El tercer sacramento

Título: El tercer sacramento

Autora: Ana Blandiana 

Editorial: Visor

Ana Blandiana es una de las grandes damas actuales de la poesía, eso no se le escapa a nadie.

Tuve el gusto de que Casa del Libro me invitara a un acto con ella y, la verdad, a pesar de escucharla en su idioma, el rumano, y tener que esperar a que la traductora nos hiciera comprender, fue un lujo compartir ese tiempo con ella.

Habló de Rumanía, de la dictadura de Ceausescu, de cómo todo eso influyó en su poesía. Leyó poemas con esa voz que te rompe, aunque no entiendas ni una palabra (así de poderosa es la poesía). Nos atrapó a todos los asistentes y nos regaló un momento de esos que se recuerdan siempre.

Con un lirismo apabullante, la autora rumana se llena (nos llena) de preguntas sobre la condición humana(¿Qué sabemos?/¿A quién conocemos?), indaga sobre los pasos que vamos dando a lo largo de la vida. Duda y, en consecuencia, nos hace dudar. Se plantea interrogantes a sí misma, nos los plantea a los lectores, lo hace, incluso, a entidades superiores (¿Qué culpa? ¿Qué traición? ¿Qué falta?)

Es este libro un camino que recorre la nostalgia, la sentimentalidad, el sufrimiento, la incomprensión… Temas tan humanos que todos hemos transitado en algún momento, haciendo que estos poemas de Blandiana nos atraviesen con toda la fuerza con que fueron escritos.

Si os gusta la poesía, creo que es de obligado cumplimiento leer a esta autora, ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2024 y cuyo nombre siempre suena para ganar el Nobel de Literatura (sería más merecido que el último entregado, por ejemplo, aunque ese es otro tema). Si os gusta la poesía, acercaos a Ana Blandiana y disfrutad de sus versos. Es, simplemente, maravillosa.

Lo que más me ha gustado: como su poesía me ha encantado siempre, me quedo con haber podido hablar un ratito con ella (traductora mediante), decirle que los poetas españoles estábamos muy pendientes de su poesía y escuchar de ella que eso era un honor y que siga escribiendo, además de tener tres libros suyos dedicados.

Lo que menos me ha gustado: no poder entenderla cuando habla en rumano, porque su voz y su forma de hablar son una delicia.

“Atardece sobre mí,

tal como yo atardezco”.

Ana Blandiana

Crítica: Últimos poemas de amor

Título: Últimos poemas de amor

Autora: Elsa López

Editorial: Hiperión

Elsa López (y esto es un hecho objetivo) es una de las mejores poetas nacionales que tenemos.

Yo siempre lo he sabido, pero, cuanto más la leo, más sé que estoy en lo cierto.

Estos “Últimos poemas de amor”, su último poemario, es también mi última lectura suya después de haberla leído casi por completo, y, una vez más, se me queda enganchado.

Me llegó, además, en el momento perfecto, cuando yo estaba escribiendo (creo que por primera vez) poesía de amor, así que, como os imaginaréis, ha sido una muy buena fuente de inspiración.

Es, además, una manera diferente de escribir poesía de amor, porque, aunque nace en los labios de la poeta, la voz es la del amado, intercambiando los papeles para ser la propia Elsa quien lee unos versos sobre el amor que por ella sienten, un amor que, si bien ha escrito con sus dedos, se dirige a sí misma al mismo tiempo que lo dirige hacia su compañero.

Puede resultar complicado de entender (de hecho, releyendo el párrafo anterior, me ha quedado como un trabalenguas, pero no pienso cambiarlo), pero creedme si os digo que leer estos poemas en esa forma en la que Elsa los ha escrito es una auténtica delicia.

Yo, un desenamorado crónico, un poeta más bien de lo trágico que de lo ceremonioso, he sentido con esta lectura que no todo está perdido, que existe amor en el mundo y en la poesía contemporánea de calidad, que quizá, algún día, yo mismo publique un poemario de amor. Y, si esto ocurre, será en parte (junto a otros y otras “culpables”) gracias a Elsa López, a su poesía y a su amor.

Es una reseña breve, sí, pero poco más se puede decir de una poeta de tanta altura.

