempo, me ha encantado.

Esta vez no voy a dejar por aquí algunos versos de distintos poemas, sino que voy a compartir un poema breve que he leído ya unas mil veces porque me parece maravilloso, por si os animáis a haceros con el libro y leerlo completo. Sobra decir, aunque vaya a hacerlo, que es un poemario que hay que tener sí o sí.

PATIENTIA

De toda tempestad en nuestra vida,

no hay náufrago que encuentre escapatoria

luchando contra el mar y su elemento,

Titán para el que somos una gota.

Yo alcanzo cada costa cotidiana

dejándome llevar por la tormenta

sobre el mástil partido de mis planes,

y vadeo huracanes casi ileso.

No sé vosotros, pero yo leo ese poema y me muero un poquito…

Lo que más me ha gustado: del libro no puedo decir nada más que insistir en que es una brutalidad, pero sí voy a añadir que me ha gustado mucho, muchísimo, que se le concediera un reconocimiento tan justo y tan servido en frío como el Gil de Biedma. Justicia poética, lo llaman algunos. 

Lo que menos me ha gustado: que no estés leyéndolo ya mismo, así que, corre, ponle remedio.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Tal vez es la justicia la que se sirve en frío”.

Manuel Francisco Reina, Servido en frío

Crítica: No

Título: No

Autora: Francisco José Martínez Morán

Editorial: Pre-textos

I Premio Internacional de Poesía Francisco Brines

Ya sabéis que me dejo orientar, en cuanto a lecturas poéticas, de determinadas personas, y a Francisco José lo conocí por mi querida Marina Casado, así que no dudé en leerlo.

En una de las tantas visitas a la Feria del Libro de Madrid de este año, fuimos a verlo y compartimos conversación, dedicatorias y versos. Y yo me hice con este “No” de título tan conciso, con la siempre sobria y perfecta edición de Pre-textos (me encanta la paleta de colores que usa) y que se alzó con el I Premio Internacional de Poesía Francisco Brines.

Cuesta encontrar poetas nacionales contemporáneos entre tanto fango. Sabéis de sobra cuál es mi opinión sobre esos “poetas” con tan poco mérito como el de tener muchos seguidores en redes y/o ser famosos, con una poesía tan pobre a la que se lanzan las grandes editoriales para hacer caja, sin que la calidad importe. Entre todo ese barro, como digo, cuesta dar con poetas que merezca la pena leer (y los hay, está claro). Cuesta porque los poemarios de poetas con poco peso en redes o en platós de televisión (entre los que me incluyo) no están en las librerías, ni siquiera los que, aunque solo sea por haber ganado algún premio, puedan tener cierto interés. Hay que saber qué libro buscas, pedirlo, que lo encarguen, que lo traigan… Liarla un poco para, al final, conseguirlo. Por eso, también, son tan importantes las ferias de libros. Porque, si se huye de esas colas kilométricas de lectores de famosos, se puede encontrar a autores de verdad, a poetas de verdad, se puede encontrar, por ejemplo, a Francisco José Martínez Morán.

Porque su poesía merece este premio y merece ser leída. Porque es escueta, sutil, frugal. Porque está perfectamente medida. Lo está cada palabra, cada verso, cada idea e imagen. Es difícil, creo, llegar al lector de poesía con poemas tan breves. Hay que dominar mucho las reglas poéticas del mal entendido verso libre, que no supone escribir como a uno le dé la gana, ni mucho menos. Hay que ser muy buen poeta para situar todo en su lugar preciso y, además, crear poemas tan bonitos y tan “de pellizco” como muchos de los que hay en este libro.

Sabéis, también, que no hablo más de la cuenta de cómo es la poesía de un determinado poeta, sino que prefiero contaros una opinión breve e invitaros a que los leáis desde el ofrecimiento de algunos de esosversos. Estos son los que he seleccionado para poneros el anzuelo y que leáis a este poeta:

De ZURCIDO:

“Aquí y allá los versos se repiten:

siempre trazan las mismas obsesiones,

el mismo ramillete

de círculos y fobias;”.

