Crítica: El río de las primeras veces

Título: El río de las primeras veces

Autor: Nando López

Editorial: Crossbooks, Planeta

Hay escritores que hay que tener en cuenta siempre, y Nando es uno de ellos, sin lugar a dudas, y lo es por varios motivos.

El primero (si es que esto se puede ordenar), es por lo bien que escribe, algo que, al fin y al cabo, es lo que se espera de un escritor, ¿no? No exagero si digo que es uno de los autores más importantes que tenemos, así que, si aún no lo habéis hecho, leed sus libros.

Lo es por el compromiso en lo que escribe, por defender desde todas sus esferas los derechos y libertades LGTBIQ+, incluida la literaria. Porque sus libros, además de estar muy bien escritos, tienen ese mensaje de apertura, de lucha por los derechos, de no dejarnos pisar por nada ni por nadie, de rebatir cualquier argumento que vaya en contra de nuestras libertades o nuestros derechos, sin dar ni un paso atrás. Un referente, desde luego, en este asunto.

Y, por último (y, ni de lejos, lo menos importante), porque es un amor de tío. Majo, interesante, inteligente, agradable en el trato, cariñoso… Un amor. Y eso, en los tiempos que corren, es un punto muy a favor.

Y, después de (espero) sacarle algunos colores a Nando, voy a hablar un poco de este libro que me trae hoy aquí, este “El río de las primeras veces” que compré en la Feria del Libro de Madrid después de charlar un ratito con él, de contarle algunas de mis penas (ya lo siento) y de que me escribiera una dedicatoria tan, tan bonita que voy a compartir por aquí:

“Qué suerte coincidir contigo en este río que es la vida. Y ojalá la historia de esta novela te ayude a dejar atrás brumas y nieblas y a cambiarlas por días y momentos felices. Un abrazo gigante”.

¿Qué? ¿Es un amor o no?

Porque, sí, este río que es la vida a veces baja con más barro de la cuenta, y con ramas que te producen cortes, y con piedras que te golpean el cuerpo. Pero, como todo río, sigue avanzando, sigue su curso, hasta encontrar lo que necesita encontrar.

Y esa es la historia que cuenta esta novela. La de varios ríos que trascurren dentro y fuera de sus protagonistas, algunos con aguas mansas; otros, con algo más de bravura. Unos ríos que se cruzan, que se integran, que se alejan, que acaban desembocando en otros… Una historia de amor y desamor, de amistad, de celos, de dudas, de miedos, de amenazas (por lo visto, más reales de lo que algunos piensan o quieren pensar), del complicadísimo proceso de crecer, de madurar, difícil, sobre todo, cuando solo el hecho de SERya cuesta. Porque ese es, quizás, la columna que sustenta esta historia (o, al menos, yo lo he interpretado así), el hecho de ser, por encima de todo lo demás.

Os diría que lo leyerais por muchos motivos (además de los ya expuestos), pero solo voy a añadir uno más, que es ese maravilloso “Decálogo para ser nosotras” que hay en la contracubierta y que, tal y como me dijo, me ha ayudado a poner un poquito más de claridad entre tanta bruma. Os lo comparto también, porque es una maravilla.

  1. No nos haremos daño con lo que sí valió la pena.
  2. No nos castigaremos con el silencio.
  3. No nos callaremos lo que importe decir.
  4. No nos obligaremos a hablar cuando no queramos hacerlo.
  5. No daremos explicaciones si no nos ayudan a ser.
  6. No trivializaremos lo que fuimos.
  7. No haremos caso a quienes nos aconsejen sin conocernos.
  8. No dejaremos de intentar conocernos.
  9. No nos asustaremos cuando nos hayamos conocido.
  10. No dejaremos nunca de cruzar el río de las primeras veces.

Ay, algunos de esos puntos… Es una maravilla que, ojalá, se aplicaran en toda relación.

Ya, sin más, concluyo con lo que más y lo que menos me ha gustado.

Lo que más me ha gustado: no sabría muy bien con qué quedarme, pero voy a señalar un punto que me ha ENCANTADO, y es el personaje de Lola. Quizá por la parte que me toca de ser, también profesor, no puedo estar más en esa línea educativa de este personaje y del propio Nando, la línea de ser profesores comprometidos, con la educación en sí y con los alumnos, con sus emociones, con sus vidas, sus problemas y, sí, con esa preocupación por ayudarlos a ser. Bueno, y, también, todas las referencias literarias y cinematográficas, que se convierten en un mapa para todos los que anden perdidos en cuanto a autores y lecturas.