Tan solo pediros que la leáis, que hagáis por saber cómo es, porque (y esto es también un hecho objetivo e irrefutable) es una persona excepcional.

Lo que más me ha gustado: pues, sí, a pesar de que cada vez creo menos en el amor, me ha gustado mucho saber que hay una pequeña llama que siempre se mantiene viva.

Lo que menos me ha gustado: no poder recibirlo directamente de manos de Elsa, con su abrazo.

“No hubo un tiempo mejor y lo sabíamos”.

Elsa López

Crítica: Otros sabrán de mí

Título: Otros sabrán de mí

Autora: Marina Casado

Editorial: Fundación Valparaíso

Premio Paul Beckett de Poesía 2022

Marina Casado es, sin ninguna duda, una de las mejores poetas contemporáneas en castellano.

Con una obra poética lo suficientemente extensa como para hacer tal afirmación (sumada, además, a sus novelas y su obra ensayística), su poesía es ya muy reconocible, y eso, teniendo en cuenta su corta edad, es algo muy a tener en cuenta.

La calidad no puede ponerse en entredicho, pues Marina deja claro en cada uno de sus libros que es una poeta merecedora de premios que, como este Paul Becket –al que suma el Carmen Conde y el León Felipe–, evidencian que su voz poética sigue evolucionando, sigue creciendo con un dominio absoluto del ritmo, de la tradición, con la lectura y el estudio de otras voces que han sonado y suenan con la fuerza necesaria para sonar con maestría.

Los inviernos, las noches, la lluvia o el mar de Marina nos arrastran a su memoria, a su melancolía, pasando a formar parte de nuestro torrente sanguíneo, pues sus imágenes son tan universales que no solo permiten que nos apropiemos de ellas, sino que son esas imágenes las que se apropian de nosotros, golpeándonos, sacudiéndonos, empujándonos a esos momentos en los que la infancia era un velo blanco que no permitía que el dolor se nos acercase. Por eso leer a Marina Casado es tan bello como necesario, porque aquellos que hemos abrazado al dolor (y, ¿quién no lo ha hecho alguna vez?) podemos identificarnos, podemos encontrar en sus poemas aquello que se convierte en salvavidas. Porque eso es lo que hace la buena poesía, salvarnos en determinados momentos en los que nada más ayuda.

Poema de apertura y tres partes –Todo cuanto supeDestierros y Perpetuar la memoria– que nos invitan a conocer mejor a la poeta, quien nunca ha tenido reparos en mostrar su vulnerabilidad cuando escribe, que nos recibe en sus recuerdos y sus vivencias para facilitar ese abrazo entre autora y lectores.

Sigo pensando que su De las horas sin sol es una preciosidad de libro (quizá, también, por el tema que toca), pero este Otros sabrán de mí es uno de sus mejores poemarios. Serio, con una estructura incuestionable, con poemas que adquieren una universalidad desde lo íntimo, desde lo personal, desde la experiencia vivida y, afortunadamente para quienes leemos a Marina, compartida.

Lo que más me ha gustado: podría decir mil cosas que me han gustado, destacar varios poemas, pero, así tiene que ser, he de decir que lo que más me ha gustado es encontrarme un maravilloso poema, “Esta herida”, dedicado a mí. Además de que el poema es una preciosidad, ver mi nombre ahí me hizo una ilusión gigantesca y me llena de orgullo. Gracias, Marina.

Lo que menos me ha gustado: en lo literario, y soy sincero, no hay nada que pueda criticar, así que lo único cuestionable es el papel, pues un error en imprenta provocó que esta primera edición no saliera con el papel apropiado.

Y sin embargo, amo desesperadamente

esta herida en el pecho

que el tiempo me ha dejado.

Marina Casado

Crítica: 18 ciervas

Título: 18 ciervas

Autora: Rosana Acquaroni

Editorial: Bartleby

Quien siga pensando que la poesía no sirve para nada, que lea cualquiera de los dos últimos poemarios de Rosana Acquaroni (el anterior, La casa grande, es una barbaridad).

