Crítica: Hiqit

Título: Hiqit

Autora: Marta Castaño 

Editorial: Bajamar

Primer Premio Nacional de Poesía Joven “Juan Ignacio González”

La primera vez que leí este poemario fue cuando solo era un manuscrito que alguien anónimo presentó al premio “Juan Ignacio González”, donde fui jurado.

He pensado si reseñarlo o no, por no tener claro si es habitual reseñar libros que has premiado, pero, al final, he pensado que, si creí en este poemario desde el principio porque me gustó tanto como para que fuera mi (firme) candidato a ganador, ¿por qué no iba a recomendároslo, como hago con tantos otros libros?

Como decía, lo leí por primera vez en el ordenador, junto a otros libros candidatos al premio, y, la verdad, tuve claro desde la primera lectura que sería mi apuesta.

Ser jurado de premios literarios es una responsabilidad, más (casi) si cabe cuando se trata de premios “jóvenes”, porque uno tiene la sensación de que puede marcar la diferencia en la carrera literaria de alguien, que tu decisión puede ser importante para quien gane este tipo de premios, así que asumí esta petición muy contento, pero también con mucha seriedad.

Después de este discurso (in)necesario, voy a lo que en realidad importa, que es al libro. Como digo, ya en la primera lectura vi que era un muy buen libro, que tenía una estructura muy bien trabajada, que el temaestaba muy bien hilado, que los poemas tenían ritmosentido, que las imágenes eran interesantes, que había un poso mitológico que (ya sabéis) me encanta… 

También contaba con otros elementos que siempre me gustan, como ese peregrinaje por el dolor, esa búsqueda de la belleza aun en los momentos más complicados, esa sanación a través de la poesía… Y, cómo no, el tema de las madres. Vamos, que reunía un montón de aspectos que me gustan en un poemario.

Lo que no he hecho aún es darle esa segunda lectura, ya en papel (me hace muy feliz ver mi nombre como miembro de ese jurado), porque tengo cien mil lecturas atrasadas, pero lo haré, desde otra perspectiva, con más calma, sin ninguna presión, solo con la seguridad de poder volver a disfrutarlo, como espero que también hagáis vosotros y vosotras.

Lo que más me ha gustado: ya he dicho bastante en la reseña, pero también me gsuta mucho el hecho de haber sido “culpable” en parte de que este libro vea la luz.

Lo que menos me ha gustado: quizá, esa presión de leerlo siendo jurado, pero me siento muy orgulloso con la decisión tomada.

“¿cuánto extrañaremos

tu presencia?”.

Marta Castaño

Presentación de «Si el amor fuera un ala» en la Residencia de Estudiantes de Madrid

La tarde del miércoles 2 de octubre fue muy especial.

Pudimos compartir con mucha gente (estaba lleno) nuestra antología «Si el amor fuera un ala» en la Residencia de Estudiantes, un lugar con tanta historia como magia.

Para quienes no pudisteis ir, aquí os dejo el enlace al vídeo.

¡Espero que lo disfrutéis!

http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/visualizador.jsp?tipo=2&orden=0&acto=7816

Crítica: La suerte de encontrar una caracola

Título: La suerte de encontrar una caracola

Autora: Juan Carlos Martín Ramos

Editorial: Iglú

Ilustraciones: Rosa Ureña

Si es verdad eso que dicen de que las buenas personas hacen mejor lo que hacen, Juan Carlos Martín Ramos es el mejor ejemplo para poder afirmarlo.

Lo conocí cuando vino (junto a su inseparable Lurdes, que es otro amor de persona) a hacer una animación a la lectura a mi colegio. Había leído algunos de sus libros (este no es el único poemario infantil que tiene publicado, investigad, porque son maravilla todos), pero no lo conocí en persona hasta ese día, pero me quedé enamorado de él y de Lurdes desde el primer segundo.

La animación a la lectura fue lo mejor que he visto en mucho tiempo. Recitaron, hicieron títeres, cantaron, tocaron la guitarra… y todo con un gusto, con un cariño y con una ternura que (y no miento) lloré de emoción. A los y las peques les encantó, por supuesto. Acercarlos a la literatura, especialmente a la poesía, siempre es algo que me hace muy feliz, y ese momento fue una vivencia que se nos quedó para siempre.

