Crítica: La clase de griego

Título: La clase de griego

Autora: Han Kang

Editorial: Random House

Tuve este libro hace tiempo en las manos. Fue uno de esos libros que te llaman desde los estantes de una librería. Literatura asiática, además. Lo tenía todo para que me lo llevara, pero, por algún motivo, no lo hice. 

Ahora, sí, he de reconocer que lo he leído al ganar Han Kang el Premio Nobel de Literatura. Y, sí, también reconozco que lo he leído sugestionado por ese hecho.

Desde esa sugestión, puedo decir que el libro me ha gustado, pero no me ha encantado. Puedo decir que la escritura de Kang me gusta, pero no me ha encantado. Puedo decir que la historia me ha gustado, pero no me ha encantado.

Sin embargo, puedo también decir que no he podido evitar leerlo con las mismas preguntas dando vueltas en mi cabeza constantemente: “¿Merece algo tan inmenso como un Premio Nobel?”; “¿De verdad no hay nadie más a quien dárselo?” (Se me ocurren unos cuantos nombres).

Estoy casi seguro de que, si lo hubiera leído antes, me habría gustado más. Creo que no me habría vuelto loco, también os lo digo. Porque tiene algunos detalles que me han hecho tropezar un poco con la historia. Por el modo de intercalar narradores, de jugar con el tiempo, no he podido seguirla de una forma, digamos, limpia. Incluso ha habido algunas partes que me han aburrido un poco, aunque el final me ha devuelto a una lectura agradable y me ha permitido conectar más.

Conclusión, que no tengo del todo claro de qué opinar de este libro ni de la autora (leeré “La vegetariana”, a ver qué pasa), porque, como digo, sin encantarme, me ha gustado, pero ahora mismo, con esta única lectura, mi sensación es que, para Nobel, pues… no.

Lo que más me ha gustado: haberlo leído y poder opinar, aunque me da cierta rabia no haberlo leído antes.

Lo que menos me ha gustado: ¿vale decir que, quizá, todos esos nombres que creo merecen el Nobel desde hace ya muchos años y siguen sin ganarlo?

“Los fragmentos de la memoria se mueven y crean formas”.

Han Kang

Premiando la educación/ Awarding education

La entrada de esta semana era obligada: Premio Nobel de la Paz a dos activistas que luchan por algo tan lógico cómo (de momento) utópico: que todos los niños del mundo tengan acceso a la educación.

Malala Yousafzai y Kaliash Satyarthi son unos merecidísimos ganadores, alejados de despachos políticos o de organizaciones mundiales, trabajando de cero, arriesgando incluso sus vidas por conseguir esa meta tan ansiada por los que amamos la educación, por los que amamos a los niños. Estas son las personas que tendrían que ser premiadas año tras año, pero no solo con un Premio Nobel, sino con el reconocimiento de la humanidad entera, con la persistencia del recuerdo de quienes, como ellos, luchan por fines justos sin más propósitos que ayudar a los más vulnerables.

 

Premiar a estas personas es premiar a todos esos niños y niñas que han podido tener una vida mejor gracias a ellos y, por lo tanto, premiarnos a todos aquellos que, de una u otra forma, nos esforzamos día a día porque esa utopía se convierta pronto en una realidad. Mientras sigan existiendo personas como ellos, seguirá existiendo esperanza.

«He recibido este premio pero esto no es el final. Creo que es el comienzo. Quiero ver que todos los niños van al colegio».

Malala Yousafzai

The post for this week was clear: Nobel Peace Prize for two activists that fight for something as logical as (nowadays) as uthopical: education for every single child in the world.

Malala Yousafzai and Kaliash Satyarthi are two more than well-deserved winners, far from political offices or world organizations, working from zero, even risking their lives to reach that goal so important for all that, like me, love education, for those who love children. This is the kind of people that should be awarded year after year, but not only with the Nobel Prize, but also with the recognition of the whole humanity, with the persistance of the memory of who, like them, fight for beautiful aims with the only purpose of helping the most vulnerable.

Awarding these people is awarding all these children that have had a better life thanks to them and, so, awarding all of us, all of those who, in one way or another, use our lives to turn that uthopy into real. While there still exist people like them, there will still be hope.

«This is not the end of this campaign; this is only the beginning. I want to see every child going to school.»

Malala Yousafzai