El tercer sacramento

Título: El tercer sacramento

Autora: Ana Blandiana 

Editorial: Visor

Ana Blandiana es una de las grandes damas actuales de la poesía, eso no se le escapa a nadie.

Tuve el gusto de que Casa del Libro me invitara a un acto con ella y, la verdad, a pesar de escucharla en su idioma, el rumano, y tener que esperar a que la traductora nos hiciera comprender, fue un lujo compartir ese tiempo con ella.

Habló de Rumanía, de la dictadura de Ceausescu, de cómo todo eso influyó en su poesía. Leyó poemas con esa voz que te rompe, aunque no entiendas ni una palabra (así de poderosa es la poesía). Nos atrapó a todos los asistentes y nos regaló un momento de esos que se recuerdan siempre.

Con un lirismo apabullante, la autora rumana se llena (nos llena) de preguntas sobre la condición humana(¿Qué sabemos?/¿A quién conocemos?), indaga sobre los pasos que vamos dando a lo largo de la vida. Duda y, en consecuencia, nos hace dudar. Se plantea interrogantes a sí misma, nos los plantea a los lectores, lo hace, incluso, a entidades superiores (¿Qué culpa? ¿Qué traición? ¿Qué falta?)

Es este libro un camino que recorre la nostalgia, la sentimentalidad, el sufrimiento, la incomprensión… Temas tan humanos que todos hemos transitado en algún momento, haciendo que estos poemas de Blandiana nos atraviesen con toda la fuerza con que fueron escritos.

Si os gusta la poesía, creo que es de obligado cumplimiento leer a esta autora, ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2024 y cuyo nombre siempre suena para ganar el Nobel de Literatura (sería más merecido que el último entregado, por ejemplo, aunque ese es otro tema). Si os gusta la poesía, acercaos a Ana Blandiana y disfrutad de sus versos. Es, simplemente, maravillosa.

Lo que más me ha gustado: como su poesía me ha encantado siempre, me quedo con haber podido hablar un ratito con ella (traductora mediante), decirle que los poetas españoles estábamos muy pendientes de su poesía y escuchar de ella que eso era un honor y que siga escribiendo, además de tener tres libros suyos dedicados.

Lo que menos me ha gustado: no poder entenderla cuando habla en rumano, porque su voz y su forma de hablar son una delicia.

“Atardece sobre mí,

tal como yo atardezco”.

Ana Blandiana

Crítica: Respira

Título: Respira

Autora: Tim Winton

Editorial: Libros del Asteroide

Elegí este libro por varios motivos.

Es de Libros del Asteroide. El título invita a la calma. Literatura australiana. El mar. El color azul. La adolescencia.

Me parecieron razones de peso para leerlo. No me equivoqué.

En resumen (muy concentrado) es un libro sobre el paso de la adolescencia a la vida adulta, narrado con los recuerdos del protagonista, en Australia, rodeados de océano, de olas y de mucho surf.

Hay amistad. Hay rebeldía. Hay naturaleza. Hay peligro. Hay sexo. Hay miedo. Hay inconformismo. Hay libertad. Hay un “hacer del miedo el motor de la vida”.

Hay un deseo inherente a todo adolescente de forjar una personalidad bien construida para nosotros mismos y para los demás; una necesidad de encajar en la sociedad, pero tratando de hacer encajar nuestras normas; una búsqueda de salir de lo común; un no querer ser corriente (“Tal vez no esté tan mal ser un simple tipo corriente”).

Está tan bien escrito que no importa pasar varias páginas solo para coger una ola. Es más, se agradece, porque tú también estás allí, sentado en esa misma tabla, observando el cielo y con los pies dentro del agua, pensando si en ese mar habrá tiburones acechándote desde el fondo.

Es un libro para salir de la ciudad, para ir a una isla y dejarnos abrazar por el océano, aunque nos golpee con la fuerza que golpea a estos dos chicos que no se conforman con la vida que tienen, como nos pasa a muchos en infinidad de ocasiones.

