Crítica: Los ojos fríos del vals

Título: Los ojos fríos del vals

Autor: Marina Casado

Editorial: Bajamar

Vuelvo a leer a Marina Casado y vuelvo a enamorarme de su poesía.

No lo puedo evitar. Su estilo me gusta tanto que se ha convertido ya en una de mis poetas de referencia, en alguien en quien confiar para cruzar poemas y decirnos qué opinamos, para (como ella también ha visto) caminar de la mano por esta andadura poética de ambos, porque nos respetamos tanto que, por lo que parece, nuestros estilos y temas se están entrelazando (y eso es algo que me encanta).

Llegan estos ojos fríos del vals (su quinto poemario publicado) casi a la par que su maravillosa novela juvenil “Los doce reinos del tiempo”, dejando clara la versatilidad de esta poeta, que se atreve –con éxito y soltura– con todo tipo de literatura.

Llega con una editorial, Bajamar, que está haciendo una apuesta firme por cuidar una colección de poesía con poetas emergentes y poetas ya de altura, como es el caso de Marina Casado.

Quizá gracias a esa apuesta, Marina se ha atrevido a dejar de lado posibles pudores o encorsetamientos y ha dado rienda suelta a su voz más salvaje, más libre, más (en algunos momentos) modernista. Porque, a veces, escribir poesía supone aceptar y seguir ciertas normas –escritas o tácitas– que pueden llegar a ser una limitación de la creatividad, la forma o el estilo. Y, con poemarios cerrados de una forma (digamos) más clásica, este libro se sale de esas normas para abrir a la poeta casi en canal, para hablar y dejar por escrito que, también fuera de esos límites, es una de las mejores poetas que existen en el panorama nacional.

En “Los ojos fríos del vals”, Marina convoca a los espíritus de Odette y Odile, de esos cisnes antagónicos que representan la realidad de la humanidad y del mundo, y lo hace a través de la poesía, por supuesto, pero, también, del cine, de los cuentos infantiles y, como es habitual en ella, de la música.

El resultado es un poemario tan arriesgado como acertado; tan personal como global; tan intrínseco como magnético. Un poemario que es la esencia de Marina, que es su voz desnuda, su latido poético. Un poemario que, como toda su obra, merece ser leído por quienes amamos la poesía y, sí, también por quienes queremos y admiramos a Marina, que somos muchos. 

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: la valentía que Marina demuestra al escribir algo que de le apetecía escribir, sin seguir más señales que su instinto, su buen hacer poético y sus ganas de salirse de “lo establecido”.

Lo que menos me ha gustado: que, ya que es novedad, pasará algo de tiempo hasta poder tener su próximo poemario (aunque esto lo salvo al leer los distintos poemas que va escribiendo y comparte conmigo, beneficios de la amistad).

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Devolvedles la voz a aquellos muertos.

A los hombres que aúllan debajo de la tierra,

a los huesos sin nombre, a los naufragios.

[…]

Devolvedles la voz

para que no se mueran”.

Fragmento de “1936”, Marina Casado

Crítica: Babilonia dream

Título: Babilonia dream

Autor: Alicia Louzao

Editorial: Bajamar

Es complicado hablar de los libros escritos por gente conocida, más aún si, como en este caso, lo ha escrito una amiga a la que se tiene mucho cariño.

No. No es el prolegómeno a una crítica negativa. El libro me ha gustado mucho, pero, para bien o para mal, es complicado cumplir la objetividad que siempre ejerzo en mis reseñas, y creo que es de justicia que lo diga.

Alicia la conocí en un recital de poesía y entró al grupo de Los Bardos unos pocos días antes de lo que hiciera yo, y vi en ella a una chica que vivía la poesía con dulzura, que la leía con ese acento tan mágico de las tierras gallegas, que empezaba a moverse en este universo, el poético, con todas sus peculiaridades.

Ganadora del VIII Premio de Poesía Jovellanos, y con varios poemarios publicados antes que el que nos ocupa, Alicia Louzao comienza a dar pasos firmes en la poesía, y lo hace con una voz muy característica, muy personal, muy (me atrevería a decir) arriesgada. Y (vuelvo a atreverme), es un riesgo que solventa con éxito.

