Porque yo sigo creyendo en la literatura

Ayer mismo me topé con esta imagen que me tocó un tanto la fibra y, lo siento, necesito escribir una entrada para comentar esta situación.

Sé que puedo generarme algunas enemistades y que algunas personas se pueden sentir ofendidas. También, que algunos podréis achacar esta entrada a envidia, pero ya os digo que no. Por una parte, no siento envidia ninguna porque yo estoy contento con mi vida. Tengo un trabajo que me encanta, que me satisface y que me hace crecer cada día como persona y, además, tengo tres libros publicados que, poco a poco, van llegando al público, a colegios, a más lectores. Además, si algún día llego a ser alguien como escritor, prefiero hacerlo por mis méritos como escritor y no por mis seguidores en Instagram. Por otra, no voy a citar a nadie en concreto, así que espero que nadie se lo tome como un ataque personal.

Dicho esto, voy al lío.

Me llama mucho la atención que este artículo se incluya en la sección de literatura y que el titular sea ese que veis: “Los influencers conquistan la literatura”. No sé a vosotros, pero a mí me viene una pregunta a la cabeza: ¿qué consideramos literatura? Hace no mucho había una figura más o menos respetada, que pertenecía a un entorno intelectual y que estaba estrechamente relacionada con la cultura. Un escritor era alguien importante. Alguien que estaba ahí, donde tenía que estar, por su talento, por su dominio del lenguaje… En definitiva: porque era un buen escritor. ¿Qué hemos hecho para que, hoy, consideremos literatura cualquier texto, escrito por cualquiera? ¿Tener seguidores en una red social o canal de vídeos nos hace buenos escritores? ¿Salir en un programa de televisión nos convierte en los mejores poetas del momento? ¿Tener algún contacto influencer que promocione nuestro libro nos hace escribir bien?

Amigos, creo que nos estamos equivocando, y mucho. Investigo mucho las redes en busca de libros. Recorro librerías de cabo a rabo con esa misma intención. Los libros mejor distribuidos, los mejor promocionados, los más mimados, los que están en todas partes, a bombo y platillo son esos de ¿literatura? influencer.

Por poner algunos ejemplos, he leído el primer libro de alguien sobre el que he llegado a leer que es “el maestro del suspense” y que, en su nuevo libro, “despliega su virtuosismo narrativo” y os aseguro que, a nivel de narrativa, es un espanto. Plagado (plagado) de errores de puntuación (el uso de la coma es terrorífico); de errores de ortografía (como muestra, el uso equivocado de las perífrasis verbales “deber + de +infinitivo” y “deber + infinitivo”); o el abuso de los adverbios terminados en -mente (no muy bien vistos en literatura) hasta el punto de incluir en una sola página tres “ligeramente” (¡tres! ¡En una página!), un “completamente” y un “rápidamente”. Quizá me equivoque, pero a mí un libro tan mal escrito no me parece propio de un “maestro del suspense” ni me permite ver ningún tipo de “virtuosismo narrativo”. Un libro de ¿poesía? que se vende como churros por la fama de su no-autora, ya que ni siquiera lo ha escrito ella y, además, ha plagiado una de las ilustraciones. Un poeta que no conocía nadie hasta su aparición en la televisión y que, ahora, parece ser el mismísimo Federico García Lorca renacido.

Mi pregunta es bastante clara: ¿dónde estamos llegando en el mundo editorial? ¿Nos vale ya todo? ¿Vamos todos a lo fácil, a lo que vende sin apenas esfuerzo ni trabajo, a convertir algo tan preciado e importante como un libro en un producto de mercado sin más? Siendo muy sincero, me da pena. Mucha pena. Me da pena porque estamos diciéndole a nuestros niños (y de esto sé un poco porque trabajo con ellos día a día) que no importa escribir bien, que no pasa nada si no se saben las reglas ortográficas, que no hace falta que lean para aprender, que la poesía son dos líneas de ¿reflexiones vitales? con una ilustración bonita (plagiada, si hace falta) al lado. Que los grandes autores ya no interesan, porque ahora, son los influencers los que conquistan la literatura. Ese, amigos, es el mensaje que estamos trasmitiendo. Estamos permitiendo que algo que debería estar cuidado con todo el mimo del mundo, la literatura (pero la de verdad), se vea pervertida y enfangada por el simple hecho de llenar las librerías de best-sellers malos y sin ninguna inversión de trabajo porque ahora, y esto es una realidad, ya no importa que un libro sea bueno, ni siquiera que el autor o autora escriba bien, sino que tenga tantos miles de seguidores, que asegure una promoción (muchas veces, endogámica por completo) fuerte sin esfuerzo de las editoriales y que, por lo tanto, venda, venda y venda con una inversión mínima.