Un libro para volver a una adolescencia que cada vez queda más lejos y volver a ser, aunque solo sea durante un momento, rebeldes e inconformistas.

Un libro muy recomendable.

Lo que más me ha gustado: ese escape, esa huida a otra parte, a otro tiempo. Ha sido un viaje muy agradable.

Lo que menos me ha gustado: nada que ver con el escritor, sino con los leísmos constantes y con los varios errores como “por delante mío” o “delante mío”, que aparecen y me choca bastante que nadie los haya corregido a tiempo.

“Basta un átomo de duda para volverte vulnerable”.

Tim Winton

Crítica: Las Islas Cómplices

Título: Las Islas Cómplices

Autora: Manuel Francisco Reina

Editorial: El toro celeste

Nadie pone en duda que Manuel Francisco Reina, por trayectoria, por obra, por premios, por calidad o por la razón que sea, es uno de los poetas contemporáneos más importantes, uno de los (pocos) llamados a trascender.

Con este “Las Islas Cómplices”, que no es un libro nuevo, sino una reedición de un libro que ya se publicó en su momento (maravilla de editorial, que se ha propuesto recuperar este tipo de libros descatalogados) y que ahora reaparece en esta preciosa edición a la que ya nos tiene acostumbrados El toro celeste (hay que mencionar la imagen, bellísima, del artista segoviano Luis Moro).

Cualquier poemario de Reina es, ya sabéis, un regalo. Cierto es que es un regalo leerlo en cualquier género, pero lo de su poesía (en mi opinión) es una locura. Son unos cuantos los poemarios que tiene publicados (en un primer vistazo, cuento quince en mi estantería), y no hay ninguno que deje indiferente. Este, en concreto, que, como digo, llega para una segunda vida, aparece, creo, en un muy buen momento. Digo esto porque los últimos poemarios de Manuel Francisco, “Musa insumisa”, “Servido en frío” y “El fiel de la balanza” tocan otros temas más (vamos a decir) ásperos. El desamor, la traición, la envidia, la deslealtad, las crisis, el dolor, la desafección… y aquí, en estas islas de complicidad, existe todo lo contrario, respira todo lo opuesto: el amor, la felicidad compartida, la ilusión, la esperanza.

Un libro de un momento vital ya pasado hace muchos años, pero que regresa a la vida del autor y a las de todos quienes lo leemos para hacernos partícipes de un viaje, el de las relaciones amorosas, con todo lo que implican, recordándonos, también, que el paso del tiempo erosiona el dolor hasta suavizarlo lo suficiente como para quedarnos con lo bonito, con lo vivido, con lo aprendido, con el recuerdo. Elegir esa memoria sana en detrimento de la que nos hiere es un ejercicio complicado, pero enormemente inteligente, y esto es lo que percibimos con esta reedición tan acertada en el tiempo.

Quizá el amor llame al amor. Quizá la esperanza llame a la esperanza. Quizá la ilusión hace que uno puedo volver a ilusionarse. Lo que sí está claro es que la poesía llama a la poesía, que leer a un poeta de la talla de Manuel Francisco Reina no solo es un gozo asegurado, sino un aprendizaje, y aprender, en estos tiempos en los que estamos rodeados de expertos en nada, es otro de esos ejercicios que nos diferencian del resto, lo único que puede hacernos crecer, el camino –sí, más largo– que nos conducirá a un jardín en el que no haya solo espejos. 

Leed a Manuel Francisco Reina. Disfrutadlo. Aprended. Quizá, quién sabe, en vuestros jardines también florezca alguna rosa.

Lo que más me ha gustado: podría decir infinidad de cosas, pero creo que diré que hay algunos poemas, como Santa Lucía, Camarote 7137 o La cruz de hematites (por nombrar algunos) que son para leer casi a diario.

Lo que menos me ha gustado: que no lo leáis. Eso no me gustaría nada.

“Mi corazón como un diamante busca el tuyo”.