Lo que menos me ha gustado: habiéndome gustado tanto, tengo que sacar algo que no tiene nada que ver ni con el libro ni con Nando, y es esa promoción de “Del autor de La edad de la ira”. Nando es el autor de “La edad de la ira” (que es un librazo y, por cierto, el primer libro que reseñé en el blog), pero no es más autor por existir, ahora, la serie del libro. Y es un pedazo de autor de otros muchos libros buenísimos, el creador de muchas otras historias buenísimas. Y a mí, que no me gusta mucho eso de valorar a alguien solo por el éxito, me cuesta un poco esa promoción (aunque la entienda) si viene de un autor tan enorme como Nando.

¿Habéis leído algo de Nando?

¡Un abrazo!

“[…] en su vida lo importante, además de ser lo urgente, es lo pequeño. Eso que nadie ve y que ella necesita”.

Nando López, El río de las primeras veces

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Enredando voces con Nando López

De Nando López podríamos decir muchas cosas (y todas buenas).

Podríamos decir que es muy buen escritor (y nos quedaríamos cortos, porque es uno de los autores nacionales actuales más importantes).

Podríamos decir que es muy buen dramaturgo (y seríamos cautos, su trayectoria así lo demuestra).

Podríamos decir que es un tío comprometido (y sería poco, porque está comprometido, al 300%, con el colectivo lgtbi, por ejemplo).

Y podríamos decir que es un tío majísimo (y, de nuevo, seríamos poco generosos).

Para comprobarlo, no tenéis más que escuchar la fantástica entrevista que le hice en Radio Off the Record (fantástica por lo que cuenta y por cómo lo cuenta).

Es un poco más larga de lo habitual, pero merece la pena escucharla.

Club de lectura curso 2018-2019

Antes de terminar el curso le planteé a mi directora de etapa si le parecía bien montar un club de lectura para los padres y otro para los alumnos de secundaria. Le encantó la idea tanto como me encanta a mí.

Teníamos reciente la experiencia de la «merienda literaria» que hicimos para celebrar el Día del Libro y pensamos que podría estar muy bien hacerlo de una forma más estable.

Mi idea es leer un libro por trimestre, y he empezado por los libros que me apetece trabajar con los chicos y chicas de secundaria.

La edad de la ira, de Nando J. López, porque es una lectura adictiva y genial y por todos los temas que trata (y lo bien que están tratados).

Persona normal, de Benito Taibo, porque es un libro que hay que leer y estoy seguro de que les va a encantar esa relación tan maravillosa de Sebastián con el tío Paco y su forma de ver la vida.

El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, porque los clásicos lo son por algo y porque es una joya de la literatura juvenil que, ojalá, pueda acercarlos a leer más clásicos.

Será la primera vez que me enfrente a una actividad como esta, pero la verdad es que me apetece muchísimo poder pasar un rato hablando de libros.

¿Qué os parecen estas lecturas? ¿Creéis que es una elección acertada?

¡Un abrazo!

«Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee».

Miguel de Unamuno

«La edad de la ira», de Fernando J. López

Título: La edad de la ira

Autor: Fernando J. López

Editorial: Espasa

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Desde que lo de ser escritor se me va volviendo algo más serio, las lecturas me cuestan más y más. Empiezo muchos libros, pero acabo pocos. Encuentro motivos que antes ni veía para dejar un libro a medias. Me he vuelto muy estricto, muy escrupuloso o muy cretino (o todo a la vez). Llevaba ya tiempo rumiando la idea de comentar los libros que van cayendo en mis manos, pero esa falta de constancia como lector me lo ponían muy difícil. Al fin, desde que leí la primera página de “La edad de la ira”, lo tuve claro: se convertiría en mi primer abordaje en esto de los comentarios literarios.

Antes de empezar, os aviso, no voy a hacer reseñas ni sinopsis (eso es fácil de encontrar en las redes), sino que haré comentarios personales sobre lo que leo. En la medida de lo posible, intentaré que el comentario vaya acompañado de una foto más o menos interesante del libro en cuestión. Bienvenidos a esta nueva dedicación que espero disfrutéis tanto como lo hago yo.