Quien piense que la poesía no es lugar de encuentro, que no es refugio, que no es abrazo, arañazo… que lea este 18 ciervas. Y que lo lea, también, quien diga que la poesía es algo que se escribe así, a la ligera, en un ratito, volcando solo “lo que uno tiene dentro”, sin leer, sin estudiar, sin buscar, sin escuchar, sin trabajar, sin esforzarse… que lea este libro y vea, también, todas las notas que nos deja la propia autora sobre su investigación para escribirlo (y, no obstante, será solo una pequeñísima parte de todo el tiempo y la dedicación invertidos). Eso, por lo hablar de lo que uno (de lo que Rosana) se deja en lo que respecta a lo emocional, a la piel, al daño implícito que uno recibe cuando escribe, al fin y al cabo, lo que nos ha dolido, lo que nos duele.

Porque en estos poemas hay dolor, hay añoranza, hay herida, hay sangre y, sobre todo, hay culpa. Y la culpa, ya sabemos, hay que tratar de sacarla lo antes posible, porque se enquista, porque se necrosa, porque nos va destruyendo poco a poco. Rosana ha esperado, pero quiero pensar que, con estos poemas, ha conseguido liberarse, al menos, de una gran parte de ella. ¿Sirve o no sirve la poesía?

Si ha logrado perdonar(se), solo lo sabrá la propia poeta, pero está claro que este ha sido un ejercicio de liberación absoluta; una penitencia autoimpuesta donde “la Acquaroni” se entrega al juicio de sus lectores y a su juicio; una condena incriminatoria sobre la que pide, también, ese perdón, esa comprensión, esa absolución.

Mi abrazo lo tiene. Y, sobre todo, tiene mi agradecimiento. Porque no es fácil dejar en papel y para siempre aquello que tanto nos oprime, aquello que, quizá, nos avergüenza, nos atemoriza y nos es difícil de asumir. 

En este libro, maravilloso (como toda la poesía de Rosana Acquaroni, que es una de las poetas contemporáneas más importantes, en mi opinión), nos acercaremos a esos sentimientos y al de la redención, y lo haremos gracias, también, a la simbología del ciervo, de la cierva, de esa fortaleza, ese espíritu de renovación, esa capacidad de supervivencia que Rosana acoge para vencer al dolor, para ayudarnos a vencer al dolor y a nuestros miedos.

Como muestra, dos pequeños fragmentos que ilustran muy bien la idea de este poemario:

“Extintas servidumbres:

la que se enrosca en la garganta

y nos obliga

a silenciar aquello que sentimos”

“¿Qué hacer con el perdón?

palabra que autoriza a perpetuar el ciclo”.

No dejéis de leer a esos y esas poetas de oficio, historia viva de la poesía española, a esos y esas poetasque se toman lo de escribir en serio y lo hacen con la maestría que la poesía (más que ningún otro género literario) reclama, con el respeto que la poesía exige. No dejéis de leer a Rosana Acquaroni.

Lo que más me ha gustado: la verdad que hay en cada verso. La valentía. La humildad necesaria para escribir de experiencias tan duras y compartirlas con los lectores.

Lo que menos me ha gustado: por decir algo, y sin que tenga nada que ver con la poesía, diré que la imagen de la cubierta no me encanta, pero solo es una cosita mínima.

Hacia dónde seguir

más allá de la herida.

Rosana Acquaroni

Crítica: La casa grande

Título: La casa grande

Autor: Rosana Acquaroni

Editorial: Bartleby Editores

Llegué a Rosana Acquaroni por esa maravillosa antología a cargo de Manuel Francisco Reina llamada “Mujeres de carne y verso”, una rosa de los vientos para ubicarse en lo mejor de la poesía escrita por mujeres en castellano que debería estar en todas las bibliotecas del mundo. Allí pude leer algunos poemas de “la Acquaroni” que ya me cautivaron, pero no ha sido hasta ahora cuando me he tomado en serio leerla con mayor detenimiento, con más pausa.

Yendo a una librería –como acostumbro a hacer– solo para ver la sección de poesía, la mirada de la Rosana niña de la cubierta (qué foto más preciosa) se clavó en mí, pidiéndome que la llevara conmigo. Y así hice. Y qué acierto. ¿Sabéis esos poemarios que te quiebran un poco los talones? ¿Esos como “Los trescientos escalones”, “Toco la tierra”, “La paternidad de Darth Vader”, “Travesía”, “El libro de Lilit”, «Welcome to mí» o “De las horas sin sol”? Ese es otro de esos libros. Otro que se va a mi lista de poemarios favoritos, de los que recomendaré siempre, de los que regalaré, a los que volveré una y otra vez.