De TENSÓ:

“Ahora ya no sirve la agudeza:

has descendido al barro y en el barro

se dilucidan todas tus opciones”.

De NOCTURNO (DESCONEXIÓN):

“Aquí, pero tan lejos.

Viajas en el preludio de lo roto”.

De ARCO DE MÍ:

“Que se lleve el incendio la memoria,

que arrase con la ruina

y deje tras de sí sólo silencio”.

De HIPÁLAGE (NOVIEMBRE):

“Camino sin propósito,

como cualquiera vive”.

Lo que más me ha gustado: me repito bastante en este argumento, pero, además de gustarme mucho la poesía de este poeta, me quedo con descubrir luz entre tanta cueva, de encontrar verdad entre tanta impostura.

Lo que menos me ha gustado: por ponerme algo pejilguero y caprichoso, algún poema largo, por tener el tiempo de poder introducirme más en él.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Repasas la penumbra.

Este es tu territorio:

nada te pertenece

con más limpia justicia

que la indefinición”.

Francisco José Martínez Morán

Crítica: Leer después de quemar

Título: Leer después de quemar

Autor: Rafael Soler

Editorial: Olé libros

Para leer la poesía de Rafael Soler hay que hacerlo de manera correcta. No es Soler un poeta a quien se pueda leer en pijama, despeinado, con el cuerpo a medio despertar. Cuando se lee a Soler hay que pensar que se va a hacer algo solemne y, por esa solemnidad, requiere que cada cual se atavíe como mejor considere o pueda. 

Camisa bien planchada. Vestido bien plisado. Corbata o collar de perlas si me apuráis. Una buena copa de vino o, ya puestos, un buen güisqui. Y música. Jazz. Piano. Algo tranquilo, de película en blanco y negro, de concierto sudoroso en los años 50.

Entonces, sí. Entonces, podemos empezar a leer a Rafael Soler.

Fuera bromas, qué experiencia la de leer esta selección poética del autor. Porque no es un poeta al uso. No es una poesía académica, ni en las formas ni en el mensaje, pero qué poesía. Qué poemas más directos a la sien, qué versos tan punzantes, qué finales tan rotundos. Imposible quedar indiferente.

Porque Soler se mueve bien en la provocación, en el complicado juego de la seducción, es un gato salvaje que, bien con ronroneos o a zarpazos, deja, con su poesía, alguna señal visible en el cuerpo y más allá de él. Trasciende lo físico para llegar a lugares más profundos del consciente y el subconsciente. Deja huella.

Con un verso libre, alejado de estructuras a las que estemos acostumbrados (no las necesita), el poeta se hace gigante no solo en su corporeidad, sino, también, en su voz. Y no me refiero solo a su profunda voz de locutor de radio (qué voz), sino a su voz poética, a todo lo que tiene que decir a través de su poesía, que es mucho.

Este libro incluye poemas de “Los sitios interiores”“Maneras de volver”, “Las cartas que  debía”“Ácido almíbar”, y “No eres nadie hasta que te disparan”, por lo que incluye poemas de toda la obra poética del autor, a excepción de su último poemario, “Las razones del hombre delgado”, que me muero por leer. Por lo tanto, creo que es una muy buena forma de iniciarse en la poesía de Soler, si bien está a la venta, también, “Vivir es un asunto personal”, la poesía completa, también con Olé libros.

Por haceros partícipes, también, de la poesía de Soler, comparto algunos de los versos que más me han gustado.

De PODRÍAS JURAR QUE TUVO UNA LENGUA LLAMADA CAROLINA

“rehén en la penumbra quieta

rechaza ese temblor que llaman esperanza

repite

          perder para ganar es el secreto”.

De LVIII

“Yo no traje los acantilados

a este páramo de sangre

ni forjé las noches de tormenta que me dices

ni puse viento

en la acerada mies de tus entrañas”.