Aunque mi amor por ellos ya era irrevocable, aumentó más aún cuando se presentaron en la caseta de la Feria del Libro de Madrid en la que estaba firmando, se llevaron mi último poemario y me regalaron esta preciosidad que hoy comparto con vosotros y vosotras.

Dicho esto, que es más bien para presentar a Juan Carlos como persona, paso al poeta, porque también hay mucho que decir al respecto.

El mundo poético de este autor es tan rico y está tan bien asentado en él que leer su poesía siempre es una delicia. Es original, es tierno, es cercano, es dulce… es un pedazo de poeta que, además, y como decía al principio, hace todo mejor porque es una persona con un corazón gigante. Y, quizá, si tiene que ver con adultos eso puede importar menos, pero hablando de niños y niñas, creedme, esa condición suma muchísimo.

Este libro (¿de verdad he dicho todo eso sin empezar aún a hablar del libro?) es un homenaje al mar. A los mapas, los piratas, las sirenas, los mensajes en botellas, los mapas, los buzos… Pero, como es habitual en la poética de Martín Ramos, también es un homenaje a los libros, a la memoria, a los recuerdos de infancia, a la poesía. Es un viaje hacia las historias que nos contaban de pequeños, hacia personajes (inventados o reales) que son parte de nuestras vidas, hacia esas lecturas que nunca olvidaremos. Un viaje, además, en el que las ilustraciones de Rosa Ureña añaden el color necesario, aportan más luz aún.

Poemas llenos de niñez, de ilusión, de juego, de risa, de música y de amor, ingredientes que no faltan en la genial receta poética de este escritor que tanto me gusta y que (estoy seguro) tanto os gustará descubrir.

Cuánto bien hace la buena poesía.

Lo que más me ha gustado: aunque el libro es un 10, diré que me gusta mucho saber que ha sido un regalo, que me lo regaló con su sonrisa y su abrazo y con una dedicatoria preciosa. ¡Gracias!

Lo que menos me ha gustado: haber tardado tanto en descubrirlo, porque ya es uno de mis autores imprescindibles.

“Para que se duerma el mar, el mar, el mar,

dibuja un faro en la noche

un barco que va a pescar

los sueños del horizonte”.

Juan Carlos Martín Ramos

Despedida a Antonio Hernández

Nos ha dejado Antonio Hernández.

Maestro de una generación ya casi desaparecida, deja un vacío inmenso en la literatura nacional, en nuestra cultura, en los corazones de quienes hemos tenido la inmensa suerte de conocerlo y de (no podía ser de otra forma) admirarlo y quererlo.

Poeta enorme, dos veces Premio Nacional de la Crítica y Premio Nacional de Poesía con ese monumento poético que es su “Nueva York después de muerto”, de lectura obligada para todos los que nos pensemos poetas.

Antonio fue una persona siempre comprometida con la justicia, con la solidaridad, con el respeto. Un adelantado a su tiempo que siempre tuvo lugar en su pecho para quienes no encobraban cobijo. Un ser excepcional sin que, hoy, el mundo es un poco más frío.

Su nombre va a estar siempre ligado a mi poesía, pues me leyó y avaló mis libros con su apoyo firme y absolutamente desinteresado. Este hecho es y será mi mayor orgullo, y llevaré el nombre de Antonio Hernández cosido a la voz durante toda mi vida, una vida a la que, con su muerte, le arrancan un pedazo.

Tu literatura y tu poesía quedarán en nuestra historia.

Tu sonrisa y tu cariño serán luz en mi camino. 

Descansa en paz, queridísimo Antonio. 

Adiós en Arcos

Si no lo expliqué bien, vuelvo a decirlo.
Cuando me muera quiero que me quemen
y arrojen mis cenizas por la Peña de Arcos.
De esa manera iré a parar al río
donde bañé mi infancia y juventud
purificándolas de mis muchos errores.
Algún vencejo o algún alcaraván
me acogerá en sus alas. Incluso algún jilguero
o un dulce chamariz al picar en las frutas
del Llano de las Huertas
añadirá a su canto algún secreto mío,
su inédita sustancia. Y será el canto suave
al que apenas la vida me dio opción.
Nada de preces, nada de misereres.
Quiero que se haga todo con discreta ternura.
Y si alguien no quiere reprimir un sollozo
que piense cómo todo, hasta la primavera,
contiene su naufragio, y que tendré la suerte
del aire que se integra en la belleza de Arcos
con naturalidad, anónimo. Y eterno.