Manuel Francisco Reina

Crítica: La clase de griego

Título: La clase de griego

Autora: Han Kang

Editorial: Random House

Tuve este libro hace tiempo en las manos. Fue uno de esos libros que te llaman desde los estantes de una librería. Literatura asiática, además. Lo tenía todo para que me lo llevara, pero, por algún motivo, no lo hice. 

Ahora, sí, he de reconocer que lo he leído al ganar Han Kang el Premio Nobel de Literatura. Y, sí, también reconozco que lo he leído sugestionado por ese hecho.

Desde esa sugestión, puedo decir que el libro me ha gustado, pero no me ha encantado. Puedo decir que la escritura de Kang me gusta, pero no me ha encantado. Puedo decir que la historia me ha gustado, pero no me ha encantado.

Sin embargo, puedo también decir que no he podido evitar leerlo con las mismas preguntas dando vueltas en mi cabeza constantemente: “¿Merece algo tan inmenso como un Premio Nobel?”; “¿De verdad no hay nadie más a quien dárselo?” (Se me ocurren unos cuantos nombres).

Estoy casi seguro de que, si lo hubiera leído antes, me habría gustado más. Creo que no me habría vuelto loco, también os lo digo. Porque tiene algunos detalles que me han hecho tropezar un poco con la historia. Por el modo de intercalar narradores, de jugar con el tiempo, no he podido seguirla de una forma, digamos, limpia. Incluso ha habido algunas partes que me han aburrido un poco, aunque el final me ha devuelto a una lectura agradable y me ha permitido conectar más.

Conclusión, que no tengo del todo claro de qué opinar de este libro ni de la autora (leeré “La vegetariana”, a ver qué pasa), porque, como digo, sin encantarme, me ha gustado, pero ahora mismo, con esta única lectura, mi sensación es que, para Nobel, pues… no.

Lo que más me ha gustado: haberlo leído y poder opinar, aunque me da cierta rabia no haberlo leído antes.

Lo que menos me ha gustado: ¿vale decir que, quizá, todos esos nombres que creo merecen el Nobel desde hace ya muchos años y siguen sin ganarlo?

“Los fragmentos de la memoria se mueven y crean formas”.

Han Kang

Crítica: pequeñas mujeres rojas

Título: pequeñas mujeres rojas

Autor: Marta Sanz

Editorial: Anagrama

Esta lectura se la debo, una vez más, a la recomendación de Manuel Francisco Reina.

Dando un paseo por esta última Feria del Libro de Madrid, vimos que Marta Sanz estaba firmando y nos acercamos a saludarla. “Te va a gustar leerla”, me dijo Manuel. Y, una vez más, no se equivocó.

Esperé a que pasara el verano para leer esta novela porque sabía que necesitaría leerla sin los parones que las vacaciones me obligan a hacer, y yo también acerté en la decisión.

Desde ya os digo que es un librazo. Que me ha encantado. Que, sí, os lo recomiendo.

Me ha gustado, en primer lugar, por el estilo de Marta Sanz. Sabéis cuánto me gustan quienes cuidan el lenguaje al escribir, quienes demuestran manejar un léxico amplio, quienes se preocupan no solo por la historia, sino por cómo está escrita la historia. Y todo eso, sin duda, está en esta autora. Además, es un estilo distinto, muy personal, muy atrayente. Solo con eso ya me habría gustado leer este libro.

Pero, además, la historia… Ay, qué historia. Los personajes… Ay, qué personajes (enamorado de Paula Quiñones, la protagonista). El escenario… Ay, qué escenario.

Hay muchas historias sobre la Guerra Civil Española, muchas películas, se ha hablado mucho (quizá, nunca lo suficiente) sobre ella, sobre lo atroz de la dictadura franquista, sobre los cadáveres en las cunetas… Sí, las guerras son “atractivas” para la literatura. Pero Marta Sanz no utiliza la guerra para llenar su literatura, sino que utiliza su literatura para llenar algunos vacíos de esa guerra

La forma en que está escrita, alternando la propia historia de Paula con las cartas que comparte con Luz (otro personaje muy bien armado), es un completo acierto, y la trama corre como la pólvora ante nuestros ojos lectores, que no pueden dejar de leer. Sumado, como digo, a que el escenario (Azafrán) es un imán y a que los personajes crean un coro afinado a la perfección, os aseguro que ha sido una lectura que, siendo dura, he disfrutado muchísimo. Algo de novela negra. Algo de novela histórica. Mucha memoria. Mucha verdad. Un novelón.

