Título: La nieta del señor Linh
Autor: Philippe Claudel
Editorial: Salamandra
Tener buenas amistades es el mejor de los regalos, pero si, además, esas amistades son lectoras tan buenas como mi amiga María y te prestan libros cuando los necesitas, el regalo es doble.
Ella siempre hace unas recomendaciones de las lecturas que más le han gustado a final de año en sus redes, y, después de ver las de este año, le pedí algunos de los libros de los que habló. Curiosamente, este no estaba en esa lista, pero, cuando me dejó otros dos, me dijo “y añado este, porque sé que te va a gustar”. Y, sí, me ha gustado mucho.
Algunas veces también ocurre que los libros llegan cuando tienen que llegar, y es lo que ha ocurrido con este. Últimamente leo sobre todo de camino al trabajo, en el metro, pero, estando de baja, necesitaba algo así, no demasiado extenso, tranquilito.
Como curiosidad, he sabido que ya había leído a este autor llegando casi al final, porque no fui consciente hasta entonces de que es el autor de El archipiélago del perro, una novela que me encantó y que reseñé hace tiempo:
Sin que tengan nada que ver uno con otro, los dos me han gustado mucho.
Esta breve novela podría definirse con una sola palabra: ternura. Es una fábula muy tierna sobre las guerras, sobre el exilio, sobre la supervivencia, sobre la fortaleza humana, sobre el amor, sobre la familia, sobre la amistad, sobre la bondad, sobre el poder de la memoria. Es una historia amable que nos permite pensar que no todo está perdido, que existen personas buenas dispuestas a ayudar a quienes lo necesitan.
Una novela en la que tan solo un par de personajes son suficientes para abrazarnos y mantenernos pegados a las páginas, para hacernos sonreír, para insuflarnos esa ternura que atraviesa toda la historia, para, al terminar la lectura, reconfortarnos por dentro.
Una pequeña joya.
Lo que más me ha gustado: esos dos personajes tan maravillosos.
Lo que menos me ha gustado: que algo que ocurre al final se intuye bastante pronto, aunque no le ha restado a la historia.
“¿Qué es la vida sino un collar de heridas que cada hombre se cuelga del cuello?”.
Philippe Claudel
