Crítica: Recuérdame por qué he muerto

Título: Recuérdame por qué he muerto

Autora: Chiki Fabregat

Editorial: DNX

Leer a Chiki es garantía de varias certezas.

Por un lado, se sabe que se va a leer la historia con su imagen constante en la cabeza, porque es de esas personas que se proyectan allí donde hay un trocito suyo.

Se sabe, también, que vamos a leer con un cierto (y bienvenidísimo) temor a ir recibiendo algunos pellizquitos, porque Chiki no escribe sin más. Chiki escribe para quedarse. Y se queda.

Por supuesto, se sabe que se va a leer un buen libro. Un libro pensado, trabajado, sentido, querido y muy bien escrito. 

Se sabe, por lo tanto, que hay que estar pendiente de las novedades que publica, porque son libros que siempre merecen ser leídos.

Por suerte para mí, conocerla y sentirme amigo suyo es un punto más a favor de leerla. Y la leo y leeré siempre que pueda. Porque la admiro, la respeto y, por qué no decirlo, la quiero. Se hace querer esta mujer, qué vamos a hacerle.

Y, después de sacarle un poco los colores, quiero hablar un poco de esta novela, que es para lo que hago estas reseñas.

No es sencillo (no lo es) escribir para un público infantil y/o juvenil. Es un público muy exigente, muchísimo, y con unos gustos muy establecidos. Hay que ser cautos con el lenguaje, con los temas, con las expresiones, con las situaciones que se narran… Y hay que ser muy, muy creíbles. Y Chiki maneja todos esos aspectos a la perfección. 

Después de enamorarme de su literatura con “El cofre de Nadie”, este “Recuérdame por qué he muerto”sube la apuesta que haría siempre por ella. 

Tratar este tema, el de la muerte, el del suicidio, además de otros muchos como el racismo, el amor, la lealtad, la valentía, la amistad o el perdón, requiere de un tacto muy preciso, de una casi obligación de ser muy precisos en cada palabra que se escribe, y sé de buena tinta que Chiki ha ejercido la escritura con dedicación de artesana, de hilandera.

Se nota en los diálogos, en las emociones que sienten los personajes y que nos arrastran con la fuerza de un tsunami, en esos pellizcos de los que hablo y que nos van dejando marcas en el cuerpo según leemos. Porque Chiki se queda al quedarse en nosotros sus historias, sus personajes, sus latidos.

Es un libro tan duro como necesario. No duro en el sentido de que se haga pesado ni complicado, sino porque se te mete muy dentro, te hace pensar, reflexionar, parar y dedicarle tiempo a valorar lo que se tiene y lo que no, a quien se tiene y a quien se ha perdido, a observar y a observarnos, a vivir con el ímpetu de una tormenta. Y eso es bueno, amigos y amigas, y es una de las razones por las que la literatura es tan necesaria. Uno de los motivos por los que este libro es necesario.

Lo que más me ha gustado: ver, como digo, que un tema tan complicado se trata con tanta delicadeza, con belleza, porque “Hay belleza en la muerte.  Y la hay en la pena, en el dolor”. Gracias, Chiki.

Lo que menos me ha gustado: por poner(me) un pero, que este verano ha sido tan caótico que no he podido leerlo del tirón, y tantos parones me han sacado un poco de la historia.

¿Habéis leído ya a Chiki? Si no es así, ¿cuándo vais a hacerlo?

Gracias y un abrazo para todos.

“Cada uno afronta el dolor como puede y nadie tiene derecho a decirte cómo debes hacerlo”.

Chiki Fabregat en “Recuérdame por qué he muerto”.

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