De ESTA VEZ SÍ, TE LO PROMETO

no es lo mismo morir a que te mueran

De ELOGIO DE UN TAJO EN NUESTRO CUELLO

“la tristeza es un charco a cuya orilla llegan

en busca de consuelo los suspiros

y aquel silencio oscuro que habitó entre nosotros”

De CUADERNO DE RODAJE

“como quien dice

solo ama bien quien bien padece

como quien dijo

cada Caín tiene su Abel y viceversa

De A TI, QUE SIEMPRE ME SOMETES

“Se empieza por ser dios

a ratos libres y a deshoras

Podéis buscar, también, el poema que cierra este libro y que es una auténtica maravilla: ASOMADO A UN INSTANTE QUE NO ES TUYO.

No me digáis que no tienen una fuerza impresionante…

Lo que más me ha gustado: leer, de una vez, a Rafael Soler (lo tenía muy pendiente), además de dos poemas que me han encantado, como son “Asomado a un instante que no es tuyo” y “Elogio de un tajo en nuestro cuello”. También, esos poemas en los que el poeta hace una apelación constante a un dios ausente, que son muy potentes.

Lo que menos me ha gustado: hay poco negativo que decir sobre la poesía de Soler. La única pega que puedo poner, y ya que he tenido el placer de escucharle recitar varios de sus poemas, es tener que leer con mi voz y no escucharlos en la suya. Quitando eso, nada que añadir.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

«pero es preciso indagar

es preciso indagar

solo así da su fruto

el vientre estéril de lo eterno”.

Rafael Soler

Crítica: La curación del mundo

Título: La curación del mundo

Autor: Fernando Beltrán

Editorial: Hiperión

Conocí a Fernando Beltrán la tarde del 1 de diciembre, en la Tercera sesión del Ciclo “Poetas de Adonáis”en la Tertulia Montesinos, a la que fui para ver y a apoyar a mi querida Marina Casado, pues intervenía junto al propio BeltránRafael Soler y Miguel Galanes.

Qué lujo y qué rato más agradable.

Sin que tenga que ver con la reseña (o sí), necesito decir que yo llegué hundido. Que mi relación de más de seis años se había terminado solo dos días antes y que estuve a punto de quedarme en casa, pero no lo hice. Esa tarde lloviznaba en Madrid, así que caminé desde casa hasta el lugar donde tendría lugar el encuentro y me dejé abrazar por la poesía. Como siempre que hay buena poesía por medio, el abrazo fue infinito y absolutamente reconfortante.

Rafael Soler ya lo conocía, aunque no lo había escuchado recitar, y esa voz que tiene te atrapa desde el primer verso.

Con Beltrán y Galanes era mi primer encuentro y, si bien el segundo no terminó de gustarme, me enamoré por completo de Fernando. Por la historia que contó. Por cómo la contó. Por los poemas que recitó y por cómo lo hizo. Qué maravilla de poesía, qué voz, qué manera más magnética de recitar. Leyó un poema que, según contó, escribió en el confinamiento después de haber tenido un encuentro algo místico con una peregrina francesa y que mantuvo a la sala en absoluto silencio. Un poema largo (que no suelen ser mis preferidos), con unas repeticiones que se te iban clavando en el cerebro, con un ritmo perfecto, un sonidoperfecto, unas imágenes perfectas. Supe que tenía que encontrar ese poema para leerlo y releerlo y, al fin, lo encontré en este magnífico poemario que es “La curación del mundo”, abriéndolo, como una mariposa rompiendo la crisálida. 

A día de hoy puedo decir, por una parte, que ese “La jerarquía del ángel” es uno de mis poemas favoritos y que Fernando Beltrán se ha convertido en un poeta al que tendré muy, muy en cuenta.

Con una poesía muy personal, distinta sin tratar de quebrar la tradición, con repeticiones brillantemente traídas (me encantan las buenas repeticiones en poesía), con historia –la suya, la del poeta y un momento vital complicado– que se siente como propia… Una maravilla, de verdad. Un poemario que recomendaré y regalaré, porque lo merece.