Porque, para alguien como yo, acostumbrado a leer un tipo de poesía muy específico, a seguir unas normas en cuanto a métrica, ritmo y temas, a insistir en esos y esas poetas con los y las que puedo identificarme, es un reto leer a otro tipo de poetas, otro tipo de poesía. Y, no creáis, leo con cierto temor. Sobre todo, como dije al principio, si quien escribe es conocido. Y, sí, tuve ese temor al principio (aunque, por lo que le había escuchado, sabía que no era un temor muy grande), pero se fue diluyendo a medida que los versos avanzaban. Y, alejado de esos temores, he disfrutado mucho la lectura.

Sin ser yo un estudioso de la poesía que pueda (ni quiera) hablar de generaciones, tendencias, similitudes y demás, he encontrado en los poemas de “la Louzao” imágenes muy impactantes que beben, en muchos casos, de lo urbano, de la calle, de graffitis, pintadas; de recuerdos de la infancia; de la nostalgia de dejar atrás la niñez (un tema que me atrae bastante en lo poético); del cine; de la música; de los clásicos de la literatura… Una mezcla tan bien unida que consigue que, al leer poema tras poema, avancemos de la mano de la autora por su urbe personal, por sus recuerdos, sus miedos y sus preocupaciones.

Y eso, siempre, es de agradecer.

Quiero destacar y, también, agradecer, la preciosa labor que la Editorial Bajamar está haciendo con la poesía, especialmente con esta colección que está dando voz a jóvenes poetas como Alicia, con cariño, con respeto y con una edición tan sutil como cuidada.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: descubrir que hay voces que se atreven a mostrarse con personalidad, con aplomo, y que escenarios corrientes, mundanos y menos concurridos pueden ser las localizaciones perfectas para la poesía. Creo que esa apuesta por lo cotidiano es un acierto en este Babilonia dream. Además de eso, hay repeticiones en algunos poemas que son maravilla.

Lo que menos me ha gustado: por lo (podríamos decir) rígido que yo soy con la poesía, quizás habría agradecido algo más de estructura, algo más de andamios. Eso sí, esta es la poesía de Alicia, no la mía, por la que ni mucho menos es una crítica negativa, sino algo que únicamente tiene que ver con mis gustos y mis hábitos como lector.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Los condenados tienen un himno que recoge todas las espinas que penetran en el pecho”.

 Fragmento de “Cántico. Espectáculo al aire libre”, Alicia Louzao

Crítica: Este mar al final de los espejos

Título: Este mar al final de los espejos

Título: Este mar al final de los espejos

Autor: Marina Casado

Editorial: Torremozas

Premio Carmen Conde de Poesía 2020

Soy capaz de identificarme con pocos poetas. Por una parte, porque hacerlo con los grandes poetas que admiro y cuyo estilo puede ser un tanto parecido a la forma que tengo de escribir me da mucho reparo. Quién soy yo para compararme con esos y esas poetas que son historia de la poesía. En cuanto a los poetas jóvenes, me ocurre que hay algunos que pretenden dárselas de innovadores sin tener asentadas las bases. Para innovar en algo tan serio como la poesía no vale con hacer lo que a uno le venga en gana sin ton ni son, y hay muchos que así lo creen y, por desgracia, un sector de la poesía (con algunos premios de antiguo renombre que han perdido todo el prestigio) lo apoya. Quién sabe por qué. Con esos, aunque me corresponderían más por edad, no me identifico en absoluto. Sin embargo, sí hay una hornada de poetas jóvenes que escriben buena poesía sin tanta chorrada, con la tradición bien integrada, con respeto y con el conocimiento de un género tan complicado como el que nos ocupa. Entre esos y esas poetas jóvenes destaca, sin duda, Marina Casado

El primer libro que leí suyo fue “De las horas sin sol”, que me enamoró desde el primer verso y que reseñé hace poco: https://jorgepozosoriano.com/2021/09/22/critica-de-los-dias-sin-sol/ (sí, lo puse mal al principio y el nombre de la entrada sigue siendo incorrecto). En este libro ya vi un estilo con el que sí me identificaba, que me gustaba leer, que era, más o menos, similar a lo que yo escribía y que es ese tipo de poesía que disfruto leyendo. Un regalo, vaya, en toda esta vorágine de poetas de tres al cuarto que, encima, van de poetas consagrados.

En este libro que hoy os traigo, ese estilo, que es el de Marina, me ha vuelto a hacer disfrutar mucho de la poesía. A través de sus distintas partes, Marina se coloca frente a diversos espejos y se muestra frágil y vulnerable, se expone al lector sin escudos ni argucias, tal cual es y cual es siente. El hueco. La herida. La poesía. Espejos arrastrados por mares o mareas que arrastran, al mismo tiempo, a la autora. Que nos arrastran, por su sinceridad, a quienes la leemos.