Yo no soy fuerte en redes, aunque estoy contento con ir creciendo, aunque sea a paso lento. No me considero nadie para aconsejar cómo escribir o dejar de escribir porque solo tengo tres libros publicados, he sido finalista solo en dos concursos pequeñitos de escritura y he participado en una sola colección de cuentos y relatos (que verá la luz en breve); así que, sintiéndolo mucho, me da un poco de vergüenza intentar sentar cátedra sobre algo en lo que estoy empezando (aunque, sí, las redes están llenas de ¿expertos? en escritura, en literatura y, también, en cómo tenemos que hacer los profesores nuestro trabajo en temas tan peliagudos como el acoso).

¿Dónde vamos a llegar? La verdad, no lo sé, pero a mí se me cae el alma a los pies cuando voy a las librerías y veo las estanterías llenas de esta ¿literatura? influencer y tengo que buscar y rebuscar para encontrar a los verdaderos virtuosos de la narrativa, la poesía, el teatro o el ensayo.

Seguiré buscando mi lugar en este mundo tan complicado siendo sincero conmigo mismo, escribiendo (con mayor o menor éxito) convencido de lo que hago y la satisfacción de los comentarios positivos de mis lectores y, sobre todo, seguiré haciendo lo que siempre he hecho: leer LITERATURA.

“Los libros solo tienen valor cuando conducen a la vida y le son útiles”.

Herman Hesse

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11 pensamientos en “Porque yo sigo creyendo en la literatura

  1. Gracias por mostrarnos siempre algo nuevo Jorge, son cosas en las que una aficionada a la lectura tal vez no caiga en cuenta de primeras, pero con tu enseñanza aprenderé a diferenciar calidad de cantidad.

    • Es una opinión, la mía, y me imagino que habrá otras muy distintas. Yo me he cansado un poco de ver que lo que triunfa es lo fácil, lo poco trabajado (ni siquiera revisado para evitar plagios o errores), lo que, por encima de todo, vende, sin importar lo más mínimo la calidad literaria. No se trata de sillas, macetas o cucharillas de té, sino de libros; y los libros, siento decirlo, tienen que tener calidad. Si no, son panfletos, letras escritas sin más. Me niego a leer libros malos o, en el mejor de los casos, mediocres, porque sus autores tengan cuentas con miles de seguidores y, sobre todo, me niego a recomendarlos a mis niños y mis (aunque sean pocos) seguidores.
      Gracias por el interés y gracias por comentar 😉

  2. Hola, Jorge,
    Es complejo el asunto del que hablas y comparto tu opinión. El titular al que te refieres en sí mismo también pretende justo eso, supongo: vender, o al menos ese debe ser el propósito: compartir, viralizar, multiplicar… ya se lea o no. Sea bueno, malo o penoso. Se lleva el Ctrl C y el Ctrl V. En general pocos son los que tienen ideas. Muy pocos.
    Hace un momento leía esto en otro blog… «La originalidad no existe, tan solo la audacia de combinar en nuevas fórmulas.»
    Se leen por ahí cosas que no hay por donde cogerlas, pero ¡mira! gustan mucho, o al menos gustan para que a aquellos les guste lo nuestro. Y todo en un «quid pro cuo» imparable. Parece que es la fórmula, pero no solo en la literatura. Basta darse un paseo por «Arco» y vivir para ver.
    Al final, es como intentar hablar de moralidad con alguien amoral… complicado.
    Pero hay que seguir, hay que seguir estando vivos, no para conseguir favoritos ni likes. Más bien y como dice la leyenda de Mirabai, «La vida solo dura algunos días.»

    Abrazo fuerte. Te sigo leyendo.

