Título: Kitchen
Autor: Banana Yoshimoto
Editorial: Tusquets
No sé por qué he tardado tanto en adentrarme más en la literatura oriental, pero, supongo, lo que cuenta es que, por fin, lo he hecho. Qué bien que no me he limitado solo a Murakami, porque estoy descubriendo verdaderas joyas.
Este “Kitchen” fue un regalo (otro) de Laura, la excepcional librera de “Amapolas en octubre” (escritora, también). Una mañana de paseo (una de las mejores medicinas que estoy auto-administrándome en esta etapa), quise hacerle una visita. “¿Qué te apetece”, me dijo. “ “Estoy completamente en modo oriental”, respondí. Me dio dos libros. “Territorio de luz”, de Yuko Tsushima (lo leeréen breve) y “Kitchen”. “Es maravilloso”, añadió. Como siempre, no lo dudé. Pocas libreras recomiendan tan bien como esta vendedora de amapolas y sueños. No me equivoqué. No se equivocó. Es absolutamente maravilloso.
El libro se compone de dos relatos. El primero, “Kitchen” es precioso y tiene tres protagonistas de los que es imposible no enamorarse. El segundo, “Moonlight shadow”, que no comprendí muy bien porque no fui consciente hasta que llevaba varias páginas de que el libro contenía dos relatos diferentes, lo es más aún. Más breve, más intenso y, sí, más precioso. Pocas veces un libro me ha emocionado hasta la lágrima, y este lo ha conseguido. También es verdad que toca un tema, el de la muerte de un ser querido, que me arrastra, pero qué bien lo trata. Qué forma más delicada tienen los autores orientales de hablar de la muerte. Un aprendizaje, desde luego.
A Banana Yoshimoto no la conocía. Ya os digo que estoy empezando a interesarme más por descubrir autores orientales. Creo que la lectura, al menos para quienes leemos mucho, va por etapas. Que lo que disfrutábamos mucho hace unos meses no nos satisface tanto tiempo ahora. Que algo que no nos apetecía nada antes nos acaba obsesionando y buscamos leerlo todo lo posible. Que volvemos a eso que dejamos. Que dejamos eso a lo que habíamos vuelto. Yo soy muy de obedecerme en todo lo que puedo, y, si el cuerpo me pide literatura oriental, es justo lo que le voy a dar.
Por el momento, he leído, del tirón, a Aki Shimazaki, a Kim Thúy y a Banana Yoshimoto, y tengo esperando el que mencioné antes de Yuko Tsushima y otro de Thúy (autora vietnamita que me enamoró desde la primera palabra suya que leí). Y seguiré en esta línea hasta que se me rasguen los ojos, porque me está encantando.
Dicho esto, ahí voy con mi análisis.
Puntos fuertes:
El tema: no es un secreto que me gusta leer sobre la tristeza, sobre el dolor, sobre la muerte… Sobre temas que me sacudan, que me emocionen, que me hielen. La forma en que tienen los autores orientales de tratar la muerte es única. Lo bonito que escriben, el estilo tan cuidado que tienen y esa cultura que tanto me atrae hacen que sea sano leerlos, casi terapéutico. Para mí, lo ha sido. He visto a mi madre en cada página que he leído, y eso es un auténtico regalo.
La extensión: también estoy en un momento en el que no me apetece leer libros demasiado extensos. La extensión de estos dos relatos es perfecta. Casi son fábulas. Justo lo que necesitaba.
La esencia japonesa: esto también lo sabéis ya. Sabéis que la cultura (y la literatura) japonesa me atraen muchísimo, y esta historia es muy, muy japonesa.
El lenguaje: como los buenos autores japoneses, Banana Yoshimito hace un uso precioso del lenguaje. Cuidado en las descripciones y en los diálogos. Poético. Genial.
La puntuación: esto puede ser algo un tanto trivial para algunos, pero yo soy muy, muy, muy pesado con la puntuación al escribir. Sobre todo, con las comas. Y esta traducción está muy bien puntuada, con todas las comas en su sitio, y eso me hace muy feliz.
Lo que más me ha gustado: claramente, haber podido revivir a mi madre a lo largo de todo el relato “Moonlight shadow”, para mí, mucho más potente que el propio “Kitchen”, que da título al libro. Qué regalo más bonito…
Lo que menos me ha gustado: por decir algo, el formato. No me gusta mucho leer en bolsillo, y es una edición funcional, pero nada bonita.
Mi sensación final es que estoy encantado de poder disfrutar de estos autores tan lejanos en lo físico como en lo cultural, pero tan próximos en lo poético y lo literario. A ver lo que me dura esta “fiebre”, pero, el tiempo que dure, leeré y leeré libros que vengan de ellos y ellas, porque es una MA-RA-VI-LLA.
“Mi manera de actuar, al enamorarme, siempre ha sido la misma: atravesar un sitio corriendo muy deprisa”.
Banana Yoshimoto, Kitchen