“Habrá un hueco erigido de nostalgias,

una herida sin tiempo

                                           y la poesía,

la poesía que vino a salvarme la vida.

Mi vida: tres espejos

y al final este mar que a todos nos aguarda”

(De “Tres espejos sonámbulos”).

Como ya hablé de ella al reseñar “De las horas sin sol”, no quiero enrollarme más. No soy un estudioso de la poesía ni mis reseñas van en esa línea. Tan solo soy un lector feroz de poemas, un insaciable descubridor de poetas que habla de lo que le gusta y lo que no sin dármelas de erudito y sin usar palabras gigantescas para esconder las mil carencias que tengo. A la poesía, creo, se llega a través de la sencillez, y eso nadie me lo arrebatará nunca, por muchas trabas que me encuentre en el camino.

Seguiré leyendo a los grandes y, con alegría, descubriendo a poetas que ya son grandes para mí, también como personas, como es el caso de mi amiga Marina Casado.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: me quedo con ella, con Marina. Con su poesía, por supuesto, pero, por encima de todo, con la persona. Porque sé que, aunque nos hayamos conocido hace poco, compartimos mucho en común y, estoy seguro, compartiremos muchas más que están por venir.

Lo que menos me ha gustado: que este poemario, digno ganador del Carmen Conde, no corriera la misma suerte en uno de esos premios que van de importantes y que están, por desgracia, absolutamente denostados.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“La ausencia ocupa un hueco exacto

entre los huesos.”.

Fragmento de “Rigidez articular”, Marina Casado

Crítica: En las praderas del fin del mundo

 Título: En las praderas del fin de mundo

Autor: Andrea Cote

Editorial: Valparaíso

Estando en la Feria del Libro de Madrid, escuché hablar y recitar a varios y varias poetas de Colombia(país invitado) y aproveché la ocasión para hacerme con el libro de una de ellas, el que hoy os traigo.

Fui a la caseta de Valparaíso, donde conocí a Jota Santa Tecla y a Elízabeth Echemendía, y me llevé este “En las praderas del fin de mundo”, de Andrea Cote, que acabo de terminar.

No es la primera vez que digo que me gusta mucho leer a autores de Iberoamérica, que me gusta mucho lo bien que usan el lenguaje, lo cuidadosos que son con nuestro idioma compartido, lo que me encanta encontrarme palabras o expresiones que aquí no se usan. Siempre que leo poesía latinoamericana (si es buena, como es el caso) me fijo mucho en esos detalles, y este libro de esta poeta colombiana es una buena muestra.

Un poemario sencillo y sincero, dedicado a su hijo, con todo el peso de la mayor de las fuerzas: la maternidad. Eso ya sería suficiente, pero, además, la poesía de Andrea Cote nos acoge, también, a quienes no somos sus hijos, quizá por esa sencillez, quizá por el amor, quizá, simplemente, por la poesía.

Como apunta mi admirada Raquel Lanseros en la contraportada, es “un libro sanador y germinativo”. Sanador porque nos hace reencontrarnos con esa infancia nuestra, tan lejana como, precisamente por eso, muchas veces dolorosa. Germinativa porque una madre es la Naturaleza en sí misma, porque no existe amor más puro que el amor maternal.

Me ha gustado mucho. Breve, pero suficiente. Intenso. Trabajado. Y, por si eso fuera poco, dedicado por la autora.

Para que conozcáis un poco mejor la poesía de Andrea Cote, os dejo algunos de sus versos:

Del poema Pastor del sol

Contemplo,

hijo,

la tribu de tus dones,

los que habrás de perder.

Del poema En las praderas del fin de mundo

En las praderas del fin del mundo,

de las láminas ajadas de los cuerpos,

se desclavan, una a una, las partículas de polvo

que engulle el viejo sol, único dios íntegro.

Del poema En su destierro

Una neblina unánime,

del color de los huesos,

lo va cubriendo todo.

El caso es que, ahora que los copio, me doy cuenta de que hay un léxico en común con mi poesía… Pero eso tendríais que descubrirlo vosotros mismos.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: seguir sumando poemarios, seguir aprendiendo de buenos y buenas poetas, seguir estableciendo conexiones poéticas, seguir viviendo, en definitiva, la poesía como siempre he querido hacerlo.

Lo que menos me ha gustado: quizás, algunos poemas que no han terminado de sacudirme, pero esto no es algo que me preocupe cuando el balance global es tan positivo.