Lo que más me ha gustado: ese poema inicial que voy a leer una y otra vez, sin dudarlo. Me parece un poema espectacular. También, encontrar poemas bastante largos que, lejos de aburrirme, me han tenido pegado a cada verso.

Lo que menos me ha gustado: sin que sea algo malo, porque creo que es muy acertado, me ha gustado tanto que se me ha hecho algo corto.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“A la naturaleza le da igual que mueras o no mueras”.

Inicio de “La jerarquía del ángel”, de Fernando Beltrán en “La curación del mundo”.

Crítica: Arden las pérdidas

Título: Arden las pérdidas

Autor: Antonio Gamoneda

Editorial: Tusquets

Antonio Gamoneda lo conocí en persona escuchándolo recitar en un encuentro entre la poesía rumana y la poesía española celebrado durante la Feria del Libro 2021 en la Casa de Vacas de El Retiro. Resultado: me enamoré de él. No solo por lo que recitó y por cómo lo recitó, sino por lo que contó y cómo lo contó, por cómo es él, un poeta inmenso en el cuerpo de un hombre humilde y sencillo.

Supe, desde ese momento, que tenía que leerlo más allá de algunos poemas buscados en internet, y me he iniciado con este “Arden las pérdidas”, editado con la elegancia típica de Tusquets.

No sé si es el mejor libro de Gamoneda para empezar a leerlo ni si es su mejor libro, pero, con autores como él, creo que poco importa. Lo tenía que leer. Lo quería leer. Y eso he hecho. En mi primera visita a la preciosa “La cafebrería”, me hice con este poemario y con “El libro del frío”, también del poeta ovetense, un botín más que satisfactorio de mi paso por ese oasis literario.

Es un libro peculiar, o eso creo, con poemas breves (a veces, muy breves) y la aclaración del propio autor en una nota final de que son, en ocasiones, fragmentos de otros poemas suyos, recortes con o sin algunas variantes, diálogos con otros poetas. Original, desde luego, es. Y, si no me equivoco (tendré que verlo según lea más al poeta), una buena forma de acercarse a la poesía de Gamoneda.

Ya desde el título podemos ver de qué trata este poemario: de aquello que ya no se tiene pero que aún se recuerda. De lo que se ha perdido, pero se mantiene de alguna forma. De la vida que pasa y nos pasa, en definitiva. Un tema tan recurrente en poesía como necesario, pasado por el sencillo y magnífico tamiz de un poeta esencial en la literatura en castellano, uno de los grandes.

Con un lenguaje sin pretensiones, con cercanía, con oficio y con una voz potente, precisamente, por la complicada sencillez con la que escriben los buenos poetas, los versos de Gamoneda se quedan enganchados en las pupilas, en los dedos, en los labios. Y se releen, porque piden ser releídos. Y se piensan, porque también eso reclaman.

Y, sí, se quiere más a Gamoneda, se le reconoce más, se le sitúa donde merece: entre los poetas que perdurarán en el tiempo, con esa llama encendida que arde, incluso, en lo que se pierde.

Lo que más me ha gustado: además de leer por fin en serio a Gamoneda, la última parte, con poemas en prosa más extensos, me ha gustado muchísimo.

Lo que menos me ha gustado: puede que algunos poemas demasiado breves que habría agradecido algo más extensos, aunque, entonces (claro), serían otra cosa distinta.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Es la agonía y la serenidad.

Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo. En cualquier caso, ya

la única sabiduría es el olvido”.

Antonio Gamoneda”, en “Arden las pérdidas”.

Crítica: Mi sombra es la madrugada

Título: Mi sombra es la madrugada

Autor: Elízabeth Echemendía

Editorial: Valparaíso

Estando en la Feria del Libro de Madrid, me enteré de que había dos buenas poetas vendiendo y dedicando sus poemarios. Una era la colombiana Andrea Cote, con su poemario “En las praderas del fin del mundo”(probablemente, el próximo que lea); y, la otra, la cubana Elízabeth Echemendía, con este “Mi sombra es la madrugada” que os traigo hoy. Ambos poemarios editados por Valparaíso, una editorial que no necesita presentación.

