Crítica: Mi vida con Alberti. Para algo llegaste, Altair

Título: Mi vida con Alberti. Para algo llegaste, Altair.

Autora: María Asunción Mateo

Editorial: Almuzara (Berenice Contemporáneos)

Hay libros que son tan necesarios que uno se pregunta por qué han tardado tanto tiempo en escribirse. Libros que no aportan solo las bondades de la literatura, sino que van más allá, por diversos motivos.

Este es, sin duda, uno de esos libros.

María Asunción Mateo nos regala una delicia de historia, la suya, la de su vida con Alberti (y después de él), con una delicadeza y una pluma que están a la altura de la propia historia, porque, aunque algunos (a quienes se nombra) hayan intentado menospreciarla, María Asunción es una intelectual que, además, escribe como los ángeles, si se me permite el juego.

Tienen estas memorias algo que, en mi opinión, es el mayor de sus aciertos: el equilibrio. Podría haber caído en muchos errores, en ser demasiado “esto” o demasiado “lo otro”, en haber insistido más de la cuenta en determinados temas o en haber contado todo de una manera lineal que podría llevar al cansancio, pero ese equilibrio entre la vida de Alberti, las anécdotas, los sentimientos de la autora, la literatura, la crítica, los documentos y el tema (así lo veo yo) principal del libro, el amor, hacen que la lectura se haga con un apetito voraz, con ganas de adolescente.

Seguramente, conocer a María Asunción y quererla tanto como la quiero me hagan partir de una cierta (y reconocida) imparcialidad, pero en lo objetivo no flaqueo (lo sabréis si habéis leído algunas de mis reseñas menos positivas), y este libro, el libro del año en su género (sin dudarlo), no tiene ni una mínima arruga, ni un simple pero, ni un solo descuido.

Lo único que molesta/duele/indigna cuando se lee es no llegar a comprender cómo unas personas que han presumido de cariño y admiración por Alberti (una de las figuras, no nos olvidemos, más importantes de la literatura universal de todos los tiempos), incluso de su amistad, pueden ser tan mezquinas, tan dañinas, y mentir tanto y de forma tan descarada. No tendría que hacer falta que fuera así, pero, yo, que conozco a María Asunción y que he compartido con ellas ya bastantes conversaciones y momentos, os aseguro que no es solo que estuviera enamorada de Alberti mientras duró su relación, sino que lo sigue estando. Que su amor por Rafael ha sido (y es) para ella una luz inextinguible, y que siempre, siempre, siempre tiene palabras preciosas para hablar tanto de él como de María Teresa León, a quien también admira muchísimo.

Es difícil de digerir que personajes que se las dan de grandes poetas (y cuyos mayores méritos no han llegado en ningún caso de su poesía) puedan dirigir palabras y acusaciones tan graves (y tan falsas) como las que no han parado de volcar sobre María Asunción e, incluso, sobre Alberti, a quien han llegado a acusar de dejarse manipular, de no estar en plenas capacidades mentales al final de su vida (absurdo, no hay nada más que leer sus últimos escritos) o poco más que de baboso por haber estado con una mujer mucho más joven que él. Es el caso de Luis García Montero, el “cabecilla” de todo ese grupo de poetas que no han sabido hacerse un hueco con su poesía (ya lo decía el propio Alberti, que, como poetas, eran bastante poca cosa) y han necesitado convertirse en parásitos para sacar rédito de aquellos a quienes intentaron parasitar, ya se llamaran Rafael AlbertiÁngel GonzálezJoan Margarit o Almudena Grandes. Lo grave es que esta persona cope tantos espacios mediáticos y culturales, mucho más aún que dirija una institución tan importante como el Instituto Cervantes, cargo que, además de grande, le queda muy lejos por su desprecio a un referente cultural tan inmenso como el poeta porteño.

En el libro de María Asunción Mateo hay evidencias más que suficientes como para saber quién miente y quién no en esta historia, aunque cualquiera con dos dedos de frente sabrá que es algo cristalino. No obstante, si a alguien le quedara alguna duda al respecto, no tiene más que leer los artículos publicados en prensa de Manuel Francisco ReinaAnna CaballéRebeca ArgudoJuan Manuel de PradaLuis Alemany o las propias docentes del Cervantes, que dejan negro sobre blanco quién es ese señor que se definió a la perfección como el machista (y otras tantas cosas) que es con su artículo llamado “Feminismo manipulado”, un decálogo de maldad, mentira, machismo y envidia, dejándose una vez más en evidencia.