“La guerra trabaja para el desierto”.

 Fragmento de “Niebla”, Andrea Cote

Crítica: Hotel para erizos

Título: Hotel para erizos

Autor: Guadalupe Grande 

Editorial: Calambur

Tuve la suerte de conocer a Félix Grande y a Paca Aguirre, pero no pude conocer a Guadalupe. Joven como era, siempre pensé que nos conoceríamos en algún momento, pero no pudo ser, y es algo que me entristece. 

El día que murió, fui a buscar alguno de sus libros (solo había leído algunos poemas suyos por internet), y este fue el único que encontré. Me hice con él, pero no lo he leído hasta ahora.

Antes de este “Hotel para erizos” leí “El libro de Lilit”, que tuve que pedir a la editorial porque no lo encontré en librerías (si alguien pudiera explicármelo…), uno de mis poemarios favoritos. Por eso, quizá, por lo que me gustó ese libro, quise posponer este otro, pero ya le llegó el momento.

“Hotel para erizos” es un poemario peculiar, ya desde su título. Muy distinto a “El libro de Lilit”. Una poesía diferente, mucho más simbólica, con poemas muy largos, versos muy largos, poemas en prosa (que no prosa poética, un término que ya sabéis que detesto), estructuras más abiertas.

He de reconocer que me costó un poco entrar y que los primeros poemas no terminaron de engancharme (a pesar de la calidad). Quizá la culpa es mía por esperar encontrarme a la Guadalupe de Lilit, pero he tenido que releer el inicio después de terminar el libro para comprender mejor esos poemas. Y, en esa segunda lectura, el poemario se ha vuelto un todo.

El refugio para todos los desamparados que es este hotel nos habla de la pobreza, de la infancia, del exilio, de la guerra, de las heridas, del ayer… Animales abandonados y doloridos que buscan un hogar tras perderlo todo y acaban llegando a este hotel, a esta cuna, a estos versos. Puede que no sea un libro peculiar, como he dicho, sino uno muy original. Quizás ese sea el motivo de que me descolocara al principio.

Cuando he sabido comprenderlo… qué maravilla. Qué familia de poetas esta familia Grande-Aguirre. Qué vacío han dejado en la poesía nacional… Y qué difícil para Guadalupe encontrar su voz entre las tremendas voces de sus padres, qué mérito tiene en haberlo conseguido.

Destacan, para mí, los poemas “El sonajero de Casandra”“Gatas pariendo”“Jardín de las variaciones” y el brutal Post scriptum Para un poema borrado” (espectacular). Os dejo algunos versos de esos poemas para que podáis disfrutarlos.

De “El sonajero de Casandra”:

Eso era ayer, ayer al fondo, cuando la lluvia y su lengua de ausencia, cuando el untuoso mecanismo da cuerda al péndulo del extravío.

De “Gatas pariendo”:

y ese gato no para de maullar y es una pequeña herida no sabes de qué no sabes de quién pero ahí está insistiendo clamando de hambre y noche al borde del peligro al borde del abismo al borde del jardín Un coche un faro luego nada

De “Jardín de las variaciones”:

Y ahora miramos absortos las horas con la infancia atravesada en los labios

De Post scriptum Para un poema borrado”:

Madre padeció hambre. Suele suceder después de una guerra. Quedaban las mondas de patata, las de naranja en primavera, flores de acacia, pequeños copos dulces, opulencia de la imaginación. Cualquier cosa parece buena para llenar el abismo del hambre

No me digáis que son unos versos maravillosos…

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: además de ese pedazo de poema cuyo inicio acabáis de leer, creo que me quedo con esa originalidad para tratar temas tan duros, desde el cobijo que todos los desamparados pueden encontrar en este hotel, no solo para erizos.

Lo que menos me ha gustado: como he dicho al principio, no haber podido conocer a Guadalupe y poder hablar con ella de poesía, de la suya, de la de sus padres, de la de verdad. 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“El universo es un misterioso laberinto de compensaciones: un trozo de pan de ayer, un dedal de aceite: la pobreza”.

 “Post scriptum Para un poema borrado”, Guadalupe Grande

Crítica: De las horas sin sol

Título: De las horas sin sol

Autor: Marina Casado

Editorial: Huerga & Fierro

Adquirido en: Caseta de Huerga & Fierro, Feria del Libro de Madrid

Muchos se preguntan para qué sirve la poesía. Por qué, en los tiempos que corren, sigue habiendo personas que siguen escribiendo poemas. Un género que casi nadie lee. Que es complicado de encontrar en la mayoría de librerías. Un género sobre el que (dicen) ya está todo inventado.

