Crítica: El dolor de los demás

Título: El dolor de los demás

Autora: Miguel Ángel Hernández

Editorial: Anagrama

A veces hay libros que sabes que son buenos, pero con los que no conectas.

A veces sabes reconocer el buen oficio del escritor, pero no te engancha lo que ha escrito.

A veces es una recomendación de alguien de quien te fías por completo, pero termina por no convencerte.

Esto es justo lo que me ha pasado con este libro.

No sé si no era mi momento para leer una historia así; si la situación de guerras, muertes y sucesos constantes me hace huir de más dolor; si estoy en un punto en el que creo que el true crime se nos está yendo de las manos; o si, simplemente, este no es un libro para mí.

El caso es que he dejado el libro a medias, aunque no miento si digo que es evidente que Miguel Ángel Hernández no solo es un muy buen escritor, sino que ha realizado una labor de investigación y documentación descomunal y que ha sido capaz de hilar el suceso que vertebra esta historia con la suya propia.

Puede ser que ahora no me apetezca leer sobre la maldad humana, sobre asesinatos, sobre muertes ni tragedias. Puede que mi mente me pida algo diferente, algo menos angustioso, algo más esperanzador.

No ha sido mi lectura, está claro, pero quizá sí sea la vuestra.

Lo que más me ha gustado: esa mezcla de pasado y presente, del punto de vista anterior con el actual, de esas dos historias.

Lo que menos me ha gustado: no haber querido terminarlo, pero me suelo hacer caso si sé que no quiero seguir leyendo un libro.

“No sé si es egoísmo o la necesidad de vivir mi vida sin tener que dar explicaciones a nadie”.

Miguel Ángel Hernández

Crítica: pequeñas mujeres rojas

Título: pequeñas mujeres rojas

Autor: Marta Sanz

Editorial: Anagrama

Esta lectura se la debo, una vez más, a la recomendación de Manuel Francisco Reina.

Dando un paseo por esta última Feria del Libro de Madrid, vimos que Marta Sanz estaba firmando y nos acercamos a saludarla. “Te va a gustar leerla”, me dijo Manuel. Y, una vez más, no se equivocó.

Esperé a que pasara el verano para leer esta novela porque sabía que necesitaría leerla sin los parones que las vacaciones me obligan a hacer, y yo también acerté en la decisión.

Desde ya os digo que es un librazo. Que me ha encantado. Que, sí, os lo recomiendo.

Me ha gustado, en primer lugar, por el estilo de Marta Sanz. Sabéis cuánto me gustan quienes cuidan el lenguaje al escribir, quienes demuestran manejar un léxico amplio, quienes se preocupan no solo por la historia, sino por cómo está escrita la historia. Y todo eso, sin duda, está en esta autora. Además, es un estilo distinto, muy personal, muy atrayente. Solo con eso ya me habría gustado leer este libro.

Pero, además, la historia… Ay, qué historia. Los personajes… Ay, qué personajes (enamorado de Paula Quiñones, la protagonista). El escenario… Ay, qué escenario.

Hay muchas historias sobre la Guerra Civil Española, muchas películas, se ha hablado mucho (quizá, nunca lo suficiente) sobre ella, sobre lo atroz de la dictadura franquista, sobre los cadáveres en las cunetas… Sí, las guerras son “atractivas” para la literatura. Pero Marta Sanz no utiliza la guerra para llenar su literatura, sino que utiliza su literatura para llenar algunos vacíos de esa guerra

La forma en que está escrita, alternando la propia historia de Paula con las cartas que comparte con Luz (otro personaje muy bien armado), es un completo acierto, y la trama corre como la pólvora ante nuestros ojos lectores, que no pueden dejar de leer. Sumado, como digo, a que el escenario (Azafrán) es un imán y a que los personajes crean un coro afinado a la perfección, os aseguro que ha sido una lectura que, siendo dura, he disfrutado muchísimo. Algo de novela negra. Algo de novela histórica. Mucha memoria. Mucha verdad. Un novelón.

En la contracubierta se dice que Sanz hace un homenaje a Hammet, Rulfo, a Peter Pan y a Alicia en el País de las Maravillas. Yo añadiré que también se lo hace a García Márquez, porque (esté en lo cierto o no) a mí me ha traído ecos de Cien años de soledad, de los Buendía, de Macondo.

Lo “malo” es que me he enterado al terminarlo y leer la contra (nunca la leo antes) de que es el final de una trilogía… Quizá tenga que leer los dos primeros libros para cerrar el círculo, aunque lo haya empezado del revés.

Los que leemos tanto pedimos, antes de comenzar un nuevo libro, que nos traigan algo nuevo, que nos sorprendan. Marta lo ha conseguido, como también ha conseguido lo que (supongo) buscamos todos los que escribimos: que nos sigan leyendo. Yo la leeré (te leeré), te seguiré leyendo, seguro de que tú seguirás sorprendiéndome.

Lo que más me ha gustado: siempre me gusta descubrir a un autor o autora que no había leído y me gusta, así que me quedo con eso, con haber descubierto a Marta Sanz.

Lo que menos me ha gustado: nada que ver con la historia, pero qué mal he llevado que todos los puntos se hayan puesto dentro de las comillas y no fuera… Lo de ser corrector me lleva un poco al límite con estas cosas.

“La memoria hace fuerza en un punto y penetra hacia lo hondo”.

Marta Sanz

Crítica: Agua y jabón. Apuntes sobre elegancia involuntaria.

Título: Agua y jabón. Apuntes sobre elegancia involuntaria

Autor: Marta D. Riezu

Editorial: Anagrama

Hacía tiempo que no empezaba una reseña así, peri tengo que hacerlo…

MA-RA-VI-LLA.