Crítica: Las locas piedras de Alejandra

Título: Las locas piedras de Alejandra

Autora: Eduardo Herrera Baullosa

Editorial: Poéticas

Premio Provincia de Guadalajara de Poesía 2023 “José Antonio Ochaíta”

Eduardo Herrera Baullosa es, en mi opinión, el mejor poeta cubano del momento.

Lo descubrí con su genial “Welcome to mí”, un libro que me sorprendió para bien por su apuesta por la originalidad, y este nuevo libro (merecedor, por unanimidad, del Premio Provincia de Guadalajara de Poesía 2023 “José Antonio Ochaíta”) es el apuntalamiento de un estilo, el de Herrera Baullosa, plenamente identificable.

La idea es un acierto absoluto. Una “conversación” entre el poeta cubano y una de figuras más importantes de la poesía universal, la argentina Alejandra Pizarnik. Un diálogo poético en el que se tratan temas como la infancia, el dolor, la pérdida de los seres queridos, el suicidio, la locura, la familia… Son poemas breves, todos precedidos de exergos (citas) de Pizarnik, unos poemas que responden, a través de las propias inquietudes del autor, a las inquietudes de Alejandra.

Esta estructura supone un reto para el lector, pues no es suficiente con leer y comprender a Herrera Baullosa, sino que también hay que hacerlo con la Pizarnik. Es casi necesario detenerse tras cada poema, pensarlo, tratar de introducirnos en la mente de cada uno de ellos, buscando esa conexión casi espiritual entre ambos poetas. Cada poema pide un ejercicio de comprensión doble, de exploración de esas dos vías que nos llevan, no obstante, al mismo destino.

Y nada es gratuito en este libro. El trabajo que hay detrás de cada poema es la evidencia de que Eduardo Herrera Baullosa es uno de los poetas más relevantes del panorama poético hispanoamericano. Que la suya es una corriente que aúna si propio estilo con el del anclaje en la tradición poética, al estudio, a la búsqueda de una voz desde la escucha activa de las voces que dan forma a la humanidad desde la poesía.

Un poemario necesario de un poeta necesario con el que la editorial Poéticas se estrena en la publicación de poetas vivos, estreno que, con Herrera Baullosa, es el mejor posible.

Lo que más me ha gustado: dejadme que “me olvide” de todo lo que me gusta el libro para decir que para mí también ha sido un honor y una alegría inmensa haber escrito el que ha sido mi primer prólogo. Ser parte de este libro es motivo de orgullo para mí, así que, permitidme que diga que me ha gustado muchísimo hacerlo.

Lo que menos me ha gustado: que Eduardo no viva en España, porque compartir vida con él es un regalo.

Expulsado del cuerpo corro peligro

Eduardo Herrera Baullosa

Crítica: El sol y las otras estrellas

Título: El sol y las otras estrellas

Autora: Raquel Lanseros

Editorial: Visor

XXVI Premio de Poesía Generación del 27

Si alguna vez me habéis escuchado hablar de poesía, es muy probable que me escucharais decir que la poesía de amorme interesa más bien poco. Al menos, que no me interesa tanto como la poesía de las pérdidas, del dolor, de la duda. También he podido decir que no acostumbro a escribir poesía de amor, que soy más del desamor.

Pues… este libro me ha vuelto loco de lo que me ha gustado y, sí, he escrito poesía de amor; pero es que Raquel Lanseros es una de esas (pocas) poetas capaces de todo, y por ella, por este libro y por una conversación con ella sobre el amor (y por razones obvias), me he atrevido a escribir, de momento, un poema amoroso.

¿Qué no es capaz de conseguir la poesía?

En cuanto a este libro, me ha gustado absolutamente todo. Desde un detalle en principio poco importante, como coincidir en que “La noche estrellada” que embellece la cubierta es mi cuadro favorito y, también, el cuadro favorito de la madre de Raquel. Pero este motivo, obviamente, es lo de menos.

Lo importante es toda la poesía que hay en este poemario. Toda la tradición. Toda la sapiencia de una de las mejores poetas actuales en nuestra lengua (no admito dudas). De una poeta cuya trayectoria es ya una poética única, sostenida no solo por la maestría de quien la escribe, sino por todo el conocimiento que atesora, por toda la lectura que alberga, por toda la sensibilidad que la configura.

