Crítica: La casa grande

Título: La casa grande

Autor: Rosana Acquaroni

Editorial: Bartleby Editores

Llegué a Rosana Acquaroni por esa maravillosa antología a cargo de Manuel Francisco Reina llamada “Mujeres de carne y verso”, una rosa de los vientos para ubicarse en lo mejor de la poesía escrita por mujeres en castellano que debería estar en todas las bibliotecas del mundo. Allí pude leer algunos poemas de “la Acquaroni” que ya me cautivaron, pero no ha sido hasta ahora cuando me he tomado en serio leerla con mayor detenimiento, con más pausa.

Yendo a una librería –como acostumbro a hacer– solo para ver la sección de poesía, la mirada de la Rosana niña de la cubierta (qué foto más preciosa) se clavó en mí, pidiéndome que la llevara conmigo. Y así hice. Y qué acierto. ¿Sabéis esos poemarios que te quiebran un poco los talones? ¿Esos como “Los trescientos escalones”, “Toco la tierra”, “La paternidad de Darth Vader”, “Travesía”, “El libro de Lilit”, «Welcome to mí» o “De las horas sin sol”? Ese es otro de esos libros. Otro que se va a mi lista de poemarios favoritos, de los que recomendaré siempre, de los que regalaré, a los que volveré una y otra vez.

Porque los buenos poemarios cuentan historias, nos incluyen en ella y nos hacen atravesar las vivencias de quienes los escriben. Y menuda historia hay en este libro. Y qué preciosidad de poemas para contarla. Qué regalo nos ofrece Rosana Acquaroni revelándonos este secreto familiar. Qué grande hay en la poesía, amigos y amigas, cuando la poesía es grande.

Por suerte, además, he tenido el inmenso honor de conocerla, de escuchar a Luis Rosales en su voz, de conversar un ratito con ella y de traerme el libro a casa con una dedicatoria que le suma aún más al libro. Ella fue, también, quien me dijo que escuchara el primer episodio del podcast “De eso no se habla”, titulado “Preguntan por ti”, en el que habla de esta historia de “La casa grande”, de la historia de su madre (historión) y del porqué de este libro.

¿Tengo que decir, de nuevo, la felicidad que le debo a la poesía?

Como acostumbro a hacer con los poemarios que leo, os dejo algunos versos como muestra, por si os animáis a haceros con el libro y leerlo completo (creedme, en esta ocasión, no hay riesgo de equivocación).

“De la casa grande

solo recuerdo aquel armario blanco

encallado en aquel largo pasillo

como en un río encajonado y pedregoso

Un útero vacío que no sangrase nunca

y alumbrara por dentro”.

“Y es así como encuentro la tibieza

de una madre que sangra en otra herida, 

que prende en otro cuerpo de mujer”.

“Cuando abres los ojos 

todo se desvanece.

Has cumplido de pronto veinte años

y te han dejado sola,

en el instante mismo en que la vida

nos suelta de la mano

                                        para siempre”.

“Este es mi oro, madre,

un cuerpo de mujer hecho palabra,

cartomancia de pájaros e insectos

–su abanico de alas deslumbrantes–

señalando caminos.

Una vez me dijiste:

No hay edad suficiente para acallar la infancia.

Y mi espejo se empaña cada vez que te nombro”.

Venga, que alguien se atreva a decirme que no te estremece… 😉

Lo que más me ha gustado: todo. Sin peros. Sin quitar un solo espacio entre palabras. 

Lo que menos me ha gustado: que haga falta, a veces, vivir algo duro para que existan historias que contar.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Nada me pertenece.

Ni siquiera el olvido”.

Rosana Acquaroni, La casa grande

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Crítica: La curación del mundo

Título: La curación del mundo

Autor: Fernando Beltrán

Editorial: Hiperión

Conocí a Fernando Beltrán la tarde del 1 de diciembre, en la Tercera sesión del Ciclo “Poetas de Adonáis”en la Tertulia Montesinos, a la que fui para ver y a apoyar a mi querida Marina Casado, pues intervenía junto al propio BeltránRafael Soler y Miguel Galanes.

Qué lujo y qué rato más agradable.

Sin que tenga que ver con la reseña (o sí), necesito decir que yo llegué hundido. Que mi relación de más de seis años se había terminado solo dos días antes y que estuve a punto de quedarme en casa, pero no lo hice. Esa tarde lloviznaba en Madrid, así que caminé desde casa hasta el lugar donde tendría lugar el encuentro y me dejé abrazar por la poesía. Como siempre que hay buena poesía por medio, el abrazo fue infinito y absolutamente reconfortante.

Rafael Soler ya lo conocía, aunque no lo había escuchado recitar, y esa voz que tiene te atrapa desde el primer verso.

Con Beltrán y Galanes era mi primer encuentro y, si bien el segundo no terminó de gustarme, me enamoré por completo de Fernando. Por la historia que contó. Por cómo la contó. Por los poemas que recitó y por cómo lo hizo. Qué maravilla de poesía, qué voz, qué manera más magnética de recitar. Leyó un poema que, según contó, escribió en el confinamiento después de haber tenido un encuentro algo místico con una peregrina francesa y que mantuvo a la sala en absoluto silencio. Un poema largo (que no suelen ser mis preferidos), con unas repeticiones que se te iban clavando en el cerebro, con un ritmo perfecto, un sonidoperfecto, unas imágenes perfectas. Supe que tenía que encontrar ese poema para leerlo y releerlo y, al fin, lo encontré en este magnífico poemario que es “La curación del mundo”, abriéndolo, como una mariposa rompiendo la crisálida. 

A día de hoy puedo decir, por una parte, que ese “La jerarquía del ángel” es uno de mis poemas favoritos y que Fernando Beltrán se ha convertido en un poeta al que tendré muy, muy en cuenta.

Con una poesía muy personal, distinta sin tratar de quebrar la tradición, con repeticiones brillantemente traídas (me encantan las buenas repeticiones en poesía), con historia –la suya, la del poeta y un momento vital complicado– que se siente como propia… Una maravilla, de verdad. Un poemario que recomendaré y regalaré, porque lo merece.

Lo que más me ha gustado: ese poema inicial que voy a leer una y otra vez, sin dudarlo. Me parece un poema espectacular. También, encontrar poemas bastante largos que, lejos de aburrirme, me han tenido pegado a cada verso.

Lo que menos me ha gustado: sin que sea algo malo, porque creo que es muy acertado, me ha gustado tanto que se me ha hecho algo corto.

¿Conocéis al autor? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“A la naturaleza le da igual que mueras o no mueras”.

Inicio de “La jerarquía del ángel”, de Fernando Beltrán en “La curación del mundo”.