Crítica: Libro mediterráneo de los muertos

Título: Libro mediterráneo de los muertos

Autora: María Ángeles Pérez López

Editorial: Pre-textos

IV Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro

Desde luego, nadie puede decir que María Ángeles Pérez López (acabo de ser consciente de que sus dos nombres y sus dos apellidos van tildados) no es una buena poeta. O que se quede con lo sencillo de la poesía. O que no conozca bien el lenguaje. 

De hecho, si tuviera que describirla como poeta, lo haría diciendo que es una experta en lenguaje, una escritora que sabe a la perfección el orden de las palabras, que no las escribe, sino que las va posando delicadamente una tras otra, consciente de que esa, y no una distinta, es la que corresponde.

Luego, claro está, sabe escribir poesía (no, no todos los poetas saben), conoce la tradición poética y la urde como las hilanderas hacen con cada hebra de tejido, nos atrae hacia sus versos con la sutilidad de las sirenas.

Conocí su poesía con su maravilloso Incendio mineral, libro a través del cual también la conocí a ella, siempre agradable, siempre pausada, siempre sonriente (qué bueno es constatar que las personas a las que admiramos por su obra también merecen admiración por su forma de ser), y ya “me la quedo” para seguirla de cerca.

También en poesía en prosa (sabéis lo poco que me gusta el cariz que se le ha dado al término de prosa poética), María Ángeles nos invita a un recorrido por el exilio, por el éxodo, por la desraización, por el abandono, por el dolor, por la desolación. Lo hace, además, en una eterna reflexión que nos hace, también, caer en ella, imbricarnos a ella, dudar con sus dudas, sentir como propias sus inquietudes. ¿No es eso, al fin y al cabo, lo que consigue la buena poesía?

Para redondear aún más el poemario, Pérez López disecciona el lenguaje con la misma precisión que lo hace con la humanidad. 

Un libro que es toda la poesía, toda la tradición, todo el lenguaje, toda la humanidad

Lo que más me ha gustado: leer poesía diferente a la que estoy más habituado a leer y bebérmela, con todo el mar que hay en este libro.

Lo que menos me ha gustado: no atreverme yo, por el momento, a escribir poesía en prosa (dadme tiempo…).

La tumba no es el mar, sino el lenguaje.

María Ángeles Pérez López

Crítica: Incendio mineral

Título: Incendio mineral

Autor: María Ángeles Pérez López

Editorial: Vaso roto

Premio Nacional de la Crítica 2021

Estoy leyendo muy poco este verano, entre unas cosas y otras, pero, como siempre, la poesía marca la excepción.

Mientras sigo leyendo una amplia antología de Ángel González, he podido disfrutar de este incendio que María Ángeles Pérez López provocó con cada verso. Y qué placer sentir esas llamas en las pupilas al leer estos poemas en prosa

Me hice con el libro en la Feria del Libro de Madrid, aprovechando que, después, pude escuchar a la propia María Ángeles en una charla con más poetas cuyo anfitrión fue mi querido Rafael Soler. Suerte, también, la de poder cruzar unas palabras con ella al final del acto, regalarle mis “Hogares impropios” y recibir de ella una preciosa dedicatoria que fue un regalo. Ay, la poesía y los/las poetas…

Este libro, ganador del Premio Nacional de la Crítica (ahí es nada), es una suerte de viaje en el pasado (no solo de la autora, también del nuestro) a través de elementos que se convierten en origen, en raíz, en núcleo de nuestra existencia. Todo arde en ese lento trascurrir vital por el que todos deambulamos –muchas veces sin mapas ni brújulas–, en esos momentos en los que buscamos las respuestas que no somos capaces de encontrar, las razones de por qué nuestras huellas quedan en unos lugares y no en otros. Pérez López nos desgrana algunos de esos secretos a través del propio fuego, de los árboles, de los animales, de la naturaleza en su globalidad absoluta. Nos empuja a tiempos pasados, primigenios, donde el envoltorio no era tan pomposo como para no ver ni siquiera lo que hay en nosotros. Este libro es un aprendizaje, un viaje hacia la desnudez humana, la asunción de que somos, al fin y al cabo, solo aquello que somos.

Es, como he dicho, un libro de poemas en prosa (detesto la expresión de “prosa poética”, lo siento), y a mí, que siempre he sido más de poemas en verso, me ha encantado. Aun siendo poemas largos de lo que suele gustarme, son tan precisos que los he disfrutado mucho más de lo que ya esperaba (que era bastante, por otra parte). Es brutal el uso tan exacto del lenguaje de María Ángeles, su búsqueda constante de la palabra justa, esa concatenación del léxico que la lleva a escribir unos poemas casi circulares. Una maravilla, qué queréis que os diga.

Hay algunos poemas, como “Todo lo recubre piel humana” que he tenido que leer varias veces porque son… para morirse. Os dejo algunas partes de este poema, para que sepáis de lo que hablo:

“Cuando giran los cuerpos en sus piedras molares entregan la proporción áurea de su propio agotamiento, las toxinas que enfermaron en los bronquios, la dermis desgastada a causa de ese tránsito: el que va de lo orgánico a lo mineral, el que envía a través de las venas una tumultuosa proliferación de eritrocitos para que en el espesor calcáreo se abran cauces de sangre liberada”.

“Pero también en los barrios de Madrid o Palencia es piel humana la primera que arde y se estremece. No importa que parezca lo contrario”.

Y, así, dejaría por aquí un montón de fragmentos más, pero creo que es mejor que sean vuestros propios ojos los que los descubran en el libro, que, sí, por supuesto, recomiendo que busquéis y leáis.

¿Conocéis a la autora? Si no es así, ¿buscaréis leer algo suyo?

¡Un abrazo!

“Cuando llega la noche y tengo miedo, reconozco en mi nuca la correa con la que estoy atada al apellido”.

María Ángeles Pérez López, Incendio mineral