Crítica: Los nombres del fuego

Título: Los nombres del fuego

Autor: Nando J. López

Editorial: Santillana (Loqueleo)

Nando J. López se ha convertido en uno de esos autores a los que volver cuando necesitas leer un buen libro (y el primero al que reseñé en el blog). Después de tres libros suyos (el maravilloso “La edad de la ira”y “El reino de las Tres Lunas”) ya puedo decir que es uno de mis autores nacionales favoritos y que estoy seguro de que, me guste más o me guste menos la historia, leer algo suyo es siempre un acierto. Porque sabe escribir (sí, esta afirmación parece absurda hablando de un escritor, pero, ay, si yo os contara…). Porque sus ideas no son las mismas que pueden leerse en otros trescientos libros. Porque no solo cuenta historias, sino que, en ellas, incluye personajes, diálogos y situaciones que hacen mucha falta en la literatura juvenil. Nando, que sepas que seguiré “volviendo a ti”.

En cuanto al libro, es uno de esos que me llamaron la atención por el autor, el título y la información de la contraportada. Literatura juvenil mezclada con fantasía podría estar muy bien y lo cierto es que es algo distinto a lo que había leído hasta ahora. Del resultado, como de todo lo demás, os hablo en mi análisis de puntos fuertes y débiles.

Puntos fuertes:

El estilo: vale, ya lo he dicho, pero es que cada vez cuesta más encontrar libros que estén bien escritos, y este lo está. Perfectamente escrito. Además, de vez en cuando me gusta leer en primera persona.

La fantasía: gracias a esa mitología tan presente en la historia, a esa magia ancestral, he podido encontrar en este libro algo de la fantasía que tanto me gusta.

Personajes femeninos fuertes: creo que es tan necesario que dejemos de darle el protagonismo siempre a personajes masculinos. Encontrar a Abril y a Xalaquiay ver que son, a pesar de su juventud, chicas tan seguras, tan rotundas y tan valientes es un aspecto muy positivo a destacar.

Descubrir algo más de la historia y la mitología mexicana: dioses, leyendas, mitos, personajes históricos, literatura… Todo un descubrimiento que me lleva a incrementar mis eternas ganas de ponerme (de una vez) a leer mitología en profundidad.

Lo que más me ha gustado:

Xalaquia. Las hechiceras siempre han sido mis ojitos derechos (lo podéis ver en el cariño que vertí en Tenesoya, la Gran Dulviana de mi “Tamarán”), y este personaje me ha gustado muchísimo.

Puntos débiles:

La portada: quizá sea una tontería, pero sabéis que me fijo mucho en las portadas a la hora de elegir lectura y os puedo asegurar que, si no es por lo que me fío del autor, nunca me habría fijado en este libro.  Sí, tendrá su simbolismo y tiene su sentido, pero, siento decirlo así, me parece una portada horrible que no llama nada de nada la atención. Con una historia tan potente (dos historias, de hecho), creo que se podría haber hecho una portada mil veces más bonita.

Demasiado largo: puede que sea impresión mía, pero habría agradecido algunas páginas menos. Se me ha hecho un poco largo, sí.

Lo que menos me ha gustado:

La mezcla de las dos historias. Tal y como puede leerse en la contraportada, se mezclan el Tenochtitlan del siglo XVI con el Madrid y el París del siglo XXI. Así leído, bien. Puede resultar interesante. Dejando claro siempre que es mi opinión (y que no pretendo sentenciar ni decir que es un error por parte del autor), no me ha terminado de gustar. La estructura del libro, alternando un capítulo de la actualidad con otro de ese Mexico del XVI, me ha puesto muy difícil meterme en ninguna de las dos historias. He estado entrando y saliendo de dos historias que, por mucho que se entremezclen, me obligaban a eso, a estar entrando y saliendo tantas veces que, al final, se me ha quedado una sensación rara en la que creo que las dos historias son muy buenas por separado, pero que algo me falla en la mezcla.

Aun con todo, me parece un muy buen libro, con un muy buen trabajo detrás (ay, si todos los escritores se preocuparan por contar buenas historias y por contarlas bien) y con muchos aspectos positivos que negativos.

Y vosotrxs, ¿lo habéis leído? ¿Conocéis al autor?

¡Un abrazo!

«Necesitamos aprender a compartir silencios más que a compartir palabras».

Nando J. López, en «Los nombres del fuego»

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«La edad de la ira», de Fernando J. López

Título: La edad de la ira

Autor: Fernando J. López

Editorial: Espasa

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Desde que lo de ser escritor se me va volviendo algo más serio, las lecturas me cuestan más y más. Empiezo muchos libros, pero acabo pocos. Encuentro motivos que antes ni veía para dejar un libro a medias. Me he vuelto muy estricto, muy escrupuloso o muy cretino (o todo a la vez). Llevaba ya tiempo rumiando la idea de comentar los libros que van cayendo en mis manos, pero esa falta de constancia como lector me lo ponían muy difícil. Al fin, desde que leí la primera página de “La edad de la ira”, lo tuve claro: se convertiría en mi primer abordaje en esto de los comentarios literarios.

