Crítica: Todo se olvida

Título: Todo se olvida

Autor: Carmen Guaita

Editorial: Khaf

Carmen Guaita es una de las personas a las que más admiro, respeto y quiero. Llegó a mi vida de la mano de otra de las personas a las que más quiero, respeto y admiro: Manuel Francisco Reina (leed cualquiera de sus libros, no os arrepentiréis). Desde que se cruzó en mi vida, hemos compartido muchos momentos preciosos (y los que nos quedan), pero aún no la había leído. Solo os digo una cosa: qué bien que, por fin, lo he hecho.

Estoy (y ella lo sabe) enamorado hasta el tuétano de su voz. Estaría escuchándola horas y mi nivel de atención no disminuiría nunca. Tenía mis sospechas de que esa forma de hablar tan suya sería también la voz que se reflejaría en su escritura. No me equivoqué. He leído este maravilloso libro con su voz, con su gesto, con su sonrisa y su abrazo, con su amor.

Qué historia tan bonita la de Criptana Senzi. Qué personajes tan bien creados que se te quedan debajo de la piel uno tras otro. Qué lenguaje más cuidado, más trabajado, más bien elegido. Qué ratos de lectura me ha dado este libro, de esos que, últimamente, me cuesta encontrar. Esperé varios meses hasta leerlo, porque pensé que era un libro de té, manta y lluvia repiqueteando en la ventana. Qué bien que esperé, porque lluvia, frío y té han sido muy buenos cómplices. Hay momentos para la lágrima y la sonrisa; para el amor y para el dolor; para la pomposidad y para la miseria; para la inocencia y para el descaro; para los sueños y las desilusiones. ¿No es la vida así, al fin y al cabo?

Si sigo escribiendo de Carmen y de su libro sin centrarme, puedo hacerlo durante muchos folios, así que, sin enrollarme más, paso a mi análisis habitual.

Puntos fuertes:

Los personajes: no sé si me había pasado alguna otra vez (si es así, habrán sido muy pocas veces), pero me han llegado al corazón todos los personajes de esta historia. El personaje de la protagonista, Criptana Senzi, es una auténtica delicia. La historia de una diva en toda regla, con sus miserias incluidas. Pero, ay, ese Pedro Benassar, esa Mercedes, ese Miguel Rojas, esa Miguela, ese Tirso, esa Cinta… Los he querido y los sigo queriendo. Qué personajes más auténticos, más humanos. Qué suerte encontrar unos actores y actrices tan bien gestados, con una evolución clara, pausada y perfectamente detallada. Además, en la historia inventada por Carmen, estos personajes ficticios se mezclan con otros reales, como Federico García Lorca, Manuel de Falla, Maria Callas o Coco Chanel, entre otros, que hacen que la vida de Criptana cobre, si cabe, más fuerza aún.

El lenguaje: los que me conocéis sabéis lo que valoro en un libro que esté bien escrito. Suena a algo lógico, ¿verdad? Quien publica un libro será porque escribe bien. Del mismo modo, también sabéis mi opinión al respecto. Por desgracia, ya no vale escribir bien para publicar. No es necesario, quiero decir. Por eso, por lo que he disfrutado con cada página de este libro tan deliciosamente escrito, te doy las gracias, Carmen, por no ser influencer ni youtuber ni famosa. Te doy las gracias por ser tú. Maestra. Escritora. Una amante de las letrasque las mima porque está en su naturaleza. Gracias por este regalo tan bonito.

La estructura: mientras lo estaba leyendo, la propia Carmen me preguntó: “Las cartas, ¿se hacen pesadas?”. Antes de deciros lo mismo que le dije a ella, os aclaro que toda la novela está escrita mediante cartas, correos electrónicos, anotaciones de algunos personajes y transcripciones de distintas conversaciones. En un primer momento sí pensé que esa estructura sí podía hacerse pesada, pero, en mi opinión, es todo un acierto. Se harían pesadas si te sacaran de la historia, si te hicieran perder el hilo o si hubiera habido algún personaje a quien temer (por aburrido o por mal creado) en el momento de ver que “le tocaba” hablar a él. No es el caso. Me han gustado tanto todos y cada uno de los personajes que estaba deseando leer qué iban a contar. El hilo no se pierde en ningún momento. Es más, ese intercalado de cartas y de personajes está tan bien cosido que la historia y sus protagonistas evolucionan a un ritmo perfecto página a página. No, Carmen, no se hacen pesadas. Has arriesgado y has ganado el mayor premio: el de crear una historia redonda, bella y luminosa.

La ópera: es otro de los personajes, sin duda. El enorme conocimiento de Carmen del mundo operístico se refleja a la perfección y se enlaza con la historia como un diamante se engarza en el metal para crear una joya. Esos fragmentos de arias, esa humanización de los protagonistas de cada ópera que Criptana interpreta, así como de ella misma y el resto de cantantes. Me han entrado unas ganas inmensas de ver Madame Butterfly, Otello, Don Carlo, La forza del destino, La traviata, Tannhäuser, Turandot, I pagliaci… Qué alegría que la cultura genere cultura, ¿no os parece?

Lo que más me ha gustado: aunque todo lo “técnico” me merece la más cálida de las ovaciones, me voy a centrar en dos aspectos un poco más subjetivos que se me han enganchado al alma. El primero, saber que la autora es alguien a quien quiero tanto. Es precioso sentir orgullo por una persona tan querida. El segundo es que, como Criptana y algunos otros personajes, yo también soy manchego. Bueno, una de mis dos mitades lo es, por mi padre, que es de Almagro. Al leer algunos fragmentos he podido vivir esa hospitalidad manchega tan arraigada, sobre todo, en las mujeres. Esas invitaciones a sus casas para tratarte como a un rey. Esa generosidad llevada al extremo que, si no fuera por saber que les sale del corazón, podría llegar a incomodar. He revivido mi última vez en Almagro, donde las primas de mi padre se “peleaban” por acogernos en sus casas. Donde cada comida o cena era un banquete. Donde había que comerse hasta la última cucharada de sopa, hasta el último filete y hasta el último dulce, todo preparado con cariño y con el deseo de que su familia se siente bien, se sienta parte de ellos. He revivido esa sopa “despesita” de “La Sacrita”, una de las primas de mi padre. La Mancha no es solo tierra de molinos. También lo es de buenas gentes, hospitalaria y generosa como pocas.

Lo que menos me ha gustado: voy a poner solo un pero, y no es uno que dependa de la autora. Me da mucha pena ver libros que se venden como churros y que están por todas partes sin estar siquiera bien escritos y ver otros, como este “Todo se olvida”, que merece estar entre los libros más importantes del año, más bien arrinconado en algunas librerías. Señores editores, libreros, periodistas, críticos y demás personas relacionadas con el mundo de la literatura, dejen de buscar solo el dinero y busquen, por encima de todo, la calidad. Ganaríamos todos, ustedes también.

Mi sensación final os la podéis imaginar. No me voy a extender más. Solo voy a insistir en darle las gracias a Carmen por habernos regalado una historia y unos personajes de los que, por contradecir al título, nunca voy a olvidar. Leedlo. Hacedme caso. Leed a Carmen es, me atrevo a decir, beneficioso para salud y para el alma.

“Aquí no se miente nunca: quien tiene hambre, pide pan; quien tiene sueño, cierra los ojos; quien babea, suelta sobre la camisa un salivazo espero; quien lo ha olvidado todo, nada pregunta; quien lo recuerda todo, no lo calla”.

Todo se olvida

Deja un comentario