En la contracubierta se dice que Sanz hace un homenaje a Hammet, Rulfo, a Peter Pan y a Alicia en el País de las Maravillas. Yo añadiré que también se lo hace a García Márquez, porque (esté en lo cierto o no) a mí me ha traído ecos de Cien años de soledad, de los Buendía, de Macondo.

Lo “malo” es que me he enterado al terminarlo y leer la contra (nunca la leo antes) de que es el final de una trilogía… Quizá tenga que leer los dos primeros libros para cerrar el círculo, aunque lo haya empezado del revés.

Los que leemos tanto pedimos, antes de comenzar un nuevo libro, que nos traigan algo nuevo, que nos sorprendan. Marta lo ha conseguido, como también ha conseguido lo que (supongo) buscamos todos los que escribimos: que nos sigan leyendo. Yo la leeré (te leeré), te seguiré leyendo, seguro de que tú seguirás sorprendiéndome.

Lo que más me ha gustado: siempre me gusta descubrir a un autor o autora que no había leído y me gusta, así que me quedo con eso, con haber descubierto a Marta Sanz.

Lo que menos me ha gustado: nada que ver con la historia, pero qué mal he llevado que todos los puntos se hayan puesto dentro de las comillas y no fuera… Lo de ser corrector me lleva un poco al límite con estas cosas.

“La memoria hace fuerza en un punto y penetra hacia lo hondo”.

Marta Sanz

Crítica: Casa Árbol Persona

Título: Casa Árbol Persona

Autora: José Manuel Gallardo

Editorial: Huerga & Fierro

Me habría encantado leer este libro cuando aún no sabía cómo manejar la poesía.

Habría sido un punto muy a favor a la hora de comprender mejor los porqués del quehacer poético, de conocer los motivos (si es que los hay) por los que escribimos poesía, de abrazar la belleza del mundo y del propio proceso de escritura como quien sonríe ante la risa de un niño pequeño.

No fue así. No encontré este libro en ese momento, sino cuando ya sabía un poco de todas esas cosas, cuando ya había dado algún paso hacia esa comprensión, hacia mis porqués, hacia mis motivos, hacia mi búsqueda de la belleza. Aun así, qué gusto leer un poemario que ratifica mis suposiciones, que se suma a todos mis pensamientos acerca de por qué escribo, de cómo escribo, de desde dónde escribo. Porque JoséManuel Gallardo viene con un libro de poesía sobre la propia poesía, sobre el proceso creativo al escribir, sobre el acto poético, que es una delicia y que nos acerca un poco más a la ansiada paz, a lo bello, a lo sencillo.

También hay tiempo para tratar otros temas, como la memoria, la familia, el transcurso vital del autor (mar-camino), que fluyen como esos ríos mencionados en algunos poemas, como esa agua que acoge y guía nuestros pasos, como esa tierra que los recibe y los empuja para seguir avanzando.

Casa. Árbol. Persona. Poeta (añadiría yo).

Un gusto confirmar que la poesía sigue estando, a pesar de (casi) todo(s), en las manos de personas que la tratan como merece.

Lo que más me ha gustado: la sencillez, pues me ha aportado una buena dosis de tranquilidad.

Lo que menos me ha gustado: por sacar algo (y ni siquiera estoy seguro), he decir que, a pesar de que me parecen muy bonitas, no termino de ver que un libro de poesía lleve ilustraciones. No es, como digo, ninguna crítica a la ilustradora, porque sus ilustraciones son preciosas, ni pretendo contrariar la decisión del poeta de incluirlas, pero las veo y, aunque me gustan, siento que no las necesito.