Porque los buenos poemarios cuentan historias, nos incluyen en ella y nos hacen atravesar las vivencias de quienes los escriben. Y menuda historia hay en este libro. Y qué preciosidad de poemas para contarla. Qué regalo nos ofrece Rosana Acquaroni revelándonos este secreto familiar. Qué grande hay en la poesía, amigos y amigas, cuando la poesía es grande.

Por suerte, además, he tenido el inmenso honor de conocerla, de escuchar a Luis Rosales en su voz, de conversar un ratito con ella y de traerme el libro a casa con una dedicatoria que le suma aún más al libro. Ella fue, también, quien me dijo que escuchara el primer episodio del podcast “De eso no se habla”, titulado “Preguntan por ti”, en el que habla de esta historia de “La casa grande”, de la historia de su madre (historión) y del porqué de este libro.

¿Tengo que decir, de nuevo, la felicidad que le debo a la poesía?

Como acostumbro a hacer con los poemarios que leo, os dejo algunos versos como muestra, por si os animáis a haceros con el libro y leerlo completo (creedme, en esta ocasión, no hay riesgo de equivocación).

“De la casa grande

solo recuerdo aquel armario blanco

encallado en aquel largo pasillo

como en un río encajonado y pedregoso

Un útero vacío que no sangrase nunca

y alumbrara por dentro”.

“Y es así como encuentro la tibieza

de una madre que sangra en otra herida, 

que prende en otro cuerpo de mujer”.

“Cuando abres los ojos 

todo se desvanece.

Has cumplido de pronto veinte años

y te han dejado sola,

en el instante mismo en que la vida

nos suelta de la mano

                                        para siempre”.

“Este es mi oro, madre,

un cuerpo de mujer hecho palabra,

cartomancia de pájaros e insectos

–su abanico de alas deslumbrantes–

señalando caminos.

Una vez me dijiste:

No hay edad suficiente para acallar la infancia.

Y mi espejo se empaña cada vez que te nombro”.

Venga, que alguien se atreva a decirme que no te estremece… 😉

Lo que más me ha gustado: todo. Sin peros. Sin quitar un solo espacio entre palabras. 

Lo que menos me ha gustado: que haga falta, a veces, vivir algo duro para que existan historias que contar.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Nada me pertenece.

Ni siquiera el olvido”.

Rosana Acquaroni, La casa grande

Crítica: Pepper Seed

Título: Pepper Seed

Autor: Malika Booker

Editorial: Valparaíso

Creo que no es la primera vez (ni creo que sea la última) que digo que es un hecho que me estoy perdiendo poesía de otros países por mi “manía” de leer poesía escrita en castellano. Sé que es así y sé que no debería serlo, pero no puedo luchar contra mis gustos. Al menos, no siempre.

El asunto cambia si pongo un poco de mi parte y “me fuerzo” a leer a poetas que escriben otros idiomas (a ser posible, que pueda leer tal y como los escriben) y si las traducciones son buenas, algo que Valparaísogarantiza siempre.

Llevo ya varios poemarios de autores y autoras que escriben en inglés y, la verdad, aunque no se ajustan a esos requisitos tan estrictos que tengo cuando leo poesía, hay que reconocer que son muy potentes, que está bien leer poemas diferentes a lo que se suele leer y, desde luego, que hay temáticas e imágenes que no dejan indiferente en libros como este “Pepper Seed”.

Porque es un libro crudo, como la vida de su autora. Un libro en el que se puede sentir el dolor, escuchar los gritos de desesperación, oler la sangre. Un libro que supone un escalofrío, una mueca de angustia, un alarido. Un libro que estremece.

Y a mí, como ya sabéis, me gusta que me duela la poesía. No me importa en absoluto esa poesía vacía de todo, es (en mi opinión) mal llamada “poesía de la experiencia”, porque no supone ninguna experimentación. La poesía tiene que ser aguja, tiene que ser puñal, tiene que incrustarse bajo la piel del lector. Si no, es otra cosa. Tendrá otro nombre. Pero –como siempre he defendido y defenderé– no es poesía.