Qué preciosidad de libro, cuántas conexiones tan brutales, qué forma más preciosa de volver a la infancia, qué cantidad de anécdotas tan interesantes, qué manera de verme reflejado en tantos momentos… ¿Cómo me ha podido llegar este libro justo en este momento? Gracias al club de lectura que organiza mi queridísima María y que junta de vez en cuando a apasionados de la lectura, como lo es Mara D. Riezu.

Porque estoy justo en esos momentos que la autora pone en alza. En el momento de la pausa, del sosiego, de la tranquilidad (“Desde que cumplí los treinta, mi palabra favorita es tranquilidad”), del silencio, del cobijo, de la lectura y la música… de disfrutar esas pequeñas cosas que antes, por ir más allá, no me permitía el lujo de abrazar.

Y el tema de la madre ya… pues eso, que no he podido conectar más con ese tema. Por poneros un par de ejemplos sobre lo que Marta D. Riezu dice sobre su madre y sobre las madres:

“No hay nada menos ella que un cementerio”.

Y, citando a André Maurois: “Gracias a él (al amor materno) uno sabe que el mundo no es por completo hostil, que hay seres en quienes puede tenerse una confianza plena. Es una inmensa ventaja moral haber comenzado así la vida. Los optimistas que a pesar de las desgracias conservan hasta el fin su fe fueron, por lo general, educados por una buena madre”.

Y yo, recordando a mi madre, qué queréis que os diga, me derrito.

Y este es el libro que Marta nos ofrece. Un compendio de vivencias, pensamientos, opiniones, anécdotas, curiosidades, recuerdos, consejos… Un estante con todos esos compartimentos regado, además, con una muy buena dosis de humor y un montón de referencias literarias, artísticas, arquitectónicas, cinematográficas o del mundo de la moda que te empujan a querer saber más, conocer más, aprender más…

Una joya a la que volver para disfrutar de nuevo de todo lo que hay en sus páginas, para volver a nosotros mismos, a nuestra esencia, a la raíz, al origen, al útero.

Una preciosidad que, como digo, releeré y que, también, recomendaré y regalaré, porque es una delicia.

Lo que más me ha gustado: el retorno a mi infancia, a mi niñez, a mis recuerdos, a mi madre… 

Lo que menos me ha gustado: tan solo un par de comentarios políticos que, en mi opinión, no eran necesarios y me han chirriado un poco. Solo eso. El resto, un diez.

“El silencio es encontrar a ciegas el pecho de la madre”.

Marta D. RIezu

Crítica: Una lectora nada común

Título: Una lectora nada común

Autor: Alan Bennett

Editorial: Anagrama

Un nuevo libro que me ha dejado mi vecina María y, por lo que veo, va a tener que ir dejándome más. Me dejó cuatro, los dos que ya me he leído me encantan y el que me acabo de empezar me da que me a gustar bastante. Con lo cual, tengo nuevo “biblioteca” puerta con puerta. ¿No os parece maravilloso? Yo también le he dejado alguno a ella y le iré dejando más, no creáis que soy un gorrón…

Este libro, además de confirmar que María es muy buena lectora, me ha vuelto a demostrar que Anagrama es una editorial muy seria y en la que se puede confiar. Siempre nos tiene joyitas como esta, algo muy de agradecer.

En cuanto al libro en sí, es una historia que pide un adjetivo: deliciosa. Sencilla. Breve. Inteligente. Desenfadada. Atrevida. Con un personaje tan conocido como desconocido: la Reina Isabel II. La de ahora, ¿eh? Me parece tan brillante que sea ella la protagonista de una historia así…

Sin destriparos nada, básicamente conoceremos a una reina que empieza a leer casi por casualidad y que se enamora tanto de los libros que todos quienes la rodean se llegan a asustar. ¿Cómo va a leer tanto la mismísima reina? ¿Y todas sus demás ocupaciones? Sin entrar en la eterna disputa entre monarquía o república, se me vino una idea a la cabeza: ¿qué pasaría si las personalidades más famosas del mundo realizaran un buen fomento de la lectura? ¿Si fueran ejemplo no solo de “esas cosas que hacen”, sino en el buen hábito de leer? Ahí lo dejo…

Dicho esto, paso a mi análisis:

Puntos fuertes:

La protagonista: pues sí. Es un puntazo que la protagonista sea una Isabel II que pone todo patas arriba solo por el hecho de leer.

El claro alegato de las bondades de la lectura: hay tantas frases a lo largo del libro sobre lo que significa leer… Un montón de mensajes sobre la importancia de los libros, de la literatura… No sé a vosotros, pero a mí es algo que me encanta encontrar en mis lecturas.

La extensión: ciento veinte páginas, y es una historia perfecta. No se enrolla, no se va por las ramas, no es uno de esos “tochos” a los que les sobra la mitad de las páginas.

El final: el que tenía que ser. Inesperado y divertido. Un final que te hace sonreír, cerrar el libro y pensar “qué buena lectura”.

Lo que más me ha gustado: que he vuelto a enlazar varias lecturas así, como cuando era pequeño (sí, cuando era pequeño lo que más leía no era literatura infantil ni juvenil, sino este tipo de libros). He vuelto a esos años en los que, de una forma u otra, descubría lecturas así, y me ha encantado.

Lo que menos me ha gustado: ¿sabéis lo que me gusta decir que no le cambiaría ni una coma? Hacía tiempo que no me pasaba…

Mi sensación final es una necesidad de recomendároslo. Es perfecto para leer en un par de tardes, en un fin de semana, en varios paseos… Qué bueno es encontrar libros que se disfruten tanto.

“No pones la vida en los libros. La encuentras en ellos”.

Una lectora nada común