Crítica: Las voladoras

Título: Las voladoras

Autor: Mónica Ojeda

Editorial: Páginas de espuma

Si seguís mis reseñas, conoceréis a Mónica Ojeda de cuando leí su “Mandíbula”: 

https://jorgepozosoriano.com/2020/02/21/critica-mandibula/

Aquel fue un libro que me gustó mucho y que me hizo querer saber más de esta autora. Por eso, después de ver por redes este “Las voladoras”, me lancé a leerlo.

Se trata de un libro de cuentos (ocho) con un estilo, por lo que podido ver después de haber ya leído a la autora, muy asentado. Tal y como dije en la reseña de “Mandíbula”, Mónica Ojeda escribe muy bien y tiene un lenguaje tan rico y tan poético que siempre gusta leer. La temática, además, también debe de ser una pauta en sus escritos, ya que me ha recordado a esa historia donde lo macabro, lo sórdido y lo visceral cobran una importancia enorme.

¿Me ha gustado? Sí, sin duda. ¿Me ha encantado? Algunos de los cuentos, sí. Otros… no tanto. Quizás ha sido culpa mía, por haber leído todos los cuentos casi de golpe, pero el hecho es que me han resultado algo repetitivos. Podría decir que la mitad me ha gustado bastante y que la otra mitad se me ha hecho un tanto pesada. Más por el tema y, en algunos, la extensión. Que están todos muy bien escritos es innegable. Pero me ha costado leer varios. 

Puede que haya sido, como digo, porque todos los cuentos buscan (creo yo) y consiguen un retorcimiento de tripas del lector. Lo hace mediante esos hechos sombríos de muertes, de hechos prohibidos, de llevar al límite los morbos, de incestos, asesinatos, sangre, vísceras, vómitos… Para alguna historia, me cuadra y me gusta. Después de leer ocho historias en esa misma línea (y esto es pura opinión mía), me cansa.

Insisto en que me parece un buen libro y en que Mónica escribe a las mil maravillas. Pero, esta vez, no puedo ser tan positivo como lo fui con “Mandíbula”. 

Puntos fuertes:

El lenguaje: sigo pensando que los buenos autores latinoamericanos cuidan más el lenguaje que los propios españoles. En Mónica, eso es un hecho. Qué léxico más amplio, qué de vocabulario latino que, además de encantarme, nos transporta a esas latitudes… Además, a pesar de lo duro de lo que narra, qué lenguaje más poético. En este aspecto, un diez.

El formato: me gustan mucho los libros de cuentos. Me parecen perfectos para momentos de bloqueo lector, de cambiar de género, de salir de alguna lectura algo más densa… Y, además, me parece muy complicado escribir buenos cuentos. En este libro, aunque algunos me hayan convencido menos, hay cuentos excelentes.

La posición de la autora: me repito, lo sé, pero me gusta ver que gente válida, con buena pluma, trabajo y respeto (como es el caso de Mónica Ojeda) va haciendo su camino en la literatura por méritos propios. Con los treinta y dos años que tiene, y los libros que ya lleva a sus espaldas, tiene un futuro muy, muy prometedor.

Lo que más me ha gustado: como cuento, me quedo con “Caninos”. Como punto a resaltar, insisto en el lenguaje y el estilo tan poético de Mónica.

Lo que menos me ha gustado: lo que ya he comentado antes. Una o dos historias sueltas de las que incluye el libro me habrían encantado. Ocho se me hace pesado, algo repetitivo y eso, al final, me resta.

Para terminar, no quiero que penséis que es una reseña negativa. Para nada. Me reafirmo en decir que Mónica es una muy buena escritora, con una imaginación desbordante, un uso del lenguaje espectacular y un valor enorme para escribir sobre ciertos temas sin pelos en la lengua. Sí es un libro que recomendaría, pero dejando muy claro que esos temas no son “agradables” de leer y que, desde mi punto de vista, no es un libro para todo el mundo.

¿Me recomendáis algún libro de cuentos?

Gracias y un abrazo para todos.

“El mundo estaba lleno de cosas terribles que podían dejar de verse si se cerraban los ojos, pero los oídos no tenían párpados”.

“Slasher”, en “Las voladoras”, Mónica Ojeda.