En este libro se habla de maltrato, de machismo, de crueldad, de abusos, de violencia, de desamparo. Se habla de víctimas y de culpables, y de cómo las víctimas arrastran el dolor recibido durante toda su vida, durante cada verso, a través de los poemas. Porque la poesía es eso, un conductor de emociones, un vehículo en cuyo interior se vierte todo aquello que queremos hacer llegar a otras partes, sacar de nosotros, compartir, tratando de que sea más llevadero tanto para quienes la escribimos como para quienes puedan leernos.

Para abrir apetito, os dejo algunos de los versos que más me han gustado/impactado:

Del poema Salsa picante

Me dijeron que le separó las piernas y le dijo:

Voy a enseñarte que me robes, señorita.

Oí decir que sacó una cucharada de salsa de un cuenco blanco

y se la metió a la nieta en lo más hondo del coño.

Oí decir que se oyeron gritos en la casa durante todo el día.

Del poema Las hormigas rojan pican (algunos fragmentos)

Serás una puta como tu madre

me decía la abuela todo el tiempo

como si dijera buenos días.

[…]

Mi padre era todo para ella,

mi hermano, su mundo.

Sus hijas solo recibían insultos.

[…]

No puedo mencionar aquellas palabras clavadas para siempre,

no puedo hablar de los hombres bajo quienes permanecí indiferente,

tus palabras marcadas en la piel

de entre mis muslos, las piernas abiertas como una puta.

No me digáis que no golpean con una fuerza descomunal…

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: la facilidad con la que todo ese dolor ha sabido llegarme, cómo he podido ser protagonista de todo ese sufrimiento, comprenderlo para, sin hacerlo propio, apiadarme de él.

Lo que menos me ha gustado: quizá un poco denso para tratar temas tan duros, pero solo es un quizá… 

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Estoy al borde de este acantilado esperando que

los huesos

se levanten y reclamen sus nombres”.

 Fragmento de “Saltadores”, Malika Booker

Crítica: Incendio mineral

Título: Incendio mineral

Autor: María Ángeles Pérez López

Editorial: Vaso roto

Premio Nacional de la Crítica 2021

Estoy leyendo muy poco este verano, entre unas cosas y otras, pero, como siempre, la poesía marca la excepción.

Mientras sigo leyendo una amplia antología de Ángel González, he podido disfrutar de este incendio que María Ángeles Pérez López provocó con cada verso. Y qué placer sentir esas llamas en las pupilas al leer estos poemas en prosa

Me hice con el libro en la Feria del Libro de Madrid, aprovechando que, después, pude escuchar a la propia María Ángeles en una charla con más poetas cuyo anfitrión fue mi querido Rafael Soler. Suerte, también, la de poder cruzar unas palabras con ella al final del acto, regalarle mis “Hogares impropios” y recibir de ella una preciosa dedicatoria que fue un regalo. Ay, la poesía y los/las poetas…

Este libro, ganador del Premio Nacional de la Crítica (ahí es nada), es una suerte de viaje en el pasado (no solo de la autora, también del nuestro) a través de elementos que se convierten en origen, en raíz, en núcleo de nuestra existencia. Todo arde en ese lento trascurrir vital por el que todos deambulamos –muchas veces sin mapas ni brújulas–, en esos momentos en los que buscamos las respuestas que no somos capaces de encontrar, las razones de por qué nuestras huellas quedan en unos lugares y no en otros. Pérez López nos desgrana algunos de esos secretos a través del propio fuego, de los árboles, de los animales, de la naturaleza en su globalidad absoluta. Nos empuja a tiempos pasados, primigenios, donde el envoltorio no era tan pomposo como para no ver ni siquiera lo que hay en nosotros. Este libro es un aprendizaje, un viaje hacia la desnudez humana, la asunción de que somos, al fin y al cabo, solo aquello que somos.