“Si este soy yo,

si soy un cuerpo,

un árbol,

una casa”.

José Manuel Gallardo

Crítica: Una muerte íntima

Título: Una muerte íntima

Autora: Teresa Núñez 

Editorial: Huerga & Fierro

Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares” 2022

Este libro ganó el “Ciega de Manzanares” el año antes que yo, por lo que tuve la suerte de compartir acto con su autora, de poder escuchar cómo recitaba algunos de los poemas y de conversar un rato con ella.

Si os soy sincero, no me lo monté muy bien (y me arrepiento de no haberlo hecho). No investigué absolutamente nada sobre ella ni sobre el libro, y creo que tendría que haberlo hecho (enero ha sido un mes muy complicado, diré a mi favor). Eso sí, quizá la sorpresa fue mayor al saber de ella y de su poesía esa misma tarde, en Manzanares, en el acto en que se me premiaba a mí y se presentaba su libro. Porque me gustó mucho escucharla, igual que me gustó mucho cruzar con ella algunas palabras.

Podría enumerar los premios que atesora Teresa, que son muchos, pero me voy a centrar solo en este poemario, que es el que reseño. 

“Una muerte íntima” es uno de esos libros que se escriben estando mal, tratando de (como dijo Félix Grande), “poner al dolor a trabajar al servicio de la vida”. Una ruptura es una tormenta que hay que atravesar con las fuerzas al mínimo; una ruta que hay que transitar a oscuras; un luto más con el que debemos convivir acompañados de un dolor inmenso. Eso es este poemario. Un libro de un dolor palpable, tanto que está en cada objeto de la casa, en los muebles, en la ropa, en todas y cada una de las habitaciones compartidas. Una forma terapéutica de intentar sanar a través de la escritura. Ya sabéis que es justo esta la poesía que me gusta (y la que yo también he escrito últimamente, la que veréis en mi siguiente poemario, “Alas para los ángeles”), así que ha sido una auténtica delicia leer a Teresa.

Me gusta, además, saber que mi libro va a formar parte de esta misma colección, que será el número XXII de este premio que ha logrado unirme a La Mancha, el otro 50% de mi sangre, tierra en la que espero poder compartir mi poesía.

Leed poesía, amigos. Sabed encontrar la poesía que de verdad merece ser leída. Buscad a poetas de los que escriben desde el conocimiento y la autenticidad. Huid de quienes solo son producto del marketing. Teresa Núñez es una poeta a la que leer, y esta muerte íntima que nos trae es un libro cuya lectura es, además de disfrute, aprendizaje.

Lo que más me ha gustado: verme reflejado en ese mismo proceso de duelo posruptura, identificarme con muchos de los versos.

Lo que menos me ha gustado: como no puedo reprocharle nada al libro, diré que las ganas que tengo de ver mi libro publicado ya, con lo que pesa la espera hasta noviembre.

“Escapaste

mucho antes del alba,

sin que yo adivinase que vivía

con un desconocido”.

Teresa Núñez

Crítica: De las horas sin sol

Título: De las horas sin sol

Autor: Marina Casado

Editorial: Huerga & Fierro

Adquirido en: Caseta de Huerga & Fierro, Feria del Libro de Madrid

Muchos se preguntan para qué sirve la poesía. Por qué, en los tiempos que corren, sigue habiendo personas que siguen escribiendo poemas. Un género que casi nadie lee. Que es complicado de encontrar en la mayoría de librerías. Un género sobre el que (dicen) ya está todo inventado.

Por otra parte, muchos hemos hablado acerca de esa nueva (y mal llamada) nueva corriente poética, tan abundante en redes sociales como carente de calidad poética. Esos textos (ya sabéis que me niego a llamarlos poemas) se leen, se comparten, dan dinero y seguidores… La única explicación que he encontrado cuando he preguntado por ahí es que “es sencilla y se entiende”. Vamos, que ni se han parado a leer a poetas que escriben poesía de verdad y que se entiende y que nos (les) gusta lo simple, lo inmediato, lo que no les hace dedicar más de un segundo. Insisto: a mí, no me vale con eso.