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Crítica: Recuerdos de un jardinero inglés

Título: Recuerdos de un jardinero inglés

Autor: Reginald Arkell

Editorial: Periférica

En una de mis múltiples visitas a la librería que tengo al lado de casa, Taiga, vi este libro en una mesa y me llamó la atención desde ese instante. Me gusta Periférica, la editorial. Me gustan los jardines. Me gusta (mucho) lo inglés. La portada es bonita. El título es bonito. Me lo apunté… Y me llegó por mi cumpleaños.

Llevaba un tiempo (desde el final del verano y la vuelta a este curso tan complicado) algo enfadado y distanciado de la novela. No sé si leí demasiadas en las vacaciones o si elegí mal mis últimas lecturas (aún tengo dos a medias), pero no me apetecía leer nada largo y de lo que tuviera que estar demasiado pendiente durante demasiado tiempo. Por eso, entre otras razones, me refugié en la poesía, que siempre se entrega en un abrazo infinito.

Cuando tuve este libro entre mis manos, supe que podría ser la lectura perfecta para volver a leer (y a disfrutar) una novela. Por suerte, mi instinto no me falló y leerlo ha sido todo un acierto y un regalo.

Se trata de una novela sencilla; sin pretensiones (cuánto lo agradezco); muy bien escrita; con una pareja de personajes principales muy bien creados y plasmados (sobre todo el protagonista); con otros personajes que acompañan muy bien; y con las flores, las plantas, los árboles y, en definitiva, los jardines como un personaje más. Y, no me olvido, con esa esencia británica que tanto, tanto me gusta presente en cada página.

No es una historia apasionante en la que vayamos a encontrar sorpresas, giros inesperados ni tensiones. No lo necesita. En su lugar, vamos a encontrar un lenguaje muy bien cuidado, algo de humor y mucha, mucha ternura. 

Antes de pasar a mi análisis de puntos fuertes y débiles, y sin destriparos la historia, os diré que el libro desarrolla a la perfección toda la vida de su protagonista, el Señor Pinnegar, desde que es niño hasta que envejece y, ligada a la suya, la vida de “su” jardín. No sé vosotrxs, pero yo no necesitaba nada más.

Puntos fuertes:

El paso del tiempo: en 222 páginas más bien ligeras (Periférica hace unos libros muy cómodos de leer, además de seleccionar muy buenas historias) nos cuentan toda la vida de su protagonista y lo que a su vida rodea. Sin ser largo ni hacerse pesado. Sin dar más detalles de los necesarios. Sin que importe dar algunos saltos largos en el tiempo. Y se nos queda una imagen clarísima de esa vida, con todo lo necesario para conocerlo sin fisuras. Maravilla.

El protagonista: este Señor Pinnegar, también conocido como “el joven Herbert” y “El Viejo Yerbas”, se ha convertido, para mí, en un clásico a la altura de La Señora Dalloway, o “el tío Paco” de “Persona normal”. Uno de esos personajes que te llegan y que se quedan. Algo, en mi opinión, muy difícil de conseguir.

El toque británico: no es un secreto que soy un enamorado de casi todo lo británico (y que echo muchísimo de menos Londres), así que siempre me reconforta “viajar” al Reino Unido de vez en cuando. ¿No es maravillosa la literatura?

La botánica: me ha gustado mucho imaginar (a veces, con la ayuda de Google) ese jardín tan espectacular que el Señor Pinnegar va creando. Descubrir nuevas plantas y flores, ordenarlas en mi cabeza para dar forma a un lienzo tan vivo como lleno de color. Como avisan en la contraportada: “En un jardín no se puede estar enfadado mucho tiempo”.

Puntos débiles:

No puedo encontrar ninguno. Ha sido la lectura perfecta en el momento perfecto. La he disfrutado muchísimo, me ha calmado, me ha divertido, me ha enternecido… ¿Qué más le podía pedir?

Lo que más me ha gustado: reencontrarme, por una parte, con la prosa y, por otra, con esa cultura anglosajona que me vuelve loco…

Lo que menos me ha gustado: por decir algo que nada tiene que ver con el libro, me han aumentado las ganas que tengo de visitar el Reino Unido de nuevo.

¿Lo conocíais o lo habéis leído? 

¡Un abrazo!

“Qué pena que la gente no dejara de pelearse y no pasara más tiempo en los jardines”.

Recuerdos de un jardinero inglés

Crítica: Niños raros

Título: Niños raros

Autor: Raúl Vacas

Ilustrador: Tomás Hijo

Editorial: SM, El Barco de Vapor

Cuando me puse a hacer la lista de lecturas recomendadas para mi cole antes de las vacaciones, el bueno de Pedro Mañas (de quien he reseñado varios libros, por si queréis echar un ojo) me recomendó, entre otros, este “Niños raros”. Como yo soy muy bien mandado (según de quién me venga el mandado), le hice caso y me lo compré.