Por otra parte, muchos hemos hablado acerca de esa nueva (y mal llamada) nueva corriente poética, tan abundante en redes sociales como carente de calidad poética. Esos textos (ya sabéis que me niego a llamarlos poemas) se leen, se comparten, dan dinero y seguidores… La única explicación que he encontrado cuando he preguntado por ahí es que “es sencilla y se entiende”. Vamos, que ni se han parado a leer a poetas que escriben poesía de verdad y que se entiende y que nos (les) gusta lo simple, lo inmediato, lo que no les hace dedicar más de un segundo. Insisto: a mí, no me vale con eso.

Vuelvo a esta nueva crítica dos días después de haber tenido el inmenso honor de escuchar a Antonio Gamoneda hablar de poesía, además de recitarla. En su intervención, que escuché con el vello de punta, dijo que, a esos “poetas realistas” (así llama él a quien dice escribir poesía sin pudor ni vergüenza), siempre les dice lo mismo: “No se escribe la vida. Se vive la escritura”. Y yo, que sabéis que tengo un respeto enorme por los grandes poetas, no voy a añadir más al respecto.

Volviendo al primer párrafo, la poesía sirve. Claro que sirve. Y este “De las horas sin sol”, de Marina Casado, es un claro ejemplo de esta afirmación. En un rato sabréis por qué.

A Marina llegué después de que @elgeneracional , a través de @williamalex_26 ,la entrevistara. Como ha sido la siguiente en hablar de poesía después de mi entrevista, me interesé en leerla y vi, con alegría, que opinábamos de forma muy parecida respecto a lo que he expuesto antes. Además, viendo lo que tenía escrito hasta ahora, me llamó mucho la atención este poemario que hoy os traigo, y lo hizo por la simple razón de que, por desgracia, tenemos algo en común: haber perdido a uno de nuestros padres demasiado pronto. Este “De las horas sin sol” habla, precisamente, de esa pérdida que sufrió la autora, convirtiéndose en un precioso homenaje a su padre y, al mismo tiempo, en una terapia aplicada a sí misma a través de los versos, gracias a la poesía. Del mismo modo, y de forma indirecta, también me ha servido a mí para volver al recuerdo de mi madre, para verla en algunos de los poemas de Marina, para recuperar con más fuerza aún su recuerdo y, tal y como hizo ella al escribirlos, homenajearla con la lectura. Fijaos si la poesía sirve de algo…

El libro lo compré en esta maravillosa Feria del Libro de Madrid que tanto he disfrutado este año, con la suerte de que Marina vino a verme firmar y pudo dedicármelo “con la terrible conciencia de que me comprendes”. Y tanto que te comprendo. Y tanto que es terrible.

Poeta joven, pero con un buen catálogo de libros, madrileña, sincera, profesora de Lengua y Literatura, Licenciada en periodismo, Doctora Cum Laude en Literatura Española… Y, desde que cruzamos un par de palabras por redes y nos pusimos cara en El Retiro a los pocos días, amiga y poeta a la que seguiré leyendo, sin duda.

Porque, no. No todos los poetas jóvenes pertenecen a ese grupo de “poetas realistas” del que hablaba Gamoneda. No todos escriben desde la ignorancia y la falta de interés en la poesía. No todos viven por y para las redes y sus miles de seguidores. También hay poetas jóvenes, como Marina, que se toman muy en serio esto de escribir poesía. Que la leen, la trabajan, la respetan y la hacen aún más grande. Porque, sí. Sigue habiendo poetas a quienes merece la pena descubrir y leer.

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado:

Del poema Western, domingo

Tengo los ojos llorosos de pretéritos.

Tengo todos los sueños conspirados

para perder la fe en la realidad.

La vida se disfraza de domingo

con las alas cerradas.

Del poema La eternidad

Y cuando nos sonríe,

es también tu sonrisa

la que vive por dentro de sus labios,

y algo en la noche que no acaba

me descifra, despacio,

el guiño triste y victorioso de la eternidad.

Dicho esto, voy con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: haber descubierto a una nueva (para mí) poeta y ver que nos unen tantas cosas, algunas terribles; otras, maravillosas.