El sol y las otras estrellas” habla del amor, sí, pero no solo de ese amor idílico que causó tantos versos en otras épocas, sino al amor como concepto, como término extenso, conformado por múltiples ramificaciones que llegan a casi todas partes. El amor de pareja, el amor entre madres, padres e hijos e hijas, entre abuelos y abuelas y nietos y nietas, el amor por el mundo, por la humanidad, por la vida. Y habla de todo ese amor desde su propio conocimiento (“quien lo probó lo sabe”), desde su experiencia, desde su vivencia, desde su corazón.

Y qué bonito es, amigos y amigas, disfrutar de la felicidad de las personas a las que se quiere. En un mundo cada vez más egoísta, cada vez más individualista, cada vez menos humano, es casi una obligación agarrarse a la felicidad con todas nuestras fuerzas cada vez que se cruza en nuestro camino, abrazarla mientras se quede cerca. Igual de importante es (sobre todo para los y las poetas) compartir esa felicidad, ese amor, cantarlo, hacer todo lo posible por expandirlo, por ampliar sus márgenes hasta que estos nos queden tan lejos que nos sea imposible salir de esos lugares felices. “Cantar, cantar, cantar es lo que importa”, que escribió la también gaditana Pilar Paz Pasamar. Porque el silencio nunca es cómplice de la sonrisa, y hoy día cuesta tanto sonreír que más nos vale gritarlo tan fuerte como podamos.

Raquel Lanseros, una vez más, nos regala un poemario con oficio, con grandeza de espíritu, con generosidad desprendida. Nos invita al amor, al suyo, al nuestro, al de la memoria y al del presente. Nos ofrece un río de posibilidades que fluye a través de nosotros. Nos hace cómplices de ese “amor que mueve el sol y las otras estrellas”

Lo que más me ha gustado: volver al amor, sin lugar a ninguna duda.

Lo que menos me ha gustado: con lo que me cuesta dar con poesía de amor que me guste… ¡se me ha hecho corto!

Qué tristeza más triste tiene la alegría.

Raquel Lanseros

Crítica: Matriz

Título: Matriz

Autora: Pedro J. Plaza

Editorial: Valparaíso

VIII Premio Valparaíso de Poesía

Premio Andalucía de la Crítica de Poesía

Conocí a Pedro en una llamada que, una tarde, me hizo, sin que yo tuviera su número ni supiera quién era. Se presentó y me contó que, desde ese año, la Editorial El Toro Celeste –que dirige– iba a editar los libros ganadores del Premio Antonio Gala de Poesía, empezando conmigo. Desde entonces, claro, es mi editor, y esa ya es una relación bastante estrecha.

Pero, además de editor (y de otras tantas cosas), es un poeta enorme, tal y como demuestra en esta, su primera obra publicada. De hecho, como veis, “Matriz” ha merecido no solo el Premio Valparaíso de Poesía, sino, ni más ni menos, el Premio Andalucía de la Crítica. Merecidos los dos premios, ya os lo digo. Merecidísimos.

Con el libro llevo desde la pasada Feria del Libro de Madrid, donde nos conocimos en persona, y lo tengo con una dedicatoria preciosa, desde entonces. Y, no, no lo he leído hasta ahora. Creo con firmeza que los libros eligen su momento para ser leídos (me pasa más aún con los libros de poesía), y este ha esperado casi un año hasta reclamarme el suyo. 

Qué deciros de esta “Matriz”… Con toda la poesía que he leído (y la que me queda por leer), puedo afirmar que es un libro diferente, separado de corrientes y modas, que se salta toda estructura posible para (así lo he sentido yo) darle la importancia a lo que en realidad importaba, a la historia, a la vivencia, al dolor, al sufrimiento. Porque el libro duele. Mucho. Muchísimo. Siempre se dicen frases del tipo “una madre es una madre”, “madre no hay más que una” o “como el amor de una madre, ninguno”; y, sí, somos muchos los afortunados que hemos contado con una madre a la altura de todas esas frases, pero, por desgracia, hay otros muchos que no. Y este es el caso de Pedro J. Plaza, quien no duda en sacar a la puerta de su casa todos los escombros vitales que ha ido acumulando a lo largo de los años, todas las vivencias que lo partieron en dos, todos los recuerdos que vuelven a abrir las cicatrices. Muchas de esas vivencias, muchos de esos recuerdos, vienen del mismo sitio, de la “matriz” entendida desde su etimología, desde la madre, la maternidad, matermatrix. Y duele leerlo, os lo aseguro, más aún a quienes conocemos y tenemos cariño a la persona que ha atravesado todo ese dolor.