Es, como he dicho, un libro de poemas en prosa (detesto la expresión de “prosa poética”, lo siento), y a mí, que siempre he sido más de poemas en verso, me ha encantado. Aun siendo poemas largos de lo que suele gustarme, son tan precisos que los he disfrutado mucho más de lo que ya esperaba (que era bastante, por otra parte). Es brutal el uso tan exacto del lenguaje de María Ángeles, su búsqueda constante de la palabra justa, esa concatenación del léxico que la lleva a escribir unos poemas casi circulares. Una maravilla, qué queréis que os diga.

Hay algunos poemas, como “Todo lo recubre piel humana” que he tenido que leer varias veces porque son… para morirse. Os dejo algunas partes de este poema, para que sepáis de lo que hablo:

“Cuando giran los cuerpos en sus piedras molares entregan la proporción áurea de su propio agotamiento, las toxinas que enfermaron en los bronquios, la dermis desgastada a causa de ese tránsito: el que va de lo orgánico a lo mineral, el que envía a través de las venas una tumultuosa proliferación de eritrocitos para que en el espesor calcáreo se abran cauces de sangre liberada”.

“Pero también en los barrios de Madrid o Palencia es piel humana la primera que arde y se estremece. No importa que parezca lo contrario”.

Y, así, dejaría por aquí un montón de fragmentos más, pero creo que es mejor que sean vuestros propios ojos los que los descubran en el libro, que, sí, por supuesto, recomiendo que busquéis y leáis.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Cuando llega la noche y tengo miedo, reconozco en mi nuca la correa con la que estoy atada al apellido”.

María Ángeles Pérez López, Incendio mineral

Crítica: Tiempo de paz y de memoria

Título: Tiempo de paz y de memoria (Treinta poemas comentados)

Autora: Mariluz Escribano Pueo

Edición: Remedios Sánchez

Editorial: Hiperión

Según de quién vengan las recomendaciones poéticas, me fío más o me fío menos. Si quien está a cargo de esta edición es Remedios Sánchez, las dudas se disipan al instante. Si, además, la poeta de la que hablamos es alguien de la altura de Mariluz Escribano y si algunos de quienes comentan los poemas tienen la autoridad poética de Manuel Francisco ReinaRaquel LanserosLuis Alberto de CuencaGioconda BelliRafael Soler o Antonio Gamoneda (entre otros y otras), ¿cómo no iba a leer yo este libro?

Es una lástima, hay que decirlo, que una poeta tan inmensa como Escribano tenga que ser “rescatada” y haya que justificar por qué ha de ser una de las autoras más importantes de la poesía en castellano. También, del mismo modo, es de agradecer que haya personas como Remedios Sánchez, ocupada en dignificar nuestra poesía desde su erudición poética, desde su buen hacer y desde el amor no solo a quien fue su maestra, sino a este género que tanto amamos ambos.

Es un libro perfecto para un primer acercamiento no solo a la obra de la poeta granadina, sino, también, a su persona, a su vida, a su historia, a todo eso que responde al por qué de su poesía. Esto se consigue gracias a los comentarios que poetas de peso (como los citados anteriormente) hacen sobre quién fue esta mujer tan generosa como talentosa, tan amplia como íntima, tan desconocida para muchos como necesaria para todos.

Porque la poesía de Mariluz Escribano se abre como un río, se hace grande desde la sencillez que solo alguien con una sensibilidad especial puede mostrar a través de unos versos limpios, comprensibles, de una introspección brutal que, no obstante, poseen una universalidad abrumadora.

Y esto en solo treinta poemas.

Estoy deseando leer más a Mariluz, profundizar más aún en su literatura, que es su vida, sus miedos, su dolor, su concordia y su memoria.

“Geografía de la memoria” no creo que tarde mucho en caer en mis manos…

Por dejaros algunos versos, me quedo con esta selección:

De LOS OJOS DE MI PADRE:

“Mi padre es un silencio que observa cómo crezco”.

De CANCIÓN DE TRISTEZA:

“Ahora tengo una mano de marfil

y otra de ausencia

y ejerzo de tristeza y de noviembre”.

De EL TIEMPO:

“Después de tantas lluvias

y atardeceres lentos,

ahora es tiempo de paz,

de paz y de memoria”.

De NO COMÍ PAN DE PADRE:

“Ahora sé que mi padre

edificó mi estampa,

despacito en las noches

en que crecen las lunas”.