Lo que menos me ha gustado: que ahora tendré que hacerme con más poemarios de Marina. Para empezar, “Este mar al final de los espejos”, poemario ganador del Premio Carmen Conde de Poesía.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Cada ciudad escoge un corazón para llorarlo.”.

Fragmento de “Todas las lluvias que pasé contigo”, Marina Casado

Crítica: Ave, Eros

Título: Ave, Eros

Autor: Ana Rodríguez Callealta

Editorial: La isla de sístola

Adquirido en: Librería Taiga Madrid

Cuando entrevisté a Abraham Guerrero Tenorio (poeta ganador del Adonáis) me recomendó a Ana Rodríguez Callealta y, como sabéis que soy muy bien mandado en esto de las recomendaciones poéticas de poetas en los que creo, la he leído.

Y me ha gustado.

Mucho.

Poeta joven (nacida en 1988), pero experta en el verso y alejada de modas tan oportunas como (espero) efímeras. Gaditana, como tantos buenos poetas (ahí están Alberti, Antonio Hernández, Raquel Lanseros, Manuel Francisco Reina o el propio Abraham, entre otros y otras). Original (mucho), sin abandonar la tradición. Con figuras, recursos e imágenes que me han gustado mucho y que son muy potentes. Con referencias literarias, mitológicas, cinematográficas.

Una poesía fluida a la vez que intensa. Sencilla de leer, pero muy bien trabajada. Una poesía muy buena de una muy buena poeta.

Además, el libro empieza con una cita de mi querida Ángela Figuera Aymerich. ¿Qué más se puede pedir?

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado:

Del poema Pliegos de cordel

Será verdad tal vez que el universo

en vez de contraerse se me expande

quemándome en su riego la razón.

Del poema In vitro

Prefiero proyectarme limitada:

sujeto femenino que ha llorado

y pide que lo adopten con su miedo.

Del poema Errata naturale

Los tigres se me ponen en los ojos

moviéndose hacia el dorso de tu boca,

dejándome desnuda en la estacada.

Sí, me gusta mucho un endecasílabo bien construido, no lo puedo evitar…

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: es algo que ya he dicho más de una vez, pero me quedo con ir descubriendo poetas tan buenas como Ana.

Lo que menos me ha gustado: por decir algo, una cita en uno de los poemas de uno de esos poetas que jamás leeré…

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Tierra tú. Para tus muertos. Tierra tú.

Algo tendrán que comer”.

 Fragmento de “Jane Austen: ubi sunt?”, Ana Rodríguez Callealta

Crítica: Saltaré sobre el fuego

Título: Saltaré sobre el fuego

Autor: Wislawa Szymborska

Editorial: Nørdica

Estando en Málaga, quise visitar la Librería Luces y, por supuesto, llevarme un libro de allí. Me gusta ir a librerías emblemáticas y hacerme con un libro. Esas manías de los lectores, ya sabéis.

La elección fue esta pequeña selección de la obra poética de la Premio Nobel de Literatura polaca, a quien aún no había leído.

Alguna vez he comentado que no suelo leer poesía traducida y que, por regla general, leo poesía escrita en castellano o en alguno de los idiomas que hablo y puedo leer. Creo que, por muy buenas que sean las traducciones, la poesía traducida pierde algo de su esencia, y eso me echa un poco para atrás.

Pero, claro, hay poetas a quienes hay que leer sí o sí, escriban en el idioma que escriban. Es el caso de Wislawa Szymborska, aunque no entienda una sola palabra en polaco, así que fue una muy buena elección.

El libro incluye poemas de sus libros Llamando al yetiSalMil alegrías–un encantoSi acasoEl gran númeroGente en el puente y Fin y principio, una buena parte de sus libros. He de reconocer que los primeros poemas no me gustaron mucho y que llegué a pensar si la poesía de Szymborska no me iba a convencer, pero me equivocaba. Es cierto que esa primera poesía no me gusta demasiado, pero, a partir de Si acaso (1975) y, sobre todo, los poemas pertenecientes a El Gran númeroGente en el puente y Fin y principio me han ENCANTADO. Tanto que me acabaré comprando esos tres poemarios antes o después, segurísimo.

Ahí, en esos libros, sí estaba la poeta que esperaba, y menuda poeta. Comprometida, original, impecable en las figuras, en la simbología, sincera, cruda, MARAVILLA.

Descubierta gracias a esta pequeña muestra en una edición espectacularmente bien editada por Nørdica, en un formato precioso y con unas ilustraciones igual de bonitas de Kike de la Rubia. Cuánto me gusta que editoriales tan cuidadosas como Nørdica se preocupen por la poesía y nos regalen estas ediciones tan, tan, tan bien realizada. GRACIAS.

