La entrada de esta semana era obligada: Premio Nobel de la Paz a dos activistas que luchan por algo tan lógico cómo (de momento) utópico: que todos los niños del mundo tengan acceso a la educación.
Malala Yousafzai y Kaliash Satyarthi son unos merecidísimos ganadores, alejados de despachos políticos o de organizaciones mundiales, trabajando de cero, arriesgando incluso sus vidas por conseguir esa meta tan ansiada por los que amamos la educación, por los que amamos a los niños. Estas son las personas que tendrían que ser premiadas año tras año, pero no solo con un Premio Nobel, sino con el reconocimiento de la humanidad entera, con la persistencia del recuerdo de quienes, como ellos, luchan por fines justos sin más propósitos que ayudar a los más vulnerables.
Premiar a estas personas es premiar a todos esos niños y niñas que han podido tener una vida mejor gracias a ellos y, por lo tanto, premiarnos a todos aquellos que, de una u otra forma, nos esforzamos día a día porque esa utopía se convierta pronto en una realidad. Mientras sigan existiendo personas como ellos, seguirá existiendo esperanza.
«He recibido este premio pero esto no es el final. Creo que es el comienzo. Quiero ver que todos los niños van al colegio».
Malala Yousafzai
The post for this week was clear: Nobel Peace Prize for two activists that fight for something as logical as (nowadays) as uthopical: education for every single child in the world.
Malala Yousafzai and Kaliash Satyarthi are two more than well-deserved winners, far from political offices or world organizations, working from zero, even risking their lives to reach that goal so important for all that, like me, love education, for those who love children. This is the kind of people that should be awarded year after year, but not only with the Nobel Prize, but also with the recognition of the whole humanity, with the persistance of the memory of who, like them, fight for beautiful aims with the only purpose of helping the most vulnerable.
Awarding these people is awarding all these children that have had a better life thanks to them and, so, awarding all of us, all of those who, in one way or another, use our lives to turn that uthopy into real. While there still exist people like them, there will still be hope.
«This is not the end of this campaign; this is only the beginning. I want to see every child going to school.»
Malala Yousafzai
Si agradecemos la educación que reciben nuestros hijos reconociendo la labor tan valiosa de todo el profesorado… ¿Qué hacemos con todas las personas como MALALA y KALIASH? Rendirnos ante ellos bajando la cabeza a su paso, y no olvidarnos nunca que hay muchas de ellas que dedican su vida entera a los más débiles. Que jamás se nos olviden sus nombres y que su generosidad sea premiada y reconocida en todo el mundo. Una marea verde esperanza por todos los que luchan para que ningún niño pierda el derecho a elegir con libertad el camino a seguir.
Es el mejor Nobel de la Paz que conozco… Me ha hecho hasta ilusión, fíjate. Espero que el apoyo siga llegando…
La verdad es que muestran una gran valentía y ese deseo de luchar por lo que es justo, porque TODOS puedan por lo menos elegir y decidir.
Este tipo de lucha es la que debería hacer que el mundo se pusiera de pie para caminar juntos en esa misma dirección… Gracias por el comentario, Moni 😉
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