De LOS NIÑOS SOLDADO:

“Tienen la piel oscura como oscura es la noche,

y los ojos tan negros como la piel de un toro,

guardan para sus madres una sonrisa dulce,

pero en sus casas suena el fragor de la guerra”.

Lo que más me ha gustado: descubrirla, como digo, no solo a través de su poesía (que es una maravilla), sino también a través de lo que fue, de cómo fue, de cuál fue su lugar en el mundo.

Lo que menos me ha gustado: por poner una pega, algunas erratas que mi ojo de corrector no puede pasar desapercibidas (que todo error en un libro sean un par de erratas, también os lo digo).

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Una silla vacía es el corazón del tiempo

Certeza que vivimos cuando algo se nos muere

y nos deja en las manos el helor del invierno”.

Mariluz Escribano Pueo

Crítica: Thrall (Cautiverio)

Título: Thrall (Cautiverio)

Autor: Natasha Trethewey

Editorial: Valparaíso

Cuando, por lo vivido, por la propia biografía, se tiene algo grande que contar y decide hacerse a través de la poesía, el mérito es más que palpable.

Cuando, además, se hace desde una maestría como la de Natasha Trethewey, desde el estudio, la historia, el arte, la documentación, además de, por supuesto, una poesía tan bien elaborada como la suya, el mérito es doble y las garantías de éxito son abrumadoras.

Porque este ‘Cautiverio’ de la autora estadounidense es brutal, descarnado, duro, exigente… y está muy bien escrito (y muy bien traducido). Y es una poesía que cuenta, que denuncia, que informa, que detalla, pero, por encima de todo, es una poesía que llega y que abre la curiosidad por ir más allá de lo que la poeta nos ofrece, por investigar en esos cuadros que usa como excusa y como punto de inicio para hablar de la esclavitud, del racismo, del clasismo, del avance de la historia

Y qué bueno es encontrarse con poetas así y con poemarios así, que no estén vacíos, que no sean pretenciosos y, sobre todo, que no lo sean desde una calidad más que cuestionable.

La historia de esta mujer es de esas historias que merece la pena ser leída, y ella se encarga de hacerlo a la perfección a través de su poesía, de lo que os comparto algunos versos.

De “El milagro de la pierna negra, 3”

Si no es la inmanencia,

el ancla luminosa del alma, la sangre traspasada de uno

al otro, ¿qué conocimiento ronda a cada cuerpo,

qué historia, qué dolor fantasma? Siempre hay un hombre

más abajo, en una tumba o en la tierra, y otro

más arriba, más cerca del cielo; uno siempre está enfermo,

el otro es un cuerpo a su servicio, saqueado.

De “Taxonomía 2. De español y negra produce mulato”

Sin embargo, los siglos no han apagado

la aspereza de la expresión de un niño.

De “Torna atrás”

cómo es posible

que un hombre pueda amar

y menoscabar tanto al mismo tiempo aquello que ama.

De “Artefacto”

entonces supe el verdadero significado del rifle: una reliquia

tan afilada como la tristeza, con su cañón vacío

como el arrepentimiento.

O esos poemas de querer leer varias veces, en inglés y en castellano, como “Los americanos” o “Mano prieta”.

Así, con la autoridad que la vida y la experiencia otorgan, con el dolor arrastrado en cada verso, Tretheweynos relata todo lo que considera (porque lo es) importante, nos sitúa en el mapa que ella quiere, y no podemos más que estar agradecidos.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: aprender historia y arte a través de la poesía.

Lo que menos me ha gustado: darme cuenta de que, por esa costumbre mía de leer casi siempre poesía escrita en castellano, me estoy perdiendo mucha poesía tan buena como esta.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“ver cómo el pasado nos hace cautivos,

su hermosa ruina grabada en nuestra imaginación”

 Fragmento de “La ilustración”, Natasha Trethewey

Crítica: Los despertares

Título: Los despertares

Autor: Marina Casado

Editorial: Ediciones de la Torre

El destino ha querido que este, el primer poemario publicado por Marina Casado, me haya llegado después de haber leído otros tres (solo me queda leer “Mi nombre de agua”) y su novela juvenil. Spoiler: me lo he bebido.

