Título: pequeñas mujeres rojas
Autor: Marta Sanz
Editorial: Anagrama
Esta lectura se la debo, una vez más, a la recomendación de Manuel Francisco Reina.
Dando un paseo por esta última Feria del Libro de Madrid, vimos que Marta Sanz estaba firmando y nos acercamos a saludarla. “Te va a gustar leerla”, me dijo Manuel. Y, una vez más, no se equivocó.
Esperé a que pasara el verano para leer esta novela porque sabía que necesitaría leerla sin los parones que las vacaciones me obligan a hacer, y yo también acerté en la decisión.
Desde ya os digo que es un librazo. Que me ha encantado. Que, sí, os lo recomiendo.
Me ha gustado, en primer lugar, por el estilo de Marta Sanz. Sabéis cuánto me gustan quienes cuidan el lenguaje al escribir, quienes demuestran manejar un léxico amplio, quienes se preocupan no solo por la historia, sino por cómo está escrita la historia. Y todo eso, sin duda, está en esta autora. Además, es un estilo distinto, muy personal, muy atrayente. Solo con eso ya me habría gustado leer este libro.
Pero, además, la historia… Ay, qué historia. Los personajes… Ay, qué personajes (enamorado de Paula Quiñones, la protagonista). El escenario… Ay, qué escenario.
Hay muchas historias sobre la Guerra Civil Española, muchas películas, se ha hablado mucho (quizá, nunca lo suficiente) sobre ella, sobre lo atroz de la dictadura franquista, sobre los cadáveres en las cunetas… Sí, las guerras son “atractivas” para la literatura. Pero Marta Sanz no utiliza la guerra para llenar su literatura, sino que utiliza su literatura para llenar algunos vacíos de esa guerra.
La forma en que está escrita, alternando la propia historia de Paula con las cartas que comparte con Luz (otro personaje muy bien armado), es un completo acierto, y la trama corre como la pólvora ante nuestros ojos lectores, que no pueden dejar de leer. Sumado, como digo, a que el escenario (Azafrán) es un imán y a que los personajes crean un coro afinado a la perfección, os aseguro que ha sido una lectura que, siendo dura, he disfrutado muchísimo. Algo de novela negra. Algo de novela histórica. Mucha memoria. Mucha verdad. Un novelón.
En la contracubierta se dice que Sanz hace un homenaje a Hammet, Rulfo, a Peter Pan y a Alicia en el País de las Maravillas. Yo añadiré que también se lo hace a García Márquez, porque (esté en lo cierto o no) a mí me ha traído ecos de Cien años de soledad, de los Buendía, de Macondo.
Lo “malo” es que me he enterado al terminarlo y leer la contra (nunca la leo antes) de que es el final de una trilogía… Quizá tenga que leer los dos primeros libros para cerrar el círculo, aunque lo haya empezado del revés.
Los que leemos tanto pedimos, antes de comenzar un nuevo libro, que nos traigan algo nuevo, que nos sorprendan. Marta lo ha conseguido, como también ha conseguido lo que (supongo) buscamos todos los que escribimos: que nos sigan leyendo. Yo la leeré (te leeré), te seguiré leyendo, seguro de que tú seguirás sorprendiéndome.
Lo que más me ha gustado: siempre me gusta descubrir a un autor o autora que no había leído y me gusta, así que me quedo con eso, con haber descubierto a Marta Sanz.
Lo que menos me ha gustado: nada que ver con la historia, pero qué mal he llevado que todos los puntos se hayan puesto dentro de las comillas y no fuera… Lo de ser corrector me lleva un poco al límite con estas cosas.
“La memoria hace fuerza en un punto y penetra hacia lo hondo”.
Marta Sanz