Pero, amigos, amigas, esta es una de las razones por las que la poesía es imprescindible. Con todo el daño, con todo el sufrimiento, con todas las lágrimas, las heridas, las cicatrices… con todo el dolor, sin literatura, sin poesía, ¿qué quedaría? ¿Cómo nos sacaríamos toda esa negrura de dentro, ya sea como lectores o como escritores? Probablemente haya otros canales en los que volcar las lágrimas, pero quienes amamos la poesía sabemos que no hay ninguno tan poderoso.

Reconozco que me costó un poco habituarme a la forma de los poemas (yo, que soy tan de un tipo de estructura al leer y al escribir), pero, la verdad (y sabéis que no miento cuando reseño libros) es que me ha encantado. He tenido que hacer algunas pausas para asimilar el pinchazo, pero toda la crudeza de lo que se cuenta en este poemario se supera gracias a la capacidad amatoria de Pedro, a su resiliencia, a su perdón, a su crecimiento.

Un ejemplo de vida a través de la poesía. ¿Qué más le podemos pedir a un poemario?

Lo que más me ha gustado: que me haya gustado tanto, aunque se salga de “mi estilo”, haber encontrado tanta belleza en el dolor. 

Lo que menos me ha gustado: como siempre que leo un libro así, pensar en cómo pudo sentirse quien lo escribe. Es uno de los problemas de esta empatía mía…

“¿Cuál ha sido

el precio de tu familia y cuál ha sido, dime, la matriz

de nuestro desmadre?”.

Pedro J. Plaza

Crítica: Una muerte íntima

Título: Una muerte íntima

Autora: Teresa Núñez 

Editorial: Huerga & Fierro

Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares” 2022

Este libro ganó el “Ciega de Manzanares” el año antes que yo, por lo que tuve la suerte de compartir acto con su autora, de poder escuchar cómo recitaba algunos de los poemas y de conversar un rato con ella.

Si os soy sincero, no me lo monté muy bien (y me arrepiento de no haberlo hecho). No investigué absolutamente nada sobre ella ni sobre el libro, y creo que tendría que haberlo hecho (enero ha sido un mes muy complicado, diré a mi favor). Eso sí, quizá la sorpresa fue mayor al saber de ella y de su poesía esa misma tarde, en Manzanares, en el acto en que se me premiaba a mí y se presentaba su libro. Porque me gustó mucho escucharla, igual que me gustó mucho cruzar con ella algunas palabras.

Podría enumerar los premios que atesora Teresa, que son muchos, pero me voy a centrar solo en este poemario, que es el que reseño. 

“Una muerte íntima” es uno de esos libros que se escriben estando mal, tratando de (como dijo Félix Grande), “poner al dolor a trabajar al servicio de la vida”. Una ruptura es una tormenta que hay que atravesar con las fuerzas al mínimo; una ruta que hay que transitar a oscuras; un luto más con el que debemos convivir acompañados de un dolor inmenso. Eso es este poemario. Un libro de un dolor palpable, tanto que está en cada objeto de la casa, en los muebles, en la ropa, en todas y cada una de las habitaciones compartidas. Una forma terapéutica de intentar sanar a través de la escritura. Ya sabéis que es justo esta la poesía que me gusta (y la que yo también he escrito últimamente, la que veréis en mi siguiente poemario, “Alas para los ángeles”), así que ha sido una auténtica delicia leer a Teresa.

Me gusta, además, saber que mi libro va a formar parte de esta misma colección, que será el número XXII de este premio que ha logrado unirme a La Mancha, el otro 50% de mi sangre, tierra en la que espero poder compartir mi poesía.

Leed poesía, amigos. Sabed encontrar la poesía que de verdad merece ser leída. Buscad a poetas de los que escriben desde el conocimiento y la autenticidad. Huid de quienes solo son producto del marketing. Teresa Núñez es una poeta a la que leer, y esta muerte íntima que nos trae es un libro cuya lectura es, además de disfrute, aprendizaje.

