Título: Tapiz de otoño
Autora: Teru Miyamoto
Editorial: Hermida Editores
Ya lo he dicho muchas (nunca suficientes) veces, pero voy a volver a decirlo: qué bien me hace la buena literatura asiática.
Este, además, fue uno de esos libros que llegan porque tienen que llegar, sin esperarlo, sin buscarlo, apareciendo sin más. Tapiz de otoño para leer en otoño, la que ya es, sin duda, mi estación favorita del año.
Para mejorar la casualidad, es una lectura distinta a las habituales, principalmente porque es una historia que se cuenta a través de cartas a través de las cuales los dos protagonistas nos cuelan en sus vidas, en sus emociones, en su amor.
Quienes hemos vivido un desamor sabemos lo duro que es, lo mal que se pasa, el vacío que deja. Esta historia es una muestra de cómo cerrar esas heridas es no solo positivo, sino muy necesario (salvando casos extremos, por supuesto), de cómo poder recordar ese amor que (por mucho que a veces se niegue) existió sin odio, sin rencor, sin rabia es algo que trae mucha paz a nuestra vida, que nos permite dormir más tranquilos por las noches. Al menos, a mí me ha servido para eso, además de para no tirar por la borda seis años de mi vida.
Este reencuentro epistolar nos arrastra a esos sentimientos que todos hemos experimentado alguna vez cuando nos hemos expuesto al amor o cuando el desamor ha terminado por arrastrarnos, con la particularidad de esa forma tan especial que los japoneses viven (y cuentan) el amor. Con esa sutileza tan suya. Con ese hermetismo. Con esa delicadeza.
Es, sin duda, un libro perfecto para esta época del año, para manta, música lenta de fondo y una infusión calentita. Un libro precioso, maravillosamente escrito, diferente, muy, muy recomendable.
Y ya no sé cuántos libros de autores japoneses he leído, pero cada vez me gustan más…
Lo que más me ha gustado: esa singularidad de avanzar en la historia a través de cartas. Salir de lo habitual. Me ha encantado.
Lo que menos me ha gustado: ha sido la lectura perfecta en el momento indicado, así que no puedo ponerle pegas.
“Lo que hay que olvidar, es primordial olvidarlo del todo”.
Teru Miyamoto