Cuando fui a la caseta, además de a @jotasantatecla , me encontré con una chica joven (del año 1992), alegre, espontánea y muy agradable al trato. Era Elízabeth, con ese acento tan dulce de las personas nacidas por aquellas latitudes. Me llevé su libro, claro, y me incluyó una dedicatoria preciosa que era la antesala de lo que iba a encontrarme en sus páginas. También estuve un rato charlando con ella y con Jota. Charlando de poesía, de la suya y de la mía, y un poco de la vida en general. Hoy puedo decir que he ganado a una amiga con la que hablo de vez en cuando, con la que comparto poemas y lecturas. Encuentros en la Feria del Libro, maravillosos encuentros.

El libro, como os digo, trata varios temas que Elízabeth ya introdujo en esa dedicatoria “Tengo miedo de quedarme no sin palabras, pero sin contenido”. Y el miedo, sí, el temor está muy presente en este poemario. “Me temo mucho”. Un temor que inmoviliza el cuerpo por completo “Como teme el temor a la vida, / frágil, pero pujante; / témeme tú”. Un temor que se tiene y se asume, que se acepta y con el que se convive. Un temor que lo ensombrece todo.

Pero, también, hay amor en los versos de Elízabeth. “¿Aún me miras?”. Un amor de mujer teñido, eso sí, por el temor y el dolor que se intuye a lo largo de la lectura. Un amor que solo se muestra puro cuando le habla a su hijo. “Ser tu madre, duendecito, es despertar siempre / dentro del amor”.

Así discurren estos poemas, en esa dicotomía (sombra/madrugada) entre lo que se teme y lo que se ama; entre lo que se ama, aunque se tema; entre lo que da miedo temer porque se ama. “Le temo / de una manera incapacitante; / al temor, / al dolor /y a morirme de locura”.

Para mostrarlo de una forma más clara, os dejo estos versos del poema “Contra guerra”:

Te amo

            no quiero que te canses de mí;

te amo

           porque estoy cansada de mí

           es que te temo;

temo,

          no solo temo, me canso

mucho, pero mucho

          de temer que tú te canses.

Una poesía que va pellizcándonos de forma leve pero constante, porque el dolor se cuela entre algunas palabras. Una poesía sincera, igual que la sonrisa de su autora, igual que sus temores e igual que todo aquello que ama.

Una edición en la que se reconoce sin problema el trabajo, siempre serio, de Valparaíso.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: me quedo con Eli, sin duda. Con saber que compartiremos poesía, que nos leeremos, que aprenderemos juntos. El libro está genial y hay que decirlo, pero, una vez más, me quedo con la persona.

Lo que menos me ha gustado: tendré que decir que lo malo es que Elízabeth no viva en España, porque (estoy seguro) podríamos compartir muchas más charlas, participar en actos juntos y todo eso que hacemos los locos que escribimos cuando encontramos a personas afines a nosotros, ¿no os parece?

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Pero qué difícil es salir del sufrimiento

cuando creemos que nos vuelve poesía”.

 Fragmento de un poema sin título, Elízabeth Echemendía

Crítica: De las horas sin sol

Título: De las horas sin sol

Autor: Marina Casado

Editorial: Huerga & Fierro

Adquirido en: Caseta de Huerga & Fierro, Feria del Libro de Madrid

Muchos se preguntan para qué sirve la poesía. Por qué, en los tiempos que corren, sigue habiendo personas que siguen escribiendo poemas. Un género que casi nadie lee. Que es complicado de encontrar en la mayoría de librerías. Un género sobre el que (dicen) ya está todo inventado.

Por otra parte, muchos hemos hablado acerca de esa nueva (y mal llamada) nueva corriente poética, tan abundante en redes sociales como carente de calidad poética. Esos textos (ya sabéis que me niego a llamarlos poemas) se leen, se comparten, dan dinero y seguidores… La única explicación que he encontrado cuando he preguntado por ahí es que “es sencilla y se entiende”. Vamos, que ni se han parado a leer a poetas que escriben poesía de verdad y que se entiende y que nos (les) gusta lo simple, lo inmediato, lo que no les hace dedicar más de un segundo. Insisto: a mí, no me vale con eso.