“La edad de la ira”, de Fernando J. López, llegó a mí recomendado por mi primo Rubén (mil gracias) y esa recomendación sumada a que su autor se dedica también a la docencia, no tuve duda en comprarlo y llevármelo como lectura para las vacaciones. No me equivoqué al hacerlo. Incluso estando en el Caribe colombiano (como habréis visto en la foto), no he podido para de leer. En el avión, en la cama, en cada espera, en una tumbona, a orillas de la playa… ¿Qué tiene este libro para ser el primero en mucho tiempo que me leo del tirón, sin titubeos y totalmente enganchado? Intentaré ir paso a paso (el orden no implica que un paso me haya parecido más importante que otro):

Primero: el lenguaje. Claro. Conciso. NATURAL. Tal y como se espera de sus personajes y sus situaciones.

Segundo: la ambientación. Nunca pensé que una historia de instituto (aunque el libro sea mucho más que eso) me iba a atrapar tanto. Lo mejor de todo ha sido que en cada momento veía mi instituto, el Felipe II, en Moratalaz, y veía mi propia adolescencia. He recordado mi paso por la secundaria y el bachillerato, a mis compañeros, a mis profesores… Y, aun con algunos momentos menos positivos, he vuelto a ser tan feliz como lo fui entonces (gracias, Fernando).

Tercero: los temas que se tratan y, sobre todo, cómo se tratan. Homosexualidad en la adolescencia (y no solo en la adolescencia). Sistema educativo. Bullying. Con permiso del autor, me hago dueño de todas y cada una de las afirmaciones que hace sobre los tres temas. No le cambiaría ni una coma a nada. Es más, sin creer mucho en el binomio “lectura obligatoria”, creo que este libro tendría que serlo, y no solo para alumnos, sino para profesores y, sobre todo, para padres. Hace poco las fieras de Twitter se me echaban encima por opinar sobre un tema que, por conocido desde varios prismas, me quema: el bullying. Solo porque dije que no hay que culpar de manera sistemática a los centros y sus profesores y que había que ir más allá, dependiendo de cada caso, y no olvidarnos de los grandes olvidados en titulares y noticias siempre que se da un nuevo (y triste) caso: los padres. Gracias de nuevo, Fernando, por hablar del tema sin tapujos. De esos momentos cruciales en la vida de los jóvenes (y no tan jóvenes), de los que hay que estar más (y mejor) pendientes; de esos profesores que, por uno u otro motivo, prefieren no ver y, por lo tanto, no actuar y se convierten en cómplices, pero también de los muchos docentes, entre los que me incluyo, que se dejan la piel en evitar que estas situaciones ocurran; gracias por cantar las miserias de un sistema educativo que hace aguas por todas partes; gracias por meter en el tablero del juego a los padres, a las familias. El día que profesores y familias entendamos que no somos contrarios, sino colaboradores en la formación y educación de los chavales, puede que (“puede que, puede que”) mejoremos en muchos aspectos.

Cuarto: el estilo. La mezcla de los testimonios de los distintos personajes con la narración de Santiago hace que la lectura sea amena y que dejar de leer sea un martirio al no poder avanzar en las pesquisas de este periodista con vocación de detective en quien todos los personajes se vuelcan para contar sus miserias, abriendo a cada uno en canal para comprender aspectos de sus vidas personales que van sorprendiendo al lector y que lo atrapa en una historia, la de Marcos, tanto como a él mismo.

Lo que más me ha gustado: con todos los puntos que he remarcado, creo que me quedo con la forma en que el autor trata esos temas tan en boca de todos, la mayoría sin mucha idea de nada. Por eso, leer algo sobre el bullying escrito por alguien tan válido como Fernando J. López y sentir que da en el clavo y que mis propias ideas al respecto son las mismas que él apunta me hace pensar que libros como el suyo son absolutamente necesarios y, por eso, quiero poner mi pequeño grano de arena para recomendarlo y para que pueda llegar al mayor número de personas posibles. Tengo claro que lo recomendaré en cada centro en el que trabaje, tanto a compañeros como a padres (mis alumnos son algo pequeños, pero algo podré hacer con ellos también).

Lo que menos me ha gustado: sinceramente, no haberlo leído antes. Con todo lo estricto, escrupuloso o cretino que me he vuelto con los libros, no puedo decir que haya algo que no me haya gustado, así que no haber podido descubrir a Marcos y a Fernando antes es lo que peor llevo de este hallazgo literario.

Dejad comentarios si os apetece, estaré encantado de contestarlos todos.

¡Un abrazo!

Jorge Pozo Soriano

«Puede que todo esto no sea más que la consecuencia de una sociedad errática que ya no sabe cómo canalizar su furia».

Fernando J. López, «La edad de la ira!