Título: El año de la grava
Autor: J. Santatecla
Editorial: Valparaíso
Conocí a Jota en la caseta de Valparaíso de la Feria del Libro de Madrid, en septiembre. Un tío simpático, cercano, agradable en el trato, sonriente (aun con mascarilla) y, entre todo eso, poeta.
Y no solo “el poeta del metro” (si buscáis su historia, es bastante interesante), sino un poeta hecho con trabajo, con escucha, con respeto y con la certeza de que abrazarse a modas no lleva más que a callejones sin salida y que la poesía es otra cosa, que no sigue lo fácil, lo que vende, lo que rompe con toda la tradición… Y se nota en este libro. Se nota mucho que Jota ha leído, que ha escuchado, que ha consultado, que se lo ha tomado en serio y ha escrito poesía de verdad.
Sinceramente, se agradece que haya personas que, pudiendo tirar por lo fácil, se preocupen por cuidar la poesía, por aportar su pulso, mostrar sus miedos, dejarnos entrar por su herida a través de unos versos bien creados, a través de unas imágenes propias de las que los lectores podemos apropiarnos. No sé para vosotros, pero, para mí, eso es la poesía: identificarnos en la imagen que el poeta nos muestra.
Este “El año de la grava” es un libro que me ha gustado mucho, y lo ha hecho por varios motivos.
Además de lo que ya he dicho, me ha gustado mucho la originalidad en la estructura, esa conexión entre los dos mundos de Jota (el audiovisual y el poético), dejándonos muestras de ambas disciplinas en un poemario lleno de imágenes tan potentes que, sí, nos hace estar en una sala de cine, con los altavoces llenando el aire de metáforas e imágenes de una fuerza arrolladora.
Y, como no hay mejor muestra que los propios versos de Jota, aquí os dejo algunos:
Del poema 3-1-1:
El techo de los años se proyecta
en el contorno verde de los ojos.
Del poema 2-3-5:
Y vuelven las arrugas al retrato.
Memoria: suciedad en los cristales.
Del poema 1-4-3:
Cada noche regresa ese secreto
que parpadea en las fotografías.
Olvido. Memoria. Tiempo. Heridas. Pérdidas. Temas universales bajo el tamiz de Jota, que nos regala una poesía tan cercana como él, tan luminosa, tan sonriente detrás de cualquier barrera.
Seguiré leyendo a Jota. Seguiré pendiente de su evolución, porque sé que va a seguir evolucionando, creciendo, y que estará, por méritos propios, en el panorama poético actual. Y yo, sinceramente, me alegro de que sea así.
Lo que más me ha gustado: descubrir la poesía de Jota, por supuesto, y ver que bebe de la tradición, algo que se ve en algunas citas (ya sabéis que me encantan las citas en los poemarios) de poetas como Gamoneda, Brines o Blas de Otero.
Lo que menos me ha gustado: quizá, sin que esto quiera decir que sea mala, esa última parte de los embriones. No he podido conectar tanto como con el resto de poemas.
“La distancia se oxida con la sed,
subdivide los mapas, desorienta la flecha”.
Fragmento de “2-1-1”, J. Santatecla, “El año de la grava”