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado:

Del poema Fin y principio

Después de cada guerra

alguien tiene que limpiar.

No se van a ordenar las cosas solas,

digo yo.

Alguien debe echar los escombros

a la cuneta

para que puedan pasar

los carros llenos de cadáveres.

Del poema El ocaso del siglo

Nuestro siglo XXI iba a ser mejor que los anteriores.

Ya no podrá demostrarlo,

tiene los años contados,

titubeante el paso,

fatigada la respiración.

[…]

Teníamos que avanzar, por ejemplo,

hacia la primavera y la felicidad.

El miedo tenía que dejar las montañas y los valles.

La verdad tenía que llegar a la meta

antes que la mentira.

Ciertas desgracias no iban

a suceder más:

por ejemplo, la guerra

y el hambre, y tantas otras.

Del poema Nada en propiedad

Nada en propiedad, todo prestado.

Hundida en deudas hasta las orejas.

Tendré que pagar por mí

conmigo misma,

por la vida dar la vida.

No me digáis que no queréis leer los poemas completos.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: además de la edición, que es una joya, haber descubierto, por fin, a Wislawa Szymborska. He tardado, sí, pero ya lo he hecho. Y cuánto me ha gustado leerla… Los libros Fin y principio, El gran número y Gente en el puente tienen que ser brutales.

Lo que menos me ha gustado: como en toda selección poética, me he quedado con ganas de leer más, aunque creo que la muestra es perfecta y que, precisamente porque es una selección, nos permite ver lo necesario para intuir qué poesía hay en cada libro de la autora polaca. 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“No.

Evidentemente exijo demasiado:

tanto como un segundo”.

 Fragmento de “Día 16 de mayo de 1973”, Wislawa Szymborska

Crítica: El pez rojo que nada en el pecho

Título: El pez rojo que nada en el pecho

Autor: Gioconda Belli

Editorial: Visor

XXX Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma

Poeta mujer. Latinoamericana. Feminista. Recomendada por Manuel Francisco Reina. ¿Qué podía fallar?

La descubrí con su libro de poesía reunida “El ojo de la mujer”

https://jorgepozosoriano.com/2020/12/08/critica-el-ojo-de-la-mujer/ , y ya me enamoré de ella.

Este último poemario suyo, ganador del prestigioso Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, es una auténtica maravilla. 

Amor. Feminismo. Crítica social. Homenaje a un poeta tan querido por ella como Ernesto Cardenal, o como a Katy, enferma de cáncer.

Todo, con ese castellano tan cuidado de las escritoras (y escritores) de Latinoamérica, tan cuidado por Belli.

Se habla, como digo, del amor, tanto el que se da a la pareja como a los hijos, los amigos o los amigos.

Hay feminismo, empoderamiento de la mujer, como es el brutal poema “Consejos para la mujer fuerte”:

Si eres una mujer fuerte

protégete con palabras y árboles

e invoca la memoria de mujeres antiguas.

Hay, a través de la poesía (la tercera parte del poemario se llama “¿Qué puede hacer la poesía?”), crítica hacia quienes obvian el dolor del desconocido, del que sufre, como en el poema “¿Tiene patria el dolor?”, donde habla del drama de la inmigración; o en “Impunidad”, donde denuncia la violencia machista. Aquí os dejo un fragmento de ambos poemas:

¿Tiene patria el dolor?

Voces condenan a quienes sienten como propio

el ardor de los naufragios, la espalda que sangra del azotado.

Preguntan por qué llorar por desconocidos,

esos que no comparten su historia, su idioma, su pan de cada día”.

En el armario los vestidos de colores languidecen

víctimas de la doliente cobardía del esposo.

No me digáis que no queréis leer los poemas completos.

Desde luego, en poesía en castellano contemporánea, Gioconda Belli es una autora muy a tener en cuentay, por eso, os la recomiendo mucho.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: creo que me quedo con la versatilidad de la autora, con cómo es capaz de expresar sentimientos tan distintos sin cambiar de voz, creando unos poemas muy distintos en cuanto al tema, pero siempre claros, limpios y rotundos.

Lo que menos me ha gustado: como en casi todo poemario, algunos poemas nos llegan algo menos. Hay varios por el final que no me han dicho gran cosa.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Escuchemos a las mujeres

sus pies danzan sobre la tierra

escuchémoslas

hagamos el silencio”.