    • Querida María,
      En primer lugar, gracias por seguir pasándote por el blog y mil gracias más por currarte tanto un comentario. Sé que es un tema complejo porque involucra a muchos actores: editoriales, librerías, autores, agentes literarios, influencers… Me consta que hay editores que única y exclusivamente publican a gente potente en redes (incluso sé de una a la que 40.000 seguidores en Instagram le parecieron «muy pocos» para publicarle un libro). Es una pena, pero todo el esfuerzo y la calidad literaria de un grueso muy importante de escritores está muy a la sombra de bodrios infumables y mal hechos de gente que no sabe escribir, pero eso, escribir, es lo que menos importa. Importa vender, a cualquier precio, y es muy triste, la verdad.
      Un abrazo muy fuerte, corazón.

  3. Comparto punto por punto la crítica. Bajo mi humilde y joven visión, es un problema de índole mucho mayor de lo que alcanzamos a ver. Es una representación de la sociedad que rompe todo lo realizado sin crear nada o creando contenidos vacíos. Es problema de los que escriben, de los que leen y de la industria comercial devoradora que vende, y permítame la vulgaridad, auténtica basura vacía pero rentable. Tampoco quiero dejar exentos de culpa a la falta de autores con profundidad, respeto por la lengua e historias que vayan más allá de lo que estrictamente los personajes hacen o dicen. Probablemente sea, y esto ya he asumido que nunca lo sabré, por la apuesta del entretenimiento insulso por encima de la literatura, pero también pudiera ser que hayamos cambiado tanto la forma de vivir y pensar que la pureza de las letras haya perdido sentido. En tal caso tocaría remar para recuperarla.
    Quiero darle un ejemplo. Hace no sé cuántos días se celebró la jornada de la poesía, una creación más para la venta indiscriminada de papel en blanco con frases esporádicas. En las cuentas de las redes sociales de las editoriales, «subieron» las burdas atrocidades de cada escritor que ellos ofrecen. Escuchar sus locuciones fue algo realmente macabro y peligroso fue tildarlo de poesía. Pero venden y dejan un panorama desolador de gente (adolescentes, jóvenes y adultos) complacida y agrandada por formar parte pasiva de la cultura. Y hoy en día no quedan muchas más opciones. Hay que tragar y esperar con el filo de la navaja entre los dientes a todos aquellos que presuman de adquirir esas poesías insustanciales, esas novelas simplemente argumentales o esos relatos reales sin gracia, ni forma. Vendrán tiempos mejores.

    No quiero extenderme más porque entiendo que los comentarios de blogs no están para ello, pero nadie o casi nadie estamos libres de formar parte de esto si no mostramos opiniones como la suya más habitualmente o, para predicar con el ejemplo, con mayor asiduidad.

    • Estoy de acuerdo en todo lo que dices y me alegra mucho saber que, lejos de revibir críticas negativas, se me unen voces como la tuya, que me dan fuerza para seguir compartiendo mi pequeña opinión con todos. ¡Un abrazo!

  4. A esto hay que añadir que hay buenos escritores que siguen en la sombra porque no han ganado un premio, o porque no tienen una carrera universitaria, o porque no se mueven en los círculos de la jet set de la literatura. Internet es un problema más entre muchos. Yo voy a la biblioteca, y no busco autores o editoriales, busco buenas historias. Pero no todo el mundo sabe apreciar las buenas historias, o las buenas poesías. Yo creo, y lo creo con firmeza, que lo importante es el contenido, no los seguidores, ni los premios, ni las carreras, ni el dinero, ni la jet set. Siempre me acuerdo de Poe cuando pienso en todo esto, Poe vivió a la sombra de muchos escritores que tenían más dinero que él, por ejemplo, Byron. Después de su muerte, ahora todos le lamen el culo a Poe. En fin, es triste, pero una cosa es cierta, los que suben tan rápido con mala literatura, serán olvidados en un futuro.

    • Hola, Jessica! Muchas gracias por pasarte y comentar 😉 Estoy de acuerdo contigo, qué te voy a decir, es un tema que me crispa mucho, pero he preferido ser sincero y dar mi opinión al respecto antes que seguir en esa ola por conseguir, también yo, más seguidores. Prefiero ser justo… De todas formas, no creo (o no espero) que esto dure para siempre. Lo veo como una burbuja que, antes o después, explotará, y ya veremos quién sigue ahí cuando eso ocurra.

      Un abrazo fuerte! 🙂

  5. Pingback: Porque yo sigo creyendo en la literatura — – lassombrasdelpoeta

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