Vuelvo a esta nueva crítica dos días después de haber tenido el inmenso honor de escuchar a Antonio Gamoneda hablar de poesía, además de recitarla. En su intervención, que escuché con el vello de punta, dijo que, a esos “poetas realistas” (así llama él a quien dice escribir poesía sin pudor ni vergüenza), siempre les dice lo mismo: “No se escribe la vida. Se vive la escritura”. Y yo, que sabéis que tengo un respeto enorme por los grandes poetas, no voy a añadir más al respecto.

Volviendo al primer párrafo, la poesía sirve. Claro que sirve. Y este “De las horas sin sol”, de Marina Casado, es un claro ejemplo de esta afirmación. En un rato sabréis por qué.

A Marina llegué después de que @elgeneracional , a través de @williamalex_26 ,la entrevistara. Como ha sido la siguiente en hablar de poesía después de mi entrevista, me interesé en leerla y vi, con alegría, que opinábamos de forma muy parecida respecto a lo que he expuesto antes. Además, viendo lo que tenía escrito hasta ahora, me llamó mucho la atención este poemario que hoy os traigo, y lo hizo por la simple razón de que, por desgracia, tenemos algo en común: haber perdido a uno de nuestros padres demasiado pronto. Este “De las horas sin sol” habla, precisamente, de esa pérdida que sufrió la autora, convirtiéndose en un precioso homenaje a su padre y, al mismo tiempo, en una terapia aplicada a sí misma a través de los versos, gracias a la poesía. Del mismo modo, y de forma indirecta, también me ha servido a mí para volver al recuerdo de mi madre, para verla en algunos de los poemas de Marina, para recuperar con más fuerza aún su recuerdo y, tal y como hizo ella al escribirlos, homenajearla con la lectura. Fijaos si la poesía sirve de algo…

El libro lo compré en esta maravillosa Feria del Libro de Madrid que tanto he disfrutado este año, con la suerte de que Marina vino a verme firmar y pudo dedicármelo “con la terrible conciencia de que me comprendes”. Y tanto que te comprendo. Y tanto que es terrible.

Poeta joven, pero con un buen catálogo de libros, madrileña, sincera, profesora de Lengua y Literatura, Licenciada en periodismo, Doctora Cum Laude en Literatura Española… Y, desde que cruzamos un par de palabras por redes y nos pusimos cara en El Retiro a los pocos días, amiga y poeta a la que seguiré leyendo, sin duda.

Porque, no. No todos los poetas jóvenes pertenecen a ese grupo de “poetas realistas” del que hablaba Gamoneda. No todos escriben desde la ignorancia y la falta de interés en la poesía. No todos viven por y para las redes y sus miles de seguidores. También hay poetas jóvenes, como Marina, que se toman muy en serio esto de escribir poesía. Que la leen, la trabajan, la respetan y la hacen aún más grande. Porque, sí. Sigue habiendo poetas a quienes merece la pena descubrir y leer.

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado:

Del poema Western, domingo

Tengo los ojos llorosos de pretéritos.

Tengo todos los sueños conspirados

para perder la fe en la realidad.

La vida se disfraza de domingo

con las alas cerradas.

Del poema La eternidad

Y cuando nos sonríe,

es también tu sonrisa

la que vive por dentro de sus labios,

y algo en la noche que no acaba

me descifra, despacio,

el guiño triste y victorioso de la eternidad.

Dicho esto, voy con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: haber descubierto a una nueva (para mí) poeta y ver que nos unen tantas cosas, algunas terribles; otras, maravillosas.

Lo que menos me ha gustado: que ahora tendré que hacerme con más poemarios de Marina. Para empezar, “Este mar al final de los espejos”, poemario ganador del Premio Carmen Conde de Poesía.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Cada ciudad escoge un corazón para llorarlo.”.

Fragmento de “Todas las lluvias que pasé contigo”, Marina Casado