Crítica: Comadrejas

Título: Comadrejas

Autor: Alejandro Pedregosa

Editorial: Cuatro lunas (Kalandraka)

Conocí Kalandraka y a Alejandro Pedregosa por el mismo motivo: la poesía infantil y el Premio Internacional Ciudad de Orihuela de Poesía para Niñas y Niños, que Alejandro ganó en 2020 con su libro Álbum de familia, que reseñé hace tiempo https://jorgepozosoriano.com/2022/09/13/critica-album-de-familia/

Después de leer este libro, tengo la misma sensación tanto para la editorial como para el autor: ambos son mucho más que eso, y digo esto consciente de que “eso” es ya muchísimo, pero, sí, los dos son mucho más.

Kalandraka es uno de esos sellos con los que siempre se acierta. Cuidadosos, cercanos, serios, con un catálogo impresionante y unas ediciones para enamorarse. Sí es cierto que el catálogo infantil es el más extenso y que es una maravilla, pero también cuentan con otros sellos y otras colecciones en las que se alejan de ese público y nos regalan a los adultos joyas como esta que hoy os traigo.

Y aquí es donde hablo de Alejandro Pedregosa, que es, por lo que he comprobado, un autor todoterreno que te escribe un poemario infantil precioso, semblanzas sobre figuras como María Moliner o como Carmen de Burgos o este novelón que es de lo mejor que he leído este año.

Comadrejas es una novela ambientada en ese episodio tan atroz de nuestra historia reciente, la II Guerra Mundial, y los escenarios pasan por esos campos de concentración que siguen dando escalofríos y, en la distancia, un pueblo andaluz que tampoco pasa por su mejor momento. Dolor. Incomprensión. Maldad. Barbarie. Y, al mismo tiempo, esperanza, amor, humanidad y memoria. Porque es un libro duro, hiriente, de esos que acaban dejándote un sabor amargo al pensar en que lo que cuenta no es ficción, sino que ocurrió, no hace tanto tiempo, no tan lejos; pero, a la vez, es una historia donde poder anclar durante un tiempo y saborear la belleza que, a pesar de todo, se respira a lo largo de sus páginas. Aquí cobran especial importancia los personajes porque, rodeados de esos animales que no dudaron en hacer el mal de las formas más deshumanizadas, también existe Juana, también existen Jules y Marcel y también hay otros cuyos nombres no daré por no arruinaros la historia, pero que son quienes te ayudan a no perder del todo la fe en la bondad humana.

Es una novela escrita por un buen poeta, y eso (nunca me cansaré de decirlo) es sinónimo de novela bien escrita, cuidada, acertada en el lenguaje, rigurosa con la belleza al ser escrita.

Todo eso es “Comadrejas”, un abrazo a la memoria, a la bondad y al amor en un momento negro y descarnado. Un homenaje a todas las víctimas del nazismo. Una obra de justicia para quienes no la tuvieron. Un libro sobre la ilusión y la esperanza, esas cuerdas a las que agarrarse en los peores momentos.

Leedla. Lloradla. Disfrutadla. Podéis creerme, es una novela excepcional.

Lo que más me ha gustado: podría decir tantas cosas… pero creo que voy a quedarme con Juana. Qué personaje más abrumadoramente precioso.

Lo que menos me ha gustado: como me pasa con estas historias, pensar en que todo lo que cuenta fue verdad.

“Me digo que acaso sea eso el optimismo. Disfrazar la realidad para ponerla siempre de tu lado”.

Alejandro Pedregosa