Antes de empezar, os aviso, no voy a hacer reseñas ni sinopsis (eso es fácil de encontrar en las redes), sino que haré comentarios personales sobre lo que leo. En la medida de lo posible, intentaré que el comentario vaya acompañado de una foto más o menos interesante del libro en cuestión. Bienvenidos a esta nueva dedicación que espero disfrutéis tanto como lo hago yo.

“La edad de la ira”, de Fernando J. López, llegó a mí recomendado por mi primo Rubén (mil gracias) y esa recomendación sumada a que su autor se dedica también a la docencia, no tuve duda en comprarlo y llevármelo como lectura para las vacaciones. No me equivoqué al hacerlo. Incluso estando en el Caribe colombiano (como habréis visto en la foto), no he podido para de leer. En el avión, en la cama, en cada espera, en una tumbona, a orillas de la playa… ¿Qué tiene este libro para ser el primero en mucho tiempo que me leo del tirón, sin titubeos y totalmente enganchado? Intentaré ir paso a paso (el orden no implica que un paso me haya parecido más importante que otro):

Primero: el lenguaje. Claro. Conciso. NATURAL. Tal y como se espera de sus personajes y sus situaciones.

Segundo: la ambientación. Nunca pensé que una historia de instituto (aunque el libro sea mucho más que eso) me iba a atrapar tanto. Lo mejor de todo ha sido que en cada momento veía mi instituto, el Felipe II, en Moratalaz, y veía mi propia adolescencia. He recordado mi paso por la secundaria y el bachillerato, a mis compañeros, a mis profesores… Y, aun con algunos momentos menos positivos, he vuelto a ser tan feliz como lo fui entonces (gracias, Fernando).

Tercero: los temas que se tratan y, sobre todo, cómo se tratan. Homosexualidad en la adolescencia (y no solo en la adolescencia). Sistema educativo. Bullying. Con permiso del autor, me hago dueño de todas y cada una de las afirmaciones que hace sobre los tres temas. No le cambiaría ni una coma a nada. Es más, sin creer mucho en el binomio “lectura obligatoria”, creo que este libro tendría que serlo, y no solo para alumnos, sino para profesores y, sobre todo, para padres. Hace poco las fieras de Twitter se me echaban encima por opinar sobre un tema que, por conocido desde varios prismas, me quema: el bullying. Solo porque dije que no hay que culpar de manera sistemática a los centros y sus profesores y que había que ir más allá, dependiendo de cada caso, y no olvidarnos de los grandes olvidados en titulares y noticias siempre que se da un nuevo (y triste) caso: los padres. Gracias de nuevo, Fernando, por hablar del tema sin tapujos. De esos momentos cruciales en la vida de los jóvenes (y no tan jóvenes), de los que hay que estar más (y mejor) pendientes; de esos profesores que, por uno u otro motivo, prefieren no ver y, por lo tanto, no actuar y se convierten en cómplices, pero también de los muchos docentes, entre los que me incluyo, que se dejan la piel en evitar que estas situaciones ocurran; gracias por cantar las miserias de un sistema educativo que hace aguas por todas partes; gracias por meter en el tablero del juego a los padres, a las familias. El día que profesores y familias entendamos que no somos contrarios, sino colaboradores en la formación y educación de los chavales, puede que (“puede que, puede que”) mejoremos en muchos aspectos.

Cuarto: el estilo. La mezcla de los testimonios de los distintos personajes con la narración de Santiago hace que la lectura sea amena y que dejar de leer sea un martirio al no poder avanzar en las pesquisas de este periodista con vocación de detective en quien todos los personajes se vuelcan para contar sus miserias, abriendo a cada uno en canal para comprender aspectos de sus vidas personales que van sorprendiendo al lector y que lo atrapa en una historia, la de Marcos, tanto como a él mismo.

Lo que más me ha gustado: con todos los puntos que he remarcado, creo que me quedo con la forma en que el autor trata esos temas tan en boca de todos, la mayoría sin mucha idea de nada. Por eso, leer algo sobre el bullying escrito por alguien tan válido como Fernando J. López y sentir que da en el clavo y que mis propias ideas al respecto son las mismas que él apunta me hace pensar que libros como el suyo son absolutamente necesarios y, por eso, quiero poner mi pequeño grano de arena para recomendarlo y para que pueda llegar al mayor número de personas posibles. Tengo claro que lo recomendaré en cada centro en el que trabaje, tanto a compañeros como a padres (mis alumnos son algo pequeños, pero algo podré hacer con ellos también).

Lo que menos me ha gustado: sinceramente, no haberlo leído antes. Con todo lo estricto, escrupuloso o cretino que me he vuelto con los libros, no puedo decir que haya algo que no me haya gustado, así que no haber podido descubrir a Marcos y a Fernando antes es lo que peor llevo de este hallazgo literario.

Dejad comentarios si os apetece, estaré encantado de contestarlos todos.

¡Un abrazo!

Jorge Pozo Soriano

«Puede que todo esto no sea más que la consecuencia de una sociedad errática que ya no sabe cómo canalizar su furia».

Fernando J. López, «La edad de la ira!