Crítica: Los misterios de la taberna Kamogawa

Título: Los misterios de la taberna Kamogawa

Autora: Hisashi Kashiwai

Editorial: Salamandra

Este es uno de esos libros que, de repente, encuentro en una librería, me encuentra él a mí y se viene conmigo a casa.

El título me gustaba. La cubierta me gustaba. La sinopsis me gustaba. Editaba Salamandra. Era japonés. 

¿Qué más podía pedir?

Recuerdo que era verano, y tanto viaje me impidió leer con la regularidad que necesitaba. El libro estuvo conmigo en Gandía, en Málaga, en Gran Canaria y en Menorca, donde, finalmente, lo terminé de leer. 

Hoy, por fin, tras poder hacerme la foto pertinente, subo la reseña.

Se trata, como digo, de uno de esos libros de lectura ágil, de los que, sin esperar una trama vertiginosa, te regalan momentos de leer con la calma necesaria. Además, la escritura de Kashiwai está a la altura de los buenos escritores japoneses, algo que siempre se agradece.

Gastronomía japonesa a raudales, curiosidades sobre el mundo de la cocina, sobre las recetas que se desarrollan a lo largo de cada caso resuelto y un cierto misterio son los ingredientes de esta novela, además de, como digo, un estilo trabajado y esa sensación de lectura que, sin pretensiones, se va quedando adherida a la piel.

Una muy buena opción, sin duda, para darse “un paseo” por Japón y por algunos de sus platos más importantes.

Lo que más me ha gustado: esa invitación a una lectura sencilla y agradable, además de saber un poco más de la cultura japonesa.

Lo que menos me ha gustado: quizá, al ser varios casos que se resuelven, esa primera idea tan original se va diluyendo al avanzar la historia.

“De joven, uno solo se rinde ante los manjares, pero cuando envejece lo que lo atrae de verdad es el sabor que el recuerdo añade a los platos”.

Hisashi Kashiwai

Crítica: Mis días en la librería Morisaki

Título: Mis días en la librería Morisaki

Autora: Satoshi Yagisawa

Editorial: Plata

Sabéis lo que me gusta la literatura asiática. Sabéis, también, que, de vez en cuando, me apetece una lectura sencilla, más del tipo feel-good, una lectura que haga sonreír, desconectar, reconciliarme con el mundo. Y esta novela breve japonesa ha sido justo eso que quería.

Además, se le suma otro aspecto que suele ser un punto a favor a la hora de elegir este tipo de lecturas: trata sobre una librería (por no hablar de lo bonita que es la cubierta).

Se vino conmigo a casa desde que la encontré. He tardado algo más en leerla porque, primero, me la pidió un amigo. Vio que me la había empezado a leer en un viaje que hicimos juntos a Rumanía, la empezó a leer en el avión de vuelta y se la quedó para terminarla. No sé a vosotros, pero a mí me encanta compartir lecturascon mis amigos. Siempre es una forma de descubrir libros que, quizá, no habríamos encontrado por nuestra parte. La reseña también la subo tarde, porque la leí hace ya algunas semanas, pero la vida me suele ganar la carrera y me cuesta sacar tiempo para escribir las reseñas, sin comentar lo que tardo en dar con el momento para hacerme la foto.

¡Pero aquí estoy! Y ya, por fin, os hablo un poquito de esta lectura.

Es un libro de lectura ligera, sin más pretensiones que entretener, hacernos pasar un buen rato, descubrirnos una parte de Japón y, cómo no, hablarnos de libros, de librerías, de la importancia de leer, de rodearnos de libros, de hablar sobre literatura.

Entre todo eso, como buen libro japonés, también nos habla de una protagonista en busca de su propio yo, con sus problemas, con una vida que no le encaja. Los japoneses, en mi opinión, son brillantes cuando hablan de sentimientos, con esa sutilidad tan suya, con esa delicadeza.

Para rematar, se nombra a un buen número de autores japoneses cuyos nombres y obra es muy interesante investigar. 

Un libro muy recomendado si, como a mí, os apetece este tipo de lecturas de vez en cuando.

Lo que más me ha gustado: además de esa lista de autores japoneses, que ha sido justo la lectura que necesitaba en el momento oportuno.

Lo que menos me ha gustado: que cada día que pasa tengo más y más ganas de viajar a Japón… ¿Me estaré autotorturando?

Ahora, por raro que parezca, ese olor a antiguo del papel era de las cosas que más apreciaba en el mundo.

Satoshi Yagisawa

Crítica: El cielo es azul, la tierra blanca

Título: El cielo es azul, la tierra blanca

Autor: Hiromi Kawakami

Editorial: Acantilado

Premio Tanizaki

No acostumbro a releer libros (¡con todo lo que tengo por leer!), pero, esta vez, he hecho una excepción.

Leí este libro hace muchos, muchos años y, aunque sabía que me había gustado, lo cierto es que no lo recordaba muy bien. En mi necesidad de leer de vez en cuando literatura asiática, y al verme sin más opciones en casa, volví a este libro. Ha sido todo un acierto.

Después de no gustarme demasiado País de nieve, de Kawabata, esta historia tan bonita, tan sutil y tan japonesa me ha vuelto a leer uno de esos libros que dejan buen poso, que se disfrutan como el buen café, a pequeños sorbos, descubriendo aromas y sensaciones diferentes y agradables en el paladar con cada trago.

No curre gran cosa. La trama no es la de una novela negra. No te atrapa por lo que pueda ocurrir, sino por cómo ocurre. Cada vez tengo más claro lo que busco en un libro: que esté bien escrito, que me enamore el lenguaje, que las palabras estén bien escogidas. La historia, muchas veces, me da más o menos igual. No necesito grandes giros ni acontecimientos inesperados. Me vale con saborear la escritura. Solo eso.

Eso es lo que ha vuelto a ocurrirme al leer esta preciosidad de libro. 

Además, tanto los escenarios como los dos personajes principales son perfectos. Sin un millón de rincones ni aristas. Son los que son y son como son, desde el primer momento. Y, en su unión, esa perfección se hace más notable, más real, más atrayente. 

Una historia de amor creíble, tierna, tan de verdad que no deja lugar a interpretaciones. 

Lo mismo me ocurre con mi amor por la literatura japonesa, y este libro ha conseguido que esa historia se haga más larga, que ese amor se haga más grande.

Un libro para leer en calma, quizá con un té, quizá en un parque, quizá en un bar.

Un libro para leer y, por qué no, para releer, como yo he hecho.

Lo que más me ha gustado: sentirme tan bien al disfrutar de la lectura sabiendo que ya la había disfrutado antes, pues me ha hecho recordar a aquel joven lector que descubría nuevos países gracias a la literatura.

Lo que menos me ha gustado: este es uno de esos libros sobre los que no puedo decir nada negativo. Me gusta. Me gusta mucho.

–En eso consiste el amor –repetía la mujer–. Cuando tienes un gran amor, debes cuidarlo como si fuera una planta. Debes abonarlo y protegerlo de la nieve. Es muy importante tratarlo con esmero. Si el amor es pequeño, deja que se marchite hasta que se muera.

El cielo es azul, la tierra blanca, Hiromi Kawakami