Como os he dicho, quiero compartir una pincelada de cómo fue el “nacimiento” de “Escrito bajo las uñas”, el poemario ganador del XV Premio Internacional de Poesía Antonio Gala.
Todo empezó con una palabra: CONTRADICCIÓN.
Esa palabra empezó a dar vueltas por mi cabeza, pensando en escribir un poemario que hablara de lo contradictorios que somos los seres humanos casi siempre.
Llevo mucho tiempo leyendo poesía, y leyendo a autores que van en la línea que me gusta leer y, por lo tanto, me gusta escribir (salvando las distancias, obviamente). He leído a Manuel Francisco Reina, a Francisca Aguirre, a Ángela Figuera Aymerich, a Guadalupe Grande, a Pilar Paz Pasamar, a Gioconda Belli, a Raquel Lanseros…
Esa parte, la poética, la tenía más o menos cubierta. Suerte la mía de tener el maestro que tengo.
Me faltaba llenar la parte filosófica. Sabía que necesitaba darle una base filosófica firme, y, ahí, cojeaba un poco más.
Por eso, recurrí a la lectura de clásicos (Cicerón, Aristóteles, Séneca…) y, sobre todo, acudí a mi amigo Juanjo, profe de filosofía. Le dije la idea que tenía, pensó sobre ella y, un día, en mi casa, escribí diez caras de este cuaderno con sus recomendaciones, sus pensamientos, sus sugerencias.
A partir de ahí, escribir, escribir y escribir (y leer, leer y leer) hasta que me pareció suficiente.
Después fue “solo” revisar, corregir, pensar en la estructura, en el orden, en las citas…
Y, sí, parece que, como aparece en el cuaderno, he podido escribir “un final maravilloso”.
Qué difícil es escribir poesía. Siempre lo he dicho y, ahora que publico mi primer poemario, lo ratifico.
Eso sí, qué satisfactorio es…
En las fotos veréis, además del cuaderno, el boli (que era de mi madre) con el que escribí las anotaciones y ese primer poema escrito a mano.
El resto, como sabéis, es todo felicidad…