Vuelvo a esta nueva crítica dos días después de haber tenido el inmenso honor de escuchar a Antonio Gamoneda hablar de poesía, además de recitarla. En su intervención, que escuché con el vello de punta, dijo que, a esos “poetas realistas” (así llama él a quien dice escribir poesía sin pudor ni vergüenza), siempre les dice lo mismo: “No se escribe la vida. Se vive la escritura”. Y yo, que sabéis que tengo un respeto enorme por los grandes poetas, no voy a añadir más al respecto.

Volviendo al primer párrafo, la poesía sirve. Claro que sirve. Y este “De las horas sin sol”, de Marina Casado, es un claro ejemplo de esta afirmación. En un rato sabréis por qué.

A Marina llegué después de que @elgeneracional , a través de @williamalex_26 ,la entrevistara. Como ha sido la siguiente en hablar de poesía después de mi entrevista, me interesé en leerla y vi, con alegría, que opinábamos de forma muy parecida respecto a lo que he expuesto antes. Además, viendo lo que tenía escrito hasta ahora, me llamó mucho la atención este poemario que hoy os traigo, y lo hizo por la simple razón de que, por desgracia, tenemos algo en común: haber perdido a uno de nuestros padres demasiado pronto. Este “De las horas sin sol” habla, precisamente, de esa pérdida que sufrió la autora, convirtiéndose en un precioso homenaje a su padre y, al mismo tiempo, en una terapia aplicada a sí misma a través de los versos, gracias a la poesía. Del mismo modo, y de forma indirecta, también me ha servido a mí para volver al recuerdo de mi madre, para verla en algunos de los poemas de Marina, para recuperar con más fuerza aún su recuerdo y, tal y como hizo ella al escribirlos, homenajearla con la lectura. Fijaos si la poesía sirve de algo…

El libro lo compré en esta maravillosa Feria del Libro de Madrid que tanto he disfrutado este año, con la suerte de que Marina vino a verme firmar y pudo dedicármelo “con la terrible conciencia de que me comprendes”. Y tanto que te comprendo. Y tanto que es terrible.

Poeta joven, pero con un buen catálogo de libros, madrileña, sincera, profesora de Lengua y Literatura, Licenciada en periodismo, Doctora Cum Laude en Literatura Española… Y, desde que cruzamos un par de palabras por redes y nos pusimos cara en El Retiro a los pocos días, amiga y poeta a la que seguiré leyendo, sin duda.

Porque, no. No todos los poetas jóvenes pertenecen a ese grupo de “poetas realistas” del que hablaba Gamoneda. No todos escriben desde la ignorancia y la falta de interés en la poesía. No todos viven por y para las redes y sus miles de seguidores. También hay poetas jóvenes, como Marina, que se toman muy en serio esto de escribir poesía. Que la leen, la trabajan, la respetan y la hacen aún más grande. Porque, sí. Sigue habiendo poetas a quienes merece la pena descubrir y leer.

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado:

Del poema Western, domingo

Tengo los ojos llorosos de pretéritos.

Tengo todos los sueños conspirados

para perder la fe en la realidad.

La vida se disfraza de domingo

con las alas cerradas.

Del poema La eternidad

Y cuando nos sonríe,

es también tu sonrisa

la que vive por dentro de sus labios,

y algo en la noche que no acaba

me descifra, despacio,

el guiño triste y victorioso de la eternidad.

Dicho esto, voy con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: haber descubierto a una nueva (para mí) poeta y ver que nos unen tantas cosas, algunas terribles; otras, maravillosas.

Lo que menos me ha gustado: que ahora tendré que hacerme con más poemarios de Marina. Para empezar, “Este mar al final de los espejos”, poemario ganador del Premio Carmen Conde de Poesía.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Cada ciudad escoge un corazón para llorarlo.”.