Lo que más me ha gustado: verme reflejado en ese mismo proceso de duelo posruptura, identificarme con muchos de los versos.

Lo que menos me ha gustado: como no puedo reprocharle nada al libro, diré que las ganas que tengo de ver mi libro publicado ya, con lo que pesa la espera hasta noviembre.

“Escapaste

mucho antes del alba,

sin que yo adivinase que vivía

con un desconocido”.

Teresa Núñez

Crítica: Mi hogar es una caja de mudanzas

Título: Mi hogar es una caja de mudanzas

Autora: Cristina Angélica

Editorial: Valparaíso

V Premio Valparaíso de Poesía

Premio Ópera Prima de la Crítica Andaluza

Existen algunas personas de las que me fío al 200% cuando me recomiendan lecturas, sobre todo si es poesía.

Este fue el caso con Cristina Angélica y su ‘Mi hogar es una caja de mudanzas’, recomendado, ni más ni menos, por Remedios Sánchez y Manuel Francisco Reina, respaldado, además, por el V Premio Valparaíso de Poesía y, claro, editado por Valparaíso, que siempre es un seguro.

Da la casualidad, además, de que esa experiencia de las mudanzas, de ver tu vida en cajas, de despedir un lugar que ha sido hogar la tenía (por desgracia) muy reciente, así que la conexión ha sido, aunque dolorosa, muy clara.

Venezolana de nacimiento y malagueña de adopción, y con una juventud que no implica una poesía simple o pobre (como ocurre tantas otras veces), Cristina Angélica nos trae un poemario serio, muy bien entrelazado, directo y con esa dureza tan necesaria para mí cuando leo poesía.

Hay infancia, hay añoranza, hay lazos familiares, hay memoria, herencia, raíces, exilio, soledad… Hay preguntas, a veces sin respuesta, sobre las complicaciones de vivir para quienes emigran (cuánto mérito tienen y cuánta empatía despiertan en mí), sobre la volatilidad que impide clavar las pisadas de algunos terrenos, sobre cómo el sentimiento de acogida se tambalea entre puertas, ventanas, cajas llenas y paredes vacías.

Hay, también, una poesía muy bien construida, sencilla y cargada de imágenes tan transparentes a las que es fácil asomarse a ellas, tan sólidas que podemos agarrarnos a ellas, abrazarlas para hacerlas propias, para asumir parte del dolor que emanan. 

El libro avanza al ritmo oportuno, con citas que le dan más peso aún, como las de Francisca AguirreMiguel Hernández o Cavafis, aunque también haya alguna que me guste menos. No todo iba a ser perfecto.

En definitiva, un muy buen poemario de una poeta que puede dar mucho que hablar, pues su juventud le deja por delante un largo camino por recorrer.

Lo que más me ha gustado: creo que me quedo con esa conexión vital, con esa unión casi umbilical que sentí desde el primer poema. 

Lo que menos me ha gustado: esas citas, seguramente.

“Mi infancia huele a pared recién pintada”.

Cristina Angélica

Los márgenes remotos, XXII Premio Nacional de Poesía «Ciega de Manzanares»

Después de dejar por redes varios comentarios sobre la felicidad que me da haber ganado un nuevo premio de poesía, paso por aquí solo para ofreceros uno de los poemas que son parte del libro.

ESCRUTINIO

Estoy hecho de todo lo que he sido.

También de lo que duele todavía.

De cada cicatriz que me ha marcado

conservo el escozor. Nadie más sabe

por qué no las tapé, por qué las muestro

tal y como quedaron, sin temer

que volverlas a ver suponga

sangrar una vez más. No me preocupa

sentirme vulnerable. No soy fuerte

por huir del dolor,

lo soy por enfrentarlo, por mostrarme desnudo

ante ojos curiosos;

por exponerme al escrutinio,

a los dedos acusatorios,

al juicio que al final es la condena.

Recorro con el paso firme

los puentes destruidos por las lluvias.

No hay tormenta que borre mis huellas en el barro.

Espero que os guste 🙂

También os dejo por aquí el enlace a la noticia en prensa: https://www.manzanares.es/actualidad/noticias/jorge-pozo-soriano-gana-xxii-premio-nacional-poesia-ciega-manzanares

¡Un abrazo enorme!