Saliendo de todo eso, y volviendo al libro, que es lo importante, “Mi vida con Alberti: Para algo llegaste, Altair” es de obligada lectura. Pocos libros hay que se hayan convertido en imprescindibles en tan poco tiempo, por justicia, por verdad, por valentía y, por encima de todo, por amor.

No dejéis de leerlo.

Lo que más me ha gustado: saber más de una persona a la que siempre he admirado, Alberti, y de otra a la que siempre he querido, María Asunción Mateo.

Lo que menos me ha gustado: del libro me gusta absolutamente todo. Quizá, por poner una queja, que algunas fotografías no se ven del todo bien, y es una pena.

“Donde mi corazón ha sido tu casa mientras tú seguías en la cumbre y yo en la orilla, esperándote siempre”.

María Asunción Mateo

Crítica: Una nueva temporada en el infierno

Título: Una nueva temporada en el infierno (poemas inéditos)

Autor: Rafael Alberti

Edición: Manuel Francisco Reina

Editorial: Ediciones del Genal

Colección: Libros sobre ruedas

Acercarse a Rafael Alberti es acercarse a la POESÍA, así, con mayúsculas, a uno de los poetas más grandes que nuestro país ha dado, a un maestro de maestros, a un señor con todas las letras, a una figura imprescindible en las letras hispanas (y no solo en las letras), a una leyenda de la literatura nacional.

Si hay que nombras, por poner un número, a tres poetas españoles imprescindibles, Alberti es, sin duda, uno de esos tres nombres que hay que citar sí o sí.

Siendo conscientes de todo eso, encontrarnos, en pleno 2022, con poemas inéditos del poeta gaditano es, además de una noticia maravillosa, un regalo para todos los que amamos la poesía.

Que lo haga, además, en una colección que hace tanto bien a la cultura como esta de los “Libros sobre ruedas” (además de en el diario ABC), tan bien dirigida por su creador, Manuel Francisco Reina, y con unas palabras previas de alguien como él, con tanto conocimiento sobre la obra y la figura de Alberti (a quien tuvo de maestro), suma. Porque la cultura suma. El conocimiento suma. La poesía suma.

Y qué poemas. Qué intensidad. Qué dureza. Qué (hay que decirlo) temblor.

Porque la poesía sirve, a veces, para poner a cada cual en su sitio. Y entorno a la figura de Alberti se han dicho tantas tonterías y se han volcado tantas mentiras desde su propia familia (aquí queda muy bien explicado y documentado el nefasto papel de su hija Aitana, que es todo menos hija y a quien el mismo poeta, su propio padre, se ve obligado a apartar de su vida) y desde quienes se creyeron familia y solo quisieron (como de tantos otros poetas) aprovecharse, que es necesario poner ciertos puntos sobre ciertas íes. Porque lo peor que puede hacerse ante la generosidad es aprovecharse de ella en el peor sentido posible. Y porque algunas personas, con nombres, apellidos y cargos públicos nunca supieron estar a la altura de aquellos a quienes quisieron considerar sus maestros cuando lo único que hicieron fue chuparles la sangre en vida y tratar de seguir haciéndolo en muerte. Es algo que a mí me repugna. Y, por eso, agradezco muchísimo que se empiecen a contar ciertas verdades incómodas para esas personas, per necesarias para hacer justicia, poética y de la que ajusticia con toda su fuerza.

Por poneros un solo ejemplo de estos inéditos y desgarradores poemas, solo dejaré un verso, dedicado a su hija Aitana (fijaos en la dureza):

“Yo voy a destruirte. Tu imagen será menos

que el polvo derribado de una estatua de aire.

Serás en el recuerdo menos de lo que eras

en el túnel materno, antes de haber nacido”.

Poesía, amigos y amigas. Poesía y verdad. Poesía y justicia. Poesía y temblor. Y, por supuesto, poesía y Alberti. ¿Qué más se puede pedir?

Lo que más me ha gustado: TODO, así, sin más.

Lo que menos me ha gustado: que siga habiendo sanguijuelas aprovechándose de la poesía y de los poetas para seguir trepando.

¡Un abrazo!

“Su fragancia infinita envenena mis noches,

su futuro es el rayo fatal que me aniquila”.

Rafael Alberti