 Fragmento de “Vamos a dibujar”, Gioconda Belli

Crítica: El libro de Lilit

Título: El libro de Lilit

Autor: Guadalupe Grande 

Editorial: Renacimiento (Premio “Rafael Alberti” 1995)

Después de un tiempo buscando alguno de los libros publicados de Guadalupe Grande, al final me decidí a encargarlos al saber de su triste fallecimiento, el pasado 2 de enero.

Enamorado como estoy de la poesía de su madre, Francisca Aguirre, y con Félix Grande como padre (menudos genes), a Guadalupe tenía que leerla, y qué pena haber tardado tanto y, sobre todo, qué pena no haber hecho por conocerla, como sí conocí a sus padres.

Si os soy sincero, antes de este “Libro de Lilit” me hice con “Hotel para erizos”, pero alguien en quien confío a ciegas en esto de la poesía (quien se acaba de autoproclamar, no sin motivos, mi asesor literario) me dijo que este primer libro de Guadalupe era brutal. Como me conoce bien y sabe perfectamente la poesía que me gusta, le hice casi y, como siempre ocurre cuando lo hago, ha acertado de pleno.

Para continuar con la sinceridad, leí a Guadalupe con algo de miedo. Ser poeta siendo la hija, ni más ni menos, que de dos poetas de la talla de Paca y Félix (“Premio Nacional de las Letras” y “Premio Nacional de Poesía”, respectivamente y entre otros muchos galardones) no tiene que ser sencillo. Las comparaciones surgen siempre, en estos casos, y yo no quería caer en ese error. Cada poeta es solo suyo (si es de los buenos). Y Guadalupe es suya, muy suya, como muy suyos fueron sus padres.

Dicho todo esto, qué poemario, amigos y amigas. Qué absoluta maravilla. Qué complicado es (al menos, a mí me lo resulta) poemarios que te encrespen la piel de esta forma, que te leas de corrido porque te atrapan, que se disfruten tanto… De pocos, muy pocos libros de poesía puedo decir que me hayan gustado por completo. “Ítaca”, “Los trescientos escalones”, “Toco la tierra”, “La paternidad de Darth Vader”, “Solo tu nombre es mi enemigo” o las antologías “A las órdenes del viento”, “Pecábamos como ángeles” o“El ojo de la mujer” son algunos ejemplos. Solo poetas como Manuel Francisco Reina, la propia Paca AguirreÁngela Figuera AymerichRaquel LanserosGloria Fuertes o Gioconda Belli me dejan sin palabras y me hace leer y releer los mismos poemas una vez tras otra. En ese grupo se han colado Guadalupe Grande y “El libro de Lilit”. Y, por el momento, no devolveré el libro a la estantería, porque lo quiero releer ya mismo.

Sin enrollarme mucho más, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Puntos fuertes:

El descubrimiento: qué fácil y qué difícil, al mismo tiempo, tenía Guadalupe Grande ser una buena poeta, pero lo consiguió. Con creces. Su voz se separa de la de sus padres y se hace gigante. Qué mérito más enorme.

El tema: si habéis leído mis reseñas de poemarios y algo de la poesía que escribo, sabréis que la que más me gusta es la que duele. La poesía triste, la que brota de las entrañas, la que nace después de un desamor, una pérdida, una desilusión o algo que haya removido las tripas del poeta. El tema que se trata en este libro es uno de esos, y qué forma más brillante de expresar ese dolor, compartirlo y, casi con total seguridad, deshacerse un poco de él.

Lo que más me ha gustado: el libro en sí, al completo. Saber que, siempre que necesite volver a estos versos, Guadalupe y Lilit me estarán esperando.

Lo que menos me ha gustado: como he dicho antes, no haberla descubierto antes y haber podido hablar con ella sobre poesía, sobre sus padres y sobre la vida. 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

* Si lo queréis adquirir, en la propia página de Renacimiento lo encontraréis sin problema y, además, a un muy buen precio (que conste que no se trata de una colaboración y compré, junto a “En la quietud del tiempo”, de Pablo García Baena, este libro).

¡Un abrazo!

“Durante un tiempo estuve muerta

como una crisálida guardada en un cajón de cartón,

detenida en el umbral, olvidada del gusano y de la mariposa.

instante perpetuo, cómo duele despertar de tu sosegada indiferencia,

de tu dócil y atónita bondad”.

 “Oficio de crisálida”, Guadalupe Grande