Crítica: Matriz

Título: Matriz

Autora: Pedro J. Plaza

Editorial: Valparaíso

VIII Premio Valparaíso de Poesía

Premio Andalucía de la Crítica de Poesía

Conocí a Pedro en una llamada que, una tarde, me hizo, sin que yo tuviera su número ni supiera quién era. Se presentó y me contó que, desde ese año, la Editorial El Toro Celeste –que dirige– iba a editar los libros ganadores del Premio Antonio Gala de Poesía, empezando conmigo. Desde entonces, claro, es mi editor, y esa ya es una relación bastante estrecha.

Pero, además de editor (y de otras tantas cosas), es un poeta enorme, tal y como demuestra en esta, su primera obra publicada. De hecho, como veis, “Matriz” ha merecido no solo el Premio Valparaíso de Poesía, sino, ni más ni menos, el Premio Andalucía de la Crítica. Merecidos los dos premios, ya os lo digo. Merecidísimos.

Con el libro llevo desde la pasada Feria del Libro de Madrid, donde nos conocimos en persona, y lo tengo con una dedicatoria preciosa, desde entonces. Y, no, no lo he leído hasta ahora. Creo con firmeza que los libros eligen su momento para ser leídos (me pasa más aún con los libros de poesía), y este ha esperado casi un año hasta reclamarme el suyo. 

Qué deciros de esta “Matriz”… Con toda la poesía que he leído (y la que me queda por leer), puedo afirmar que es un libro diferente, separado de corrientes y modas, que se salta toda estructura posible para (así lo he sentido yo) darle la importancia a lo que en realidad importaba, a la historia, a la vivencia, al dolor, al sufrimiento. Porque el libro duele. Mucho. Muchísimo. Siempre se dicen frases del tipo “una madre es una madre”, “madre no hay más que una” o “como el amor de una madre, ninguno”; y, sí, somos muchos los afortunados que hemos contado con una madre a la altura de todas esas frases, pero, por desgracia, hay otros muchos que no. Y este es el caso de Pedro J. Plaza, quien no duda en sacar a la puerta de su casa todos los escombros vitales que ha ido acumulando a lo largo de los años, todas las vivencias que lo partieron en dos, todos los recuerdos que vuelven a abrir las cicatrices. Muchas de esas vivencias, muchos de esos recuerdos, vienen del mismo sitio, de la “matriz” entendida desde su etimología, desde la madre, la maternidad, matermatrix. Y duele leerlo, os lo aseguro, más aún a quienes conocemos y tenemos cariño a la persona que ha atravesado todo ese dolor.

Pero, amigos, amigas, esta es una de las razones por las que la poesía es imprescindible. Con todo el daño, con todo el sufrimiento, con todas las lágrimas, las heridas, las cicatrices… con todo el dolor, sin literatura, sin poesía, ¿qué quedaría? ¿Cómo nos sacaríamos toda esa negrura de dentro, ya sea como lectores o como escritores? Probablemente haya otros canales en los que volcar las lágrimas, pero quienes amamos la poesía sabemos que no hay ninguno tan poderoso.

Reconozco que me costó un poco habituarme a la forma de los poemas (yo, que soy tan de un tipo de estructura al leer y al escribir), pero, la verdad (y sabéis que no miento cuando reseño libros) es que me ha encantado. He tenido que hacer algunas pausas para asimilar el pinchazo, pero toda la crudeza de lo que se cuenta en este poemario se supera gracias a la capacidad amatoria de Pedro, a su resiliencia, a su perdón, a su crecimiento.

Un ejemplo de vida a través de la poesía. ¿Qué más le podemos pedir a un poemario?

Lo que más me ha gustado: que me haya gustado tanto, aunque se salga de “mi estilo”, haber encontrado tanta belleza en el dolor. 

Lo que menos me ha gustado: como siempre que leo un libro así, pensar en cómo pudo sentirse quien lo escribe. Es uno de los problemas de esta empatía mía…

“¿Cuál ha sido

el precio de tu familia y cuál ha sido, dime, la matriz

de nuestro desmadre?”.

Pedro J. Plaza

Deja un comentario