Fragmento de “Todas las lluvias que pasé contigo”, Marina Casado

Crítica: Benjamin Wilson y el caso de la mano maléfica

Título: Benjamin Wilson y el caso de la mano maléfica

Autor: Beatriz Osés

Ilustrador: Emilio Urberuaga

Editorial: Edebé

Hay unos cuantos autores y autoras nacionales de literatura infantil y juvenil de los que me fío al cien por cien. Beatriz Osés es una de allas, al igual que lo son @pedro.manas.romero , @lediciacostas , @loslibrosdelaoro o @margaritadelmazo . No es necesario irse tan lejos para encontrar muy buenas historias dedicadas a peques y jóvenes.

Este libro fue uno de los elegidos para el Club de Lectura Infantil de la Librería Taiga de Madrid, del que me voy a ocupar a partir de ahora. Será del que hablemos en el grupo de nueve y diez años, y creo que les va a encantar.

Aunque me encante la fantasía, siempre he dicho que libros para este público tan exigente que sean “reales” es, también, necesario. Me encanta leer y escribir sobre magia, criaturas fantásticas y hechizos, pero también me gusta mucho hacerlo sobre lo que un niño o niña puede encontrarse en su día a día. Sin ir más lejos, en su colegio. Todo eso, a pesar de que la historia en sí no sea muy realista. Os cuento.

Benjamin Wilson es un señor que, a punto de jubilarse, recibe una notificación del Ministerio de Educación para que vuelva a su colegio, ya que afirman que tiene siete años. Con un argumento así, y con la pluma e imaginación de Beatriz Osés, podéis imaginar que es una muy buena historia en la que, sobre todo, priman el misterio y el humor. Dos elementos, para mí, muy importantes en la literatura infantil y juvenil.

Es un libro breve, muy entretenido y muy recomendable, y podremos destriparlo a placer en el club de lectura.

Además, cuenta con las ilustraciones de Emilio Urberuaga, uno de los grandes ilustradores españoles que, ni más ni menos, ha ilustrado Manolito Gafotas, entre otros muchos. Todo un lujo, desde luego.

Será un libro que recomiende en el colegio, sin duda. Cómo me gusta que autores tan cercanos escriban historias tan geniales.

Dicho todo esto (aunque me enrollaría mucho más), paso a mi análisis.

Puntos fuertes:

Marca España: sí, insisto. Es un auténtico lujo leer un libro de una autora de la talla de Beatriz Osés (ojead su curriculum literario) e ilustrado por Emilio Urberuaga, Premio Nacional de Ilustración 2011, sin ir más lejos. Cuánto talento tenemos en España, amigos y amigas. Y cuánto me gustaría que todo ese talento se valorara mucho más aún.

El humor: aunque, en realidad, catalogaría este libro como un libro de misterio, creo que el humor es lo más importante que encontramos en sus páginas. Un gancho perfecto para su lectura. 

El protagonista: Benjamin Wilson es un personaje estupendo. Inocente, torpe, concienzudo, justo… y muy divertido. Me ha cautivado.

Las ilustraciones: cuando un ilustrador es tan reconocible es por méritos propios. Y las ilustraciones de Emilio lo son.

Lo que más me ha gustado: poder compartir este libro con los lectores de Taiga y, además, contar con la propia autora, que nos acompañará si nada se tuerce.

Lo que menos me ha gustado: ¡que se me ha hecho muy corto! Es lo que tiene leerlo con treinta y cinco años, supongo…

¿Conocíais a la autora? A los que no, ¿creéis que lo haréis algún día?

Gracias y un abrazo para todos.

“Según estos documentos, usted tiene siete años y está en edad escolar”.

Beatriz Osés en “Benjamin Wilson y el caso de la mano maléfica”.

Crítica: El libro de Lilit

Título: El libro de Lilit

Autor: Guadalupe Grande 

Editorial: Renacimiento (Premio “Rafael Alberti” 1995)

Después de un tiempo buscando alguno de los libros publicados de Guadalupe Grande, al final me decidí a encargarlos al saber de su triste fallecimiento, el pasado 2 de enero.

