Crítica: El amante

Título: El amante

Autor: Marguerite Duras

Editorial: Austral Mini

Uno de los regalos que la literatura y las redes me han traído ha sido la amistad virtual con Kim Thúy. Ella fue quien me recomendó, entre otros, este libro. Lo hizo porque le dije que me estaba enamorando de Vietnam y Marguerite Duras, nacida en Saigón, en la antigua Indochina Francesa, podría hacerme viajar por esas tierras tan atrayentes.

Fui a la librería y encargué esta edición, sencilla y muy barata, que, seguramente, no sea la mejor que hay, aunque me alegro de haber elegido esta.

Lo primero que tengo que decir es que no me ha parecido gran cosa.

No sé si se debe a que no me ha gustado, sin más; a que esperaba mucho más; o a que mi “momento oriental” está llegando a su fin, pero, no. No me ha gustado.

Es cierto que es una historia que tiene un argumento atractivo y que, por supuesto, las localizaciones son maravillosas, pero hay varios aspectos que han supuesto que me haya resultado una lectura algo pesada y que, en definitiva, no sea un libro que me haya gustado mucho.

Lo peor de todo, y creo que es algo bastante significativo, es que, para ser un libro tan corto, se me ha hecho muy largo. Apenas 129 páginas en formato bolsillo y me ha costado mucho leerlo…

Durante la lectura, además de que es una historia de la que no puede sacarse mucho, he tenido la sensación de que se quedaba a medias entre la literatura oriental y la occidental. Me explico. Por lo poco que he leído a autores orientales, es un rasgo común en muchos de ellos y ellas escribir con frases cortas, sencillas, pero muy bien cuidadas. No incluir ninguna palabra que no sea absolutamente necesaria. Estructurar los libros en párrafos cortos y detallados. Aquí, esa estructura se da (o se intenta), pero no consigue el mismo resultado. Al menos, no lo ha conseguido conmigo.

Es una historia, desde mi punto de vista, lenta, repetitiva, aburrida en muchas partes, con saltos que sacan de la lectura… Y me da mucha pena, la verdad, porque lo empecé con muchísimas ganas, pero se ha ido desinflando hasta que he terminado leyéndolo en diagonal para terminarlo lo antes posible.

Además, se suma que la traducción no es muy allá (lo barato, al final, ya se sabe). Además de varias erratas, el leísmo termina por hacer daño en los ojos. Es tan evidente que, en la misma frase, se usa “le” como el masculino de “la”, lo cual es siempre es un error. Si el femenino es “la”, el masculino será siempre “lo”. Y si, por el contrario, el uso correcto es “le”, lo es para ambos géneros. Como ejemplo, este fragmento del libro:

“Sabía que la miraba. Ella también le miraba […]. Y después, al final, ya no le vio”.

Aunque haya casos y dialectos en lo que el leísmo se acepta, no me parece muy apropiado que un escritor o traductor tengan tal confusión. Llamadme exigente…

Dicho esto, ahí voy con mi análisis.

Puntos fuertes:

La localización: países tan bonitos como Vietnam siempre merecen la pena ser leídos, aunque creo que podría haberse descrito de una forma mucho mejor.

La extensión: visto que se me ha hecho una lectura muy larga, lo cierto es que agradezco que tenga una extensión tan breve. 

Lo que más me ha gustado: leer algo de una autora a la que quería conocer, a pesar de que este primer contacto no haya sido como esperaba.

Lo que menos me ha gustado: tal y como he dicho, cuando una lectura tan breve se hace tan larga… 

Mi sensación final es que, por el momento, Marguerite Duras no será una autora a la que vuelva a leer. Tendré que volver a leer más literatura oriental (aún me queda uno de Kim Thúy sin leer) para ver si sigo en esa “fiebre” oriental o si ya se ha acabado hasta nuevo aviso. Aun así, como siempre, me gusta leer a nuevos autores de los que poder opinar. 

“Nunca he escrito creyendo hacerlo, nunca he amado creyendo amar, nunca he hecho nada salvo esperar delante de la puerta cerrada”.

Marguerite Duras, El amante

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