Sabéis que adoro a Gloria Fuertes (más en su poesía adulta que en la infantil), pero en España tenemos bastantes autores que también escriben poemas para niños y que merece la pena leer. Os hablo de autores como el propio Pedro MañasMar Benegas (de quien reseñé su maravilloso “Bestiario”) o a quien os traigo hoy: Raúl Vacas. Además de otra de las grandes (creo que mi poeta favorita) como es Ángela Figuera Aymerich, con dos preciosos libros de poesía infantil prácticamente desconocidos (y que pronto reseñaré).

Este libro contiene muchos poemas sobre niños raros (la historia de cómo nació el poemario es muy curiosa). La Niña Alga, la Niña de Humo, la Niña Sombra, el Niño Frío, el Niño Díscolo o el Xilofoniño, cada uno con su ilustración, que son una preciosidad.

Es un libro muy, muy, muy original y muy, muy, muy trabajado. Ya no solo por el tema y por esa creación de niños y niñas tan dispares, sino porque cada poema es distinto al anterior y usa ideas y recursos que son una pasada. Desde un poema (bastante largo, además) en el que todas las palabras (todas) empiezan por la “a” a otro cuyas últimas palabras son siempre esdrújulas, pasando por poemas con eco o con palabras a medias. De verdad, en cuanto a originalidad, he visto pocos poemarios iguales. Peeeeeero… Bueno, mejor lo dejo para mi análisis de puntos fuertes y menos fuertes.

Puntos fuertes:

La originalidad: vale, ya lo he dejado claro, pero, como comprenderéis, tenía que ir en el primer punto del análisis.

La maestría poética: me explico. Aunque parece absurdo decir que, para escribir poesía, hay que saber escribir poesía, hoy en día existe la idea de que cualquiera que escriba un par de frases haciendo un abuso del tabulador o escriba una dedicatoria “wonderfulizada”, es poeta. Y no. Ser poeta es algo muy serio. Ser poeta es algo muy complicado. Ser poeta no se consigue así como así. Si me apuráis, escribir poesía infantil tiene una complicación extra. No digo que sea más difícil que escribir para adultos, pero el público infantil es muy exigente y, para los niños y niñas, hay que tener un cuidado especial. Raúl Vacas demuestra que es poeta ya no solo por lo bien que están escritos sus poemas y la cantidad de recursos y figuras que utiliza, sino porque da una clase magistral de los tipos de estrofas en poesía. Hay sonetos, sonetillos, martinetes, octavillas italianas, redondillas, romances… Vamos, que no hay dos poemas iguales. ¿Os he dicho ya lo original que es?

Las ilustraciones: crear un grupo de niños raros requería sus respectivas ilustraciones. Además, de esas ilustraciones nacieron los poemas…

Lo que más me ha gustado: seguir descubriendo a poetas infantiles nacionales y a ilustradores que se merecen ser leídos y conocidos. Sabéis lo importante que es para mí la poesía y, además, la trabajo mucho con mis peques porque creo que tiene muchísimos beneficios. Poder seguir ampliando mi biblioteca personal de poemarios para niños y niñas es un regalo, así que solo puedo darle la bienvenida a libros así

Lo que menos me ha gustado: además de que el formato del libro no me parece el más atractivo para un libro así, ha habido algo que sí me ha chirriado un poco. En algunos poemas me ha parecido que tanta originalidad y tanto buscar hacer algo distinto ha dado lugar a versos o recursos un poco forzados y que no han terminado de encajarme. Creo que es un reto (conseguido) por parte del autor hacer poemas únicos que, probablemente, no existan en otros libros, pero hay ocasiones en las que hay cositas como metidas con calzador para adaptarse a esa originalidad. O esa es mi opinión, al menos. 

¿Qué os parece a vosotrxs la poesía infantil? ¿Conocíais a este autor? Si no es así, ¿leeréis algo suyo?

¡Un abrazo!

“Te regalo algún beso si esta noche me subes

varios metros y pico por encima del suelo”.