Enamorado como estoy de la poesía de su madre, Francisca Aguirre, y con Félix Grande como padre (menudos genes), a Guadalupe tenía que leerla, y qué pena haber tardado tanto y, sobre todo, qué pena no haber hecho por conocerla, como sí conocí a sus padres.

Si os soy sincero, antes de este “Libro de Lilit” me hice con “Hotel para erizos”, pero alguien en quien confío a ciegas en esto de la poesía (quien se acaba de autoproclamar, no sin motivos, mi asesor literario) me dijo que este primer libro de Guadalupe era brutal. Como me conoce bien y sabe perfectamente la poesía que me gusta, le hice casi y, como siempre ocurre cuando lo hago, ha acertado de pleno.

Para continuar con la sinceridad, leí a Guadalupe con algo de miedo. Ser poeta siendo la hija, ni más ni menos, que de dos poetas de la talla de Paca y Félix (“Premio Nacional de las Letras” y “Premio Nacional de Poesía”, respectivamente y entre otros muchos galardones) no tiene que ser sencillo. Las comparaciones surgen siempre, en estos casos, y yo no quería caer en ese error. Cada poeta es solo suyo (si es de los buenos). Y Guadalupe es suya, muy suya, como muy suyos fueron sus padres.

Dicho todo esto, qué poemario, amigos y amigas. Qué absoluta maravilla. Qué complicado es (al menos, a mí me lo resulta) poemarios que te encrespen la piel de esta forma, que te leas de corrido porque te atrapan, que se disfruten tanto… De pocos, muy pocos libros de poesía puedo decir que me hayan gustado por completo. “Ítaca”, “Los trescientos escalones”, “Toco la tierra”, “La paternidad de Darth Vader”, “Solo tu nombre es mi enemigo” o las antologías “A las órdenes del viento”, “Pecábamos como ángeles” o“El ojo de la mujer” son algunos ejemplos. Solo poetas como Manuel Francisco Reina, la propia Paca AguirreÁngela Figuera AymerichRaquel LanserosGloria Fuertes o Gioconda Belli me dejan sin palabras y me hace leer y releer los mismos poemas una vez tras otra. En ese grupo se han colado Guadalupe Grande y “El libro de Lilit”. Y, por el momento, no devolveré el libro a la estantería, porque lo quiero releer ya mismo.

Sin enrollarme mucho más, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Puntos fuertes:

El descubrimiento: qué fácil y qué difícil, al mismo tiempo, tenía Guadalupe Grande ser una buena poeta, pero lo consiguió. Con creces. Su voz se separa de la de sus padres y se hace gigante. Qué mérito más enorme.

El tema: si habéis leído mis reseñas de poemarios y algo de la poesía que escribo, sabréis que la que más me gusta es la que duele. La poesía triste, la que brota de las entrañas, la que nace después de un desamor, una pérdida, una desilusión o algo que haya removido las tripas del poeta. El tema que se trata en este libro es uno de esos, y qué forma más brillante de expresar ese dolor, compartirlo y, casi con total seguridad, deshacerse un poco de él.

Lo que más me ha gustado: el libro en sí, al completo. Saber que, siempre que necesite volver a estos versos, Guadalupe y Lilit me estarán esperando.

Lo que menos me ha gustado: como he dicho antes, no haberla descubierto antes y haber podido hablar con ella sobre poesía, sobre sus padres y sobre la vida. 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

* Si lo queréis adquirir, en la propia página de Renacimiento lo encontraréis sin problema y, además, a un muy buen precio (que conste que no se trata de una colaboración y compré, junto a “En la quietud del tiempo”, de Pablo García Baena, este libro).

¡Un abrazo!

“Durante un tiempo estuve muerta

como una crisálida guardada en un cajón de cartón,

detenida en el umbral, olvidada del gusano y de la mariposa.

instante perpetuo, cómo duele despertar de tu sosegada indiferencia,

de tu dócil y atónita bondad”.

 “Oficio de crisálida”, Guadalupe Grande