Tanto hablando con ella (qué suerte ser amigo de una poeta a la que admiro tantísimo) como en el prólogo que introduce esta segunda edición (a cargo de la autora) como, también, en la dedicatoria que me escribió en el libro, Marina afirma sentir cierto “recelo” por este libro, por estos primeros poemas suyo publicados, justificándose (como si lo necesitara) en que era muy joven, muy inexperta y muy ilusa. ¿Mi opinión? Marina, siéntete muy orgullosa de que este fuera tu primer poemario publicado, porque es una maravilla.

Porque puede pecar de inocente, sí. Quizá beba demasiado del simbolismo (¿es esto un error? No lo creo). Puede contener algunas rimas que hoy no incluiría. Pero lo esencial es que es un librazo, que demuestra un conocimiento y unas habilidades poéticas a la altura de muy pocos, qué decir si hablamos de los primeros poemarios, casi siempre algo “alocados”.

Ya lo deja claro, además de en su poesía, cuando cita a poetas de la talla de AlbertiCernudaAlejandra Pizarnik o Dámaso Alonso, sin descuidar la maestría en la obra de Lewis Carroll, de la que hace gala en la última parte, donde Alicia es (si no me equivoco) un alter ego de Marina que reniega de sí misma, que se evita, que se esconde, que desaparece… para, finalmente, reafirmarse, hacer fuerte su voz, volverse una titánide.

Marina sabe (mucho) de poesía, y es algo que se ve ya en este primer poemario. Nos lleva de viaje por las distintas emociones; los meses más otoñales, con sus tonos dorados y tristes; por otros colores más azules y verdes cuando habla de la felicidad. Nos acerca a La Bella Durmiente y a Alicia, desde una perspectiva nueva, tridimensional, actual y fresca, con evocaciones al rock (ahí están las citas de Jim Morrison y su aparición como protagonista de algunos poemas), a la cultura pop, a las drogas, al absurdo típico de Carroll, pero con la brillantez de una de las mejores poetas en lengua española que tenemos. Una apuesta arriesgada, sí, pero resuelta con la solvencia habitual en Casado.

Quiero compartir con vosotros y vosotras algunos de los versos que más me han gustado, como suelo hacer, para dejaros el señuelo antes de que empecéis a leer a Marina…

De INEVITABLE MAR

“Estoy sola y el mundo tiembla

y siento la llamada del océano

que agita nombres grises en su lecho de muerte.

[…]

Era una niña tan anciana

que de mis manos se desprendían mariposas

y del fruto carnoso de mis labios

nacían los enigmas transparentes

que componen el viento.

[…]

Pero el mar no dejó que mi sombra naciera,

y sin sombra es difícil escalar realidades;

por eso estoy perdida y olvido este presente”.

De UN LUCERO MÁS

“y tú ya no eres tú

sino solo un lucero más sin nombre

dibujado en la esquina del raído presente”.

De ALICIA MULTIPLICADA II

“Una noche sin sombras,

Alicia descubrió la Madriguera

en el estrecho fondo de un vaso de cubata”

Y el poema A PROPÓSITO DE LA TRISTEZA lo copiaría entero, porque es una auténtica preciosidad, tan solo fijaos en los dos primeros versos:

“Estar triste es un mundo

alojado en los bordes del otoño”.

¿Qué le voy a hacer? Si, además de una persona maravillosa, es una POETA con mayúsculas, hay que decirlo.

Dicho esto, voy con mi análisis con lo que más y lo que menos me ha gustado del libro.

Lo que más me ha gustado: descubrir a esta Marina-Alicia-Belladurmiente-Cisne tan joven, tan suya ya desde los inicios, y comprender mejor de dónde viene la poesía de Marina Casado desde su origen. Además, como he dicho, ese “A propósito de la tristeza”, que pasa a ser ya un poema de cabecera que releeré de forma recurrente.

Lo que menos me ha gustado: quizá, por decir algo, el haber incluido los poemas todos seguidos y no al inicio de cada página, porque da una cierta sensación de agobio.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Octubre se va lleno de atardeceres rotos”.

Fragmento de “Octubre”, Marina Casado