Niño Zancudo, Raúl Vacas

Crítica: Matria

Título: Matria

Autor: Raquel Lanseros 

Editorial: Visor

Últimamente, aunque me cuesta un poco leer (achaques que le dan a uno, qué le voy a hacer), estoy leyendo mucha poesía. Ya sabéis que me dejo guiar por quienes saben y que leo a quienes sé escriben poesía de verdad

Con este poemario me ha pasado algo que me ha gustado mucho. Sé que no debería ser así, pero me ha brotado una desconfianza bastante grande hacia la poesía de autores jóvenes o/y no consagrados. He visto tanta basura escrita bajo el paraguas de la poesía por parte de esos que yo llamo pseudopoetas que me cuesta atreverme a leer a quienes no se han ganado con calidad y con su obra el merecido respeto. No voy a dar nombres (aunque podría dar muchos), pero me horroriza ver que se escribe cualquier cosa y se le llama poesía sin serlo. Gracias a este poemario, he descubierto a una muy buena poeta. Que la poesía lo sea todo, pero que no todo sea poesía.

Raquel Lanseros ha conseguido hacerme disfrutar de una poesía de autora joven, bastante activa en redes sociales, con una más que dilatada carrera como poeta y con este libro, Matria, que es una delicia. Lo es (me atrevo a afirmar) porque Raquel es una poeta de raza, de verso trabajado, de poema leído, de estudio y, sobre todo, de respeto. Porque no escupe cuatro palabras sin sentido, les da un formato apropiado para el género y lo vende como poesía. Porque tiene sus propios recursos, sus matices, sus cambios y añadiduras, pero sin perder la tradición, sin querer romperlo todo, como hacen esos y esas que se las dan de poetas sin tener ni idea de cómo escribirla y que afirman no leerla ni estudiarla nunca porque no les interesa y (pobres) dicen que no lo necesitan. Raquel es el ejemplo de que se puede ser moderno al escribir poesía desde lo que la poesía es y ha de ser. Con su lenguaje. Con sus recursos. Con sus, digámoslo, “moderneces”, pero con sentido y, como digo siempre, con respeto al género.

El resultado es Matria, un poemario valiente y muy bien vertebrado que, para mi alegría, fue Premio Nacional de la Crítica y Premio Andalucía de la Crítica en 2019.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Puntos fuertes:

El estilo poético: no me gusta la poesía recargada, ñoña, simplona, repetitiva, burda, obvia; la que usa los mismos recursos y simbologías de siempre, la que se pierde en rimas rebuscadas, la pretenciosa y grandilocuente, la que no dice nada. La poesía de Raquel Lanseros no tiene ninguna de esas condiciones. En un solo poemario se ve claramente su voz poética, su estilo, y (debo decir) es una voz que me ha gustado mucho.

Conocer poetas actuales: sobra decir que Raquel no es una de esas “poetas” salidas de un programa de televisión o una cuenta dopada de seguidores en redes sociales que usan su fama (aprovechando que algunas editoriales les vale todo, incluso pervertir la poesía) para publicar sus “poemas”. De esos no me veréis leer nada. Pero sí es una poeta actual (muy actual, por suerte), y me ha encantado ver que, muy cerca, hay aún poetas que escriben esa poesía tan complicada de escribir.

La cercanía de la autora: pendiente de las redes sociales, cercana, muy agradablecariñosa, incluso. Solo he cruzado con ella un par de mensajes, pero se ve que tiene buen corazón y que es una persona sencilla, atributos que siempre he valorado muchísimo (gracias, Raquel).

Lo que más me ha gustado: como ya he dicho, descubrir en ella una poeta a la que poder acercarme cuando quiera poesía actual y de calidad. Como prueba, algunos de sus versos:

“Laten dentro de mí dos corazones.

Uno lleva conmigo cuántos años

desde que el sí y la sangre

supieron inscribirme en el azar”.

El otro es breve y frágil

apenas perceptible

aún cuenta por semanas su presente”.

“Me oigo gritarle al mundo desde dentro de ti

desde el tiempo y la nada que estoicos nos ignoran

me oigo decir que te amo

por encima de todo”.

¿No son unos versos maravillosos?

Lo que menos me ha gustado: esto puede ser cosa mía, pero la poesía me gusta leerla en castellano y que esté escrita en castellano. La poesía traducida no me entra igual y, aunque puedo leerla en inglés, italiano y francés, me llega bastante menos. Por eso, cuando he encontrado algunos poemas o versos en otros idiomas (un recurso muy valiente, todo sea dicho), me ha sacado un poco de la lectura. 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“sobre el verso de ustedes yo he construido mi casa”.

 “Los poetas de América Latina”, Raquel Lanseros

(A esto me refiero con lo de escribir poesía desde el respeto a los maestros).